1. El hombre que perdonaba
Hace muchos años, vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todos los que
encontraba en su camino. Por esta razón, Dios envió a un ángel para que hablara con
él.
-Dios me pidió que viniera a visitarte y que te dijera que Él quiere recompensarte por
tu bondad - dijo el ángel. Cualquier gracia que desees, te será concedida. ¿Te gustaría
tener el don de curar? -De ninguna manera - respondió el hombre - prefiero que el
propio Dios elija a aquellos que deben ser curados.
-¿Y qué te parecería atraer a los pecadores hacia el camino de la verdad?
-Esa es una tarea para ángeles como tú. Yo no quiero que nadie me venere ni tener que
dar el ejemplo todo el tiempo.
-No puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si no eliges, te verás
obligado a aceptar uno. El hombre reflexionó un momento y terminó por responder:
-Entonces, deseo que el Bien se haga por mi intermedio, pero sin que nadie se dé cuenta
- ni yo mismo, que podría pecar de vanidoso.
Y el ángel hizo que la sombra del hombre tuviera el poder de curar, pero sólo cuando el
sol estuviese dándole en el rostro. De esta manera, por dondequiera que pasaba, los
enfermos se curaban, la tierra volvía a ser fértil y las personas tristes recuperaban la
alegría.
El hombre caminó muchos años por la Tierra sin darse cuenta de los milagros que
realizaba porque cuando estaba de frente al sol, tenía a su sombra atrás. De esta
manera, pudo vivir y morir sin tener conciencia de su propia santidad.