Las Galerías Pacífico en Buenos Aires son un exclusivo centro comercial inaugurado en 1894 que fue renovado en los años 1990. El lugar sobresatura a los consumidores con estímulos que evocan la necesidad de consumir a través de olores, luces y complejidades sensoriales. Los visitantes están expuestos a un recorrido prefijado donde consumen signos y la ilusión de transformar el tener en ser a través de la adquisición de bienes y la interacción con personajes virtuales.
3. Un fisgón en las Galerías Pacífico Las Galerías Pacífico son uno de los más exclusivos shopping centers de la Ciudad de Buenos Aires. Grandes marcas europeas y norteamericanas tienen locales allí y las mejores marcas argentinas de todo rubro pueden conseguirse también. El edificio, siguiendo el modelo de la Galería Vittorio Emmanuele II de Milán, de 1877, se organiza como dos calles que se unen bajo una cúpula y están cubiertas por una enorme galería vidriada. Destinada a ser galería comercial, se construye en 1894, a pesar de ser diseñada en 1888. En 1908 se vende al Ferrocarril al Pacífico que lo ocupa como edificio de oficinas, abandonando el rubro comercial. Entre 1945 y 1947 se lo reacondiciona para separar oficinas y reabrir la galería comercial. La gran cúpula es decorada por pintores como Berni, Spilimbergo, Urruchúa, Castagnino y Colmeiro. En 1990 es nuevamente refuncionalizado, adecuándolo a su uso de centro comercial de lujo. Este trabajo es el que vemos hoy, con ese lenguaje propio de los años noventas.
5. Un fisgón en las Galerías Pacífico El shopping center es uno de los lugares en los que uno puede abandonarse al consumismo. Puede ver y ser visto. Puede consumir bienes. O signos. Es el lugar en que vemos “la inestabilidad de los deseos, la insaciabilidad de las necesidades, y la resultante tendencia al consumismo instantáneo y a la instantánea eliminación de sus elementos” en palabras de ZygmuntBauman. Es el lugar en el que se va a ser visto. Y puede ser reflejado por un fotógrafo al paso.
8. Un fisgón en las Galerías Pacífico “La lógica del supermercado induce forzosamente a la dispersión de los sentidos; el hombre de supermercado no puede ser, orgánicamente, un hombre de voluntad única, de un solo deseo. De ahí viene cierta depresión del querer en el hombre contemporáneo; no es que los individuos deseen menos; al contrario, desean cada vez más; pero sus deseos se han teñido de algo un tanto llamativo y chillón; sin ser puros simulacros, son en gran parte un producto de decisiones externas que podemos llamar, en sentido amplio, publicitarias. No hay nada en esos deseos que evoque la fuerza orgánica y total, tercamente empeñada en su cumplimiento, que sugiere la palabra “voluntad”. De ahí se deriva cierta falta de personalidad, perceptible en todos los seres humanos” Michel Houellebecq
12. Un fisgón en las Galerías Pacífico El consumidor es sobresaturado por incontables estímulos. Cada uno de ellos evoca la necesidad de consumir. Olores, luces, complejidades atacan a los sentidos y a la noción de ubicación. Pensados en términos de un recorrido, el visitante está expuesto y abandonado a lo prefijado para él.
18. Un fisgón en las Galerías Pacífico Aquí se consumen signos. Se convive con personajes virtuales como si fueran reales y eso es lo que se consume, la habitualidad de trato con virtualidades.
26. Un fisgón en las Galerías Pacífico Aquí se puede jugar a ser lo que quieres ser, por más que ello implique consumir y no necesariamente ser. También se consume la ilusión de transformar el tener en ser. ¿O es que acaso no ves que vivo rodeada de lujos y tengo todo esto a mi alcance? ¿No crees ahora que soy sexy?
27. Un fisgón en las Galerías Pacífico Ensayo fotográfico de Hernán Neyra Tomas en abril-mayo de 2011 Realizado en agosto de 2011