Manuel Altolaguirre, poeta español de la Generación del 27
1. MANUEL ALTOLAGUIRRE
Manuel Altolaguirre Bolín
(Málaga, 1905 – Burgos, 1959)
Fue un poeta español.
2. BIOGRAFÍA
Estudió bachillerato en el colegio de los jesuitas San Estanislao en Málaga y Derecho en la
Universidad de Granada, carrera que nunca ejerció. Su vocación más temprana fue la de
impresor y editor. Aparte de la revista "Litoral", publicó en otras revistas importantes y
junto con su mujer, la poetisa Concha Méndez editó, en la colección Héroe, libros
fundamentales de poesía. En 1933 obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
3. GUIONISTA Y DIRECTOR
Desde la Guerra Civil Española vivió en París, Cuba y México. Su actividad más destacada
en este último país fue el cine. Como guionista consiguió en 1952 el Premio de la Crítica
al mejor argumento en el Festival de Cine de Cannes y el "Águila de plata" de México
por la película Subida al cielo, dirigida por su amigo y compañero en la Residencia de
Estudiantes, Luis Buñuel. Como productor trabajó en Misericordia, basada en la obra de
Benito Pérez Galdós y en Las estrellas de Arniches. Fue guionista, productor y director
de cine. Como director firmó la película Cantar de los cantares, basado en la versión de
Fray Luis de León.
En 1959 volvió a España para presentar en Adamuz (Córdoba) su película en el Festival de
Cine de San Sebastián y fallece en Burgos víctima de un accidente de automóvil.
4. POESÍA
Es posiblemente el poeta más espiritual e intimista de la Generación del 27. En sus
composiciones se observa la huella de San Juan de la Cruz, Garcilaso de la Vega, Juan
Ramón Jiménez y Pedro Salinas.
Aunque su producción es breve y desigual, supo crear un mundo intimista pero rico en
matices. Su poesía es cálida, cordial, transparente. Canta el amor, la soledad, la
muerte, con tonos románticos. Según él, su poesía se siente hermana menor de la de
Salinas.
Rasgo sobresaliente de su producción es su musicalidad, con predominio de los versos
cortos y las estrofas de raíz tradicional.
FIN DE UN AMOR
No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.
No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento.