1. Vivencias amenas que son protagonizadas por relojes
Y, ¿por qué no?, podremos salir a las calles y hacernos de los relojes que concierten
perfectamente con nuestra doctrina, que sean testimonio de la capacidad para soñar que
cultivamos para con esto quedar en la memoria colectiva.
Aquel que carga relojes con ese talante soberbio, se alza sobre el resto, podría considerarse
un dios griego, ya que consigue la sagacidad para definir un rumbo. Gracias a que se
transforma en dueño de una de las cosas más indescifrables de la realidad: el tiempo; esa
medida del transcurso de la historia.
Seleccionar un gran accesorio, con asombrosas líneas y ángulos, va a hacernos más
especiales que el resto; vamos a considerarnos con fe en el tiempo presente, de algunos
errores que nos han hecho únicos, y del tiempo por venir que habrá de traer una lluvia de
alegrías; de nuevos mundos que a cada camino caminado y cada minuto experimentado van
a festejar nuestro arribo.
Los relojes definen autenticidad con la maravillosa costumbre de traerlos, nos cambian a ser
caballeros con la seguridad de que es inadmisible acostarse a observar la expiración de los
segundos sin mover un dedo, no vamos a perder de vista la razón de esta historia. Aquellos
que optan por observar la continuación del tiempo, serán aquellos que han de colmarse de
sucesos descomunales; individuos que volverán inefable cada minuto que se haga presente
en su muñeca, procedente de pequeña tecnología.
Pudiéremos decirnos igualados con una zona íntegra del planeta Tierra, caminar en la
biósfera seguros de que al divisar nuestro relojes conoceremos el estado actual del huso
horario en que vivimos.
Es conocido, lo que llevemos en el espíritu, será lo que nos va a diferenciar en nuestra
fisionomía.