1. EJERCICIO 15: INSERTAR OBJETOS.
AUTOFORMAS.
LEO
En las culturas mesopotámicas aparece el
León con profusión, y para los egipcios fue símbolo solar
de piel de oro que presidia las inundaciones del Nilo, a la vez que era
consagrado a Nefertum (equivalente al Prometeo griego) y a Sekmeth, diosa
de la guerra, cuya iconografía los representa con cabeza de León.
Los griegos vieron la constelación de Leo al León de Nemea, al que Heracles tuvo que
vencer y que era invulnerable, por lo que no pudo matarle ni con sus
famosas flechas ni con la espada, ni tan siquiera con su enorme maza que, al intentarlo, quedo hecha
astillas, mientras que al León no le produjo más que un leve zumbido en el oído.Finalmente, Heracles
acabó con el animal en una lucha cuerpo a cuerpo, estrangulándole. Como era imposible despellejarlo
con una herramienta tradicional, el héroe se sirvió de las propias uñas del animal, duras como el
diamante, para convertir la piel en manto y la cabeza en casco que le sirvieron de armadura
impenetrable.
Eurísteo, al que servía Heracles, se había llevado tal susto cuando vio el animal Leo (astronomía) (del
latín, león), constelación
que mandó construir una gran vasija de bronce y esconderla bajo tierra, algo del hemisferio norte que
así como un pequeño búnquer, desde cuyo interior daba ordenes a Heracles. contiene la estrella d ela
primera magnitud
Aún refiriendo esta aventura, nosotros no identificamos la constelación con
Regulus. Leo es una
de Nemea, pues son dos los leones del cielo y son los que tiran del carro de constelación del zodíaco,
es decir, una constelación
Cibeles, como en la famosa fuente de Madrid, ya que en el zodíaco van por delante
situado sobre la eclíptica,
Virgo, delante de esta eterna Virgen-Madre que aún pareciendo una paradoja el recorrido aparente
anual del Sol a través del
Biológica, es sin embargo una realidad sicológica profunda y. como tal, constante
cielo.
2. Sagrada en todas las religiones que refleja el instinto posesivo, el amor excluyente de todo ser
humano hacia su madre, y que intuitivamente le impide relacionarla con ninguna tercera persona, ni
tan siquiera con el propio padre.