La Revolución Industrial comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña y se extendió a otras partes de Europa y América del Norte. Trajo consigo cambios económicos, sociales y tecnológicos como el aumento de la producción agrícola a través de nuevas técnicas, el desarrollo del capital comercial y el transporte, y cambios demográficos como el crecimiento de la población y la migración del campo a la ciudad.