2. La rebelión
1. De lucifer a satanás
2. El príncipe de este mundo
La redención
1. La guerra en el cielo
2. La guerra en la cruz
3. La guerra ahora
Durante este trimestre estudiaremos los resultados de la
rebelión de Satanás, y cómo fue contrarrestada con el plan
divino de la Redención.
Esta semana echaremos un vistazo general al origen y
desarrollo de esta guerra entre en bien y el mal.
3. «¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de
la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú
que debilitabas a las naciones» (Isaías 14:12)
Isaías 14:4-23 y Ezequiel 28:1-19 muestran el
origen y destino de Satanás, más allá de los
reyes de Babilonia y Tiro a los que, inicialmente,
se dirige la profecía.
En estos textos, se muestra a Satanás como un
«lucero», hermosamente adornado, perfecto.
¿Cómo entró el pecado en este ser perfecto?
Debido a su hermosura, creyó merecer el
mismo trato que Dios mismo, y quiso ser
exaltado por encima de Él (Isaías 14:12;
Ezequiel 28:17).
La Biblia no intenta explicar el origen de su
pecado, simplemente lo constata: «Perfecto
eras… hasta que se halló en ti maldad»
(Ezequiel 28:15).
4. «Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón
de su existencia. Sin embargo, se puede comprender
suficientemente lo que atañe al origen y a la
disposición final del pecado, para hacer enteramente
manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su
modo de proceder contra todo mal. Nada se enseña con
mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho
de que Dios no fue en nada responsable de la
introducción del pecado en el mundo, y de que no hubo
retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error
alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la
rebelión. El pecado es un intruso, y no hay razón que
pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e
inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se
pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar
la causa de su existencia, dejaría de ser pecado»
E.G.W. (El conflicto de los siglos, pg. 484)
5. «No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene
el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí»
(Juan 14:30)
¿Cómo llegó Satanás a adquirir el título de «príncipe de
este mundo»?
Al engañar a Adán y Eva, Satanás usurpó el dominio que
Dios les había dado sobre la Tierra (Génesis 1:28; 3:4-6).
Durante algún tiempo,
Satanás se arrogó el
derecho de representar a
la Tierra en las asambleas
realizadas en el Cielo
(Job 1:6-7).
Pero en la Cruz, el príncipe fue vencido por el Rey. Y
ahora, esperamos el momento de recuperar el dominio
que Dios nos dio inicialmente, cuando «la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Romanos 8:21).
6. «Después hubo una gran batalla en
el cielo: Miguel y sus ángeles
luchaban contra el dragón; y
luchaban el dragón y sus ángeles»
(Apocalipsis 12:7)
Hubo una guerra en el Cielo. Dios
y los ángeles leales vencieron a
Satanás (el dragón) y a sus
ángeles. Tras su expulsión, la
guerra continuó sobre la Tierra.
Satanás intentó matar a
Jesús siendo aún un bebé
(v. 4).
A través de la Roma pagana,
persiguió a la iglesia
primitiva (v. 13).
«Inundando» a la Iglesia de
personas no convertidas,
intentó destruir a la Iglesia
pura durante 1.260 años
(v. 14-16).
Ahora, intenta destruir al
remanente fiel (v. 17).
Apocalipsis 12 nos muestra
algunas de las batallas que se
libran en esta guerra.
7. «Y les dijo: Yo veía a
Satanás caer del cielo
como un rayo» (Lucas 10:18)
Mientras los 70 predicaban el Reino de
Dios, el principado de Satanás comenzó
a caer.
Al morir, Jesús ganó la victoria por
nosotros «despojando a los principados
y a las potestades, … triunfando sobre
ellos en la cruz» (Colosenses 2:15).
Este punto es crucial: la victoria no es
nuestra, es de Jesús. Solo aferrándonos
a Él podremos salir victoriosos en
nuestras batallas con Satanás.
8. «Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo
he vencido al mundo» (Juan 16:33)
El diablo está vencido, aunque todavía
«anda alrededor buscando a quien
devorar» (1ª de Pedro 5:8).
Jesús hablo claramente en este sentido:
mientras vivamos aquí tendremos
aflicción por causa del pecado.
Para que no nos desanimemos, el apóstol
Pablo nos recuerda que tenemos una
«gran nube de testigos» que vencieron ya:
Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Moisés,
Rahab, … (Hebreos 11).
Al igual que ellos vencieron,
nosotros podemos vencer si
mantenemos «los ojos en
Jesús, el autor y
consumador de la fe»
(Hebreos 12:2).
9. «Cuando Cristo se humanó, vinculó a la
humanidad consigo mediante un lazo que
ningún poder es capaz de romper, salvo la
decisión del hombre mismo. Satanás nos
presentará de continuo incentivos para
inducirnos a romper ese lazo, a decidir que
nos separemos de Cristo. Necesitamos velar,
luchar y orar, para que nada pueda
inducirnos a elegir otro maestro; pues
estamos siempre libres para hacer esto.
Mantengamos por lo tanto los ojos fijos en
Cristo, y Él nos preservará. Confiando en
Jesús, estamos seguros. Nada puede
arrebatarnos de su mano»
E.G.W. (El camino a Cristo, pg. 72)