2. El ánimo de un profesor
es como un lápiz,
se va desgastando
al tiempo que va escribiendo.
3. Da igual si escribe hermosos poemas
o complejas operaciones matemáticas,
el uso lleva inevitablemente al desgaste.
4. De vez en cuando le sacas punta
y el lápiz vuelve a escribir como antes.
5. Pero cada vez que le sacas punta,
el lápiz se va consumiendo,
haciéndose cada vez más pequeño.
6. Sigue permitiendo escribir con buena letra,Sigue permitiendo escribir con buena letra,
pero cada vez reduce más y más su tamaño.pero cada vez reduce más y más su tamaño.
7. Los propensos al desánimo,
que desgraciadamente
son muy numerosos,
pueden llegar
a consumirse del todo.
Y eso es lo peor
que le puede pasar
a un profesor.
8. El desánimo, la desmotivación,
el desinterés por innovar,
el estrés, la desidia...
se apoderan de su día a día en el aula
y eso lo pagan sus alumnos.
9. Incluso algunos,
los que se conocen como lápices de hierro,
no llegan a gastarse nunca:
se pone una mina nueva y ya está.
10. Hay unos pocos,
los más animosos,
los lápices
de más calidad,
que tardan más
en gastarse.
11. Son los profesores
que se forman continuamente,
que buscan nuevas maneras de enseñar,
que entienden que
la realidad que les rodea
es cambiante.
12. Son los que se adaptan a sus alumnosSon los que se adaptan a sus alumnos
y no hacen que sean los alumnosy no hacen que sean los alumnos
los que se adapten a ellos.los que se adapten a ellos.
13. Son los que pueden cambiar la educación,
los que van a cambiar el mundo.