El documento compara al artista Cristóbal Ortega con el rey Midas, sugiriendo que ambos tienen un don en sus manos, aunque el rey convierte todo a oro mientras que el pintor lo convierte en obras de arte. Explica que Ortega necesita contacto físico con los materiales para plasmar sus pinturas y que empezó con paisajes y retratos antes de adoptar el expresionismo para mostrar su interior a través de la deformación de la realidad.