1. En una aldea de los Pirineos, con sólo seis familias en
el año 1875, había un niño hijo único y el único niño
de la aldea. Rafael, así era como se llamaba, era
prepotente, egoísta, avaricioso, rebelde e inconformista.
Sin embargo, su familia era todo lo contrario. Una
noche de nochebuena, Rafael tuvo una discusión con
sus padres porque no quería vivir en esa aldea situada
en la ladera de una montaña. Cuando acabó a discusión
con sus padres, Rafael se fue a dar un paseo por el
monte. Después de una hora caminando empezó una
ventisca muy fuerte, pero Rafael también era muy
inteligente y se refugió en una cueva. Pero Rafael no
estaba sólo en la cueva. Unos ojos brillantes le
vigilaban desde el interior. Pertenecían a un oso pardo,
que lo devoró y dejó sólo su ropa y su gorro preferido.
Los padres de Rafael, como vieron que no regresaba, se
preocuparon y dieron comienzo a su búsqueda avisando
a todas las familias de la aldea.
Los padres, derrotados ante la ventisca, regresaron a
casa sin ninguna esperanza de encontrarle. Estuvieron