Ciclogénesis explosiva: vivir sin prisa en una sociedad estresada
1. Ciclogénesis
explosiva
Que
el
ser
humano
actúa
por
impulsos
es
algo
que
a
nadie
coge
por
sorpresa;
en
épocas
donde
echar
balones
fuera
debido
a
la
falta
de
tiempo
y
todo
motivado
por
una
sociedad
consumista
al
máximo
que
“todo
lo
quiere
y
además
lo
quiere
ya”,
ha
hecho
que
ganarse
la
vida
mediante
una
necesaria
reinvención
del
propio
individuo
y
de
su
grupo
de
dependencia
olvide
–por
falta
de
tiempo-‐
que
aquí
estamos
para
vivir.
Parece
metafórico
y
hasta
bucólico
aquello
del
“Carpe
Diem”
y
suena
romántico,
pero
la
verdad
es
que
no
tenemos
tiempo…
hay
que
pagar
letras,
comer
varias
veces
al
dia,
a
la
vez
empeñarnos
en
comer
menos
para
no
engordar;
también
–claro
está-‐
hay
que
practicar
deporte
para
estar
sanos
y
como
no
tenemos
ese
tiempo,
eso
también
crea
una
ansiedad;
la
falta
de
trabajo
crea
estrés
y
los
que
lo
tienen
–el
trabajo-‐
también
están
estresados
pero
con
el
fin
de
mantenerlo.
Escasea
el
dinero
y
sobran
listos;
la
selección
de
la
especie
muestra
la
cara
más
odiosa
del
mismo
Darwin.
Entretanto
tus
padres
pasan
a
tener
avanzada
edad
y
algunos
incluso
necesitan
la
atención
que
te
brindaron
durante
muchos
años,
aún
a
riesgo
de
que
no
lo
puedas
hacer;
otros
simplemente
se
van,
dejando
al
individuo
además
de
estresado,
confundido
pues
ayer
estaban
ahí;
los
bebés
se
hacen
adolescentes
y
requieren
un
tiempo
que
no
tienes,
claro
está;
las
parejas
–la
mayoría
de
las
veces,
grandes
olvidadas-‐
reclaman
una
atención
que
siempre
merecieron
y
en
ocasiones
el
amor
se
marchita
a
un
ritmo
tan
acelerado
que
a
menudo
dejan
por
el
camino
a
“los
últimos
en
enterarse”.
Siempre
se
pone
en
cuestión
el
paradigma
de
la
vida
conciliadora
y
sostenible,
pero
la
verdad
es
que
uno
se
pregunta
dónde
se
coge
el
autobús
para
ir
allí,
pues
en
nuestra
sociedad
desde
luego
no
da
tiempo.
2. Esta
sociedad
tiene
que
fabricar
“lobos
de
Wall
Street”
como
triunfadores
y
la
parte
reservada
a
los
corderos
queda
para
quienes
se
encomiendan
a
unos
políticos
que
han
votado
para
que
les
resuelvan
sus
problemas
de
consumidores
a
pequeña
escala,
pero
con
todo
el
derecho
garantizado
por
la
Constitución
y
la
democracia.
Quienes
tienen
vacaciones
viven
todo
el
año
pensando
y
trabajando
para
ello
y
después
las
encuestas
nos
dicen
que
es
la
época
del
año
donde
más
separaciones
hay;
se
hipotecan
11
meses
al
año
de
trabajo
duro,
constante
y
dignificador
para
tratar
de
vivir
1
mes
de
ensueño,
que
a
menudo
pasa
sin
dejar
rastro
o
el
rastro
queda
en
forma
de
herida.
Al
viajar
y
ver
lo
que
pasa
en
países
“no
tan
avanzados”
se
lleva
uno
la
gran
sorpresa
de
que
hay
gente
que
vive
al
dia¡¡.
Se
levantan
con
el
ánimo
de
vivir,
sin
más;
buscan
la
comida
donde
siempre,
no
necesitan
dietas
ni
gimnasios
y
siempre
llevan
puesta
su
mejor
sonrisa
como
mejor
gala.
Muy
a
menudo
su
prisa
es
por
entablar
una
humana
conversación
y
malgastan
su
tiempo
en
fiestas
constantes
y
jolgorio.
Fabrican
su
propio
hogar
y
su
equipaje
siempre
es
ligero.
La
virtud,
ese
probable
punto
medio,
no
reconoce
como
interlocutor
válido
más
que
al
cronómetro;
mientras
tanto
queda
toda
una
vida
que
vivir
a
sorbitos
pequeños,
con
intensidad
máxima
y
con
plenitud
de
consciencia
de
que
cada
momento
es
único
e
irrepetible.
Mata
al
lobo
y
al
cordero
que
hay
en
ti
y
vive
profundamente.
Hay
toda
una
vida
antes
de
la
muerte.