Las normas para un juego limpio establecen que los deportistas deben jugar de forma limpia y respetuosa, aceptando tanto la victoria como la derrota. No hay enemigos en el deporte, solo rivales, y la violencia no tiene cabida, sino la habilidad y disfrutar jugando. Los árbitros cometen errores al ser humanos, por lo que se les debe tratar con comprensión, y insultar nunca mejora el resultado de un partido.