1. EL IMPERIO PERSA:
La cultura Persa, tuvieron como escenario geográfico a la Meseta del Irán,
en el Asia Central. Su territorio se situaba por el Norte, con el Mar Caspio y
el Turquestán, por el Sur, con el Golfo Pérsico y el Mar Arábigo, y por el
Oeste, con Mesopotamia. Los persas vivían donde ahora se encuentra el
actual país de Irán.
Los persas formaron el mayor imperio oriental antiguo, unificaron a varios
pueblos del creciente fértil, sus fronteras se extendieron del Mar
Mediterráneo hasta el Océano Indico. Habitaron la meseta del Irán, situado
al este de la región de Mesopotamia, una región semiárida, desiertos y pocos
valles fértiles, de clima seco, con grandes oscilaciones de temperatura.
EL ORÍGEN:
A partir del año 2000 a.c., la región fue ocupada por pueblos de pastores y
agricultores (pueblos medos y persas), que vieron del Sur de la Actual Rusia,
estos pueblos invadieron la Meseta del Irán. Los medos se establecieron al
Norte de la Meseta del Irán, mientras los persas se establecieron en la
parte sudeste de la Meseta del Irán, próxima al golfo pérsico.
Los primeros habitantes de la Meseta del Irán se dedicaron al pastoreo y la
agricultura, en estos fértiles valles, desarrollaron el cultivo de cereales,
frutas y hortalizas. La región también era rica
en minerales, lo que los llevo a fabricar herramientas de metal para mejorar
la producción agrícola y el arte de la guerra, en las montañas hallaron
hierro, cobre plata, etc.
2. LA CULTURA PERSA:
La religión de los persas era el mazdeísmo fundado en el siglo VI a.c. por
Zaratustra y convirtieron en religión oficial por Dario. Esta fue una de las
religiones más espirituales de su tiempo. En el mundo del arte destaca
especialmente el palacio de Dario en la ciudad de Persépolis. Después de la
muerte de Dario I, su hijo Jerjes tentó someter a los griegos. Esta campaña
militar iniciaría la Segunda Guerra Medica que también terminaria en
victoria para los griegos encabezados por las ciudades helenas de atenas y
Esparta. A partir de allí, los emperadores persas tuvieron enormes
dificultades par mantener el control sobre sus dominios, hubo una
multiplicación de revueltas, golpes de estado e intrigas políticas en el
Imperio. Estos factores contribuyeron para el declinio del Imperio, que
sería conquistado en el año 330 a.c., por el ejercito de Alejandro Magno (
Alejandro III de Macedonia).