Breve estudio sobre la realidad que existe de la Ida al Cielo, la verdad y algunas teorias o pensamientos que han cambiado el sentir biblico de lo que realmente las escrituras nos enseñan, esperando que sea de edificacion para cada uno.
Paz a Ti.
1. Obr. Herberth Blanco
El Salvador, C.A.
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LA IDA AL CIELO.
“Los cielos son los cielos de Jehová: Y ha dado la tierra a los hijos de los hombres”
(Salmo 115:16).
Muchas son las promesas que Dios nos ha dado y confirmado por medio
de Jesucristo. Una de las más discutidas es: ¿Cuál será la recompensa
de los justos?, o más bien: ¿Dónde vivirán los que lleguen a poseer la vida
eterna en el nombre de Jesucristo? ¿Llegará el hombre a gozar del hermoso
privilegio que los predicadores de hoy en día prometen a los creyentes de vivir
en las alturas de los cielos?
Pero aún hay más, no es necesario esperar hasta que el Señor Jesús regrese a levantar a su pueblo
como dice la Biblia, sino que el cielo se alcanza inmediatamente que la persona muere, lo cual
está testifcado por las palabras de aliento dichas hacia la persona que ha perdido a su ser
querido: “El alma de quien en vida fuera... está ya al lado del Señor en los cielos”. O, “en viva
siempre fue una madre abnegada y amorosa hacia sus hijos, hoy ya no está aquí, pero desde los
cielos está mirando con una sonrisa de amor y compasión a sus hijos queridos, y desde allá
siempre los estará mirando”. O si el fallecido es hombre ya en el ataúd los cercanos lo declaran
un gran amigo, un buen hijo, un buen padre, etc. La teoría que se desprende de esto es
que Dios ha prometido el cielo como pago a los buenos, justos, píos, rectos; es
decir, a aquellos que hayan vivido conforme a su voluntad, o que reúnan los
requisitos por Él estipulados en el nombre de Jesucristo.
Mas nos preguntamos: ¿De dónde ha emanado tal pretensión? ¿Cómo ha
llegado el hombre a concebir tal idea? ¿Declara la Palabra de Dios esta
promesa? ¿Puede el hombre aspirar a vivir en los cielos como un obsequio
que de parte de Dios se reciba?
Uno de los primeros momentos en el que hombre busca el Cielo como Heredad
lo encontramos desde que el hombre supera una de las grandes tragedias de la
Humanidad “El Diluvio”, todos tienen una misma lengua un solo Objetivo
“LLEGAR AL CIELO” Genesis 11:3-4 y ese objetivo no fue bien visto por el
Eterno Lea Genesis 11:6
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Si Usted Observa los diferentes credos religiosos, con relación al tema que nos
ocupa, encontramos que se esgrimen como bases bíblicas de tal doctrina
varios pasajes bíblicos que enseguida analizaremos.
Ahora preguntamos: ¿Cuál será la verdad escritural que el hombre debe
aceptar?
¿La Biblia realmente enuncia la promesa de parte de Dios de que el
hombre gozará de una vida en los cielos? ¿Vivirá el hombre parte de la vida
eterna allá en los cielos? ¿Vivirá por toda una eternidad allá en las alturas?
¿QUÉ ES LO QUE CREEMOS SEGÚN LA PALABRA DE
DIOS?
El verso que encabeza nuestro estudio hace una declaración que no debe
pasar desapercibida el estudiante de la Biblia: “Benditos vosotros de Jehová que
hizo los cielos y la tierra. Los cielos son los cielos de Jehová: Y ha dado la tierra a
los hijos de los hombres” (Salmo 115:15, 16). Dios ha dado lugar a todas las
cosas que existen y de la basta creación hay dos grupos: La tierra (única y
exclusivamente ella) dada a los hijos de los hombres, y los cielos, dejándolos el
Todopoderoso a su exclusividad.
¿Será acaso que ahora el hombre quiere apropiarse de lo que no le
pertenece?
Notemos lo que el profeta Isaías escribió: “Porque así dijo Jehová, que crió
los
cielos, Él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la crió en
vano, para que fuese habitada la crió: Yo Jehová y ninguna más que yo” (Isaías
45:18).
En esta declaración, se nos hace ver que Dios formó la tierra y no la crió en
vano, sino que la crió para que fuese habitada; pero, medite usted en la gran
ironía del credo religioso de nuestros días, en donde el hombre pretende
irse al cielo, abandonando esta tierra que Dios le hizo como hogar eterno.
¿La tierra como hogar eterno del hombre?, se pregunta usted, y dirá: “esta
declaración es una barbaridad”; pero no es así. Veamos lo que escribió el
Rey David: “Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella”
(Salmo 37:29). Y esta declaración de David no es una declaración aislada,
pues aun las palabras de nuestro Señor Jesucristo armonizan plenamente
con ella: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”
(Mateo 5:5).
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¿Notó usted bien que aun en las “Bienaventuranzas” que el Señor expresara
en aquel memorable “Sermón del Monte” se encuentra tal aseveración?
A este respecto la pluma inspirada de Salomón nos da más luz: “Ciertamente
el justo será pagado en la tierra: ¡Cuánto más el impío y el pecador!” (Proverbios
11:31). “El justo eternalmente no será removido: Mas los impíos no habitarán
la tierra” (Proverbios 10:30).
Notemosestas palabras: El justo será pagado aquí en la tierra y eternalmente
no será removido. Ah, pero los impíos aunque serán pagados aquí en la tierra,
ellos no habitarán la tierra y la razón es: “Porque los rectos habitarán la
tierra y los perfectos permanecerán en ella; mas los impíos serán cortados de la
tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados” (Proverbios 2:21, 22).
Veamos ahora cuál debe ser nuestra esperanza en Cristo Jesús: “Y si vosotros
sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conformea la promesa
los herederos” (Gálatas 3:29). Si somos de Cristo, somos la simiente de
Abraham y, como consecuencia de ello, los herederos. Pero, ¿herederos de
qué? Herederos de la promesa que a Abraham se le hizo.
Meditemos en la promesa que a Abraham se le hizo: “Y haré tu simiente como
el polvo de la tierra; que si alguno podrá contar el polvo de la tierra, también
tu simiente será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su
ancho; porque a ti la tengo de dar” (Génesis 13:16, 17). Esta fue la
promesa que a Abraham se le hizo, declara que aún está en pie: “Y no le dio
herencia, ni aun para asentar un pie: mas le prometió que se la daría en
posesión y a su simiente después de él, no teniendo hijo” (Hechos 7:5).
Promesa que el Apóstol Pablo traduce de la siguiente manera: “Porque no por
ley fue dada la promesa a Abraham o a su simiente, que sería heredero del
mundo, sino por la justicia de la fe (Romanos 4:13).
Si de Abraham y su simiente fue dicho que sería heredero del mundo, y
nosotros, siendo simiente de Abraham conforme a la promesa (Galatas
3:29), somos también herederos juntamente con él.
Una herencia que está en los cielos esperando que señal sea cumplida Lea :
Hebreos 11:10 se recalca una realidad dice la Escritura una ciudad que tiene
“Fundamentos”, esto quiere decir que tiene un constructor y que su destino es la
tierra Hebreos 11:13-16, Gálatas 4:26 y Apocalipsis 21:2.
Una Herencia Incorruptible, la cual esta “Reservada” en los cielos : Lea . 1° Pedro
1:4
Esta es la promesa, esta es la herencia: LA TIERRA. Tierra que desprecia
el hombre. Promesa y herencia que Dios nos ofrece pero que el hombre
repudia, pues él quiere heredar EL CIELO, quiere vivir en las alturas.
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Aún al mismo Hijo se le ofreció la tierra como su posesión: “Yo publicaré
el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te
daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra” (Salmo
1:7,
8). A Jesús le fue ofrecida la tierra como su posesión; tierra a la cual ha de
venir a establecer su reino y en la cual establecerá su trono (Mateo 25:31;
Lucas 1:32).
Hoy nuestro Señor Jesucristo se encuentra en el cielo a la diestra del Padre,
pero se encuentra en un lugar que no es el de él: “Al que venciere, yo le daré
que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido y me he sentado con
mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). El Señor venció, y hoy se encuentra
en el Trono del Padre, y ha prometido a los hombres que todo aquel que
venza estará junto con Él, cuando esté en su reino. Y más aún: Reinará con
Él.
Sin embargo, usted se preguntará: ¿Cuál es el fundamento de las gentes
para pretender ir al cielo? ¿Apoya la Biblia tal creencia? A continuación
analizaremos algunas citas bíblicas que han sido interpretadas erróneamente.
EXPLICACIÓN DE T EXTOS
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En
la casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera
dicho; voy pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os
aparejare lugar vendré otra vez, y os tomaré a mí mismos: para que donde
yo estoy vosotros también estéis” (Juan 14: 1-3).
No es honesto delante de Dios forzar un texto para hacer parecer lo que
nosotros queremos que diga. En este texto tal como está en la versión de
Casiodoro de Reina (1569) y aún con varias revisiones hasta la de 1909,
podemos darnos cuenta de lo siguiente:
1. Cristo no fue a preparar ningún lugar ya que todo está preparado: “En la
casa de mi Padre muchas moradas hay...” (Juan 14:2). “Venid benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”
(Mateo
25:34).
2. Cristo habla en presente del subjuntivo y dice: “...de otra manera os lo
hubiera dicho”. Note bien, no se los dijo, sino que en caso de no haber
existido nada preparado, entonces Él les hubiera dicho.
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Veamos un ejemplo: Imagine que Eduardo va de compras y al regresar de
la tienda pasa por la panadería y decide comprar pan; cuando llega a la casa,
Jorge dice “también traje pan”, entonces Ruth le dice “aquí en casa hay mucho
pan”, de otra manera le hubiera dicho “cuando regreses de la tienda,
compra también pan”.
¿Se da cuenta? Ruth nunca le dijo a Eduardo que comprara pan, pero ella
al aclararle le dice: “de otra manera te hubiera dicho”. Lo mismo sucedió
con el Señor, Él no les dijo a ellos que apenas iba a preparar lugar, ya que
todo estaba preparado; sólo en caso de que nada hubiera preparado,
entonces Él se los hubiera dicho.
3. Cristo sigue hablando en presente del subjuntivo o sea, tomando como
hecho que nada existiera y tuviera la necesidad de irse a preparar; entonces
dice: “...y si me fuere...” (no lo presenta como algo afirmativo sino como una
posibilidad) y vuelve a decir “...y os aparejare...” (también lo presenta como una
posibilidad).
Cristo dijo todo esto porque notó la turbación de sus discípulos; les
infunde confianza diciéndoles que todo está preparado y que los planes
tendrían que continuar y aún si no estuviera todo preparado y Él tuviera la
necesidad de irse a preparar, volvería otra vez con ellos. Hechos 1:10-11
Analicemos ahora sobre 2 Corintios 5:1-
Antes de comentar sobre este versículo, es necesario notar que este capítulo
está muy unido al capítulo anterior donde Pablo está hablando del cuerpo y
no de una casa, y en el capítulo 4 versículo 16 él dice: “Por tanto no
desmayamos: antes aunque este nuestro hombre interior se va desgastando
el interior empero se renueva de día en día”. Con esto en mente Pablo sigue
hablando y ahora dice: “Porque Sabemos, que si la casa terrestre de
nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una
casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Y por esto también
gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella habitación celestial” (2
Corintios 5:1-2).
Bajo las frases en figura que usa el Apóstol como: edificio, casa, habitación,
etc., sólo está señalando el ropaje de gloria que Jesús trae para todos los
que le esperan en su segunda venida. Si ocupa estas palabras, es porque
también ha comparado su propio cuerpo con una casa. Él dice: “Porque si
nuestro propio
cuerpo que es de tierra se hace polvo en la tumba, no importa, ya que Jesús
nos ha prometido levantarnos de la tierra y darnos un cuerpo lleno de gloria”.
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Ahora, las palabras que sigue diciendo, de ninguna manera dejan ver que
él intentaba irse al cielo, pues dice: “Y por esto también gemimos desando
ser sobrevestidos”. Esta frase es la clave para entender el propósito del
Apóstol. Él deseaba ser sobrevestido, piensa en un ropaje que vendrá sobre
él, no que tenga que ir al cielo a recibirlo. Así lo explica ya sin figura en el
verso 4: “Porque así mismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos
agravados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino sobrevestidos, para que
lo mortal sea absorbido por la vida!” (2 Corintios 5:4).
No olvide que Pablo, al cuerpo glorioso que Jesús promete le llama edificio,
casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Dando a entender con ello,
que esta prenda gloriosa se encuentra con Cristo en los cielos, y de ahí nos
vendrá con el Señor.
“Mas nuestra vivienda es en los cielos: de donde también esperamos al
Salvador al Señor Jesucristo”(Filipenses3 :20).
El original griego dice: “Donde vivimos ya en el cielo”. Quiere decir: Si
anhelamos la vida eterna y ésta está en Cristo, luego como si viviésemos en el
cielo, más de allí esperamos a Cristo. Dice Pablo: “El cual transformará el
cuerpo de nuestra bajeza” (Filipenses 3:21). Y habla de una manera similar
en Colosenses 3:3: “Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios”. La expresión “nuestra vida está escondida en Dios”, es igual
a “nuestra vivienda es en los cielos”, ya que de ésta entendemos “nuestra
vivienda está en los cielos”.
Igual el Apóstol Pedro nos habla al decir “Bendito el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos ha regenerado en esperanza
viva, por la resurección de Jesucristo de los muertos, para una herencia
incorruptible y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos”
(1 Pedro 1:3,
4). Aquí lo que el Apóstol de una manera sencilla quiere decir es: Tenemos en
los cielos una herencia, la vida eterna y ésta siendo eterna, no puede
contaminar, marchitar o envejecer. Esa herencia dijo Pablo: “Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo: si empero padecemos
juntamente con él para que juntamente con él seamos glorificados” (Romanos
8:19). Cristo al resucitar, ganó vida eterna; ahora Él dice: “Yo vivo y
vosotros viviréis” (Juan
14:19).
“Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel y con
trompeta de dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán
primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos juntamente con
ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16, 17).
7. Obr. Herberth Blanco
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El Apóstol nos predice que al venir el Señor Jesús, todos sus santos subirán
a recibirle en el aire; y añade: “Y así estaremos siempre con el Señor”. ¿Acaso
esto que el Apóstol relata es base para sostener una doctrina que no es de
Cristo? Deje usted que sea la misma Palabra de Dios la que explique.
Al venir Jesucristo por segunda vez, según sus promesas, será al toque de
la séptima trompeta (Apocalipsis 11:15). Este toque de trompeta es
un acontecimiento, el cual anuncia que es tiempo ya de que Jesús tome el
reino, pues a eso viene, a reinar sobre la tierra. Él al venir no se detiene en el
aire y se queda en suspenso, ÉL TIENE QUE LLEGAR HASTA LA TIERRA.
Fue el propio Señor Jesucristo quien relató este hecho del que habla el
Apóstol, léalo usted: “Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre que
vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles
con grande voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un
cabo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:30, 31).
Esto nos enseña que la próxima venida del Señor no será vertiginosa, sino
dará lugar a ser conocida.El Señor envía delante de él a sus ángeles, los cuales
no sólo anuncian que el Rey de Reyes y Señor de Señores viene, sino también
vienen despertando a todos los muertos en Cristo. Esto lo relata el Profeta
Isaías: “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo resucitarán.
¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío, cual rocío de
hortalizas; y la tierra echará los muertos” (Isaías 26:10). La potente voz de
los ángeles por toda la faz de la tierra es esa: ¡Despertad y cantad,
moradores del polvo! Ante esta potente invitación, que no es otra que la
voz de Jesús llamando a los suyos: “No os maravilléis de esto; porque
vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y
los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron mal,
a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).
Paz a vosotros.