3. Ser Hija de María Auxiliadora, va más
allá de la tierna y sencilla devoción a
María, como dijera nuestra Madre
Mazzarello »ser imágenes vivas de
María». Don Bosco quiso que
el Instituto Religioso fundado por él
fuera un monumento vivo de eterna
gratitud a la Auxiliadora.

4. Un monumento recuerda a
alguien, nos habla de algo
importante. El Instituto de
las FMA es el recuerdo
perenne de la maternidad y
el auxilio de María. Se trata
de ser “auxiliadoras con la
Auxiliadora”

8. Venera a María con el
entusiasmo propio de su
tiempo, de su lugar. A María
Inmaculada se consagra desde
su juventud, de hecho será
Hija de María Inmaculada
hasta el día de su muerte. En
María Inmaculada descubre el
“atractivo” de la pureza, de la
gracia, y encontrará la
inspiración para luchar contra
el pecado, por conservar la
gracia a toda costa.

9. La Virgen
Dolorosa, devoción muy
fuerte en 1800, la lleva a
meditar en el gran dolor
que María tuvo que vivir
unida al de Cristo su Hijo
para salvar a toda la
humanidad; este misterio
de dolor la absorbe en la
meditación profunda sobre
la participación de María al
dolor del propio Hijo por
causa de nuestra redención.

10. María Mazzarello, cree, que
este dolor consagra a María y
la abre a una nueva vocación:
una maternidad espiritual
que no tiene límites, ella se
siente hija de esta Madre que
acepta ser la Madre de todos
los vivientes al pie de la cruz.
La Dolorosa abre la vida de
María Mazzarello a la
comprensión del misterio del
dolor el cual nos recuerda que
para configurarse con Cristo
es inevitable pasar por la
cruz.

13. María Mazzarello, vive su
espiritualidad mariana en
una triple advocación: la
Inmaculada, la Dolorosa, la
Auxiliadora; advocaciones
que engloban todo el
misterio de María de
Nazareth.
En ella como en Don
Bosco, son inseparables el
misterio Eucarístico y
Mariano.

15. Para Madre
Mazzarello, la Virgen
María es alguien tan
presente y real que la
hace partícipe de todos
los quehaceres de la
vida; por
ejemplo, todas las
noches le deja las llaves
de la casa.