María Mazzarello, conocida como Maín, dedicó su vida a educar niñas y jóvenes en Mornese, Italia. Nació en 1837 en una familia humilde y desde pequeña demostró fortaleza y amabilidad. A los 15 años se unió a una asociación religiosa y durante una epidemia de tifus ayudó a los enfermos, contrayendo la enfermedad ella misma. Luego tuvo una visión en la que la Virgen María le encargó educar a las niñas, por lo que fundó un taller de costura que
La humilde y alegre vida de María Mazzarello, la primera salesiana
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HUMILDAD, CONFIANZA Y ALEGRÍA… MAÍN
María Mazzarello, mejor conocida como Maín fue, es y será la primera salesiana, la primera
mujer que dedicó su vida y su amor infinito e incondicional a las niñas y jóvenes en Mornese.
María vivió su vida intensamente, en especial, desde el momento en el que escuchó el llamado
que nuestra Madre Auxiliadora le hizo. Es así que su vida dejó un legado de amor en el
pueblito de Mornese y en todo el mundo.
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Su vida empieza un 9 de mayo de 1837 en Mornese, Italia, en una casita humilde y en brazos
de sus padres, José Mazzarello y Magdalena Calcagno. Fue la hija primogénita de la familia.
Años después los Mazzarello se trasladan a Valponasca. Es allí donde ayuda a su madre en las
tareas de la casa y a su padre en las tareas del campo. Maín desde pequeñita demostró una
fortaleza muy admirable para todos quienes la veían trabajar. Mas ella no sintió el deseo de
estudiar pues no había escuelas para niñas en el lugar. Por esta razón es que creció en un
clima sereno, armónico, humilde y feliz, entre gente sencilla, en un ambiente de espera
paciente de las estaciones, en contacto con la naturaleza, dedicada a las tareas agrícolas y
acompañada por Don Pestarino, el sacerdote de la parroquia, el mismo que siempre estuvo
pendiente de ella y la supo encaminar hacia donde ella llegaría en el futuro. Aún era joven, ya
que apenas tenía 15 años cuando junto a su buena amiga Petronila pasa a formar parte de la
Asociación de las Hijas de la Inmaculada, por invitación de Ángela Maccagno. Cuando ella llega
a los 23 años, en el pueblo estalla una terrible epidemia,
la de tifus negro. María compadecida de los numerosos
enfermos y por pedido especial de Don Pestarino, va a
socorrer a las víctimas y por este motivo es que ella
también se contagia. Pero, es gracias a las oraciones y
súplicas de la familia, de Don Pestarino y de todos los
allegados a Maín que esta joven luchadora se recupera.
El problema es que ya no puede hacer las labores del
campo que antes hacía pues queda débil luego de la
enfermedad. Ya eran meses que trabajaba en la
asociación junto a otras mujeres, cuando un día tiene
una visión junto a la colina de Borgo Alto, en la que ve un
edificio lleno de niñas y escucha una voz que le dice: “A
ti te las confío”, esta voz viene de la Auxiliadora que
pone su confianza total en Maín. De esta manera, María
se propone abrir un taller de costura junto con Petronila
muy aparte de la asociación con el objetivo de llamar a
las niñas y jóvenes, mantenerlas ocupadas y alejarlas de
los malos caminos. Las mujeres de la asociación no se
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encuentran contentas con lo que María y
Petronila hacían, de igual manera, la gente del
pueblo tampoco lo estaba, es así que María se
ve obligada a dejar el taller en manos de su
amiga, alejarse y pasar un tiempo sola en la
Valponasca. Luego de que se calman las
tensiones, Maín vuelve a trabajar con las niñas.
En 1864, en un día tan anhelado para Maín, Don
Bosco llega a Mornese acompañado por un
grupo de sus muchachos, y lo primero que dice
al verlo es: “Él es un santo, yo lo siento en mi
corazón”. Entre tanto, en el taller no solamente
se dictan clases de costura y sastrería sino también de catecismo y las niñas huérfanas
comienzan a vivir con ellas, entonces se puede decir que funda un oratorio o una escuela de
catecismo para la niñez y juventud femenina, algo muy parecido a lo que Don Bosco hace en
Turín. Pasan los días y Maín le hace una solicitud a Don Bosco pidiéndole que en Mornese
también se construya un colegio para los jóvenes, como el que hay en Turín, pero a la final el
colegio que se construye es para las jóvenes pues ellas se ven en la necesidad de alcanzar una
educación académica. Por tal motivo Don Bosco decide crear un nuevo instituto religioso
femenino para la educación de las jóvenes al que lo llama “Instituto de las Hijas de María
Auxiliadora”, y decide nombrar como Superiora del Instituto a María Mazzarello, pero ella dice
que la verdadera Superiora es la Virgen, que ella es la Vicaria. El 5 de agosto de 1872 inicia
oficialmente la Congregación ya que este día el primer grupo de salesianas realiza su primera
profesión. Y luego de profesar, un grupo de once
salesianas se dirige al nuevo colegio de Mornese para
vivir allí. Entre este grupo de salesianas se encuentra
María Mazzarello, la misma que se propone aprender a
leer y escribir, y lo hace, pues siente la necesidad de estar
preparada para las tareas que le vendrían como
Superiora del Instituto. Una vez que el Instituto comienza
a funcionar, varias jóvenes sienten el llamado de Dios y
se unen a la Congregación, es así que con las salesianas,
las jóvenes y las niñas, el colegio queda pequeño y
deciden trasladarse a Nizza para continuar con la misión.
Para María Mazzarello los días están llenos de alegría y
de amor a Dios. De sus labios constantemente salen
frases como esta: “La alegría es la señal de un corazón
que ama mucho al Señor”. Pasa el tiempo y los 44 años de
su edad, se encuentra enferma y conversa con Don Bosco,
el mismo que ya era santo y tenía el don de conocer el
futuro; él le cuenta una parábola en la que la Superiora
tiene que dar el ejemplo de obediencia, entonces María Mazzarello entiende lo que le dice Don
Bosco, inclina la cabeza y acepta la voluntad de Dios de tener que morir joven, es así que el 14
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de mayo de 1881 muere la primera salesiana. A lo largo de su vida siempre decía que sus tres
grandes amores eran la Eucaristía, María Auxiliadora y la juventud pobre, a la que educó y
salvó.
Maín jamás se sintió vencida ni por las enfermedades
ni por cualquier otro motivo, ella siempre estuvo
dispuesta a lo que Dios le proponía en su vida. Ella
dedicó cada uno de sus actos a Dios, es por esto que
hasta murió por Él, porque ella era una hija
obediente. Hoy en día la conmemoramos con mucho
fervor como máximo ejemplo de entrega, fe, humildad
y confianza en el Señor. Personalmente opino que,
hoy en día creemos que la santidad no es posible pero
que mejor muestra que la de Maín sobre que sí es
posible. De que si cada día actuamos de manera
alegre, optimista y pensando siempre en el bien de las
personas que nos rodean y no solamente en el
nuestro podremos alcanzar una vida plena, porque
como ella decía: “Levantemos el corazón, que todos
nuestros pensamientos, palabras y obras, sean para
Dios, nada para el egoísmo”.
Marjorie Avecillas
Bibliografía:
http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=140
http://www.fmaaba.com.ar/SANTOS/santos3.html
Anónimo. SANTA MARÍA MAZZARELLO PRIMERA SALESIANA. Editorial EDICAY.
Páginas 2 – 7.
Anónimo. Cuestionario sobre la vida de María Mazzarello.