Invento del fotófono por Bell y primera llamada inalámbrica
1. El Fotófono fue inventado por Alexander Graham Bell junto con su entonces asistente
Charles Sumner Tainter en 1880. Este dispositivo permitía la transmisión de sonido a
través de una emisión de luz.
El fotófono utiliza células cristalinas de selenio en el punto focal de su receptor
parabólico. La resistencia eléctrica de este material es inversamente proporcional a la
iluminación que incide sobre él, es decir, su resistencia es mayor en la oscuridad y más
baja cuando está expuesto a la luz.
DISEÑO
El funcionamiento del fotófono consistía en modular un haz de luz: La variación
resultante de iluminación del receptor induciría una resistencia variable correspondiente
en las células de selenio, que eran usadas por un teléfono para regenerar el sonido
capturado en el receptor.
La modulación del haz de luz transmitido era hecha por un espejo fabricado para vibrar
con la voz de una persona: el delgado espejo alternaría entre formas cóncavas y
convexas, centrando o dispersando la luz desde la fuente de luz. El fotófono funcionaba
de forma similar al telefono, a excepción de que el fotófono usaba la luz como medio de
“proyección” de información, mientras que el el teléfono usaba una señal eléctrica
modulada sobre un circuito conductivo cableado.
Bell esperaba que su fotófono fuera usado para que los barcos se comunicaran en el mar y
para desplazar la gran cantidad de líneas telefónicas que iban ocupando las calles, pero no
pudo ser así debido a que su diseño era muy sensible a las interferencias exteriores, tales
como nubes, niebla, lluvia, nieve, etc. que fácilmente podrían interrumpir la transmisión
de la luz.
PRIMERA COMUNICACIÓN TELEFÓNICA
INALÁMBRICA
En Abril de 1880 en Washington DC, Bell llevó a cabo junto con Tainter la primera
llamada inalámbrica de la historia a una distancia de 213 metros. Tainter, que estaba en el
tejado de la Franklin School, habló a Bell, que estaba en su laboratorio escuchando y que
hizo una señal a Tainter agitando su sombrero por la ventana, como le había solicitado
Tainter por el fotófono.
El sonido hacía vibrar una membrana espejada, que reflejaba la luz del sol haciéndola
más o menos divergente hacia el receptor colocado a 213 metros. El receptor era un gran
espejo parabólico en cuyo centro se encontraba un detector de selenio conectado a una
batería y un auricular que hacía que Bell pudiese escuchar a su asistente