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Juan W. Tamayo
–
¿TALENTO O ACTITUD?
–
Reflexión sobre el Talento en la sociedad y
empresa actual
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Escrito entre Noviembre de 2013 y Enero de
2014 en Algeciras (Cádiz)
Registrado en la Propiedad Intelecutal de
Safe Creative
Prohibida su reproducción total o parcial. Todos los
derechos reservados.
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7
EXI“TE ALGO MUCHO MÁ“ E“CA“O,
FINO Y RARO QUE EL TALENTO. ES EL
TALENTO DE RECONOCER A LOS
TALENTO“O“
-Elbert Hubbard-
8
9
INTRODUCCIÓN
Hoy en día podemos ver que eso del talento
está por todos lados. Parece que ha surgido
de pronto. Así, de la nada. Lo vemos en los
periódicos, en los informativos, en internet,
en programas de televisión, en la radio, en
las redes sociales, en conferencias, debates,
en los numerosos foros de emprendedores,
y sobre todo, en aquello que tenga relación
con el mundo empresarial. Es más, hasta ha
llegado incluso a la política, convirtiéndose
en un asunto de primer orden.
Lo tenemos hasta en la sopa, como se suele
decir de forma coloquial.
Pero la verdad es que hasta no hace mucho,
o no existía, o no se apreciaba. Eso es lo que
parece al menos.
Pero seamos honestos. Además de ser muy
difícil encontrar talento, lo cierto es que a
muy poca gente le ha importado, la verdad.
10
Incluso hasta ahora hemos funcionado con
una cierta normalidad sin que tuviéramos la
necesidad de tener un talento al lado.
Pero ocurre que ahora, de pronto, como no
tengamos a uno, o dos, en la organización o
en la empresa, no seremos ya tan modernos
ni vanguardistas como debiéramos.
Así, de repente, hemos pasado de no tener
ninguno a querer tener todos de una vez.
Esto nos dice que algo no se está haciendo
bien. Está fallando el sentido común, el cual
como ya sabemos todos, es quizás el menos
común de todos los sentidos.
Ahora todo el mundo se ha tirado de cabeza
en busca y captura del talento perdido, sin
tan siquiera saber qué es eso en realidad. Y
tal como se suele decir, siempre habla quien
más tiene que callar, y precisamente los que
menos saben qué es el talento son quienes
parecen que lo conocen mejor que nadie. La
verdad, toda una audacia por su parte.
Incluso ya hasta se dan cursos para sacar el
talento que llevamos dentro.
11
Lo curioso de todo es que quienes hablan
tanto del talento no saben en realidad qué
es, ni cómo se desarrolla, y por el contrario
quienes sí lo poseen, esto es, los talentos de
verdad, son los que menos hablan de ello,
además por supuesto, de no ser tenidos en
cuenta a la hora de expresar sus opiniones o
ideas.
Y lo cierto es que no se les hace caso porque
siguen siendo tan ignorados como siempre.
Aunque ese hecho de ser ignorados apenas
les turba pues están acostumbrados a ello.
Hay muchos casos de talentos conocidos a
lo largo de la historia que en su día fueron
rechazados y despreciados, como aún sigue
pasando, por todos los que no tienen ni la
más mínima idea de lo que es el talento, y
que desde siempre se han constituidos, sin
ser llamados por nadie, como los exclusivos
valedores de apreciar dicha facultad.
Y es así porque en gran medida siempre se
ha pensado que para tener talento es del
todo necesario u obligatorio el poseer unos
mínimos requisitos a nivel académico.
12
Este tipo de apreciación ha sido, y lo es aún,
totalmente injusta con quienes poseen un
talento de verdad, pues la mayoría de ellos
no han sido precisamente que digamos, ni
buenos estudiantes, ni tampoco destacados
entendidos académicos.
Y claro, eso sin mencionar a los que no han
sido nunca conocidos, o por el motivo que
sea no pudieron llegar a manifestar toda su
genialidad, ya que por desgracia siempre ha
estado en las manos de quienes no saben
qué es el talento, la potestad de ser los que
otorgan luego su reconocimiento. Todo un
ejemplo de paradoja manifiesta.
Siendo así nos podemos hacer cuenta de la
cantidad de talentos y genios que fueron, y
lo son aún todavía, despedidos de oficinas o
despachos al no ser considerados ni vistos
como tales. Es una muestra clara de cómo
han funcionado, y aún siguen funcionando,
las organizaciones y empresas a lo largo de
la historia.
Y aunque en la actualidad se pretende dar
un aspecto de vanguardia e innovación a
todo lo que atañe al mundo empresarial, lo
13
cierto es que se sigue pensando y actuando
igual que se ha hecho siempre.
El problema no está en la falta de talentos
sino en los que deciden al final quiénes lo
son o han de ser.
Así vemos como Walt Disney fue despedido
de u pe iódi o po esta falto de ue as
ideas e i agi a ió , o ta ié te e os el
caso de Michael Jordan, quien en muchas
ocasiones fue rechazado para formar parte
de su equipo de básquet, no detectando su
entrenador en él a quien luego ha sido uno
de los mejores jugadores de baloncesto del
mundo.
Al coronel Sanders le rechazaron 1009 veces
su receta. Le dijeron que nadie probaría su
pollo frito. Y hoy en día KFC es una cadena a
nivel mundial. Por su parte, Albert Einstein
no habló hasta que tuvo los cuatro años, y
tanto sus padres y profesores pensaron que
tenía algún tipo de deficiencia mental. Así
vemos cómo fue expulsado de su colegio y
luego tampoco fue admitido en la Escuela
Politécnica de Zürich.
14
Sobre Thomas Edison sus profesores dijeron
de él ue e a de asiado estúpido pa a ue
pueda ap e de algo . I luso ta ié fue
despedido de sus primeros trabajos porque
según decían, era poco productivo. De igual
forma Steven Spielberg cuando quiso entrar
en la Universidad fue rechazado hasta tres
veces, y sin embargo ahora en la actualidad,
es reconocido como uno de los más grandes
directores de cine de la historia.
Tampoco fue tomado para nada en cuenta
Elvis Presley, al cual le dijeron en su primera
audición que jamás llegaría a cantar, y que
mejor se dedicara a conducir camiones, que
era para lo que en realidad había nacido.
Igual le pasó a uno de los grupos musicales
más conocidos e importantes de la historia,
The Beatles, a quienes le dijeron que ni su
sonido ni su música gustaría jamás a nadie.
En otro ejemplo sobre la gran torpeza de no
valorar a quienes poseen talento o buenas
ideas lo vemos en el caso particular de Fred
Smith, quien presentó un plan de negocio y
le dijeron que era pura ciencia ficción y que
jamás resultaría viable porque algo así sería
15
imposible llevarlo a cabo. Pero no se dio por
vencido y puso en funcionamiento FEDEX, la
gran empresa de transportes y mensajería
que factura cientos de millones de dólares
al año.
Por su parte, Beethoven también fue visto
por sus profesores como un músico que no
tenía ni talento ni creatividad alguna, para
luego ser reconocido como uno de los más
geniales músicos y compositores de música
clásica de la historia.
Así, tras todos estos ejemplos, nos podemos
dar cuenta de cuán injustos hemos sido, y lo
seguimos siendo aún, con todos los que de
un modo u otro poseen talento. Parece que
tan solo los utilizamos para sacarlos de vez
en cuando y mostrarlos como si se trataran
de una extravagante especie a los que ver u
observar desde la distancia.
En realidad no sabemos a cuántos talentos
de la talla de Einstein, Mozart, Julio Verne o
Leonardo Da Vinci hemos ignorado por no
darles el valor merecido. Y mucha culpa de
esto la tienen los sobrevalorados cazadores
de talentos, quienes se afanan en buscar a
16
los talentos por todos lados, pero siempre
lo hacen, una de dos, o donde no los hay, o
en lugares equivocados.
Y es que los llamados cazadores de talentos,
que curiosamente no son talentos, tienen la
visión del talento según sus parámetros, por
lo que están bastante alejados de lo que en
realidad es el talento verdadero.
Encima, para colmo de males, encuentran
siempre a quienes no lo tienen, y además, y
para más inri, los aúpan en altares que les
pertenecen a otros, a los verdaderos. Así es
como ha ocurrido siempre, por desgracia.
Y si seguimos el rastro nos daremos cuenta
que han sido muy pocos los talentos que
han contado con el apoyo de auspiciadores
desde un principio. La mayoría tuvieron que
sufrir bastante antes de ser reconocidos. Es
más, incluso muchos lo fueron ya una vez
habían fallecidos.
En fin, esto es lo de siempre. Y tal como dice
una canción, la historia se vuelve a repetir.
No hay nada nuevo bajo el sol.
17
Y actualmente ocurre lo mismo. Y lo que no
es de recibo es que quien no tiene talento
se crea capaz de reconocer a quien lo tiene.
Vamos a ver, una cosa muy diferente es el
poder apreciar facultades o habilidades en
otros, pero eso ya sería otra cosa. No sería
talento precisamente.
Estaría bien diferenciar una cosa de la otra.
Y digo esto porque se hace necesario el dar
reconocimiento a quien tiene talento, y no
ponerlo al mismo nivel que quienes poseen
otro tipo de habilidades o facultades.
Lo que sí está claro es que para encontrar
talentos no se puede caer en valoraciones ni
juicios de rango técnico o académico con el
fin de darles reconocimiento.
No se pueden tomar decisiones así de esa
manera, tan ligera como se hace siempre. Al
menos si es de talento de lo que se habla.
Hemos de comprender que no es lo mismo
poseer un excelente expediente académico
que tener talento. No tiene nada que ver lo
uno con lo otro.
18
Se puede ser un gran erudito especialista en
cierta materia académica o técnica pero ello
no significa que se tenga talento. Un talento
va más allá de todo eso. Un talento no tiene
la dependencia de lo académico, pues ante
todo es un creador, y como tal puede crear
su propio método e ilustración.
Un talento tiene dentro de sí mismo todos
los recursos necesarios para llevar a cabo la
creación de un proyecto o idea sin que para
ello tenga que recurrir a fuentes ajenas, o
externas. Así a un talento no se le puede ser
tasado con la misma medida que al resto de
los mortales. Y no hay ninguna universidad
ni escuela que sea capaz de crear o concebir
talentos. Es el talento un don que se tiene o
no se tiene.
19
¿DE DONDE SURGE EL TALENTO?
El talento no surge así como así. No se trata
de tener estudios universitarios además de
un puñado de másteres y con matrículas de
honor. Eso no es tener talento. En todo caso
eso es capacidad para el estudio. Ya está.
El talento de verdad viene ya de fábrica, de
nacimiento. Se trata de un don natural que
surge por sí solo, sin ser llamado ni forzado.
Y por supuesto, no le hace falta ningún tipo
de añadidura académica para poder llegar a
ser y a existir. Sería algo así como pedirles a
un árbol, o a una ardilla, que nos mostraran
sus expedientes académicos para así poder
certificar que son en realidad eso, un árbol y
una ardilla. Sería un completo absurdo.
Y digo esto porque mucha gente piensa que
un talento es quien ha ido a la universidad y
ha alcanzado unas excelentes calificaciones,
tras un gran esfuerzo y pertinaz sacrificio.
20
No, eso no es así, pues quien posee talento
no tiene en realidad dificultad alguna para
realizarse como tal.
Quien es intelectualmente ineficaz, torpe y
sin creatividad alguna debe realizar grandes
esfuerzos, y sacrificios, para obtener ciertos
resultados, pues al no poseer talento por sí
mismo, de forma natural, ha de lograrlo así,
a base de mucha voluntad y disciplina.
Sin embargo la persona que tiene talento es
capaz de superar incluso a quien le enseña.
Y lo es porque tan solo vive para eso, para
su talento. En realidad ni siquiera sabe que
lo posee, y si lo sabe, al estar tan imbuido
en ello, ni tan siquiera le presta atención ni
le importa.
Quien tiene talento, comparado con quien
no lo tiene, se haya superado ante su propia
capacidad innata. Se podría decir que es un
sirviente sumiso, un esclavo que se arroja
incondicionalmente hacia el talento que le
asiste.
21
Su mente y su alma no se pliegan de rodillas
ante la banal y grosera vanagloria que dan
unos simples títulos o diplomas.
El que tiene talento, aún sin saberlo, sufre
de una clara perturbación que le confiere
esa genialidad tan fuera de lo común. Es
parte de su naturaleza, y se consagra a ello
con devoción. Si se le fuera arrebatada esa
virtud del talento, así de pronto, estaríamos
arrancándole de cuajo la vida.
El talento es una virtud con vida propia aún
sin ser plenamente consciente de ello quien
lo posee.
Es por eso que no se puede adquirir en una
universidad, academia o centro de estudios
por muy prestigiosos que sean. El talento ya
viene directo de fábrica, de nacimiento. Es
toda una huella, un estigma que surge de un
modo natural. Sin ser forzado.
Leonardo Da Vinci, Mozart, Beethoven, Dalí,
Einstein, Thomas Alva Edison, Miguel Ángel,
Julio Verne, y tantos otros no adquirieron el
talento en la escuela, ni en la universidad.
22
Allí no lo aprendieron, y ni tampoco allí les
fue transmitido.
Si el talento fuera dado en las escuelas y/o
universidades, así sin más, entonces habría
talentos por todos lados, o al menos habría
un gran número de ellos. De alguna forma
estaríamos rodeados de ellos, y apreciamos
rotundamente que no es así.
Para que se diera tal posibilidad de alguna
forma los profesores también deberían ser
los primeros que tuvieran talento, y vemos
también que no es así, para nada.
Es por tanto que no se puede hablar de una
forma tan ligera del talento, al menos como
se está haciendo en la actualidad.
Se ha de tener una gran consideración hacia
esta elevada virtud del talento y no verla tal
como si fuera una facultad intelectual más.
Quien tiene talento no está tan preocupado
por el reconocimiento de su persona como
sí de su obra creada, pues es por ella, y a
través de la misma, como le da sentido a
toda su vida. Sin su obra, sin su creación, no
es nada, no es nadie. Por el contrario, quien
23
no tiene talento, estas cuestiones no tienen
cabida en su concepción y/o entendimiento
de las cosas, y mucho menos todavía en su
sentido existencial. Simplemente no es algo
que le sea prioritario ni vital, y ni tampoco
necesario.
Para el verdadero talento no es nada raro ni
extraño que toda su vida gire sobre su obra
o idea. Y de igual forma que a un pez no le
parece insólito vivir en el agua, y por ello ni
siquiera se lo plantea, de igual modo le pasa
a quien tiene talento. Para tener talento es
necesario poseer una horma ya dispuesta.
Y lo cierto es que no es nada fácil encontrar
a personas con talento, ya que son gentes,
por norma general, que no se relacionan de
forma abierta como el resto. Se encuentran
tan involucrados en su mundo interno que
aparecen muchas veces tanto como tímidos,
o extravagantes. Aunque también es cierto
que no hay un patrón para poder definirlos
con acierto pues los hay con personalidades
contrarias, es decir, excesivas, que rayan los
límites lógicos, y que sin duda les hace ser
poseedores de un estado único, propio.
24
Aun así hay algo que tienen todos ellos en
común, y es el vasto universo que ostentan
dentro de sí mismos.
Son una gran mayoría los talentos y genios
que han sido catalogados como excéntricos
o locos de atar, al quedar atrapados en sus
monumentales parcelas de introspección.
La gente que somos normales, las de a pie,
no somos, ni tan raros, ni tan extraños, y ni
por asomo disponemos de esas laberínticas
nebulosas de creatividad espontáneas. Así
es por eso que solemos ver a los talentos y
a los genios como gente que no está bien de
la cabeza, que son inadaptados, que están
en otro mundo, o se hallan fuera de éste. Y
somos nosotros los que quizás en realidad
no estamos en línea, en sintonía con ellos y
su asombroso mundo creativo.
Quienes tienen talento se encuentran en un
nivel distinto y hacen un uso de sus recursos
propios de una forma más creativa que lo
hacemos el resto. Somos los demás quienes
aún estamos muy atrasados con respecto a
ellos.
25
Pero lo peor de todo esto es que somos los
normales uie es ee os ue esta os
por delante, cuando realmente son ellos los
verdaderos artífices del avance del mundo y
de la sociedad en general, aunque al mismo
tiempo también son luego a quienes menos
reconocemos y damos valor. Es más, a todo
lo largo de la historia ya vemos como a los
grandes talentos y genios casi siempre se les
ha reconocido tras su muerte. Parece que el
hacerlo en vida nos resulta muy precipitado
o no tan meritorio. Es un signo muy claro de
envidia malsana, o también de incapacidad
para reconocerlos a tiempo, evitando de tal
forma que nuestro orgullo propio o vanidad
queden muy humillados o tocados al existir
una comparación con ellos.
Y es que no llevamos muy bien eso de tener
a un vecino, a un amigo, o a un compañero
de trabajo, que sea un talento, y por contra
nosotros no. Es algo que no entendemos,
sobre todo porque al verlos todos los días, y
a todas horas, nos parecen gente normal,
del montón, o lo que es lo mismo, sin nada
que revele en ellos algo fuera de lo común.
26
Incluso en más de una ocasión lo habremos
visto como personas simples o distraídas.
Es por ello que cuando nos enteramos que
son unos genios o talentos no lo llegamos a
entender, no lo podemos creer. Nos resulta
imposible que puedan serlo realmente.
¿Están diciendo por ahí qué David es un
genio?... ¿Pero desde cuándo lo es? !!Si ha
sido siempre vecino mío y lo conozco desde
que era pequeño!!…
Pues así sucede, tal cual es. Ocurre que no
apreciamos al talento que tenemos delante
porque sólo hemos considerado lo habitual,
lo normal, y lo cotidiano, como lo único a
tener en cuenta.
El talento todavía nos pilla muy lejos como
para reconocerlo, y quienes en la actualidad
hablan tanto del mismo no saben ni de lejos
qué es en realidad.
El talento no se puede confundir con tener
ciertas habilidades. Son cosas muy distintas.
Sí, de acuerdo, puedes tener un piano o un
violín y tocarlos con gran virtuosismo, pero
27
si no tienes talento para crear música nada
de ello te servirá. Una cosa muy distinta es
ser un virtuoso y otra cosa es tener talento.
O lo que es lo mismo, una cosa es tener
ciertas habilidades y otra es tener talento.
Esto es como si sabemos mucho de filosofía
pero luego no aportamos nada propio a un
nivel filosófico más allá de lo aprendido en
la universidad. Ocurre igual que si tenemos
un barco pero no sabemos navegar.
El talento no se aprende en una escuela, o
universidad, aunque eso no quita que ello
pueda contribuir a mejorarlo, está claro. Un
talento no estudia para tener talento pues
ya lo tiene de por sí. En todo caso ahondará
en la materia en la cual está capacitado con
el propósito de mejorarla o superarla.
Lo cierto es que la gran mayoría de talentos
lo son, o lo han sido, casi siempre, de forma
autodidacta. Son creadores natos. Es muy
raro encontrar a un talento que nunca haya
creado algo, algo por sí mismo. Es muy poco
probable también que un talento se quede
solo en interpretar o reproducir lo que han
hecho otros.
28
En todo caso lo que sí hará es completar, o
superar, lo que otros ya habían creado con
anterioridad.
Podemos observar un ejemplo de todo esto
en los llamados hackers, jóvenes con una
gran habilidad en informática pero que en
realidad nunca han hecho una carrera sobre
ello, o no la han llegado a terminar. De igual
modo pasa también con músicos, escritores,
pintores, inventores, o emprendedores. Se
podría sacar una larga lista de talentos que
no brillaron precisamente por ser buenos en
los estudios, es más, mucho de ellos fueron
incluso considerados por sus profesores y/o
mentores, como unos perfectos inútiles que
nunca llegarían a nada.
Esto nos demuestra de alguna forma que en
las escuelas, tanto los profesores y quienes
proponen el sistema educativo, no saben ni
conocen las necesidades verdaderas de los
estudiantes, y es así porque también todos
ellos forman parte de un sistema concebido
para gente digamos que torpe y sin recursos
creativos propios.
29
Quienes no tienen talento es imposible que
se les pueda pasar por la cabeza una clase
de educación o sistema de enseñanza que
no sea el que sus esquemas mentales le han
hecho verlo así. No dan más de sí. Es lo que
aprendieron en su momento, y ahí es donde
se quedaron.
Es ya sabido que los alumnos que poseen un
gran potencial intelectual se aburren de una
forma soberana en una suerte de clases que
parecen concebidas más bien para quienes
tienen poca creatividad e inteligencia. Es así
normal entonces que los talentos no saquen
buenas notas o se tengan que ir del colegio
antes de lo previsto.
Una enseñanza que es tan poco sugerente y
atractiva, es opuesta a la naturaleza vital de
unos niños y jóvenes que rebosan por todos
lados dinamismo y energía a raudales.
Las escuelas y universidades están creadas y
diseñadas para fabricar personas autómatas
que en un futuro formarán parte de todo un
sistema de producción, pero está claro que
no están hechas para lograr talentos. Esa es
la realidad. No hay más.
30
Y aunque es muy cierto que vivimos en un
mundo donde es necesario proveer de todo
lo necesario para poder vivir de una forma
práctica y cómoda, no podemos negar que
algo estamos haciendo muy mal, al menos
viendo la gran crisis que tenemos encima.
Estamos en un momento donde hace falta
con urgencia fomentar cambios que estén
acordes a los tiempos en los que vivimos. Y
es por ello del todo necesario que salgan a
la palestra gentes que puedan aportar una
nueva visión. Si todo sigue igual seguiremos
en la misma tónica, repitiendo una, y otra
vez, patrones que ya han quedado del todo
obsoletos.
Es por lo tanto fundamental que el mundo
de la educación reflexione sobre esto. De
seguir en esta dirección es normal que pase
lo de siempre, esto es, que quienes tienen
talento de verdad al final se vean obligados
a tener que salir del sistema educativo lo
antes posible, pues si se quedan por mucho
más tiempo están en peligro de perder sus
destacadas facultades, ésas mismas que les
hacen ser lo que son.
31
Y lo peor de todo este desaguisado es que
los demás, aunque no tengamos esa misma
capacidad innata para el talento, que tienen
ellos, suframos una merma muy perjudicial
al faltar ellos como referentes.
Los niños, por poner un ejemplo, hemos de
entenderlo así, son niños, y no máquinas, y
esto parece que hay quienes todavía no lo
entienden. Está comprobado que los niños
aprenden mucho más con el juego que con
el estudio rígido y tedioso. No es normal ni
lógico para unos niños eso de estar metidos
en aulas, junto a otros tantos, encerrados y
obligados a estar durante toda una mañana,
o parte del día, a escuchar a unas personas
mayores, los profesores, que no conocen de
nada, y no son sus padres, aparte de tener
que estar atentos a cosas que ni entienden
ni tampoco les interesa en realidad.
Y ojo, no se trata de dejar a los niños en la
calle y abandonarlos ahí a su suerte. No, no
es eso. Se trata de que quienes conciben los
planes de estudios y/o ponen en marcha los
sistemas educativos, se pongan en el lugar
de ellos, los niños y jóvenes, y busquen las
32
fórmulas propicias para que el estudiar sea
en realidad un juego más que un desagrado.
¿Acaso no sería así más fácil y mejor? pues
¿habrá algo mejor para los niños que jugar?
¿no estarán siempre más atentos y pondrán
más empeño en el juego que en otra cosa?
Es lo que tienen los juegos de asombrosos,
que son capaces de educar e instruir de una
forma divertida y creativa al mismo tiempo
que fomentan el talento.
Los niños, y también los jóvenes, que tienen
la mente prácticamente sin estrenar, están
más dispuestos a aprender así antes que de
cualquier otra forma.
Sólo tenemos que ver una cosa, y es la gran
habilidad que tienen a la hora de manejar y
utilizar toda clase de dispositivos y aparatos
como ordenadores, mandos de televisión y
vídeo, teléfonos móviles y demás artilugios.
En internet se ven vídeos de niños aún muy
pequeños que son unos virtuosos que tocan
instrumentos musicales o realizan otra clase
de habilidades sin que les suponga esfuerzo
33
ni sacrificio alguno. Y lo más curioso es que
lo han aprendido jugando, sin necesidad de
hacerlo mediante un estudio concienzudo.
Viendo esto habría que pensar que incluso
podrían realizar cosas aún más complicadas
si les dejáramos hacer.
Un sencillo ejemplo de esto lo podemos ver
en la gran dificultad que tenemos, a partir
de cierta edad, para aprender idiomas, y sin
embargo ellos, los niños, lo hacen incluso a
la vez con varios y sin problema alguno.
Está en su naturaleza el querer aprender, el
querer saber de todo lo que les rodea, y si
eso encima lo hacen jugando, pues mucho
mejor.
Pero claro, eso podría ser práctico y efectivo
si la enseñanza que se da fuera divertida y
creativa, algo esto que de antemano ya les
provocaría un entusiasmo tan propio de su
edad y condición.
Hay que decir que existen escuelas donde el
tipo de educación está más o menos basado
en este método o fórmula. Así entre las más
34
conocidas está Summerhill, que fue fundada
por Alexander Sutherland Neill, en 1921, en
Suffolk, Inglaterra, siendo pionera entre las
conocidas como escuelas democráticas.
Con este modelo de escuelas se prima sobre
todo la felicidad del niño, junto al amor y el
respeto, como bases fundamentales para la
convivencia en sociedad.
En este tipo de escuelas se han dado casos
de niños que fueron en su día expulsados o
desahuciados, de otras, por ser catalogados
como difíciles y pésimos estudiantes a la par
que conflictivos, pero que bajo esta fórmula
realizaron carreras de grados superiores sin
dificultad alguna, además de forjar a la vez
personas con una estimada conducta social.
Pero se da la circunstancia que este tipo de
educación no interesa y no entra al parecer
en las mentes tan cerradas y ortodoxas de
los dirigentes de las entidades y organismos
relacionados con el mundo de la enseñanza.
35
El innovador y vanguardista fundador de la
escuela de Summerhill de ía ue preferiría
ver que una escuela produce un barrendero
feliz antes que a un erudito neurótico .
Y tal vez todo esto funciona así porque aún
vivimos en una sociedad engañada, o quizás
equivocada, donde todos, a la vez, también
nos engañamos entre unos y otros, creando
toda una equivocación generalizada porque
seguimos empeñados en mantener modelos
que en realidad, como ya vemos, no son ni
saludables ni éticos.
También ocurre que al estar metidos tan de
lleno en este sistema, ya lo admitimos como
algo normal, creando con ello un paradigma
o modelo estándar a seguir, otorgándole, al
mismo tiempo, un valor incuestionable a la
vez que inamovible, por lo que siendo así, el
que ahora vengan los de siempre queriendo
encontrar talentos por todos lados, suena a
ironía malvada.
Todos ésos, que no han movido nunca en la
vida ni una sola pestaña por intentar hallar
nuevas fórmulas o ideas para poder renovar
este ya más que obsoleto sistema educativo
36
se desviven ahora hablando del talento por
todos lados como si hubieran sido ellos sus
descubridores, cuando no saben qué es eso,
y además, y para más inri, querer también
ser ellos los que lo den por válidos o no.
Quizás para poder hablar de talento habría
que poseer también un poco del mismo, en
una mínima cantidad razonable, y no tanto
como lo contrario, esto es, nada.
Y es que no es normal que en la actualidad
el talento sea visto tan solo como el poseer
unos estudios a nivel universitario, además
de un puñado de másteres. Eso no es tener
talento, eso es tener capacidad de estudio,
nada más. Es por eso que el talento del que
tanto se habla ahora debe ser tratado, visto
y estimado, con el mérito que merece, y no
ser tomado por el contrario de una forma
tan frívola como se está haciendo.
No se comprende cómo los que manejan y
dirigen el sistema educativo no se percatan
de todo esto, aunque quizás es porque lo
evalúan todo según sus creencias arcaicas. Y
es triste que todos éstos que ahora se creen
grandes innovadores y vanguardistas, luego
37
no aporten nada nuevo, y lo que es peor de
todo, confunden disfrazando lo que siempre
ha sido sencillo y natural, con todo tipo de
lenguajes cursis, volviéndose a repetir, otra
vez, perspectivas y situaciones anteriores.
La modernidad o la innovación no son como
algunos creen ahora, es decir, vestir lo que
es antiguo con vestimentas nuevas. Ya bien
lo exp esa el ef á ése de Aunque la mona
se vista de seda mona se queda .
Ahora esto del talento es una moda, se ve
por todos lados, aunque afortunadamente
nos encontramos en un tiempo donde todo,
de alguna forma, está cambiando cada vez
más rápido. Es gracias a las llamadas nuevas
tecnologías, y entre ellas, sobre todo, a las
vitalistas y dinámicas redes sociales, desde
donde se están produciendo, y también a la
vez propiciando, contundentes cambios que
están haciendo que todo ya esté tomando
un nuevo y fascinante rumbo.
De hecho se están viniendo abajo muchos
de los antiguos esquemas empresariales por
obra y gracia de jóvenes talentos que hacen
que las cosas funciones de otra forma hasta
38
ahora desconocida. Empresas como Google,
Facebook o Twitter, entre otras muchas, se
están configurando como la nueva cultura a
nivel empresarial que ya está aquí.
Así los grises y rígidos directivos de corbata
y chaqueta, que han estado manipulando el
mundo, se están viendo ya desplazados, por
fin, por la nueva savia de jóvenes talentos
que están aflorando y que no necesitan ya
hacer uso de parámetros tan desfasados.
Es hora de que quienes poseen talento de
verdad sean quienes ofrezcan una visión del
mundo más actualizada a la vez que actúen
como punta de lanza de la innovación, y sin
tener que ser corregidos ni evaluados por
los que en realidad no tienen, ni nunca han
tenido, talento.
39
TALENTO Vs HABILIDADES
Hay infinidad de definiciones y también de
opiniones con respecto al talento. El talento
es una habilidad dada de forma natural que
es innata en quien lo posee.
Quienes tienen talento de verdad lo revelan
sin aportar esfuerzo alguno. El talento no se
aprende pues ya viene en la persona, y no le
hace falta para su constatación de ningún
diploma ni título que lo certifique.
Por su parte, la habilidad, siendo diferente
pero no menos importante que el talento,
se logra como norma general, por medio de
la práctica o el estudio, de forma constante
y regular.
Hay similitudes entre ambos aspectos, pero
no son iguales. La diferencia más sustancial
está en que el talento tiene de alguna forma
una predisposición innata, y la habilidad lo
es por una adquisición de conocimientos, o
práctica sistemática a través del tiempo o la
experiencia.
40
Se puede dar la circunstancia en que ambas
facultades, talento y habilidad, convivan al
mismo tiempo y a la vez, aunque esto se da
sobre todo en el caso donde el talento está
en su máxima expresión, aunando tanto la
inspiración creativa que lo dinamiza, como
la destreza particular con la que culmina el
proceso completo de la obra creada.
Sin embargo, en el caso concreto de poseer
algún tipo de habilidad específica no es tan
necesario, ni obligatorio, que el talento esté
también presente. O lo que es lo mismo, se
puede tener una gran habilidad pero no por
ello tener talento.
Esto lo podemos entender mejor a través de
algunos sencillos ejemplos.
Vamos a imaginar a una persona que tiene
una extraordinaria habilidad como artesano
para fabricar instrumentos musicales, y que
hace su trabajo con gran destreza al mismo
tiempo que siente amor y devoción por ésos
instrumentos que fabrica. Se esmera con el
sonido y acabado de cada uno de ellos. Pero
sin embargo sabe, muy a pesar de él, que no
tiene talento para crear música.
41
Esto también lo podemos apreciar en quien
es un médico que obtuvo excelentes notas
en la facultad, y en su trabajo es reconocido
como un buen profesional, pero que luego
en realidad tan sólo receta medicinas en su
consulta o ambulatorio, no teniendo talento
alguno para investigar, o descubrir posibles
curas, o hallar remedios a enfermedades.
De igual modo ocurre igual con quien es un
ingeniero muy cualificado pero que no tiene
sin embargo talento para crear dispositivos
o maquinarias, dedicándose sólo a aplicar lo
que estudió en su día.
Así, de igual forma, pero al contrario ocurre
con el ejemplo de una chica que nunca ha
ido a una academia, o escuela de canto, y
que tampoco ha recibido clases de voz por
parte de nada ni de nadie, pero que posee
sin embargo un talento natural para cantar
y una voz que sorprende a todo el mundo.
O un chico que tuvo que dejar el colegio por
ser un pésimo estudiante pero que gracias a
su habilidad para el dibujo se convierte en
un talento para el diseño y la moda.
42
O un hombre, que con un pequeño negocio
y sin tener apenas capital y apoyo, luego
gracias a su talento para los negocios lo ha
convertido en toda una empresa de éxito.
Por lo tanto vemos la gran diferencia que
hay entre tener talento y tener habilidades.
Pero hay algo que es muy importante en
todo esto, y es que no todo el mundo tiene
por qué tener un gran talento. Y tampoco es
necesario que sea así, pues el tener grandes
habilidades es algo que se ha de tener muy
en cuenta pues hay más gente que posee
habilidades que talento, y es ahí donde se
tiene que poner atención.
Claro que como siempre ha pasado, ni a la
gente con talento, ni tampoco a los que han
tenido habilidad, apenas se les ha tenido en
cuenta.
Es de sobras conocida la queja generalizada
que existe sobre la gran cantidad de gentes
que ocupan trabajos que no merecen o no
responden tal como debían. Sí, vale, los hay
con mucha carrera universitaria, y también
con mucho expediente académico, pero que
43
luego están muy faltos de prestancia, en el
sentido de no existir en ellos una relevante
actitud que esté más allá de lo simplemente
técnico o académico.
Ya no sirve tan sólo con presentar títulos y
diplomas que certifican una aptitud. Ahora
se hace quizás más necesario poseer una
buena actitud que cualquier otra cosa.
Hay quienes dicen que para llegar a ser un
buen directivo, o trabajador, sería ideal que
fuera amable, rápido, resolutivo, dinámico,
responsable y eficaz, y si encima es un gran
profesional, un experto en su cometido, ya
sería rizar el rizo.
Es decir, nada que ver a lo que hasta ahora
se ha estado haciendo, pues tan sólo se ha
considerado únicamente válido el tener una
capacidad o conocimientos específicos para
realizar las tareas concretas. Sólo eso.
Así, todo lo demás, ya sea responsabilidad,
amabilidad, rapidez, resolución, dinamismo
y eficacia, no se han tenido, y todavía no se
tienen en cuenta.
44
Pues bien, hoy en día, en la actualidad, la
figura del líder, o trabajador de la que tanto
se habla, es ésa precisamente. Es lo que se
conoce ahora como liderazgo.
Sobre todo ya no vale el típico directivo gris,
riguroso, y poco amable, que va todo el día
con chaqueta y corbata. De hecho a muy
poca gente le inspira confianza esa imagen.
En cuanto se ve alguien así, de esa guisa, al
instante se percibe ya cierto aire de recelo
hacia ellos. Es un formalismo que de algún
modo ha quedado bastante en entredicho.
Ya vemos como en la mayoría de medios de
comunicación, las redes sociales, e internet
en general, no era oro todo lo que relucía.
Quienes han ido siempre más pertrechados
y llevando siempre puestas las fundas del
formalismo, son los que ahora, de alguna
forma han defraudado más.
Ahora, en la actualidad, los valores cuentan
más que las apariencias. Ahora el líder ya no
solo debe serlo sino además parecerlo.
45
Y es por eso que se hace del todo urgente y
necesario poner en alza valores como son el
talento y las habilidades, pero sobre todo
las actitudes.
Las empresas que funcionan bien hoy en día
tienen entre sus objetivos prioritarios que la
cultura empresarial sea muy distinta a como
había sido antes, o aún lo es todavía. Y es
que el ser humano, la persona en sí, ha de
ser siempre lo más importante, la clave de
todo, la base de ellas mismas. Sin personas,
no hay empresas que valgan. Ni nada, claro.
Es por eso que cada vez se apuesta más por
tener en las empresas y administraciones de
carácter público, a gentes con unas grandes
dosis de talento y habilidad emocional.
Pero claro, para que eso ocurra, también es
necesario que quienes promuevan todo eso,
también deban poseerlos. O al menos poder
reconocerlos.
Pero no es de recibo que sigamos actuando
bajo premisas del pasado. Las agencias de
talentos que tanto pululan por doquier han
de darse cuenta de todo esto, y no pueden
46
seguir con las mismas fórmulas de siempre,
disfrazándolas con un lenguaje snob.
De tal modo vemos como en la actualidad
se utilizan conceptos de forma tan artificial
como excelencia, innovación, competencias,
objetivos, liderazgo, desarrollo, estrategias,
talento, comunicación, gestión, desempeño,
recursos, sistemas, transformación o metas.
Es un lenguaje tan rimbombante que su uso
demuestra de alguna forma que quienes lo
usan y utilizan, de ese modo, son como ellos
mismos. Es decir, de tal palo, tal astilla.
Y lo cierto es que todo eso en definitiva es
ser amables, rápidos, resolutivos, y eficaces.
Sin más. Es sencillamente eso.
Pero claro, ya vemos que está extendida la
mala costumbre de querer ser, y aparecer,
excesivamente formalistas en los conceptos
y formas de actuar, cuando lo cierto es que
todos preferimos siempre la naturalidad, ya
que es como mejor nos entendemos. Por lo
tanto ¿a qué viene entonces toda esa pose
artificial?
47
Y es así como ahora por todos lados se dice,
y se habla mucho del talento, pero luego sin
embargo no se corresponde con la realidad.
Vas a una empresa o a cualquier otro tipo
de negocio donde se jactan de hablar sobre
el talento y demás, y lo primero que hacen
es pedirte el currículum sin poner atención
ninguna en las posibilidades que, aparte de
ello, puedas ofrecer.
Siendo así ya vemos que se sigue actuando
igual que siempre se ha hecho. No hay por
tanto ninguna novedad o diferencia.
No sería una mala idea el hacer preguntas a
los candidatos que tengan que ver con sus
actitudes a nivel personal en una entrevista.
Algo como ¿qué ofrece usted que podamos
tener en cuenta, y sea mucho mejor que su
currículum y expediente académico? ¿Tiene
algún tipo de talento, o habilidad especial?
¿Qué actitud tiene ante la vida? ¿Qué es lo
que más le gusta hacer? Y sin llegar a hacer
un análisis psicológico, en profundidad, no
sería mala idea que los departamentos de
recursos humanos de las empresas tomaran
ya el desempeño de su apelativo, es decir,
48
ser más humanos y no conformarse con ser
un órgano administrativo más que tan sólo
se ocupa de realizar y gestionar bajas, altas,
vacaciones, nóminas, o despidos. Si no se
van a interesar sobre las necesidades que
las tienen personas en la empresa, entonces
¿A qué viene ese nombre tan rebuscado de
recursos humanos? ¿Es acaso para dar una
imagen de modernidad o innovación?
Todavía hay empresas y/o empresarios que
no están en la onda adecuada, por lo visto.
Y eso que luego van por todos lados como si
fueran excelentes innovadores, asistiendo a
charlas, debates y ponencias sobre talento,
pero que luego siguen actuando igual que
siempre.
Hay impregnado un cierto paradigma en la
forma de hacer las cosas que aún no hemos
sabido quitarnos de encima. Y todo ello es
por la gran falta de talento emocional que
hay en las empresas y organismos públicos,
sobre todo en sus directivos o gerentes, los
cuales piensan y actúan muchos tal como si
todavía vivieran en el pasado.
49
Y lo cierto es que quienes van a dar siempre
una mayor, menor, mejor, o peor publicidad
a una empresa son sus propios empleados.
Por lo tanto es desde dentro de las propias
empresas donde hay que hacer valer todo el
entramado. Es necesario y urgente entonces
que las empresas y organismos públicos se
empeñen en fomentar programas que estén
destinados a impulsar actitudes para lograr
alcanzar una excelencia de las mismas. Pero
para lograr eso hace falta que exista toda
una voluntad contundente y una convicción
real.
No se trata, como se hace en muchos sitios,
de dar un lavado, o maquillado rápido, con
vistas a dar una imagen de cara a la galería.
Para que resulte posible un buen programa
de Excelencia debe tener un hondo impacto
en las actuaciones. Si no, no sirve de nada.
Hace ya un tiempo estuve trabajando como
comercial en una empresa de prevención y
riesgos laborales, y en una ocasión tuve que
visitar a unos clientes que tenían un negocio
de instalación y venta de equipos ofimáticos
y material de oficinas.
50
Ese día tenía cita con uno de los directivos
de la susodicha empresa para ofrecerles un
paquete de nuestros servicios, además de
comentar unos asuntos sobre unas facturas
que quedaron pendientes de pago. Al entrar
en la recepción de la empresa había grandes
carteles en las mamparas y cristaleras en las
cuales se informaba de las certificaciones de
excelencia y calidad que poseían. Casi todas
eran las típicas ésas de diseño vanguardista
en las que se ven a ejecutivos y secretarias
sonriendo con una amabilidad exultante, y
en donde se ensalza sobre todo el talento
como valor principal.
Me pareció fenomenal que aquella empresa
tuviera ese espíritu amable e innovador. Al
menos es lo que parecía.
Al acercarme al mostrador de recepción una
chica estaba atendiendo llamadas a través
de un teléfono manos libres, de oficina, de
esos que permiten trabajar a la vez que se
habla. Mientras esperaba a que la chica se
encontrara en disposición de atenderme me
paré en observar las paredes del habitáculo
donde estaba. Se encontraba lleno de frases
51
típicas de ésas sobre actitud, entusiasmo y
buenas intenciones. Y también, al igual que
en los paneles y cristaleras que había en la
entrada, tenían más certificados de calidad
y gestión de la excelencia empresarial.
Queriendo hacer notar de mi presencia allí
le hice a la chica una mueca afable. A lo que
ella, mirándome de soslayo, ni tan siquiera
prestó interés. Me di cuenta en ese instante
que se encontraba en una conversación que
para nada tenía que ver con cuestiones de
tipo laboral. Hablaba con una amiga de un
viaje a Londres que hizo con su novio, hacía
una semana atrás, y al momento enlazó de
inmediato hablando de un curso que habían
realizado de Coaching Empresarial, en días
atrás.
Al instante llegó quien parecía uno de los
jefes, así muy bien trajeado y con corbata,
instándole a la chica con urgencia a que le
enviara un fax. Ella, desprevenida, cortó el
teléfono rápidamente, sin despedirse de su
amiga que estaba al otro lado de la línea. El
jefe, de mediana edad, le dijo a quién debía
52
mandar el fax, así dicho con cierto aire de
importancia.
Mientras la chica se ponía en la faena, el
directivo con cierto aire de galán de película
de los años 70, le preguntó sobre su viaje a
Londres, con una sonrisa pícara a la vez que
paseaba su vista sobre sus ponderadas y
exuberantes curvas femeninas, las cuales la
chica las exhibía de forma muy provocativa
a través de su sensual vestimenta.
Ella, que estaba de espaldas, mientras ponía
el fax, le contaba con entusiasmo parte de
lo acaecido en el viaje, mientras él tenía su
vista puesta en su anatomía, no perdía ni un
detalle. Estando así, hice un carraspeo con
la garganta con el fin de hacer notar allí mi
presencia. El jefe, que se vio sacado de su
ensoñación lasciva con mi inoportuno gesto,
al momento dijo que debía seguir con sus
cosas.
La chica, que ya había terminado de poner
el fax le despidió con una sonrisa del todo
aduladora. De pronto, de nuevo, la chica, y
con un semblante del todo contrario al que
53
mostró con su jefe, se dirigió hacia mí con
una actitud seria, casi molesta.
Me presenté y le dije el motivo de mi visita.
Al segundo sonó de nuevo el teléfono, y lo
cogió sin siquiera responderme. Dando el
típico saludo de cortesía tan artificial que se
da en la mayoría de empresas y que parece
hecho por una máquina automatizada, de
pronto la chica cambió de actitud y se tornó
muy presta y simpática. Se trataba según la
conversación de alguien importante de otra
empresa que quería hablar con uno de sus
jefes, y ella, solícita, le dijo que le pasaría
con uno de ellos.
Al dejar el teléfono de nuevo se puso seria y
me dijo que en esos momentos sus jefes se
encontraban en una reunión, y que mejor
me pasara más tarde. Todo ello dicho con
rapidez y sin agrado. Le dije que tenía cita a
esa hora y que no podría volver luego. Ella,
sin poner el más mínimo interés, me dijo
que no podía hacer otra cosa, a la vez que
marcaba el teléfono y hacía una llamada.
54
Llamó a su amiga de antes, y le dijo que
había llegado su jefe y que tuvo que colgar.
Lo dijo estando yo delante, sin tan siquiera
mostrar al menos un mínimo de prudencia.
Detrás de ella, en la pared, había entre los
demás certificados y diplomas de calidad un
cuadro con la fotografía de una secretaria
sonriente en la que se decía lo importante
que era la atención a los clientes en dicha
empresa.
La chica, viendo que yo aún seguía allí, le
pidió a su amiga que esperase un momento,
y dirigiéndose a mí molesta, me dijo que iba
a tomar nota y que ya me llamarían cuando
pudieran. Le comenté que si no había forma
de informarle a su jefe de mi presencia allí,
y sobre todo, recordarle la cita que tenía
conmigo. Ella, de nuevo, y ya con muy poca
delicadeza, me repitió encarada que en esos
precisos momentos todos sus jefes estaban
reunidos.
Pensando que no tendría más remedio que
volver otro día, al momento aparece el que
parecía ser otro de los jefes, saliendo rápido
por uno de los despachos. Ella, la secretaria,
55
otra vez de nuevo, cortó el teléfono a toda
prisa. Como por arte de magia, cambió su
actitud desagradable pasando de repente a
ser cordial y solícita. Este jefe, mucho más
serio que el otro, le dijo a la secretaria que
tenía que salir, a lo que ella, complaciente y
apresurada le dijo que él tenía un almuerzo
al mediodía con unos clientes, y que se lo
recordaba para que lo tuviera en cuenta.
El jefe asintiendo y sin decir nada se dirigió
hacia la puerta de salida mientras ella, con
un tono de cordialidad exagerada le dijo un
hasta luego pronunciando su nombre al que
puso el Don por delante.
Antes de salir el jefe me quise adelantar y le
pregunté si él era don Fulano de tal. Antes
que él me contestara, la chica, viendo que
podía ser descubierta por su mala forma de
actuar conmigo salió del mostrador rápida y
le dijo al jefe quién era yo y qué asunto era
el que me trajo allí. Por supuesto, no digo
nada sobre el rato que estuve esperando
allí. Quiso dar la impresión de que yo había
llegado en ese justo instante y no le había
dado tiempo de informarle de mi presencia.
56
Se trataba del jefe con quien tenía la cita.
El directivo, con cierto desdén, me dijo que
se le había olvidado por completo y que si
me parecía bien podíamos quedar otro día.
Muy poco convincente me refirió que tenía
el día muy ocupado y además tenía también
una reunión más tarde con unos clientes, y
le iba a ser muy difícil atenderme.
La chica, que volvió al mostrador, retomó
de nuevo la charla por teléfono con la que
era su amiga, al menos según se apreciaba
por el volumen de voz y forma de hablar.
Mientras, el directivo, por su parte, se fue
sin decir nada más.
Antes de irme y sin saber qué hacer, entró
en la oficina quien parecía ser un cliente, y
el cual se vio también obligado a mirar los
carteles y diplomas de calidad y gestión de
la empresa mientras la secretaria terminaba
su conversación.
Me miró y con un gesto de santa paciencia
me hizo ver que aquello era por lo visto lo
normal allí. Acercándose con disimulo, justo
57
donde yo me encontraba, y a punto ya casi
de irme, me dijo así, en un volumen bajo de
voz, para que nadie nos escuchara, que las
empresas se quejan de la crisis pero no se
dan cuenta que son ellas las que las causan,
y que se habla de mucha atención al cliente
y se hacen muchos cursos de excelencia y
todo eso, pero luego siguen actuando igual.
Era normal entonces, me dijo, que se estén
cerrando tantos negocios y empresas. Y que
los directivos, ejecutivos y gerentes no son
consecuentes con su responsabilidad, y que
los empleados al fin y al cabo se dejan llevar
actuando igual que ellos.
Al momento, la secretaria, viendo que algo
no muy bueno se cocía más allá de donde
ella podía escuchar, interrumpió su llamada
de teléfono y reclamó al cliente para que le
expusiera su demanda.
Antes de salir por la puerta escuché como la
secretaria le decía al hombre con un tono
lastimero que estaba todo muy mal y que
cada vez había menos trabajo, que estaban
muy alarmados por la competencia y que la
crisis les estaba haciendo mucho daño, que
58
además no sabían ni cuánto sería el tiempo
que aguantarían, y que incluso ya se estaba
hablando de despidos. Saludando desde la
puerta sin obtener respuesta por parte de la
chica, me fijé de nuevo en el cuadro aquél
donde se expresaba lo importante que era
para esa empresa la atención al cliente y la
excelencia. El hombre, que no encontró en
la empresa lo que fue a buscar, también se
vino conmigo.
Una vez en la calle me comentó que muchas
empresas piensan que los clientes vienen
solos, y ya está todo hecho. Mientras me
hablaba de ello me señaló algunos negocios
y empresas que tenían puesto el letrero de
Se Vende o Se Traspasa.
Justo delante de un anuncio que ofertaban
cursos sobre talento empresarial se acercó
y me dijo que no era necesario tener tanto
talento y sí más ganas de hacer las cosas
bien. Me dijo adiós al tiempo que movía la
cabeza en un gesto negativo mirando todos
los negocios cerrados. Cada cual tomamos
nuestro camino.
59
SE NECESITA CON URGENCIA UNA
BUENA PERSONA PARA TRABAJAR.
NO ES NECESARIO TENER
NINGÚN TALENTO
En cuántas ocasiones hemos visto actitudes
pasivas, de poca o nula atención al público,
de falta de rapidez y eficacia, y en donde la
mayoría de empleados no son resolutivos,
con largas colas, trabajadores que no ponen
ganas en su labor, empresas donde el modo
de trabajar durante años ha sido el mismo,
y el cual se ha ido transmitiendo de unos a
otros, y haciendo que lo normal sea que el
cliente sea visto tan solo como un ingreso
económico en caja. Ya está.
El gran problema se encuentra en cosas así,
en que la mayoría de empresas, y también
administraciones u organismos públicos, no
tienen como objetivo el ofrecer un servicio,
de calidad, sino tan sólo hacer negocio.
60
No deben olvidar que todos somos clientes,
y ellos, directivos y trabajadores, también lo
son en cualquier momento de sus vidas, y al
final, nosotros y ellos, elegimos siempre en
donde nos sentimos bien atendidos. Somos
clientes a diario de supermercados, bares,
panaderías, metro, autobuses, gasolineras,
peluquerías, taxis, tiendas de informática o
administraciones públicas. Durante todo el
día hacemos uso de empresas y negocios de
todo tipo. Y es muy curioso que apenas nos
demos cuenta que cuando utilizamos una
empresa, negocio, o administración pública,
para cualquier necesidad, no pidamos luego
al menos un poco de consideración. Sobre
todo en lo que respecta al trato recibido, a
la atención al cliente.
Y ocurre que cuando luego somos nosotros
los que trabajamos de cara al público, nos
olvidamos de esto, siendo con los clientes lo
mismo de poco amables, poco rápidos, poco
resolutivos y poco eficaces que lo han sido
también antes con nosotros cuando hemos
sido clientes.
61
Y es ahí donde está el gran fallo de todo
esto. No se puede hablar entonces de tener
talento o de excelencia cuando no hay una
actitud para ello.
Parece que las cosas están cambiando, o al
menos eso es lo que se espera, y es por eso
que ya se debe dar un sentido distinto a la
interpretación del talento, es decir, no verlo
tan solo como una cualidad profesional sino
como la forma de hacer todo con agrado y
entusiasmo. Es tan sencillo como eso. No se
trata de complicarlo tanto.
Más que talento a nivel profesional debería
estar por muy encima el tener un talento
emocional destacado, lo cual afectará luego
en todas las demás facetas, ya puedan ser
de carácter profesional o personal.
Es algo muy fácil de entender, pero todavía
se piensa que las capacidades académicas y
profesionales son las únicas que han de ser
consideradas, las únicas a tener en cuenta,
dejando fuera los valores personales. Ese es
un gran error que en la actualidad se está ya
planteando de alguna forma pero que aún
apenas se le da la importancia debida.
62
Así vemos como se presta más importancia
a la profesión o cualificación académica que
a la actitud de servicio a la sociedad, que es
al fin y al cabo el objetivo final de todo ello.
De tal modo observamos que quienes son
funcionarios, directivos o ejecutivos, ponen
primero por delante todo su bagaje técnico
o académico, para hacer notar que sólo con
eso ya están preparados o facultados para
todo, sea prestar servicio en una empresa, o
administración pública.
Y lo peor de todo esto es que la sociedad en
general también lo entiende así, cuando en
realidad lo que se demanda es tan solo una
buena atención y actuación en cualquiera
de las acciones que se efectúen.
Sería necesario concienciar a la sociedad de
la importancia que tiene el realizar las cosas
con una actitud eficaz, resolutiva y cordial.
Y para eso no hace falta tener talento, y ni
tampoco ser un superdotado académico, o
técnico.
Tal como dijo Leonardo Da Vinci, la sencillez
es la mayor sofisticación, pero sin embargo
hay muchos que están empeñados en hacer
63
que todo sea difícil y complicado, pues al
parecer piensan que así todo es más serio,
responsable y creíble. Y sin embargo luego,
la simpatía, o la amabilidad, por poner dos
actitudes concretas, no son necesarias.
Aún se piensa que lo rígido, sobrio y estricto
es lo correcto, cuando todos preferimos en
realidad ser recibidos o tenidos en cuenta
de una forma amable. No creo que ante
esto pueda haber quien diga lo contrario.
La empresa que su máxima prioridad sea
tener empleados que hagan su trabajo de
forma rápida, agradable y eficaz es el nuevo
paradigma a conseguir.
Se supone que los empleados han de poseer
los atributos profesionales, académicos o
técnicos, que la empresa requiere, pero sin
embargo no todo ha de quedar ahí.
La formación debe tener en cuenta con el
mismo interés los aspectos profesionales al
igual que las actitudes. Esa es la forma que
una empresa puede llegar a tener éxito, ya
que en la actualidad a lo que damos mayor
64
valor e importancia es al servicio prestado,
y no tanto a precios o calidad de productos.
La competencia se enfoca sobre todo en el
servicio. Y es ahí donde hay que poner todo
el empeño.
65
ESFUERZO Vs TALENTO
Hemos creado una cultura en la cual el
esfuerzo y el sacrificio han quedado como
las principales acreditaciones del talento,
cuando en realidad es justamente todo lo
contrario. Quien tiene talento y le gusta lo
que hace no le supone esfuerzo ni sacrificio
alguno hacer lo que le entusiasma. Son los
torpes, la gente incapaz, los que sí han de
poner todo su esfuerzo y sacrificio para así
poder realizar lo que, sin embargo, quien
tiene talento, lo hace con total sencillez y
entusiasmo propio. Es por eso que quien no
tiene talento debe invertir años de mucho
estudio y práctica para lograr su objetivo. Y
siendo así, incluso luego ni le entusiasme lo
que consiguió con tanto trabajo.
Hay mucha gente, yo diría que la inmensa
mayoría, que tras acabar sus estudios, y tras
un esfuerzo y sacrificio sin par, después de
muchos años, no realizan sus profesiones o
trabajos con entusiasmo y ganas. Y de algún
modo esto ocurre porque han puesto todas
66
sus energías en superar y/o aprobar todos
los cursos, asignaturas y pruebas para poder
terminar así lo antes posible, y sin embargo
no ha sido tanto el amor que se ha puesto
en lo aprendido. A veces es más el interés
por acabar la carrera, o los estudios, que el
entusiasmo por lo que se está asimilando.
Es aquí donde se aprecia la gran diferencia
con quien tiene talento, el cual suele ser un
perdido enamorado de lo que aprende, crea
y hace. Además, se desvive por ello.
Quien en realidad tiene talento no está tan
interesado en terminar, muy al contrario, su
intención es seguir avanzando, evolucionar.
Hay que pensar que el talento más que una
habilidad es una actitud. Una actitud con la
cual se anhela siempre el incremento de sí
mismo. Es una actitud que no se duerme en
los laureles. Es una actitud que tiene ante
todo devoción por superarse a sí mismo.
Pero claro, esto no es fácil de encontrar, y
menos aún en esta cultura imperante donde
sólo importa lo práctico, y apenas hay una
implicación por hacer las cosas con agrado y
compromiso real más allá de lo aparente.
67
No hay una voluntad de poner en marcha
un nuevo modelo de sociedad en donde la
persona esté antes que cualquier otra cosa.
No se aprecian ganas de cambiar este viejo
sistema al que ahora muchos quieren dar
una apariencia de modernidad.
Se sigue esa tendencia, que ya está del todo
obsoleta, de creer que lo sobrio, intelectual
y artificial es lo más sofisticado e innovador.
Eso ya está pasado de moda, por decirlo de
alguna forma. Eso de ir a algunas empresas
y administraciones públicas y encontrarnos
con empleados y directivos que nos reciben
con una actitud fingida y fría, y percibimos
desde lejos, no se puede llamar innovación,
y ni mucho menos talento.
Y es ahora muy traída y llevada la cuestión
ésa de lo emocional en el trabajo, y que se
hagan muchos cursos o talleres de Coaching
o de gestión en habilidades empresariales y
demás, pero que luego en la realidad no se
aprecian. Se sigue viendo que las actitudes
son las mismas de siempre. No existe una
concienciación sobre lo importante de tener
una actitud de cercanía.
68
Hay una queja muy generalizada por la falta
de atención, por la falta de rapidez, eficacia
y resolución, y de tener que esperar mucho
tiempo para cosas, que la verdad, tampoco
requieren de tanto. Sí, se habla de una gran
profesionalidad pero ante todo hay un gran
abandono de la intención, o lo que es igual,
de la actitud.
Hay que empezar por fomentar un tipo de
cultura empresarial donde se contribuya a
la cercanía y el buen hacer, y no quedar sólo
como una intención sin más.
Hay en la actualidad una epidemia de guías,
libros, manuales o vídeos, de gentes que se
dicen ser expertos en talento o en Coaching,
pero que si nos fijamos bien, todos, o casi
todos, dicen lo mismo. Son clones unos de
otros.
Hay un esnobismo que más bien se podría
decir idiotismo. No se aporta nada nuevo, y
todo sigue siendo lo mismo, pero disfrazado
con disfraces lingüísticos ostentosos que no
aportan nada. Nulos por completo.
69
UN GRAMO DE BONDAD VALE
MÁS QUE UNA TONELADA
DE INTELECTO
Con referencia a lo que he expuesto en los
párrafos anteriores voy a poner un texto a
continuación que he tomado de una página
de internet que vi no hace mucho. Es muy
interesante en tanto en cuanto nos muestra
cómo tenemos en consideración y respeto a
personas con una cierta reputación, clase o
importancia, por encima de cualquiera otro
aspecto, aunque lo que digan, o planteen,
luego en realidad no tenga ni sentido, y ni
pies ni cabeza. Este curioso experimento es
sobre todo una gran lección para los que
todavía se ponen firmes y rinden una gran
admiración ante lo que es políticamente
correcto, sin poner en duda y ni siquiera
hacer una reflexión de lo que se manifiesta.
Es todo un ejemplo de cómo es y se mueve
gran parte de la sociedad en los ámbitos de
la intelectualidad o erudición.
70
Es esencial que el autor del texto sea visto
y considerado como una autoridad o todo
un experto en determinada materia. Para
demostrar este rentable efecto de las Frases
Hu o pro u iadas por Alguie Que
“a e , el físi o Alan Sokal ideó hace unos
años un experimento de campo. Escribió un
artículo para la revista norteamericana
Social Test con un título memorable que ha
pasado a la historia de la pedantería:
Transgrediendo los límites:
hacia una hermenéutica
transformativa de la
gravitación cuántica.
En él, hablaba y hablaba, con un lenguaje
absolutamente críptico, de todas las cosas
que se le iban ocurriendo: psicología,
sociología, antropología... El artículo pasó
la criba del Comité de Selección y recibió
críticas muy elogiosas de los lectores, que
71
ala a a , e tre otras osas, su laridad de
expresió . U es después, el autor del
engendro confesó el engaño: todo era una
broma, nada de lo que se decía en el
artículo tenía pies ni cabeza. El autor había
compuesto el texto usando las palabras más
oscuras y enrevesadas que conocía y, en
muchas ocasiones, había copiado y pegado
de otras artículos que hablaban de temas
diferentes. Pero de fondo no había
absolutamente nada, solo humo: ni una
teoría, ni un dato, ni un solo ápice de
información real. Cuando se trató de
averiguar cómo había podido tener éxito el
pastiche, la respuesta más habitual de los
que cayeron en la trampa es que se habían
dejado engañar por la mezcla entre Frases
Humo que no podían rebatir y el prestigio
acadé i o del autor
Con este claro ejemplo observamos cómo se
mueve esta sociedad, y sobre todo cómo lo
hacen quienes la dirigen. Ya vemos que en
este discurso creado expresamente para ser
72
una trampa, los de siempre, los que aman lo
académico, lo técnico, o lo complicado, no
han dudado lo más mínimo para salir a dar
su visto bueno con grandes loas y alabanzas
hacia lo que ellos consideran todo un gran
ejercicio de intelectualidad.
Observamos sin ningún tipo de estupor la
inmensa estupidez y esnobismo que poseen
quienes se postulan en lo academicista o lo
técnico.
Siempre he observado como casi todos los
que tienen un cierto nivel de estudios o una
cierta cota de intelectualidad diplomada, no
se pueden resistir las ganas de demostrar a
todos cuál grande es su sapiencia erudita.
Suelen los pretensiosos eruditos hacer entre
ellos un círculo cerrado, al cual no permiten
entrar a quienes no tenga como mínimo un
nivel similar.
Y aunque sean abogados, da igual si luego
están hablando de cocina o de coches. Si no
se tiene un nivel de estudios adecuado no
se les permite la entrada. Para participar de
73
sus orgasmos intelectuales hay que estar
preparados. Eso es lo que parece.
He visto como licenciados universitarios han
dejado fuera de su círculo de conversación a
quienes tenían una titulación de formación
profesional, incluso de alto grado, por una
simple cuestión de no creer que estuvieran
a la misma altura que ellos.
Esto se da, y de forma muy frecuente entre
los que gustan de utilizar esa cultura así tan
tremendamente pedante y absurda, que se
encuentra muy extendida ahora por tantos
lugares.
Al parecer, para este tipo de gentes, la gran
mayoría licenciados, no tiene la misma clase
ni nivel intelectual, un técnico con un grado
superior en electricidad, que ellos. Esto por
poner un ejemplo rápido.
Y es que está aún en vigor la creencia ésa de
que no es lo mismo el haber estudiado con
un mono de trabajo, todo lleno de residuos
y grasas, que haberlo hecho con vestimenta
de calle o de moda, y además con las manos
limpias.
74
Todavía hay metido en el subconsciente de
mucha gente la cuestión de la clase social
incluso hasta dentro del nivel de estudios. Y
claro, siendo así todavía nos manejamos en
esas lides, con lo que observamos entonces
cómo puestos de dirección o altos cargos lo
ocupan gente así, que en realidad tan sólo
saben únicamente de lo que han estudiado,
nada más.
De tal modo es normal que el talento no se
vea por ningún sitio. Siendo entonces así,
¿cómo vamos a encontrar talento en gente
que es así, de tal guisa? ¿Qué capacidad de
talento puede albergar quien posee este
perfil? Y lo peor de todo esto es que encima
hay quienes consideran talentos a los que
son de este estilo.
Pero volviendo de nuevo al principio habría
que preguntarse ¿quién, o quienes, han de
reconocer a los que tienen talento? ¿Uno
que no lo tiene? Al final esto va a ser como
el guía ciego que guía a otros ciegos.
Y lo malo es que no se ven visos de cambios
al respecto, aunque si se percibe de forma
tenue una especie de revolución silenciosa
75
que se está abriendo camino. Pero no es
menos cierto que se tardará todavía algún
tiempo para que se puedan ver resultados
favorables, pues hay ideas que entorpecen
el avance, como por ejemplo esa tan insulsa
y extravagante que manifiesta la idoneidad
de que quien tiene unos estudios superiores
está más capacitado, o es mucho más eficaz
para opinar, o decidir qué, o cual camino es
el correcto a seguir, por encima de cualquier
otro que no los tenga.
Vamos a ver, seamos serios y lógicos ante
todo. Que se sepa, un arquitecto entenderá
de arquitectura, un médico de medicina, y
un abogado de leyes, pero ya está. ¿O ahora
por el mero hecho de tener una carrera ya
se vale hasta para gobernar un país?
Se escuchan opiniones, y voces, por ahí, de
carácter corporativo, como no puede ser de
otro modo, claro, que piden que quienes se
dediquen a la política deben tener estudios
universitarios o superiores, pues dicen que
eso garantiza una calidad y garantía.
76
A ver, que se sepa, el ser honrado, eficaz,
lógico, ético y responsable, por poner unos
ejemplos, no necesita de estudios ningunos.
Ser así va en la persona, en su carácter y en
sus creencias propias.
Tener estudios superiores no garantiza nada
en absoluto, pues se puede ser licenciado y
poseer varios másteres, pero eso no quita el
que se pueda ser también corrupto, injusto,
ineficaz o deshonesto.
Hay aspectos que no se miden por el nivel
de estudios que se tengan. Se trata sobre
todo de valores, no de tener facilidad para
los estudios, o la erudición académica. Por
eso quienes dicen que para hacer política o
gobernar se ha de tener estudios superiores
no saben lo que dicen. En la política, sobre
todo, y tomándolo como ejemplo, lo que sí
es necesario es que se tengan valores, todo
lo demás es tan sólo currículum profesional.
Y ojo, no es tan solo en la política, sino en
toda la sociedad donde hace falta que los
valores sean lo primero a tener en cuenta.
77
Estamos observando como actualmente casi
nada está oculto, y se pone al descubierto lo
que antes parecía ser intachable y digno de
ser distinguido. Ha quedado ya demostrado
que quienes pretendían hacerse pasar por
creíbles y cualificados, luego se ha visto en
la realidad que tenían, o tienen, tan pocos
valores y ética, como quienes a lo mejor no
sabían, o no saben leer ni escribir. O incluso
peor aún.
Ya no vale con tener tan solo un expediente
académico o profesional eminente, sino que
hace falta ante todo que el factor emocional
aporte sus elevados valores para que exista
un equilibrio óptimo. No sólo de pan vive el
hombre, y es por consiguiente que no solo
vivimos de recursos académicos o técnicos.
Somos algo más que máquinas productivas,
y en estos momentos de cambio se necesita
que las actitudes ocupen un lugar destacado
en todas las acciones a realizar.
Sócrates, el gran filósofo universal, no sabía
tan siquiera leer ni escribir, o eso se decía, y
nadie ha dudado a lo largo de la historia de
su gran talento, valores y capacidad.
78
Y tomando este ejemplo deberíamos pensar
que el talento no es tan solo de quien posee
una carrera universitaria.
Es por tanto que quienes llevan las riendas
de gobiernos, empresas y administraciones
públicas, deberían pararse a filosofar por un
momento y ver que el mundo ha cambiado
por completo. Ya nada va a ser como antes.
Y lo que no se puede hacer es llevar encima
cargas del pasado que nos impiden avanzar.
Nos hallamos en una encrucijada sin vuelta
atrás, y se deben tomar decisiones que han
de corresponder con el momento actual. Y
no vale tampoco el camuflar conceptos del
pasado haciéndolos pasar por innovadores.
Tan solo con una verdadera renovación de
modelos y estructuras podremos entrar en
esta nueva era. La propia tecnología incluso
se está encargando de fomentar y preparar
el proceso de cambio en prácticamente casi
todas las ideas y creencias, pues muchas se
han quedado ya del todo anticuadas.
79
La verdad es que ya se están percibiendo
algunos movimientos, pero hace falta que el
paso sea decisivo. Y lo único malo que nos
puede pasar es que si no llevamos el ritmo
adecuado, con la medida requerida, al final
la válvula dará aviso de sobrepresión, y eso
sería lo peor que podría llegar a suceder.
Es por lo tanto muy necesario y urgente que
se ponga en marcha un debate profundo al
respecto, donde se haga notar que se están
dando pasos equivocados. Es sobre todo en
el mundo laboral y empresarial, donde se va
a apreciar esto con más contundencia, pues
hemos de entender que todos, de un modo
u otro, dependemos por completo tanto de
los beneficios como de las pérdidas que dan
el trabajo y la empresa.
Toda la sociedad vivimos de ello, por ello y
para ello, y todos somos también partícipes
y responsables de que haya un saneamiento
del sistema, por lo que se debe intentar que
sea, cada vez todo, sea mucho más eficaz y
mucho más humano.
80
81
LOS VALORES DEL TALENTO
Hay algo muy importante que no tenemos
costumbre de mantener en el tiempo, y es
del todo fundamental pues forma parte del
llamado inconsciente colectivo. La mayoría,
de nosotros hemos crecido con toda clase
de héroes e ídolos a través de los cuentos,
películas, dibujos animados, o literatura en
general, y de igual forma en todos nosotros
ha quedado impregnado las experiencias y
vivencias de todos nuestros antepasados o
familiares cercanos, creando con todo ello
una suerte de valores que permanecen ahí.
Así sabemos y entendemos qué cosas están
bien y qué cosas están mal. Y claro también
puede pasar que posteriormente tomemos
decisiones opuestas o lejanas a lo que en un
principio sabíamos que eran las acertadas,
pero lo cierto es que todos, de una forma u
otra sabemos lo que es importante, y sobre
todo qué tiene valor.
82
Nos emociona todo aquello que se hace con
dedicación y pasión. Nos gusta lo bueno, lo
bien hecho, lo bello, las buenas personas, el
buen trato. No creo que exista quien no le
guste lo bueno, lo bello y lo amable. Incluso
hasta quien tiene malos propósitos, o actúa
con maldad, y rencor, de alguna forma está
mostrando una expresión de sufrimiento o
dolor por la falta de todo ello, y se muestra
ante todo lo que le ocurre, y ante todos, con
una violencia o beligerancia proporcional a
la falta de lo bueno y bello que no tiene.
Con esto mismo podemos apreciar que esta
crisis que padecemos a nivel mundial es en
gran medida debida a la falta de todos ésos
valores que hemos dejado a un lado, con lo
que nos vemos arrojados de repente en la
arena, y teniendo que luchar y sufrir por lo
poco viable que nos queda.
Todos los ídolos o héroes que hemos tenido
como referencia han hecho siempre ahínco
en los valores primordiales, y eso todos lo
llevamos dentro. Pero hay algo que como ya
vemos está fallando, y todo es por causa de
dejarnos llevar por una deriva malsana que
83
nos conduce a caminos poco saludables, y
sobre todo, nada acordes con lo que sí en
realidad quisiéramos.
Estamos yendo en sentido contrario a lo
que deberíamos. Si lo pensamos un poco,
detenidamente, todos ésos personajes y/o
héroes los llevamos en nosotros, pero como
también ocurre en las películas nos hemos
dejado llevar por el lado oscuro. Entonces
para invocar de nuevo a todos esos héroes,
o ídolos, sólo hace falta que alguien, o algo,
nos recuerde de nuevo quienes somos y qué
queremos realmente.
Y son precisamente las crisis las que hacen
esto, dándonos un fuerte empujón para que
espabilemos. Los gobiernos, las empresas y
toda la sociedad en general, hemos de crear
y fomentar los cambios para que todo esto
tome un nuevo rumbo, y además de forma
urgente.
Es ahora el momento idóneo para poner en
marcha un tipo de mentalidad distinta a
como ha sido hasta ahora, siendo ésta la
única forma en la que se puede dar un buen
impulso económico y social a esta también
84
nueva sociedad que está en pleno proceso
de cambio. Pero para lograr que se culmine
dicho proceso hemos sobre todo de apostar
por las actitudes, ya que son ellas las que
facilitarán el que todo lo demás venga por
añadidura, se llamen talento o habilidades.
Tenemos que pensar que sin entusiasmo no
se pueden lograr actitudes favorables, y sin
éstas las demás facultades no emergen. No
hay talento adecuado si no hay una actitud
y un entusiasmo que puedan dar el empuje
definitivo. Y es en esto justamente donde se
debe poner todo el interés pues de no ser
así todo quedará en una mera declaración
de intenciones. Sin más. Pero por fortuna ya
parece que se divisan ciertas señales que
indican la llegada de ese cambio esperado,
aunque todavía sea con cierta lentitud. Pero
aunque sea así, es lo que todos de un modo
u otro esperamos. Por lo tanto, que así sea.
85
RESUMIENDO
Hemos de entender que no hace falta tener
un talento extraordinario, ni ser un gran
genio, y ni tampoco poseer unas aptitudes
profesionales o académicas con un nivel de
grado superior para movernos por la vida y
por el mundo. Si lo pensamos bien, lo que
todos queremos o buscamos es ser felices, y
no es de recibo que nos tengamos que ver
obligados a ser unos talentos o genios para
demostrar que merecemos dicha felicidad.
Todos somos necesarios, y no todos vamos
a ser ahora ingenieros, abogados, médicos o
arquitectos. Alguien tendrá que hacer todas
las demás cosas para que quede completo
el puzle. Hay que valorar todas las posibles
facultades y habilidades, sin tener que ser
precisamente talentos o genialidades. Una
maquinaria funciona a la perfección cuando
todas las piezas lo hacen al unísono. Si una
de las partes, por muy pequeña que sea, no
cumple su función adecuadamente, todo la
estructura es inválida. Si una sencilla tuerca
86
no está en su sitio o está muy dañada puede
que todo un motor no funcione como es
debido. Toda una estructura puede verse
afectada si no está todo cohesionado.
Es por tanto de vital importancia impulsar
las actitudes como la primera pieza a tener
en cuenta sobre cualquier otro tipo, incluso
de capacidad o aptitud. Hemos de entender
que el talento es sobre todo una actitud y
no tanto una mera aptitud intelectual, pues
las escuelas y universidades, precisamente,
no generan esto, ya que la mayoría de los
estudiantes no salen de ellas siendo genios
ni talentos.
Ante todo hay que ser realistas, y debemos
entender que en el sistema educativo, como
norma general, no crea talentos ni genios. Y
es más, como ya hemos podido comprobar,
los que sí tenían esa capacidad innata para
el talento, no fueron en la mayoría de los
casos, necesariamente buenos estudiantes,
aunque más bien deberíamos pensar que ha
sido siempre el sistema educativo lo que en
realidad fallaba, al no ofrecerles un mayor y
mejor entusiasmo y/o metodología.
87
Por tanto se hace obligatorio reflexionar en
el cómo y dónde hay que poner la atención.
Y tirando un poco del hilo nos daremos
cuenta que es precisamente en las actitudes
donde se ha de hacer hincapié. El talento
tiene una base fundamental, y no es otra
cosa que lograr la felicidad, ése es su único
objetivo. Y todos, de una forma o de otra,
es lo que pretendemos en definitiva, por lo
que hay que entender que en cada uno de
nosotros hay un talento a descubrir. Una
felicidad que lograr.
El problema está entonces en que apenas
hay posibilidades para poder expresarlo o
mostrarlo. Hay un estudio donde podemos
apreciar la estrecha relación que hay entre
el talento y las actitudes en las actuaciones
de muchos empresarios, y directivos, hacia
sus colaboradores, o empleados, y de cómo
afectan las mismas al funcionamiento de las
empresas.
88
Según la revista Fortune muchos directivos
son despedidos por tener con sus equipos
de trabajo y colaboradores unas constantes
muestras de insensibilidad hacia ellos.
También se hace constar que los problemas
tanto de competitividad y productividad en
la mayoría de empresas se deben en un 60%
a la nefasta calidad de las actitudes de los
directivos. Por esto se cree que los gerentes
y directivos de empresas deberían apreciar
la importancia crucial que han de tener las
actitudes por encima incluso hasta de las
aptitudes.
Las empresas tienen un papel fundamental
en la sociedad, y la falta en las mismas de
una actitud ética y responsable ocasionan
crisis. En los países donde existe una gran
calidad directiva, a nivel de actitudes, se
aprecia claramente que la economía está
muy por encima de los que por el contrario
no la tienen en cuenta. Es por esto que si se
habla de excelencia empresarial el requisito
indispensable para valorar el talento tiene
que ser en primer lugar la actitud.
89
Tenemos que entender que la aptitud sin
actitud está falta de contenido. Sería igual
que una vida sin alma.
Imaginemos por un momento una empresa
donde hay buenos profesionales y expertos,
pero sin embargo ocurre que no poseen una
actitud óptima, o incluso no hay ningún tipo
de actitud. Está claro que los resultados
serán muy distintos si los comparamos con
otra empresa igual a nivel profesional pero
donde si existe una actitud favorable. Y no
debemos olvidar que todos somos clientes
o usuarios, y cuando vamos a realizar una
compra o solicitar un servicio ¿Qué tipo de
empresa o negocio elegimos? ¿Una donde
la actitud es pésima o nula? ¿U otra donde
las personas tienen una actitud agradable,
rápida y resolutiva?
Las respuestas, estoy convencido de ello, las
sabemos todos. Sin la menor duda.
Pues ésa es la clase de talento que se ha de
buscar y pretender, y al que sobre todo hay
que dar prioridad. Y como dijo alguien una
vez, todo lo demás es currículum.
90
Esto es algo tan sencillo de entender que la
mayoría de las veces lo ignoramos por dar
más valor a lo superfluo, que a lo realmente
importante.
En realidad no hay crisis, sino mucha gente
con poca actitud, o lo que es lo mismo, con
poco, o nulo talento y entusiasmo.
En la actualidad la competitividad se dirige
hacia la actitud de cara a los clientes, hacia
el bienestar de los mismos, y esto tan sólo
se puede llevar a cabo si todas las empresas
expresan en sus actitudes esa demanda. Si
observamos los anuncios publicitarios que
hay tanto en la radio, prensa, televisión o
en las vallas publicitarias de las avenidas y
calles de las ciudades, veremos que todo se
dirige a captar la atención emocional de la
gente. Y repito de nuevo, que todos somos
clientes, y por lo tanto todos formamos el
llamado mercado.
Es por eso que el talento como concepto
debe ser tomado tal como una actitud que
forma parte de todo un proceso personal, y
por lo tanto también empresarial. No somos
en realidad distintos ni diferentes cuando
91
somos personas o somos empresa, al menos
en los tiempos en los que nos encontramos,
donde ya todo es global, todo se comparte,
todo se sabe y todo es universal.
Nos encontramos en una encrucijada en la
que hay que dejar atrás cuestiones que ya
no sirven. No podemos cargar con modelos
del pasado que suponen un peso añadido y
que ya no tienen valor. En todo caso lo que
sí hacen dichos modelos es entorpecer y
atrasar el proceso de cambio, por lo que es
necesario pasarles página lo antes posible.
92
93
ECUACIÓN DEL TALENTO
La ecuación o también fórmula del talento
sería la siguiente, T=(A+C) x (E+M), donde el
Talento es igual a la suma de la Actitud y el
Conocimiento, multiplicado por los valores
sumados del Entusiasmo y la Motivación. En
esta fórmula específica se aprecia cómo los
elementos determinantes son la Actitud, el
Entusiasmo y la Motivación, con los que el
Conocimiento, o la Aptitud, toman la fuerza
necesaria para obtener un resultado óptimo
en la excelencia empresarial.
Muchas de las empresas actuales todavía
no tienen en cuenta este tipo de fórmula, y
siguen creyendo que con tan solo tener una
Aptitud, o un Conocimiento, académico, o
técnico, ya es suficiente, con lo que vemos
arrojar un resultado negativo en sus ventas
u objetivos.
Es normal entonces que exista crisis en las
empresas que no promueven las actitudes
como valor principal.
94
Hace pocos meses, iba en mi automóvil y
me paré en una tienda de recambios para
preguntar por un filtro de aire que me hacía
falta. Al entrar en el lugar no había nadie, y
aproveché aquella tranquilidad para ver si
tenían allí el filtro y saber de su precio.
Tras el mostrador había cuatro empleados,
quienes estaban afanados en sus tareas. Di
los buenos días pero no recibí contestación
alguna. Quise entender que se encontraban
muy ocupados por lo que no insistí. Había
dejado el automóvil aparcado justamente
delante de la puerta del negocio pues pensé
que sería rápido.
Al ver que ninguno de los trabajadores me
hacía caso pregunté al que estaba justo en
frente, un chico joven que estaba detrás de
un ordenador haciendo una consulta. Pero
no me prestó atención y tomó rápidamente
el teléfono, e hizo una llamada.
Me miró pero de momento se puso a hablar
con el que parecía un cliente. Viendo que no
me atendían me asomé a la calle para ver el
coche, el cual estaba allí, y con el motor en
marcha. Al volver el chico seguía hablando y
95
sus compañeros seguían en sus quehaceres,
sin que ninguno se interesara por mí.
Hice al chico un gesto con prudencia para
que tan solo me dijera si tenían, o no allí, el
filtro.
Paró la conversación con su interlocutor por
unos segundos para decirme que sí. En ese
momento aproveché para preguntarle por
el precio, pero acto seguido se fue para lo
que parecía ser el almacén y hablando por
teléfono, desapareció.
En ese momento entró un hombre en la
tienda y se fue hacia otro de los empleados
que estaba allí, tras el mostrador junto a
una mesa, también con ordenador. Según lo
que vi y oí era un cliente conocido de allí.
Mientras esperaba a que el chico apareciera
con el filtro, el hombre y el dependiente se
pusieron a hablar, y al estar cerca de ellos
me enteré de la conversación que tenían.
Con cierta aflicción, el dependiente contaba
lo mal que estaban las cosas, lo mal que iba
el negocio, que la crisis les estaba pasando
96
factura y que la situación era apremiante. Al
momento, y sin mostrar ninguna prisa, el
chico aparece de nuevo, hablando por el
teléfono. Observé que no traía el filtro, y le
interrumpí ya preocupado instándole a que
me dijera si finalmente lo tenían o no.
El chico sin ni siquiera mirarme me dijo que
el filtro costaba doce euros, mientras seguía
con el teléfono de forma distendida. Le dije
que sí, que por favor, me lo trajera, pero no
me hizo caso, y se sentó de nuevo delante
del ordenador, en la mesa, para consultar
algo que le pedía su interlocutor.
El hombre que llegó después de mí seguía
hablando con el otro dependiente sobre la
crisis y lo mal que estaban los negocios y las
empresas.
En la tienda tan sólo estábamos el hombre y
yo, y los cuatro dependientes. Harto ya de
esperar y viendo que el muchacho no me
atendía, le dije a otro de los trabajadores
que estaba justo al lado, tras el mostrador,
si podría traerme el filtro pues me tenía que
ir. Se lo pedí con un por favor, casi rayando
la súplica, pero el empleado, el cual estuvo
97
presente todo el tiempo, me contestó muy
airado que allí no se podía llegar con prisas,
y que todos estaban trabajando. Me lo dijo
sin mirarme siquiera.
Todos quedaron en silencio, menos el chico
que seguía con la charla por teléfono, en un
ir y venir de bromas y risas, y sin molestarse
para nada en atender mi solicitud. Parecía
como si yo no estuviera. El empleado que
me contestó de malos modos tampoco tuvo
la consideración de atenderme, por lo que
al ver la situación decidí irme de allí, y
mientras salía, escuché a éste último decir
algo quejándose de mi falta de paciencia.
Tras estar allí casi media hora esperando, al
final salí ciertamente enojado, sobre todo
porque vi cómo hay quienes se quejan de la
crisis pero no se dan cuenta que son ellos
los que la causan.
Unos kilómetros más allá me paré en otra
tienda de recambios, y no iba a entrar ya
que desde fuera observé que había mucha
gente dentro. De todas formas me acerqué
un momento. Nada más entrar, uno de los
empleados, que se dirigía al almacén para
98
buscar recambios y piezas que otros clientes
habían pedido, desde donde estaba me dijo
rápidamente qué es lo que quería, a lo que
le respondí lo del filtro.
Al poco apareció con todo los recambios y
entregó a cada cliente el suyo. Le pedí por
favor que me dijera el precio y me contestó
sin demora que costaba quince euros. Con
una diferencia de tres euros más caro que
en la otra casa de recambios lo aboné al
instante.
En cuestión de tan solo cinco minutos había
sido atendido, y además todo con simpatía
y rapidez.
Entonces me di cuenta en ese momento que
no era extraño que aquel negocio estuviera
lleno de gentes y el otro estuviera vacío.
Entonces ¿de qué se trata en realidad? ¿De
crisis? ¿o de mala gestión en las actitudes?
¿Qué aspectos son las que queremos en
realidad? ¿La aptitud o la actitud?
Y que conste como ya he comentado antes
que la aptitud es necesaria para realizar las
99
labores de forma profesional, pero sin unas
actitudes que sean del todo propicias no se
puede alcanzar una excelencia empresarial
óptima.
Es por tanto que si se habla de talento no se
puede dejar fuera, o echar a un lado, la
cuestión de las actitudes, ya que éstas son
las impulsoras de todo lo demás. Hay que
fomentar hacer todo en la vida con la mejor
disposición posible, y de tal modo surgirá el
talento, o habilidades, que todos, ya sea de
una forma, u otra, llevamos dentro.
Si no hay un entusiasmo o una motivación,
el talento o cualquier otro tipo de habilidad
nunca saldrán a la luz. Podemos ver como la
naturaleza, de donde provenimos todos, da
sus mejores frutos cuando se encuentra en
las condiciones más favorables y óptimas.
De igual modo ocurre con nosotros, quienes
si nos encontramos en la situación idónea,
sacaremos lo mejor de nosotros mismos. Es
tal como dice el conocido refrán, de tal palo
tal astilla, y si le damos un pequeño cambio
en la interpretación podríamos leerlo como,
de tal actitud tal aptitud.
100
101
Algeciras a 14 de Enero del año de nuestro Señor de 2014
102
103
Email: jjtamayo15@yahoo.es
Twitter: @JuanWTamayo
Facebook: Bahia Coaching
104
Talento o actitud   tamayo

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Talento o actitud tamayo

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  • 4. 3 Juan W. Tamayo – ¿TALENTO O ACTITUD? – Reflexión sobre el Talento en la sociedad y empresa actual
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  • 6. 5 Escrito entre Noviembre de 2013 y Enero de 2014 en Algeciras (Cádiz) Registrado en la Propiedad Intelecutal de Safe Creative Prohibida su reproducción total o parcial. Todos los derechos reservados.
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  • 8. 7 EXI“TE ALGO MUCHO MÁ“ E“CA“O, FINO Y RARO QUE EL TALENTO. ES EL TALENTO DE RECONOCER A LOS TALENTO“O“ -Elbert Hubbard-
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  • 10. 9 INTRODUCCIÓN Hoy en día podemos ver que eso del talento está por todos lados. Parece que ha surgido de pronto. Así, de la nada. Lo vemos en los periódicos, en los informativos, en internet, en programas de televisión, en la radio, en las redes sociales, en conferencias, debates, en los numerosos foros de emprendedores, y sobre todo, en aquello que tenga relación con el mundo empresarial. Es más, hasta ha llegado incluso a la política, convirtiéndose en un asunto de primer orden. Lo tenemos hasta en la sopa, como se suele decir de forma coloquial. Pero la verdad es que hasta no hace mucho, o no existía, o no se apreciaba. Eso es lo que parece al menos. Pero seamos honestos. Además de ser muy difícil encontrar talento, lo cierto es que a muy poca gente le ha importado, la verdad.
  • 11. 10 Incluso hasta ahora hemos funcionado con una cierta normalidad sin que tuviéramos la necesidad de tener un talento al lado. Pero ocurre que ahora, de pronto, como no tengamos a uno, o dos, en la organización o en la empresa, no seremos ya tan modernos ni vanguardistas como debiéramos. Así, de repente, hemos pasado de no tener ninguno a querer tener todos de una vez. Esto nos dice que algo no se está haciendo bien. Está fallando el sentido común, el cual como ya sabemos todos, es quizás el menos común de todos los sentidos. Ahora todo el mundo se ha tirado de cabeza en busca y captura del talento perdido, sin tan siquiera saber qué es eso en realidad. Y tal como se suele decir, siempre habla quien más tiene que callar, y precisamente los que menos saben qué es el talento son quienes parecen que lo conocen mejor que nadie. La verdad, toda una audacia por su parte. Incluso ya hasta se dan cursos para sacar el talento que llevamos dentro.
  • 12. 11 Lo curioso de todo es que quienes hablan tanto del talento no saben en realidad qué es, ni cómo se desarrolla, y por el contrario quienes sí lo poseen, esto es, los talentos de verdad, son los que menos hablan de ello, además por supuesto, de no ser tenidos en cuenta a la hora de expresar sus opiniones o ideas. Y lo cierto es que no se les hace caso porque siguen siendo tan ignorados como siempre. Aunque ese hecho de ser ignorados apenas les turba pues están acostumbrados a ello. Hay muchos casos de talentos conocidos a lo largo de la historia que en su día fueron rechazados y despreciados, como aún sigue pasando, por todos los que no tienen ni la más mínima idea de lo que es el talento, y que desde siempre se han constituidos, sin ser llamados por nadie, como los exclusivos valedores de apreciar dicha facultad. Y es así porque en gran medida siempre se ha pensado que para tener talento es del todo necesario u obligatorio el poseer unos mínimos requisitos a nivel académico.
  • 13. 12 Este tipo de apreciación ha sido, y lo es aún, totalmente injusta con quienes poseen un talento de verdad, pues la mayoría de ellos no han sido precisamente que digamos, ni buenos estudiantes, ni tampoco destacados entendidos académicos. Y claro, eso sin mencionar a los que no han sido nunca conocidos, o por el motivo que sea no pudieron llegar a manifestar toda su genialidad, ya que por desgracia siempre ha estado en las manos de quienes no saben qué es el talento, la potestad de ser los que otorgan luego su reconocimiento. Todo un ejemplo de paradoja manifiesta. Siendo así nos podemos hacer cuenta de la cantidad de talentos y genios que fueron, y lo son aún todavía, despedidos de oficinas o despachos al no ser considerados ni vistos como tales. Es una muestra clara de cómo han funcionado, y aún siguen funcionando, las organizaciones y empresas a lo largo de la historia. Y aunque en la actualidad se pretende dar un aspecto de vanguardia e innovación a todo lo que atañe al mundo empresarial, lo
  • 14. 13 cierto es que se sigue pensando y actuando igual que se ha hecho siempre. El problema no está en la falta de talentos sino en los que deciden al final quiénes lo son o han de ser. Así vemos como Walt Disney fue despedido de u pe iódi o po esta falto de ue as ideas e i agi a ió , o ta ié te e os el caso de Michael Jordan, quien en muchas ocasiones fue rechazado para formar parte de su equipo de básquet, no detectando su entrenador en él a quien luego ha sido uno de los mejores jugadores de baloncesto del mundo. Al coronel Sanders le rechazaron 1009 veces su receta. Le dijeron que nadie probaría su pollo frito. Y hoy en día KFC es una cadena a nivel mundial. Por su parte, Albert Einstein no habló hasta que tuvo los cuatro años, y tanto sus padres y profesores pensaron que tenía algún tipo de deficiencia mental. Así vemos cómo fue expulsado de su colegio y luego tampoco fue admitido en la Escuela Politécnica de Zürich.
  • 15. 14 Sobre Thomas Edison sus profesores dijeron de él ue e a de asiado estúpido pa a ue pueda ap e de algo . I luso ta ié fue despedido de sus primeros trabajos porque según decían, era poco productivo. De igual forma Steven Spielberg cuando quiso entrar en la Universidad fue rechazado hasta tres veces, y sin embargo ahora en la actualidad, es reconocido como uno de los más grandes directores de cine de la historia. Tampoco fue tomado para nada en cuenta Elvis Presley, al cual le dijeron en su primera audición que jamás llegaría a cantar, y que mejor se dedicara a conducir camiones, que era para lo que en realidad había nacido. Igual le pasó a uno de los grupos musicales más conocidos e importantes de la historia, The Beatles, a quienes le dijeron que ni su sonido ni su música gustaría jamás a nadie. En otro ejemplo sobre la gran torpeza de no valorar a quienes poseen talento o buenas ideas lo vemos en el caso particular de Fred Smith, quien presentó un plan de negocio y le dijeron que era pura ciencia ficción y que jamás resultaría viable porque algo así sería
  • 16. 15 imposible llevarlo a cabo. Pero no se dio por vencido y puso en funcionamiento FEDEX, la gran empresa de transportes y mensajería que factura cientos de millones de dólares al año. Por su parte, Beethoven también fue visto por sus profesores como un músico que no tenía ni talento ni creatividad alguna, para luego ser reconocido como uno de los más geniales músicos y compositores de música clásica de la historia. Así, tras todos estos ejemplos, nos podemos dar cuenta de cuán injustos hemos sido, y lo seguimos siendo aún, con todos los que de un modo u otro poseen talento. Parece que tan solo los utilizamos para sacarlos de vez en cuando y mostrarlos como si se trataran de una extravagante especie a los que ver u observar desde la distancia. En realidad no sabemos a cuántos talentos de la talla de Einstein, Mozart, Julio Verne o Leonardo Da Vinci hemos ignorado por no darles el valor merecido. Y mucha culpa de esto la tienen los sobrevalorados cazadores de talentos, quienes se afanan en buscar a
  • 17. 16 los talentos por todos lados, pero siempre lo hacen, una de dos, o donde no los hay, o en lugares equivocados. Y es que los llamados cazadores de talentos, que curiosamente no son talentos, tienen la visión del talento según sus parámetros, por lo que están bastante alejados de lo que en realidad es el talento verdadero. Encima, para colmo de males, encuentran siempre a quienes no lo tienen, y además, y para más inri, los aúpan en altares que les pertenecen a otros, a los verdaderos. Así es como ha ocurrido siempre, por desgracia. Y si seguimos el rastro nos daremos cuenta que han sido muy pocos los talentos que han contado con el apoyo de auspiciadores desde un principio. La mayoría tuvieron que sufrir bastante antes de ser reconocidos. Es más, incluso muchos lo fueron ya una vez habían fallecidos. En fin, esto es lo de siempre. Y tal como dice una canción, la historia se vuelve a repetir. No hay nada nuevo bajo el sol.
  • 18. 17 Y actualmente ocurre lo mismo. Y lo que no es de recibo es que quien no tiene talento se crea capaz de reconocer a quien lo tiene. Vamos a ver, una cosa muy diferente es el poder apreciar facultades o habilidades en otros, pero eso ya sería otra cosa. No sería talento precisamente. Estaría bien diferenciar una cosa de la otra. Y digo esto porque se hace necesario el dar reconocimiento a quien tiene talento, y no ponerlo al mismo nivel que quienes poseen otro tipo de habilidades o facultades. Lo que sí está claro es que para encontrar talentos no se puede caer en valoraciones ni juicios de rango técnico o académico con el fin de darles reconocimiento. No se pueden tomar decisiones así de esa manera, tan ligera como se hace siempre. Al menos si es de talento de lo que se habla. Hemos de comprender que no es lo mismo poseer un excelente expediente académico que tener talento. No tiene nada que ver lo uno con lo otro.
  • 19. 18 Se puede ser un gran erudito especialista en cierta materia académica o técnica pero ello no significa que se tenga talento. Un talento va más allá de todo eso. Un talento no tiene la dependencia de lo académico, pues ante todo es un creador, y como tal puede crear su propio método e ilustración. Un talento tiene dentro de sí mismo todos los recursos necesarios para llevar a cabo la creación de un proyecto o idea sin que para ello tenga que recurrir a fuentes ajenas, o externas. Así a un talento no se le puede ser tasado con la misma medida que al resto de los mortales. Y no hay ninguna universidad ni escuela que sea capaz de crear o concebir talentos. Es el talento un don que se tiene o no se tiene.
  • 20. 19 ¿DE DONDE SURGE EL TALENTO? El talento no surge así como así. No se trata de tener estudios universitarios además de un puñado de másteres y con matrículas de honor. Eso no es tener talento. En todo caso eso es capacidad para el estudio. Ya está. El talento de verdad viene ya de fábrica, de nacimiento. Se trata de un don natural que surge por sí solo, sin ser llamado ni forzado. Y por supuesto, no le hace falta ningún tipo de añadidura académica para poder llegar a ser y a existir. Sería algo así como pedirles a un árbol, o a una ardilla, que nos mostraran sus expedientes académicos para así poder certificar que son en realidad eso, un árbol y una ardilla. Sería un completo absurdo. Y digo esto porque mucha gente piensa que un talento es quien ha ido a la universidad y ha alcanzado unas excelentes calificaciones, tras un gran esfuerzo y pertinaz sacrificio.
  • 21. 20 No, eso no es así, pues quien posee talento no tiene en realidad dificultad alguna para realizarse como tal. Quien es intelectualmente ineficaz, torpe y sin creatividad alguna debe realizar grandes esfuerzos, y sacrificios, para obtener ciertos resultados, pues al no poseer talento por sí mismo, de forma natural, ha de lograrlo así, a base de mucha voluntad y disciplina. Sin embargo la persona que tiene talento es capaz de superar incluso a quien le enseña. Y lo es porque tan solo vive para eso, para su talento. En realidad ni siquiera sabe que lo posee, y si lo sabe, al estar tan imbuido en ello, ni tan siquiera le presta atención ni le importa. Quien tiene talento, comparado con quien no lo tiene, se haya superado ante su propia capacidad innata. Se podría decir que es un sirviente sumiso, un esclavo que se arroja incondicionalmente hacia el talento que le asiste.
  • 22. 21 Su mente y su alma no se pliegan de rodillas ante la banal y grosera vanagloria que dan unos simples títulos o diplomas. El que tiene talento, aún sin saberlo, sufre de una clara perturbación que le confiere esa genialidad tan fuera de lo común. Es parte de su naturaleza, y se consagra a ello con devoción. Si se le fuera arrebatada esa virtud del talento, así de pronto, estaríamos arrancándole de cuajo la vida. El talento es una virtud con vida propia aún sin ser plenamente consciente de ello quien lo posee. Es por eso que no se puede adquirir en una universidad, academia o centro de estudios por muy prestigiosos que sean. El talento ya viene directo de fábrica, de nacimiento. Es toda una huella, un estigma que surge de un modo natural. Sin ser forzado. Leonardo Da Vinci, Mozart, Beethoven, Dalí, Einstein, Thomas Alva Edison, Miguel Ángel, Julio Verne, y tantos otros no adquirieron el talento en la escuela, ni en la universidad.
  • 23. 22 Allí no lo aprendieron, y ni tampoco allí les fue transmitido. Si el talento fuera dado en las escuelas y/o universidades, así sin más, entonces habría talentos por todos lados, o al menos habría un gran número de ellos. De alguna forma estaríamos rodeados de ellos, y apreciamos rotundamente que no es así. Para que se diera tal posibilidad de alguna forma los profesores también deberían ser los primeros que tuvieran talento, y vemos también que no es así, para nada. Es por tanto que no se puede hablar de una forma tan ligera del talento, al menos como se está haciendo en la actualidad. Se ha de tener una gran consideración hacia esta elevada virtud del talento y no verla tal como si fuera una facultad intelectual más. Quien tiene talento no está tan preocupado por el reconocimiento de su persona como sí de su obra creada, pues es por ella, y a través de la misma, como le da sentido a toda su vida. Sin su obra, sin su creación, no es nada, no es nadie. Por el contrario, quien
  • 24. 23 no tiene talento, estas cuestiones no tienen cabida en su concepción y/o entendimiento de las cosas, y mucho menos todavía en su sentido existencial. Simplemente no es algo que le sea prioritario ni vital, y ni tampoco necesario. Para el verdadero talento no es nada raro ni extraño que toda su vida gire sobre su obra o idea. Y de igual forma que a un pez no le parece insólito vivir en el agua, y por ello ni siquiera se lo plantea, de igual modo le pasa a quien tiene talento. Para tener talento es necesario poseer una horma ya dispuesta. Y lo cierto es que no es nada fácil encontrar a personas con talento, ya que son gentes, por norma general, que no se relacionan de forma abierta como el resto. Se encuentran tan involucrados en su mundo interno que aparecen muchas veces tanto como tímidos, o extravagantes. Aunque también es cierto que no hay un patrón para poder definirlos con acierto pues los hay con personalidades contrarias, es decir, excesivas, que rayan los límites lógicos, y que sin duda les hace ser poseedores de un estado único, propio.
  • 25. 24 Aun así hay algo que tienen todos ellos en común, y es el vasto universo que ostentan dentro de sí mismos. Son una gran mayoría los talentos y genios que han sido catalogados como excéntricos o locos de atar, al quedar atrapados en sus monumentales parcelas de introspección. La gente que somos normales, las de a pie, no somos, ni tan raros, ni tan extraños, y ni por asomo disponemos de esas laberínticas nebulosas de creatividad espontáneas. Así es por eso que solemos ver a los talentos y a los genios como gente que no está bien de la cabeza, que son inadaptados, que están en otro mundo, o se hallan fuera de éste. Y somos nosotros los que quizás en realidad no estamos en línea, en sintonía con ellos y su asombroso mundo creativo. Quienes tienen talento se encuentran en un nivel distinto y hacen un uso de sus recursos propios de una forma más creativa que lo hacemos el resto. Somos los demás quienes aún estamos muy atrasados con respecto a ellos.
  • 26. 25 Pero lo peor de todo esto es que somos los normales uie es ee os ue esta os por delante, cuando realmente son ellos los verdaderos artífices del avance del mundo y de la sociedad en general, aunque al mismo tiempo también son luego a quienes menos reconocemos y damos valor. Es más, a todo lo largo de la historia ya vemos como a los grandes talentos y genios casi siempre se les ha reconocido tras su muerte. Parece que el hacerlo en vida nos resulta muy precipitado o no tan meritorio. Es un signo muy claro de envidia malsana, o también de incapacidad para reconocerlos a tiempo, evitando de tal forma que nuestro orgullo propio o vanidad queden muy humillados o tocados al existir una comparación con ellos. Y es que no llevamos muy bien eso de tener a un vecino, a un amigo, o a un compañero de trabajo, que sea un talento, y por contra nosotros no. Es algo que no entendemos, sobre todo porque al verlos todos los días, y a todas horas, nos parecen gente normal, del montón, o lo que es lo mismo, sin nada que revele en ellos algo fuera de lo común.
  • 27. 26 Incluso en más de una ocasión lo habremos visto como personas simples o distraídas. Es por ello que cuando nos enteramos que son unos genios o talentos no lo llegamos a entender, no lo podemos creer. Nos resulta imposible que puedan serlo realmente. ¿Están diciendo por ahí qué David es un genio?... ¿Pero desde cuándo lo es? !!Si ha sido siempre vecino mío y lo conozco desde que era pequeño!!… Pues así sucede, tal cual es. Ocurre que no apreciamos al talento que tenemos delante porque sólo hemos considerado lo habitual, lo normal, y lo cotidiano, como lo único a tener en cuenta. El talento todavía nos pilla muy lejos como para reconocerlo, y quienes en la actualidad hablan tanto del mismo no saben ni de lejos qué es en realidad. El talento no se puede confundir con tener ciertas habilidades. Son cosas muy distintas. Sí, de acuerdo, puedes tener un piano o un violín y tocarlos con gran virtuosismo, pero
  • 28. 27 si no tienes talento para crear música nada de ello te servirá. Una cosa muy distinta es ser un virtuoso y otra cosa es tener talento. O lo que es lo mismo, una cosa es tener ciertas habilidades y otra es tener talento. Esto es como si sabemos mucho de filosofía pero luego no aportamos nada propio a un nivel filosófico más allá de lo aprendido en la universidad. Ocurre igual que si tenemos un barco pero no sabemos navegar. El talento no se aprende en una escuela, o universidad, aunque eso no quita que ello pueda contribuir a mejorarlo, está claro. Un talento no estudia para tener talento pues ya lo tiene de por sí. En todo caso ahondará en la materia en la cual está capacitado con el propósito de mejorarla o superarla. Lo cierto es que la gran mayoría de talentos lo son, o lo han sido, casi siempre, de forma autodidacta. Son creadores natos. Es muy raro encontrar a un talento que nunca haya creado algo, algo por sí mismo. Es muy poco probable también que un talento se quede solo en interpretar o reproducir lo que han hecho otros.
  • 29. 28 En todo caso lo que sí hará es completar, o superar, lo que otros ya habían creado con anterioridad. Podemos observar un ejemplo de todo esto en los llamados hackers, jóvenes con una gran habilidad en informática pero que en realidad nunca han hecho una carrera sobre ello, o no la han llegado a terminar. De igual modo pasa también con músicos, escritores, pintores, inventores, o emprendedores. Se podría sacar una larga lista de talentos que no brillaron precisamente por ser buenos en los estudios, es más, mucho de ellos fueron incluso considerados por sus profesores y/o mentores, como unos perfectos inútiles que nunca llegarían a nada. Esto nos demuestra de alguna forma que en las escuelas, tanto los profesores y quienes proponen el sistema educativo, no saben ni conocen las necesidades verdaderas de los estudiantes, y es así porque también todos ellos forman parte de un sistema concebido para gente digamos que torpe y sin recursos creativos propios.
  • 30. 29 Quienes no tienen talento es imposible que se les pueda pasar por la cabeza una clase de educación o sistema de enseñanza que no sea el que sus esquemas mentales le han hecho verlo así. No dan más de sí. Es lo que aprendieron en su momento, y ahí es donde se quedaron. Es ya sabido que los alumnos que poseen un gran potencial intelectual se aburren de una forma soberana en una suerte de clases que parecen concebidas más bien para quienes tienen poca creatividad e inteligencia. Es así normal entonces que los talentos no saquen buenas notas o se tengan que ir del colegio antes de lo previsto. Una enseñanza que es tan poco sugerente y atractiva, es opuesta a la naturaleza vital de unos niños y jóvenes que rebosan por todos lados dinamismo y energía a raudales. Las escuelas y universidades están creadas y diseñadas para fabricar personas autómatas que en un futuro formarán parte de todo un sistema de producción, pero está claro que no están hechas para lograr talentos. Esa es la realidad. No hay más.
  • 31. 30 Y aunque es muy cierto que vivimos en un mundo donde es necesario proveer de todo lo necesario para poder vivir de una forma práctica y cómoda, no podemos negar que algo estamos haciendo muy mal, al menos viendo la gran crisis que tenemos encima. Estamos en un momento donde hace falta con urgencia fomentar cambios que estén acordes a los tiempos en los que vivimos. Y es por ello del todo necesario que salgan a la palestra gentes que puedan aportar una nueva visión. Si todo sigue igual seguiremos en la misma tónica, repitiendo una, y otra vez, patrones que ya han quedado del todo obsoletos. Es por lo tanto fundamental que el mundo de la educación reflexione sobre esto. De seguir en esta dirección es normal que pase lo de siempre, esto es, que quienes tienen talento de verdad al final se vean obligados a tener que salir del sistema educativo lo antes posible, pues si se quedan por mucho más tiempo están en peligro de perder sus destacadas facultades, ésas mismas que les hacen ser lo que son.
  • 32. 31 Y lo peor de todo este desaguisado es que los demás, aunque no tengamos esa misma capacidad innata para el talento, que tienen ellos, suframos una merma muy perjudicial al faltar ellos como referentes. Los niños, por poner un ejemplo, hemos de entenderlo así, son niños, y no máquinas, y esto parece que hay quienes todavía no lo entienden. Está comprobado que los niños aprenden mucho más con el juego que con el estudio rígido y tedioso. No es normal ni lógico para unos niños eso de estar metidos en aulas, junto a otros tantos, encerrados y obligados a estar durante toda una mañana, o parte del día, a escuchar a unas personas mayores, los profesores, que no conocen de nada, y no son sus padres, aparte de tener que estar atentos a cosas que ni entienden ni tampoco les interesa en realidad. Y ojo, no se trata de dejar a los niños en la calle y abandonarlos ahí a su suerte. No, no es eso. Se trata de que quienes conciben los planes de estudios y/o ponen en marcha los sistemas educativos, se pongan en el lugar de ellos, los niños y jóvenes, y busquen las
  • 33. 32 fórmulas propicias para que el estudiar sea en realidad un juego más que un desagrado. ¿Acaso no sería así más fácil y mejor? pues ¿habrá algo mejor para los niños que jugar? ¿no estarán siempre más atentos y pondrán más empeño en el juego que en otra cosa? Es lo que tienen los juegos de asombrosos, que son capaces de educar e instruir de una forma divertida y creativa al mismo tiempo que fomentan el talento. Los niños, y también los jóvenes, que tienen la mente prácticamente sin estrenar, están más dispuestos a aprender así antes que de cualquier otra forma. Sólo tenemos que ver una cosa, y es la gran habilidad que tienen a la hora de manejar y utilizar toda clase de dispositivos y aparatos como ordenadores, mandos de televisión y vídeo, teléfonos móviles y demás artilugios. En internet se ven vídeos de niños aún muy pequeños que son unos virtuosos que tocan instrumentos musicales o realizan otra clase de habilidades sin que les suponga esfuerzo
  • 34. 33 ni sacrificio alguno. Y lo más curioso es que lo han aprendido jugando, sin necesidad de hacerlo mediante un estudio concienzudo. Viendo esto habría que pensar que incluso podrían realizar cosas aún más complicadas si les dejáramos hacer. Un sencillo ejemplo de esto lo podemos ver en la gran dificultad que tenemos, a partir de cierta edad, para aprender idiomas, y sin embargo ellos, los niños, lo hacen incluso a la vez con varios y sin problema alguno. Está en su naturaleza el querer aprender, el querer saber de todo lo que les rodea, y si eso encima lo hacen jugando, pues mucho mejor. Pero claro, eso podría ser práctico y efectivo si la enseñanza que se da fuera divertida y creativa, algo esto que de antemano ya les provocaría un entusiasmo tan propio de su edad y condición. Hay que decir que existen escuelas donde el tipo de educación está más o menos basado en este método o fórmula. Así entre las más
  • 35. 34 conocidas está Summerhill, que fue fundada por Alexander Sutherland Neill, en 1921, en Suffolk, Inglaterra, siendo pionera entre las conocidas como escuelas democráticas. Con este modelo de escuelas se prima sobre todo la felicidad del niño, junto al amor y el respeto, como bases fundamentales para la convivencia en sociedad. En este tipo de escuelas se han dado casos de niños que fueron en su día expulsados o desahuciados, de otras, por ser catalogados como difíciles y pésimos estudiantes a la par que conflictivos, pero que bajo esta fórmula realizaron carreras de grados superiores sin dificultad alguna, además de forjar a la vez personas con una estimada conducta social. Pero se da la circunstancia que este tipo de educación no interesa y no entra al parecer en las mentes tan cerradas y ortodoxas de los dirigentes de las entidades y organismos relacionados con el mundo de la enseñanza.
  • 36. 35 El innovador y vanguardista fundador de la escuela de Summerhill de ía ue preferiría ver que una escuela produce un barrendero feliz antes que a un erudito neurótico . Y tal vez todo esto funciona así porque aún vivimos en una sociedad engañada, o quizás equivocada, donde todos, a la vez, también nos engañamos entre unos y otros, creando toda una equivocación generalizada porque seguimos empeñados en mantener modelos que en realidad, como ya vemos, no son ni saludables ni éticos. También ocurre que al estar metidos tan de lleno en este sistema, ya lo admitimos como algo normal, creando con ello un paradigma o modelo estándar a seguir, otorgándole, al mismo tiempo, un valor incuestionable a la vez que inamovible, por lo que siendo así, el que ahora vengan los de siempre queriendo encontrar talentos por todos lados, suena a ironía malvada. Todos ésos, que no han movido nunca en la vida ni una sola pestaña por intentar hallar nuevas fórmulas o ideas para poder renovar este ya más que obsoleto sistema educativo
  • 37. 36 se desviven ahora hablando del talento por todos lados como si hubieran sido ellos sus descubridores, cuando no saben qué es eso, y además, y para más inri, querer también ser ellos los que lo den por válidos o no. Quizás para poder hablar de talento habría que poseer también un poco del mismo, en una mínima cantidad razonable, y no tanto como lo contrario, esto es, nada. Y es que no es normal que en la actualidad el talento sea visto tan solo como el poseer unos estudios a nivel universitario, además de un puñado de másteres. Eso no es tener talento, eso es tener capacidad de estudio, nada más. Es por eso que el talento del que tanto se habla ahora debe ser tratado, visto y estimado, con el mérito que merece, y no ser tomado por el contrario de una forma tan frívola como se está haciendo. No se comprende cómo los que manejan y dirigen el sistema educativo no se percatan de todo esto, aunque quizás es porque lo evalúan todo según sus creencias arcaicas. Y es triste que todos éstos que ahora se creen grandes innovadores y vanguardistas, luego
  • 38. 37 no aporten nada nuevo, y lo que es peor de todo, confunden disfrazando lo que siempre ha sido sencillo y natural, con todo tipo de lenguajes cursis, volviéndose a repetir, otra vez, perspectivas y situaciones anteriores. La modernidad o la innovación no son como algunos creen ahora, es decir, vestir lo que es antiguo con vestimentas nuevas. Ya bien lo exp esa el ef á ése de Aunque la mona se vista de seda mona se queda . Ahora esto del talento es una moda, se ve por todos lados, aunque afortunadamente nos encontramos en un tiempo donde todo, de alguna forma, está cambiando cada vez más rápido. Es gracias a las llamadas nuevas tecnologías, y entre ellas, sobre todo, a las vitalistas y dinámicas redes sociales, desde donde se están produciendo, y también a la vez propiciando, contundentes cambios que están haciendo que todo ya esté tomando un nuevo y fascinante rumbo. De hecho se están viniendo abajo muchos de los antiguos esquemas empresariales por obra y gracia de jóvenes talentos que hacen que las cosas funciones de otra forma hasta
  • 39. 38 ahora desconocida. Empresas como Google, Facebook o Twitter, entre otras muchas, se están configurando como la nueva cultura a nivel empresarial que ya está aquí. Así los grises y rígidos directivos de corbata y chaqueta, que han estado manipulando el mundo, se están viendo ya desplazados, por fin, por la nueva savia de jóvenes talentos que están aflorando y que no necesitan ya hacer uso de parámetros tan desfasados. Es hora de que quienes poseen talento de verdad sean quienes ofrezcan una visión del mundo más actualizada a la vez que actúen como punta de lanza de la innovación, y sin tener que ser corregidos ni evaluados por los que en realidad no tienen, ni nunca han tenido, talento.
  • 40. 39 TALENTO Vs HABILIDADES Hay infinidad de definiciones y también de opiniones con respecto al talento. El talento es una habilidad dada de forma natural que es innata en quien lo posee. Quienes tienen talento de verdad lo revelan sin aportar esfuerzo alguno. El talento no se aprende pues ya viene en la persona, y no le hace falta para su constatación de ningún diploma ni título que lo certifique. Por su parte, la habilidad, siendo diferente pero no menos importante que el talento, se logra como norma general, por medio de la práctica o el estudio, de forma constante y regular. Hay similitudes entre ambos aspectos, pero no son iguales. La diferencia más sustancial está en que el talento tiene de alguna forma una predisposición innata, y la habilidad lo es por una adquisición de conocimientos, o práctica sistemática a través del tiempo o la experiencia.
  • 41. 40 Se puede dar la circunstancia en que ambas facultades, talento y habilidad, convivan al mismo tiempo y a la vez, aunque esto se da sobre todo en el caso donde el talento está en su máxima expresión, aunando tanto la inspiración creativa que lo dinamiza, como la destreza particular con la que culmina el proceso completo de la obra creada. Sin embargo, en el caso concreto de poseer algún tipo de habilidad específica no es tan necesario, ni obligatorio, que el talento esté también presente. O lo que es lo mismo, se puede tener una gran habilidad pero no por ello tener talento. Esto lo podemos entender mejor a través de algunos sencillos ejemplos. Vamos a imaginar a una persona que tiene una extraordinaria habilidad como artesano para fabricar instrumentos musicales, y que hace su trabajo con gran destreza al mismo tiempo que siente amor y devoción por ésos instrumentos que fabrica. Se esmera con el sonido y acabado de cada uno de ellos. Pero sin embargo sabe, muy a pesar de él, que no tiene talento para crear música.
  • 42. 41 Esto también lo podemos apreciar en quien es un médico que obtuvo excelentes notas en la facultad, y en su trabajo es reconocido como un buen profesional, pero que luego en realidad tan sólo receta medicinas en su consulta o ambulatorio, no teniendo talento alguno para investigar, o descubrir posibles curas, o hallar remedios a enfermedades. De igual modo ocurre igual con quien es un ingeniero muy cualificado pero que no tiene sin embargo talento para crear dispositivos o maquinarias, dedicándose sólo a aplicar lo que estudió en su día. Así, de igual forma, pero al contrario ocurre con el ejemplo de una chica que nunca ha ido a una academia, o escuela de canto, y que tampoco ha recibido clases de voz por parte de nada ni de nadie, pero que posee sin embargo un talento natural para cantar y una voz que sorprende a todo el mundo. O un chico que tuvo que dejar el colegio por ser un pésimo estudiante pero que gracias a su habilidad para el dibujo se convierte en un talento para el diseño y la moda.
  • 43. 42 O un hombre, que con un pequeño negocio y sin tener apenas capital y apoyo, luego gracias a su talento para los negocios lo ha convertido en toda una empresa de éxito. Por lo tanto vemos la gran diferencia que hay entre tener talento y tener habilidades. Pero hay algo que es muy importante en todo esto, y es que no todo el mundo tiene por qué tener un gran talento. Y tampoco es necesario que sea así, pues el tener grandes habilidades es algo que se ha de tener muy en cuenta pues hay más gente que posee habilidades que talento, y es ahí donde se tiene que poner atención. Claro que como siempre ha pasado, ni a la gente con talento, ni tampoco a los que han tenido habilidad, apenas se les ha tenido en cuenta. Es de sobras conocida la queja generalizada que existe sobre la gran cantidad de gentes que ocupan trabajos que no merecen o no responden tal como debían. Sí, vale, los hay con mucha carrera universitaria, y también con mucho expediente académico, pero que
  • 44. 43 luego están muy faltos de prestancia, en el sentido de no existir en ellos una relevante actitud que esté más allá de lo simplemente técnico o académico. Ya no sirve tan sólo con presentar títulos y diplomas que certifican una aptitud. Ahora se hace quizás más necesario poseer una buena actitud que cualquier otra cosa. Hay quienes dicen que para llegar a ser un buen directivo, o trabajador, sería ideal que fuera amable, rápido, resolutivo, dinámico, responsable y eficaz, y si encima es un gran profesional, un experto en su cometido, ya sería rizar el rizo. Es decir, nada que ver a lo que hasta ahora se ha estado haciendo, pues tan sólo se ha considerado únicamente válido el tener una capacidad o conocimientos específicos para realizar las tareas concretas. Sólo eso. Así, todo lo demás, ya sea responsabilidad, amabilidad, rapidez, resolución, dinamismo y eficacia, no se han tenido, y todavía no se tienen en cuenta.
  • 45. 44 Pues bien, hoy en día, en la actualidad, la figura del líder, o trabajador de la que tanto se habla, es ésa precisamente. Es lo que se conoce ahora como liderazgo. Sobre todo ya no vale el típico directivo gris, riguroso, y poco amable, que va todo el día con chaqueta y corbata. De hecho a muy poca gente le inspira confianza esa imagen. En cuanto se ve alguien así, de esa guisa, al instante se percibe ya cierto aire de recelo hacia ellos. Es un formalismo que de algún modo ha quedado bastante en entredicho. Ya vemos como en la mayoría de medios de comunicación, las redes sociales, e internet en general, no era oro todo lo que relucía. Quienes han ido siempre más pertrechados y llevando siempre puestas las fundas del formalismo, son los que ahora, de alguna forma han defraudado más. Ahora, en la actualidad, los valores cuentan más que las apariencias. Ahora el líder ya no solo debe serlo sino además parecerlo.
  • 46. 45 Y es por eso que se hace del todo urgente y necesario poner en alza valores como son el talento y las habilidades, pero sobre todo las actitudes. Las empresas que funcionan bien hoy en día tienen entre sus objetivos prioritarios que la cultura empresarial sea muy distinta a como había sido antes, o aún lo es todavía. Y es que el ser humano, la persona en sí, ha de ser siempre lo más importante, la clave de todo, la base de ellas mismas. Sin personas, no hay empresas que valgan. Ni nada, claro. Es por eso que cada vez se apuesta más por tener en las empresas y administraciones de carácter público, a gentes con unas grandes dosis de talento y habilidad emocional. Pero claro, para que eso ocurra, también es necesario que quienes promuevan todo eso, también deban poseerlos. O al menos poder reconocerlos. Pero no es de recibo que sigamos actuando bajo premisas del pasado. Las agencias de talentos que tanto pululan por doquier han de darse cuenta de todo esto, y no pueden
  • 47. 46 seguir con las mismas fórmulas de siempre, disfrazándolas con un lenguaje snob. De tal modo vemos como en la actualidad se utilizan conceptos de forma tan artificial como excelencia, innovación, competencias, objetivos, liderazgo, desarrollo, estrategias, talento, comunicación, gestión, desempeño, recursos, sistemas, transformación o metas. Es un lenguaje tan rimbombante que su uso demuestra de alguna forma que quienes lo usan y utilizan, de ese modo, son como ellos mismos. Es decir, de tal palo, tal astilla. Y lo cierto es que todo eso en definitiva es ser amables, rápidos, resolutivos, y eficaces. Sin más. Es sencillamente eso. Pero claro, ya vemos que está extendida la mala costumbre de querer ser, y aparecer, excesivamente formalistas en los conceptos y formas de actuar, cuando lo cierto es que todos preferimos siempre la naturalidad, ya que es como mejor nos entendemos. Por lo tanto ¿a qué viene entonces toda esa pose artificial?
  • 48. 47 Y es así como ahora por todos lados se dice, y se habla mucho del talento, pero luego sin embargo no se corresponde con la realidad. Vas a una empresa o a cualquier otro tipo de negocio donde se jactan de hablar sobre el talento y demás, y lo primero que hacen es pedirte el currículum sin poner atención ninguna en las posibilidades que, aparte de ello, puedas ofrecer. Siendo así ya vemos que se sigue actuando igual que siempre se ha hecho. No hay por tanto ninguna novedad o diferencia. No sería una mala idea el hacer preguntas a los candidatos que tengan que ver con sus actitudes a nivel personal en una entrevista. Algo como ¿qué ofrece usted que podamos tener en cuenta, y sea mucho mejor que su currículum y expediente académico? ¿Tiene algún tipo de talento, o habilidad especial? ¿Qué actitud tiene ante la vida? ¿Qué es lo que más le gusta hacer? Y sin llegar a hacer un análisis psicológico, en profundidad, no sería mala idea que los departamentos de recursos humanos de las empresas tomaran ya el desempeño de su apelativo, es decir,
  • 49. 48 ser más humanos y no conformarse con ser un órgano administrativo más que tan sólo se ocupa de realizar y gestionar bajas, altas, vacaciones, nóminas, o despidos. Si no se van a interesar sobre las necesidades que las tienen personas en la empresa, entonces ¿A qué viene ese nombre tan rebuscado de recursos humanos? ¿Es acaso para dar una imagen de modernidad o innovación? Todavía hay empresas y/o empresarios que no están en la onda adecuada, por lo visto. Y eso que luego van por todos lados como si fueran excelentes innovadores, asistiendo a charlas, debates y ponencias sobre talento, pero que luego siguen actuando igual que siempre. Hay impregnado un cierto paradigma en la forma de hacer las cosas que aún no hemos sabido quitarnos de encima. Y todo ello es por la gran falta de talento emocional que hay en las empresas y organismos públicos, sobre todo en sus directivos o gerentes, los cuales piensan y actúan muchos tal como si todavía vivieran en el pasado.
  • 50. 49 Y lo cierto es que quienes van a dar siempre una mayor, menor, mejor, o peor publicidad a una empresa son sus propios empleados. Por lo tanto es desde dentro de las propias empresas donde hay que hacer valer todo el entramado. Es necesario y urgente entonces que las empresas y organismos públicos se empeñen en fomentar programas que estén destinados a impulsar actitudes para lograr alcanzar una excelencia de las mismas. Pero para lograr eso hace falta que exista toda una voluntad contundente y una convicción real. No se trata, como se hace en muchos sitios, de dar un lavado, o maquillado rápido, con vistas a dar una imagen de cara a la galería. Para que resulte posible un buen programa de Excelencia debe tener un hondo impacto en las actuaciones. Si no, no sirve de nada. Hace ya un tiempo estuve trabajando como comercial en una empresa de prevención y riesgos laborales, y en una ocasión tuve que visitar a unos clientes que tenían un negocio de instalación y venta de equipos ofimáticos y material de oficinas.
  • 51. 50 Ese día tenía cita con uno de los directivos de la susodicha empresa para ofrecerles un paquete de nuestros servicios, además de comentar unos asuntos sobre unas facturas que quedaron pendientes de pago. Al entrar en la recepción de la empresa había grandes carteles en las mamparas y cristaleras en las cuales se informaba de las certificaciones de excelencia y calidad que poseían. Casi todas eran las típicas ésas de diseño vanguardista en las que se ven a ejecutivos y secretarias sonriendo con una amabilidad exultante, y en donde se ensalza sobre todo el talento como valor principal. Me pareció fenomenal que aquella empresa tuviera ese espíritu amable e innovador. Al menos es lo que parecía. Al acercarme al mostrador de recepción una chica estaba atendiendo llamadas a través de un teléfono manos libres, de oficina, de esos que permiten trabajar a la vez que se habla. Mientras esperaba a que la chica se encontrara en disposición de atenderme me paré en observar las paredes del habitáculo donde estaba. Se encontraba lleno de frases
  • 52. 51 típicas de ésas sobre actitud, entusiasmo y buenas intenciones. Y también, al igual que en los paneles y cristaleras que había en la entrada, tenían más certificados de calidad y gestión de la excelencia empresarial. Queriendo hacer notar de mi presencia allí le hice a la chica una mueca afable. A lo que ella, mirándome de soslayo, ni tan siquiera prestó interés. Me di cuenta en ese instante que se encontraba en una conversación que para nada tenía que ver con cuestiones de tipo laboral. Hablaba con una amiga de un viaje a Londres que hizo con su novio, hacía una semana atrás, y al momento enlazó de inmediato hablando de un curso que habían realizado de Coaching Empresarial, en días atrás. Al instante llegó quien parecía uno de los jefes, así muy bien trajeado y con corbata, instándole a la chica con urgencia a que le enviara un fax. Ella, desprevenida, cortó el teléfono rápidamente, sin despedirse de su amiga que estaba al otro lado de la línea. El jefe, de mediana edad, le dijo a quién debía
  • 53. 52 mandar el fax, así dicho con cierto aire de importancia. Mientras la chica se ponía en la faena, el directivo con cierto aire de galán de película de los años 70, le preguntó sobre su viaje a Londres, con una sonrisa pícara a la vez que paseaba su vista sobre sus ponderadas y exuberantes curvas femeninas, las cuales la chica las exhibía de forma muy provocativa a través de su sensual vestimenta. Ella, que estaba de espaldas, mientras ponía el fax, le contaba con entusiasmo parte de lo acaecido en el viaje, mientras él tenía su vista puesta en su anatomía, no perdía ni un detalle. Estando así, hice un carraspeo con la garganta con el fin de hacer notar allí mi presencia. El jefe, que se vio sacado de su ensoñación lasciva con mi inoportuno gesto, al momento dijo que debía seguir con sus cosas. La chica, que ya había terminado de poner el fax le despidió con una sonrisa del todo aduladora. De pronto, de nuevo, la chica, y con un semblante del todo contrario al que
  • 54. 53 mostró con su jefe, se dirigió hacia mí con una actitud seria, casi molesta. Me presenté y le dije el motivo de mi visita. Al segundo sonó de nuevo el teléfono, y lo cogió sin siquiera responderme. Dando el típico saludo de cortesía tan artificial que se da en la mayoría de empresas y que parece hecho por una máquina automatizada, de pronto la chica cambió de actitud y se tornó muy presta y simpática. Se trataba según la conversación de alguien importante de otra empresa que quería hablar con uno de sus jefes, y ella, solícita, le dijo que le pasaría con uno de ellos. Al dejar el teléfono de nuevo se puso seria y me dijo que en esos momentos sus jefes se encontraban en una reunión, y que mejor me pasara más tarde. Todo ello dicho con rapidez y sin agrado. Le dije que tenía cita a esa hora y que no podría volver luego. Ella, sin poner el más mínimo interés, me dijo que no podía hacer otra cosa, a la vez que marcaba el teléfono y hacía una llamada.
  • 55. 54 Llamó a su amiga de antes, y le dijo que había llegado su jefe y que tuvo que colgar. Lo dijo estando yo delante, sin tan siquiera mostrar al menos un mínimo de prudencia. Detrás de ella, en la pared, había entre los demás certificados y diplomas de calidad un cuadro con la fotografía de una secretaria sonriente en la que se decía lo importante que era la atención a los clientes en dicha empresa. La chica, viendo que yo aún seguía allí, le pidió a su amiga que esperase un momento, y dirigiéndose a mí molesta, me dijo que iba a tomar nota y que ya me llamarían cuando pudieran. Le comenté que si no había forma de informarle a su jefe de mi presencia allí, y sobre todo, recordarle la cita que tenía conmigo. Ella, de nuevo, y ya con muy poca delicadeza, me repitió encarada que en esos precisos momentos todos sus jefes estaban reunidos. Pensando que no tendría más remedio que volver otro día, al momento aparece el que parecía ser otro de los jefes, saliendo rápido por uno de los despachos. Ella, la secretaria,
  • 56. 55 otra vez de nuevo, cortó el teléfono a toda prisa. Como por arte de magia, cambió su actitud desagradable pasando de repente a ser cordial y solícita. Este jefe, mucho más serio que el otro, le dijo a la secretaria que tenía que salir, a lo que ella, complaciente y apresurada le dijo que él tenía un almuerzo al mediodía con unos clientes, y que se lo recordaba para que lo tuviera en cuenta. El jefe asintiendo y sin decir nada se dirigió hacia la puerta de salida mientras ella, con un tono de cordialidad exagerada le dijo un hasta luego pronunciando su nombre al que puso el Don por delante. Antes de salir el jefe me quise adelantar y le pregunté si él era don Fulano de tal. Antes que él me contestara, la chica, viendo que podía ser descubierta por su mala forma de actuar conmigo salió del mostrador rápida y le dijo al jefe quién era yo y qué asunto era el que me trajo allí. Por supuesto, no digo nada sobre el rato que estuve esperando allí. Quiso dar la impresión de que yo había llegado en ese justo instante y no le había dado tiempo de informarle de mi presencia.
  • 57. 56 Se trataba del jefe con quien tenía la cita. El directivo, con cierto desdén, me dijo que se le había olvidado por completo y que si me parecía bien podíamos quedar otro día. Muy poco convincente me refirió que tenía el día muy ocupado y además tenía también una reunión más tarde con unos clientes, y le iba a ser muy difícil atenderme. La chica, que volvió al mostrador, retomó de nuevo la charla por teléfono con la que era su amiga, al menos según se apreciaba por el volumen de voz y forma de hablar. Mientras, el directivo, por su parte, se fue sin decir nada más. Antes de irme y sin saber qué hacer, entró en la oficina quien parecía ser un cliente, y el cual se vio también obligado a mirar los carteles y diplomas de calidad y gestión de la empresa mientras la secretaria terminaba su conversación. Me miró y con un gesto de santa paciencia me hizo ver que aquello era por lo visto lo normal allí. Acercándose con disimulo, justo
  • 58. 57 donde yo me encontraba, y a punto ya casi de irme, me dijo así, en un volumen bajo de voz, para que nadie nos escuchara, que las empresas se quejan de la crisis pero no se dan cuenta que son ellas las que las causan, y que se habla de mucha atención al cliente y se hacen muchos cursos de excelencia y todo eso, pero luego siguen actuando igual. Era normal entonces, me dijo, que se estén cerrando tantos negocios y empresas. Y que los directivos, ejecutivos y gerentes no son consecuentes con su responsabilidad, y que los empleados al fin y al cabo se dejan llevar actuando igual que ellos. Al momento, la secretaria, viendo que algo no muy bueno se cocía más allá de donde ella podía escuchar, interrumpió su llamada de teléfono y reclamó al cliente para que le expusiera su demanda. Antes de salir por la puerta escuché como la secretaria le decía al hombre con un tono lastimero que estaba todo muy mal y que cada vez había menos trabajo, que estaban muy alarmados por la competencia y que la crisis les estaba haciendo mucho daño, que
  • 59. 58 además no sabían ni cuánto sería el tiempo que aguantarían, y que incluso ya se estaba hablando de despidos. Saludando desde la puerta sin obtener respuesta por parte de la chica, me fijé de nuevo en el cuadro aquél donde se expresaba lo importante que era para esa empresa la atención al cliente y la excelencia. El hombre, que no encontró en la empresa lo que fue a buscar, también se vino conmigo. Una vez en la calle me comentó que muchas empresas piensan que los clientes vienen solos, y ya está todo hecho. Mientras me hablaba de ello me señaló algunos negocios y empresas que tenían puesto el letrero de Se Vende o Se Traspasa. Justo delante de un anuncio que ofertaban cursos sobre talento empresarial se acercó y me dijo que no era necesario tener tanto talento y sí más ganas de hacer las cosas bien. Me dijo adiós al tiempo que movía la cabeza en un gesto negativo mirando todos los negocios cerrados. Cada cual tomamos nuestro camino.
  • 60. 59 SE NECESITA CON URGENCIA UNA BUENA PERSONA PARA TRABAJAR. NO ES NECESARIO TENER NINGÚN TALENTO En cuántas ocasiones hemos visto actitudes pasivas, de poca o nula atención al público, de falta de rapidez y eficacia, y en donde la mayoría de empleados no son resolutivos, con largas colas, trabajadores que no ponen ganas en su labor, empresas donde el modo de trabajar durante años ha sido el mismo, y el cual se ha ido transmitiendo de unos a otros, y haciendo que lo normal sea que el cliente sea visto tan solo como un ingreso económico en caja. Ya está. El gran problema se encuentra en cosas así, en que la mayoría de empresas, y también administraciones u organismos públicos, no tienen como objetivo el ofrecer un servicio, de calidad, sino tan sólo hacer negocio.
  • 61. 60 No deben olvidar que todos somos clientes, y ellos, directivos y trabajadores, también lo son en cualquier momento de sus vidas, y al final, nosotros y ellos, elegimos siempre en donde nos sentimos bien atendidos. Somos clientes a diario de supermercados, bares, panaderías, metro, autobuses, gasolineras, peluquerías, taxis, tiendas de informática o administraciones públicas. Durante todo el día hacemos uso de empresas y negocios de todo tipo. Y es muy curioso que apenas nos demos cuenta que cuando utilizamos una empresa, negocio, o administración pública, para cualquier necesidad, no pidamos luego al menos un poco de consideración. Sobre todo en lo que respecta al trato recibido, a la atención al cliente. Y ocurre que cuando luego somos nosotros los que trabajamos de cara al público, nos olvidamos de esto, siendo con los clientes lo mismo de poco amables, poco rápidos, poco resolutivos y poco eficaces que lo han sido también antes con nosotros cuando hemos sido clientes.
  • 62. 61 Y es ahí donde está el gran fallo de todo esto. No se puede hablar entonces de tener talento o de excelencia cuando no hay una actitud para ello. Parece que las cosas están cambiando, o al menos eso es lo que se espera, y es por eso que ya se debe dar un sentido distinto a la interpretación del talento, es decir, no verlo tan solo como una cualidad profesional sino como la forma de hacer todo con agrado y entusiasmo. Es tan sencillo como eso. No se trata de complicarlo tanto. Más que talento a nivel profesional debería estar por muy encima el tener un talento emocional destacado, lo cual afectará luego en todas las demás facetas, ya puedan ser de carácter profesional o personal. Es algo muy fácil de entender, pero todavía se piensa que las capacidades académicas y profesionales son las únicas que han de ser consideradas, las únicas a tener en cuenta, dejando fuera los valores personales. Ese es un gran error que en la actualidad se está ya planteando de alguna forma pero que aún apenas se le da la importancia debida.
  • 63. 62 Así vemos como se presta más importancia a la profesión o cualificación académica que a la actitud de servicio a la sociedad, que es al fin y al cabo el objetivo final de todo ello. De tal modo observamos que quienes son funcionarios, directivos o ejecutivos, ponen primero por delante todo su bagaje técnico o académico, para hacer notar que sólo con eso ya están preparados o facultados para todo, sea prestar servicio en una empresa, o administración pública. Y lo peor de todo esto es que la sociedad en general también lo entiende así, cuando en realidad lo que se demanda es tan solo una buena atención y actuación en cualquiera de las acciones que se efectúen. Sería necesario concienciar a la sociedad de la importancia que tiene el realizar las cosas con una actitud eficaz, resolutiva y cordial. Y para eso no hace falta tener talento, y ni tampoco ser un superdotado académico, o técnico. Tal como dijo Leonardo Da Vinci, la sencillez es la mayor sofisticación, pero sin embargo hay muchos que están empeñados en hacer
  • 64. 63 que todo sea difícil y complicado, pues al parecer piensan que así todo es más serio, responsable y creíble. Y sin embargo luego, la simpatía, o la amabilidad, por poner dos actitudes concretas, no son necesarias. Aún se piensa que lo rígido, sobrio y estricto es lo correcto, cuando todos preferimos en realidad ser recibidos o tenidos en cuenta de una forma amable. No creo que ante esto pueda haber quien diga lo contrario. La empresa que su máxima prioridad sea tener empleados que hagan su trabajo de forma rápida, agradable y eficaz es el nuevo paradigma a conseguir. Se supone que los empleados han de poseer los atributos profesionales, académicos o técnicos, que la empresa requiere, pero sin embargo no todo ha de quedar ahí. La formación debe tener en cuenta con el mismo interés los aspectos profesionales al igual que las actitudes. Esa es la forma que una empresa puede llegar a tener éxito, ya que en la actualidad a lo que damos mayor
  • 65. 64 valor e importancia es al servicio prestado, y no tanto a precios o calidad de productos. La competencia se enfoca sobre todo en el servicio. Y es ahí donde hay que poner todo el empeño.
  • 66. 65 ESFUERZO Vs TALENTO Hemos creado una cultura en la cual el esfuerzo y el sacrificio han quedado como las principales acreditaciones del talento, cuando en realidad es justamente todo lo contrario. Quien tiene talento y le gusta lo que hace no le supone esfuerzo ni sacrificio alguno hacer lo que le entusiasma. Son los torpes, la gente incapaz, los que sí han de poner todo su esfuerzo y sacrificio para así poder realizar lo que, sin embargo, quien tiene talento, lo hace con total sencillez y entusiasmo propio. Es por eso que quien no tiene talento debe invertir años de mucho estudio y práctica para lograr su objetivo. Y siendo así, incluso luego ni le entusiasme lo que consiguió con tanto trabajo. Hay mucha gente, yo diría que la inmensa mayoría, que tras acabar sus estudios, y tras un esfuerzo y sacrificio sin par, después de muchos años, no realizan sus profesiones o trabajos con entusiasmo y ganas. Y de algún modo esto ocurre porque han puesto todas
  • 67. 66 sus energías en superar y/o aprobar todos los cursos, asignaturas y pruebas para poder terminar así lo antes posible, y sin embargo no ha sido tanto el amor que se ha puesto en lo aprendido. A veces es más el interés por acabar la carrera, o los estudios, que el entusiasmo por lo que se está asimilando. Es aquí donde se aprecia la gran diferencia con quien tiene talento, el cual suele ser un perdido enamorado de lo que aprende, crea y hace. Además, se desvive por ello. Quien en realidad tiene talento no está tan interesado en terminar, muy al contrario, su intención es seguir avanzando, evolucionar. Hay que pensar que el talento más que una habilidad es una actitud. Una actitud con la cual se anhela siempre el incremento de sí mismo. Es una actitud que no se duerme en los laureles. Es una actitud que tiene ante todo devoción por superarse a sí mismo. Pero claro, esto no es fácil de encontrar, y menos aún en esta cultura imperante donde sólo importa lo práctico, y apenas hay una implicación por hacer las cosas con agrado y compromiso real más allá de lo aparente.
  • 68. 67 No hay una voluntad de poner en marcha un nuevo modelo de sociedad en donde la persona esté antes que cualquier otra cosa. No se aprecian ganas de cambiar este viejo sistema al que ahora muchos quieren dar una apariencia de modernidad. Se sigue esa tendencia, que ya está del todo obsoleta, de creer que lo sobrio, intelectual y artificial es lo más sofisticado e innovador. Eso ya está pasado de moda, por decirlo de alguna forma. Eso de ir a algunas empresas y administraciones públicas y encontrarnos con empleados y directivos que nos reciben con una actitud fingida y fría, y percibimos desde lejos, no se puede llamar innovación, y ni mucho menos talento. Y es ahora muy traída y llevada la cuestión ésa de lo emocional en el trabajo, y que se hagan muchos cursos o talleres de Coaching o de gestión en habilidades empresariales y demás, pero que luego en la realidad no se aprecian. Se sigue viendo que las actitudes son las mismas de siempre. No existe una concienciación sobre lo importante de tener una actitud de cercanía.
  • 69. 68 Hay una queja muy generalizada por la falta de atención, por la falta de rapidez, eficacia y resolución, y de tener que esperar mucho tiempo para cosas, que la verdad, tampoco requieren de tanto. Sí, se habla de una gran profesionalidad pero ante todo hay un gran abandono de la intención, o lo que es igual, de la actitud. Hay que empezar por fomentar un tipo de cultura empresarial donde se contribuya a la cercanía y el buen hacer, y no quedar sólo como una intención sin más. Hay en la actualidad una epidemia de guías, libros, manuales o vídeos, de gentes que se dicen ser expertos en talento o en Coaching, pero que si nos fijamos bien, todos, o casi todos, dicen lo mismo. Son clones unos de otros. Hay un esnobismo que más bien se podría decir idiotismo. No se aporta nada nuevo, y todo sigue siendo lo mismo, pero disfrazado con disfraces lingüísticos ostentosos que no aportan nada. Nulos por completo.
  • 70. 69 UN GRAMO DE BONDAD VALE MÁS QUE UNA TONELADA DE INTELECTO Con referencia a lo que he expuesto en los párrafos anteriores voy a poner un texto a continuación que he tomado de una página de internet que vi no hace mucho. Es muy interesante en tanto en cuanto nos muestra cómo tenemos en consideración y respeto a personas con una cierta reputación, clase o importancia, por encima de cualquiera otro aspecto, aunque lo que digan, o planteen, luego en realidad no tenga ni sentido, y ni pies ni cabeza. Este curioso experimento es sobre todo una gran lección para los que todavía se ponen firmes y rinden una gran admiración ante lo que es políticamente correcto, sin poner en duda y ni siquiera hacer una reflexión de lo que se manifiesta. Es todo un ejemplo de cómo es y se mueve gran parte de la sociedad en los ámbitos de la intelectualidad o erudición.
  • 71. 70 Es esencial que el autor del texto sea visto y considerado como una autoridad o todo un experto en determinada materia. Para demostrar este rentable efecto de las Frases Hu o pro u iadas por Alguie Que “a e , el físi o Alan Sokal ideó hace unos años un experimento de campo. Escribió un artículo para la revista norteamericana Social Test con un título memorable que ha pasado a la historia de la pedantería: Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravitación cuántica. En él, hablaba y hablaba, con un lenguaje absolutamente críptico, de todas las cosas que se le iban ocurriendo: psicología, sociología, antropología... El artículo pasó la criba del Comité de Selección y recibió críticas muy elogiosas de los lectores, que
  • 72. 71 ala a a , e tre otras osas, su laridad de expresió . U es después, el autor del engendro confesó el engaño: todo era una broma, nada de lo que se decía en el artículo tenía pies ni cabeza. El autor había compuesto el texto usando las palabras más oscuras y enrevesadas que conocía y, en muchas ocasiones, había copiado y pegado de otras artículos que hablaban de temas diferentes. Pero de fondo no había absolutamente nada, solo humo: ni una teoría, ni un dato, ni un solo ápice de información real. Cuando se trató de averiguar cómo había podido tener éxito el pastiche, la respuesta más habitual de los que cayeron en la trampa es que se habían dejado engañar por la mezcla entre Frases Humo que no podían rebatir y el prestigio acadé i o del autor Con este claro ejemplo observamos cómo se mueve esta sociedad, y sobre todo cómo lo hacen quienes la dirigen. Ya vemos que en este discurso creado expresamente para ser
  • 73. 72 una trampa, los de siempre, los que aman lo académico, lo técnico, o lo complicado, no han dudado lo más mínimo para salir a dar su visto bueno con grandes loas y alabanzas hacia lo que ellos consideran todo un gran ejercicio de intelectualidad. Observamos sin ningún tipo de estupor la inmensa estupidez y esnobismo que poseen quienes se postulan en lo academicista o lo técnico. Siempre he observado como casi todos los que tienen un cierto nivel de estudios o una cierta cota de intelectualidad diplomada, no se pueden resistir las ganas de demostrar a todos cuál grande es su sapiencia erudita. Suelen los pretensiosos eruditos hacer entre ellos un círculo cerrado, al cual no permiten entrar a quienes no tenga como mínimo un nivel similar. Y aunque sean abogados, da igual si luego están hablando de cocina o de coches. Si no se tiene un nivel de estudios adecuado no se les permite la entrada. Para participar de
  • 74. 73 sus orgasmos intelectuales hay que estar preparados. Eso es lo que parece. He visto como licenciados universitarios han dejado fuera de su círculo de conversación a quienes tenían una titulación de formación profesional, incluso de alto grado, por una simple cuestión de no creer que estuvieran a la misma altura que ellos. Esto se da, y de forma muy frecuente entre los que gustan de utilizar esa cultura así tan tremendamente pedante y absurda, que se encuentra muy extendida ahora por tantos lugares. Al parecer, para este tipo de gentes, la gran mayoría licenciados, no tiene la misma clase ni nivel intelectual, un técnico con un grado superior en electricidad, que ellos. Esto por poner un ejemplo rápido. Y es que está aún en vigor la creencia ésa de que no es lo mismo el haber estudiado con un mono de trabajo, todo lleno de residuos y grasas, que haberlo hecho con vestimenta de calle o de moda, y además con las manos limpias.
  • 75. 74 Todavía hay metido en el subconsciente de mucha gente la cuestión de la clase social incluso hasta dentro del nivel de estudios. Y claro, siendo así todavía nos manejamos en esas lides, con lo que observamos entonces cómo puestos de dirección o altos cargos lo ocupan gente así, que en realidad tan sólo saben únicamente de lo que han estudiado, nada más. De tal modo es normal que el talento no se vea por ningún sitio. Siendo entonces así, ¿cómo vamos a encontrar talento en gente que es así, de tal guisa? ¿Qué capacidad de talento puede albergar quien posee este perfil? Y lo peor de todo esto es que encima hay quienes consideran talentos a los que son de este estilo. Pero volviendo de nuevo al principio habría que preguntarse ¿quién, o quienes, han de reconocer a los que tienen talento? ¿Uno que no lo tiene? Al final esto va a ser como el guía ciego que guía a otros ciegos. Y lo malo es que no se ven visos de cambios al respecto, aunque si se percibe de forma tenue una especie de revolución silenciosa
  • 76. 75 que se está abriendo camino. Pero no es menos cierto que se tardará todavía algún tiempo para que se puedan ver resultados favorables, pues hay ideas que entorpecen el avance, como por ejemplo esa tan insulsa y extravagante que manifiesta la idoneidad de que quien tiene unos estudios superiores está más capacitado, o es mucho más eficaz para opinar, o decidir qué, o cual camino es el correcto a seguir, por encima de cualquier otro que no los tenga. Vamos a ver, seamos serios y lógicos ante todo. Que se sepa, un arquitecto entenderá de arquitectura, un médico de medicina, y un abogado de leyes, pero ya está. ¿O ahora por el mero hecho de tener una carrera ya se vale hasta para gobernar un país? Se escuchan opiniones, y voces, por ahí, de carácter corporativo, como no puede ser de otro modo, claro, que piden que quienes se dediquen a la política deben tener estudios universitarios o superiores, pues dicen que eso garantiza una calidad y garantía.
  • 77. 76 A ver, que se sepa, el ser honrado, eficaz, lógico, ético y responsable, por poner unos ejemplos, no necesita de estudios ningunos. Ser así va en la persona, en su carácter y en sus creencias propias. Tener estudios superiores no garantiza nada en absoluto, pues se puede ser licenciado y poseer varios másteres, pero eso no quita el que se pueda ser también corrupto, injusto, ineficaz o deshonesto. Hay aspectos que no se miden por el nivel de estudios que se tengan. Se trata sobre todo de valores, no de tener facilidad para los estudios, o la erudición académica. Por eso quienes dicen que para hacer política o gobernar se ha de tener estudios superiores no saben lo que dicen. En la política, sobre todo, y tomándolo como ejemplo, lo que sí es necesario es que se tengan valores, todo lo demás es tan sólo currículum profesional. Y ojo, no es tan solo en la política, sino en toda la sociedad donde hace falta que los valores sean lo primero a tener en cuenta.
  • 78. 77 Estamos observando como actualmente casi nada está oculto, y se pone al descubierto lo que antes parecía ser intachable y digno de ser distinguido. Ha quedado ya demostrado que quienes pretendían hacerse pasar por creíbles y cualificados, luego se ha visto en la realidad que tenían, o tienen, tan pocos valores y ética, como quienes a lo mejor no sabían, o no saben leer ni escribir. O incluso peor aún. Ya no vale con tener tan solo un expediente académico o profesional eminente, sino que hace falta ante todo que el factor emocional aporte sus elevados valores para que exista un equilibrio óptimo. No sólo de pan vive el hombre, y es por consiguiente que no solo vivimos de recursos académicos o técnicos. Somos algo más que máquinas productivas, y en estos momentos de cambio se necesita que las actitudes ocupen un lugar destacado en todas las acciones a realizar. Sócrates, el gran filósofo universal, no sabía tan siquiera leer ni escribir, o eso se decía, y nadie ha dudado a lo largo de la historia de su gran talento, valores y capacidad.
  • 79. 78 Y tomando este ejemplo deberíamos pensar que el talento no es tan solo de quien posee una carrera universitaria. Es por tanto que quienes llevan las riendas de gobiernos, empresas y administraciones públicas, deberían pararse a filosofar por un momento y ver que el mundo ha cambiado por completo. Ya nada va a ser como antes. Y lo que no se puede hacer es llevar encima cargas del pasado que nos impiden avanzar. Nos hallamos en una encrucijada sin vuelta atrás, y se deben tomar decisiones que han de corresponder con el momento actual. Y no vale tampoco el camuflar conceptos del pasado haciéndolos pasar por innovadores. Tan solo con una verdadera renovación de modelos y estructuras podremos entrar en esta nueva era. La propia tecnología incluso se está encargando de fomentar y preparar el proceso de cambio en prácticamente casi todas las ideas y creencias, pues muchas se han quedado ya del todo anticuadas.
  • 80. 79 La verdad es que ya se están percibiendo algunos movimientos, pero hace falta que el paso sea decisivo. Y lo único malo que nos puede pasar es que si no llevamos el ritmo adecuado, con la medida requerida, al final la válvula dará aviso de sobrepresión, y eso sería lo peor que podría llegar a suceder. Es por lo tanto muy necesario y urgente que se ponga en marcha un debate profundo al respecto, donde se haga notar que se están dando pasos equivocados. Es sobre todo en el mundo laboral y empresarial, donde se va a apreciar esto con más contundencia, pues hemos de entender que todos, de un modo u otro, dependemos por completo tanto de los beneficios como de las pérdidas que dan el trabajo y la empresa. Toda la sociedad vivimos de ello, por ello y para ello, y todos somos también partícipes y responsables de que haya un saneamiento del sistema, por lo que se debe intentar que sea, cada vez todo, sea mucho más eficaz y mucho más humano.
  • 81. 80
  • 82. 81 LOS VALORES DEL TALENTO Hay algo muy importante que no tenemos costumbre de mantener en el tiempo, y es del todo fundamental pues forma parte del llamado inconsciente colectivo. La mayoría, de nosotros hemos crecido con toda clase de héroes e ídolos a través de los cuentos, películas, dibujos animados, o literatura en general, y de igual forma en todos nosotros ha quedado impregnado las experiencias y vivencias de todos nuestros antepasados o familiares cercanos, creando con todo ello una suerte de valores que permanecen ahí. Así sabemos y entendemos qué cosas están bien y qué cosas están mal. Y claro también puede pasar que posteriormente tomemos decisiones opuestas o lejanas a lo que en un principio sabíamos que eran las acertadas, pero lo cierto es que todos, de una forma u otra sabemos lo que es importante, y sobre todo qué tiene valor.
  • 83. 82 Nos emociona todo aquello que se hace con dedicación y pasión. Nos gusta lo bueno, lo bien hecho, lo bello, las buenas personas, el buen trato. No creo que exista quien no le guste lo bueno, lo bello y lo amable. Incluso hasta quien tiene malos propósitos, o actúa con maldad, y rencor, de alguna forma está mostrando una expresión de sufrimiento o dolor por la falta de todo ello, y se muestra ante todo lo que le ocurre, y ante todos, con una violencia o beligerancia proporcional a la falta de lo bueno y bello que no tiene. Con esto mismo podemos apreciar que esta crisis que padecemos a nivel mundial es en gran medida debida a la falta de todos ésos valores que hemos dejado a un lado, con lo que nos vemos arrojados de repente en la arena, y teniendo que luchar y sufrir por lo poco viable que nos queda. Todos los ídolos o héroes que hemos tenido como referencia han hecho siempre ahínco en los valores primordiales, y eso todos lo llevamos dentro. Pero hay algo que como ya vemos está fallando, y todo es por causa de dejarnos llevar por una deriva malsana que
  • 84. 83 nos conduce a caminos poco saludables, y sobre todo, nada acordes con lo que sí en realidad quisiéramos. Estamos yendo en sentido contrario a lo que deberíamos. Si lo pensamos un poco, detenidamente, todos ésos personajes y/o héroes los llevamos en nosotros, pero como también ocurre en las películas nos hemos dejado llevar por el lado oscuro. Entonces para invocar de nuevo a todos esos héroes, o ídolos, sólo hace falta que alguien, o algo, nos recuerde de nuevo quienes somos y qué queremos realmente. Y son precisamente las crisis las que hacen esto, dándonos un fuerte empujón para que espabilemos. Los gobiernos, las empresas y toda la sociedad en general, hemos de crear y fomentar los cambios para que todo esto tome un nuevo rumbo, y además de forma urgente. Es ahora el momento idóneo para poner en marcha un tipo de mentalidad distinta a como ha sido hasta ahora, siendo ésta la única forma en la que se puede dar un buen impulso económico y social a esta también
  • 85. 84 nueva sociedad que está en pleno proceso de cambio. Pero para lograr que se culmine dicho proceso hemos sobre todo de apostar por las actitudes, ya que son ellas las que facilitarán el que todo lo demás venga por añadidura, se llamen talento o habilidades. Tenemos que pensar que sin entusiasmo no se pueden lograr actitudes favorables, y sin éstas las demás facultades no emergen. No hay talento adecuado si no hay una actitud y un entusiasmo que puedan dar el empuje definitivo. Y es en esto justamente donde se debe poner todo el interés pues de no ser así todo quedará en una mera declaración de intenciones. Sin más. Pero por fortuna ya parece que se divisan ciertas señales que indican la llegada de ese cambio esperado, aunque todavía sea con cierta lentitud. Pero aunque sea así, es lo que todos de un modo u otro esperamos. Por lo tanto, que así sea.
  • 86. 85 RESUMIENDO Hemos de entender que no hace falta tener un talento extraordinario, ni ser un gran genio, y ni tampoco poseer unas aptitudes profesionales o académicas con un nivel de grado superior para movernos por la vida y por el mundo. Si lo pensamos bien, lo que todos queremos o buscamos es ser felices, y no es de recibo que nos tengamos que ver obligados a ser unos talentos o genios para demostrar que merecemos dicha felicidad. Todos somos necesarios, y no todos vamos a ser ahora ingenieros, abogados, médicos o arquitectos. Alguien tendrá que hacer todas las demás cosas para que quede completo el puzle. Hay que valorar todas las posibles facultades y habilidades, sin tener que ser precisamente talentos o genialidades. Una maquinaria funciona a la perfección cuando todas las piezas lo hacen al unísono. Si una de las partes, por muy pequeña que sea, no cumple su función adecuadamente, todo la estructura es inválida. Si una sencilla tuerca
  • 87. 86 no está en su sitio o está muy dañada puede que todo un motor no funcione como es debido. Toda una estructura puede verse afectada si no está todo cohesionado. Es por tanto de vital importancia impulsar las actitudes como la primera pieza a tener en cuenta sobre cualquier otro tipo, incluso de capacidad o aptitud. Hemos de entender que el talento es sobre todo una actitud y no tanto una mera aptitud intelectual, pues las escuelas y universidades, precisamente, no generan esto, ya que la mayoría de los estudiantes no salen de ellas siendo genios ni talentos. Ante todo hay que ser realistas, y debemos entender que en el sistema educativo, como norma general, no crea talentos ni genios. Y es más, como ya hemos podido comprobar, los que sí tenían esa capacidad innata para el talento, no fueron en la mayoría de los casos, necesariamente buenos estudiantes, aunque más bien deberíamos pensar que ha sido siempre el sistema educativo lo que en realidad fallaba, al no ofrecerles un mayor y mejor entusiasmo y/o metodología.
  • 88. 87 Por tanto se hace obligatorio reflexionar en el cómo y dónde hay que poner la atención. Y tirando un poco del hilo nos daremos cuenta que es precisamente en las actitudes donde se ha de hacer hincapié. El talento tiene una base fundamental, y no es otra cosa que lograr la felicidad, ése es su único objetivo. Y todos, de una forma o de otra, es lo que pretendemos en definitiva, por lo que hay que entender que en cada uno de nosotros hay un talento a descubrir. Una felicidad que lograr. El problema está entonces en que apenas hay posibilidades para poder expresarlo o mostrarlo. Hay un estudio donde podemos apreciar la estrecha relación que hay entre el talento y las actitudes en las actuaciones de muchos empresarios, y directivos, hacia sus colaboradores, o empleados, y de cómo afectan las mismas al funcionamiento de las empresas.
  • 89. 88 Según la revista Fortune muchos directivos son despedidos por tener con sus equipos de trabajo y colaboradores unas constantes muestras de insensibilidad hacia ellos. También se hace constar que los problemas tanto de competitividad y productividad en la mayoría de empresas se deben en un 60% a la nefasta calidad de las actitudes de los directivos. Por esto se cree que los gerentes y directivos de empresas deberían apreciar la importancia crucial que han de tener las actitudes por encima incluso hasta de las aptitudes. Las empresas tienen un papel fundamental en la sociedad, y la falta en las mismas de una actitud ética y responsable ocasionan crisis. En los países donde existe una gran calidad directiva, a nivel de actitudes, se aprecia claramente que la economía está muy por encima de los que por el contrario no la tienen en cuenta. Es por esto que si se habla de excelencia empresarial el requisito indispensable para valorar el talento tiene que ser en primer lugar la actitud.
  • 90. 89 Tenemos que entender que la aptitud sin actitud está falta de contenido. Sería igual que una vida sin alma. Imaginemos por un momento una empresa donde hay buenos profesionales y expertos, pero sin embargo ocurre que no poseen una actitud óptima, o incluso no hay ningún tipo de actitud. Está claro que los resultados serán muy distintos si los comparamos con otra empresa igual a nivel profesional pero donde si existe una actitud favorable. Y no debemos olvidar que todos somos clientes o usuarios, y cuando vamos a realizar una compra o solicitar un servicio ¿Qué tipo de empresa o negocio elegimos? ¿Una donde la actitud es pésima o nula? ¿U otra donde las personas tienen una actitud agradable, rápida y resolutiva? Las respuestas, estoy convencido de ello, las sabemos todos. Sin la menor duda. Pues ésa es la clase de talento que se ha de buscar y pretender, y al que sobre todo hay que dar prioridad. Y como dijo alguien una vez, todo lo demás es currículum.
  • 91. 90 Esto es algo tan sencillo de entender que la mayoría de las veces lo ignoramos por dar más valor a lo superfluo, que a lo realmente importante. En realidad no hay crisis, sino mucha gente con poca actitud, o lo que es lo mismo, con poco, o nulo talento y entusiasmo. En la actualidad la competitividad se dirige hacia la actitud de cara a los clientes, hacia el bienestar de los mismos, y esto tan sólo se puede llevar a cabo si todas las empresas expresan en sus actitudes esa demanda. Si observamos los anuncios publicitarios que hay tanto en la radio, prensa, televisión o en las vallas publicitarias de las avenidas y calles de las ciudades, veremos que todo se dirige a captar la atención emocional de la gente. Y repito de nuevo, que todos somos clientes, y por lo tanto todos formamos el llamado mercado. Es por eso que el talento como concepto debe ser tomado tal como una actitud que forma parte de todo un proceso personal, y por lo tanto también empresarial. No somos en realidad distintos ni diferentes cuando
  • 92. 91 somos personas o somos empresa, al menos en los tiempos en los que nos encontramos, donde ya todo es global, todo se comparte, todo se sabe y todo es universal. Nos encontramos en una encrucijada en la que hay que dejar atrás cuestiones que ya no sirven. No podemos cargar con modelos del pasado que suponen un peso añadido y que ya no tienen valor. En todo caso lo que sí hacen dichos modelos es entorpecer y atrasar el proceso de cambio, por lo que es necesario pasarles página lo antes posible.
  • 93. 92
  • 94. 93 ECUACIÓN DEL TALENTO La ecuación o también fórmula del talento sería la siguiente, T=(A+C) x (E+M), donde el Talento es igual a la suma de la Actitud y el Conocimiento, multiplicado por los valores sumados del Entusiasmo y la Motivación. En esta fórmula específica se aprecia cómo los elementos determinantes son la Actitud, el Entusiasmo y la Motivación, con los que el Conocimiento, o la Aptitud, toman la fuerza necesaria para obtener un resultado óptimo en la excelencia empresarial. Muchas de las empresas actuales todavía no tienen en cuenta este tipo de fórmula, y siguen creyendo que con tan solo tener una Aptitud, o un Conocimiento, académico, o técnico, ya es suficiente, con lo que vemos arrojar un resultado negativo en sus ventas u objetivos. Es normal entonces que exista crisis en las empresas que no promueven las actitudes como valor principal.
  • 95. 94 Hace pocos meses, iba en mi automóvil y me paré en una tienda de recambios para preguntar por un filtro de aire que me hacía falta. Al entrar en el lugar no había nadie, y aproveché aquella tranquilidad para ver si tenían allí el filtro y saber de su precio. Tras el mostrador había cuatro empleados, quienes estaban afanados en sus tareas. Di los buenos días pero no recibí contestación alguna. Quise entender que se encontraban muy ocupados por lo que no insistí. Había dejado el automóvil aparcado justamente delante de la puerta del negocio pues pensé que sería rápido. Al ver que ninguno de los trabajadores me hacía caso pregunté al que estaba justo en frente, un chico joven que estaba detrás de un ordenador haciendo una consulta. Pero no me prestó atención y tomó rápidamente el teléfono, e hizo una llamada. Me miró pero de momento se puso a hablar con el que parecía un cliente. Viendo que no me atendían me asomé a la calle para ver el coche, el cual estaba allí, y con el motor en marcha. Al volver el chico seguía hablando y
  • 96. 95 sus compañeros seguían en sus quehaceres, sin que ninguno se interesara por mí. Hice al chico un gesto con prudencia para que tan solo me dijera si tenían, o no allí, el filtro. Paró la conversación con su interlocutor por unos segundos para decirme que sí. En ese momento aproveché para preguntarle por el precio, pero acto seguido se fue para lo que parecía ser el almacén y hablando por teléfono, desapareció. En ese momento entró un hombre en la tienda y se fue hacia otro de los empleados que estaba allí, tras el mostrador junto a una mesa, también con ordenador. Según lo que vi y oí era un cliente conocido de allí. Mientras esperaba a que el chico apareciera con el filtro, el hombre y el dependiente se pusieron a hablar, y al estar cerca de ellos me enteré de la conversación que tenían. Con cierta aflicción, el dependiente contaba lo mal que estaban las cosas, lo mal que iba el negocio, que la crisis les estaba pasando
  • 97. 96 factura y que la situación era apremiante. Al momento, y sin mostrar ninguna prisa, el chico aparece de nuevo, hablando por el teléfono. Observé que no traía el filtro, y le interrumpí ya preocupado instándole a que me dijera si finalmente lo tenían o no. El chico sin ni siquiera mirarme me dijo que el filtro costaba doce euros, mientras seguía con el teléfono de forma distendida. Le dije que sí, que por favor, me lo trajera, pero no me hizo caso, y se sentó de nuevo delante del ordenador, en la mesa, para consultar algo que le pedía su interlocutor. El hombre que llegó después de mí seguía hablando con el otro dependiente sobre la crisis y lo mal que estaban los negocios y las empresas. En la tienda tan sólo estábamos el hombre y yo, y los cuatro dependientes. Harto ya de esperar y viendo que el muchacho no me atendía, le dije a otro de los trabajadores que estaba justo al lado, tras el mostrador, si podría traerme el filtro pues me tenía que ir. Se lo pedí con un por favor, casi rayando la súplica, pero el empleado, el cual estuvo
  • 98. 97 presente todo el tiempo, me contestó muy airado que allí no se podía llegar con prisas, y que todos estaban trabajando. Me lo dijo sin mirarme siquiera. Todos quedaron en silencio, menos el chico que seguía con la charla por teléfono, en un ir y venir de bromas y risas, y sin molestarse para nada en atender mi solicitud. Parecía como si yo no estuviera. El empleado que me contestó de malos modos tampoco tuvo la consideración de atenderme, por lo que al ver la situación decidí irme de allí, y mientras salía, escuché a éste último decir algo quejándose de mi falta de paciencia. Tras estar allí casi media hora esperando, al final salí ciertamente enojado, sobre todo porque vi cómo hay quienes se quejan de la crisis pero no se dan cuenta que son ellos los que la causan. Unos kilómetros más allá me paré en otra tienda de recambios, y no iba a entrar ya que desde fuera observé que había mucha gente dentro. De todas formas me acerqué un momento. Nada más entrar, uno de los empleados, que se dirigía al almacén para
  • 99. 98 buscar recambios y piezas que otros clientes habían pedido, desde donde estaba me dijo rápidamente qué es lo que quería, a lo que le respondí lo del filtro. Al poco apareció con todo los recambios y entregó a cada cliente el suyo. Le pedí por favor que me dijera el precio y me contestó sin demora que costaba quince euros. Con una diferencia de tres euros más caro que en la otra casa de recambios lo aboné al instante. En cuestión de tan solo cinco minutos había sido atendido, y además todo con simpatía y rapidez. Entonces me di cuenta en ese momento que no era extraño que aquel negocio estuviera lleno de gentes y el otro estuviera vacío. Entonces ¿de qué se trata en realidad? ¿De crisis? ¿o de mala gestión en las actitudes? ¿Qué aspectos son las que queremos en realidad? ¿La aptitud o la actitud? Y que conste como ya he comentado antes que la aptitud es necesaria para realizar las
  • 100. 99 labores de forma profesional, pero sin unas actitudes que sean del todo propicias no se puede alcanzar una excelencia empresarial óptima. Es por tanto que si se habla de talento no se puede dejar fuera, o echar a un lado, la cuestión de las actitudes, ya que éstas son las impulsoras de todo lo demás. Hay que fomentar hacer todo en la vida con la mejor disposición posible, y de tal modo surgirá el talento, o habilidades, que todos, ya sea de una forma, u otra, llevamos dentro. Si no hay un entusiasmo o una motivación, el talento o cualquier otro tipo de habilidad nunca saldrán a la luz. Podemos ver como la naturaleza, de donde provenimos todos, da sus mejores frutos cuando se encuentra en las condiciones más favorables y óptimas. De igual modo ocurre con nosotros, quienes si nos encontramos en la situación idónea, sacaremos lo mejor de nosotros mismos. Es tal como dice el conocido refrán, de tal palo tal astilla, y si le damos un pequeño cambio en la interpretación podríamos leerlo como, de tal actitud tal aptitud.
  • 101. 100
  • 102. 101 Algeciras a 14 de Enero del año de nuestro Señor de 2014
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