2. La conquista comienza en 218 a.C., cuando los
romanos desembarcan en Ampurias.
En principio Roma buscaba cortar las líneas de
abastecimiento de su gran enemigo en el siglo
III a.C., Cartago, que a la sazón dominaba el
litoral ibérico. Sin embargo, después de acabar
la guerra, comenzó la conquista de
Hispania, fundando una primera provincia, la
Hispania Citerior. En realidad la conquista total
de la península no se da por terminada hasta
que Augusto (el primer emperador romano), en
el 27 a.C., incorpora los territorios de los
cantabrones (cornisa Cantábrica).
El dominio romano en Hispania se da por
terminado en el V d.C., con las invasiones
bárbaras.
3. Los campamentos romanos de legionarios, como
el de León (de la legión VII Gémina) fueron la base
sobre la que se edificarían posteriormente
numerosas ciudades romanas.
Las ciudades romanas siempre se
edificaban tomando como referencia
el norte, y tenían dos calles principales,
el cardo y el decumano, que trazaban
el norte-sur y este-oeste,
respectivamente. Los romanos
obligaron a las poblaciones indígenas
a descender de sus castros o
campamentos en altura a la llanura,
donde era más fácil controlarlos. Este
fue sin duda el caso de Cabezón,
cuyas villas se encontraron en el llano.
4. Las vías romanas eran como las autopistas de hoy
en día. Eran el medio de comunicación más
rápido: se decía que en doce días, a pie, unos
legionarios entrenados podían atravesar toda
Hispania.
5. A medida que fue avanzando el imperio, la
ciudad fue decayendo, y los ricos se trasladaron al
campo, huyendo de los impuestos excesivos que
les pedía el emperador.
Este fue sin duda el caso de la villa romana de
Santa Cruz, cerca de Cabezón. Tenemos que
imaginarnos una familia noble, quizá con cargos
senatoriales, que vivía en esta villa rodeada de
sus libertos y esclavos. En las villas se trasladaban
todos los adelantos que la cultura romana logró:
desde canalizaciones para el agua hasta
calefacción subterránea, pasando por los baños
termales. La villa ofreció cada vez más un
aspecto cerrado de cara al exterior. Esto se
debió al aumento de los bandidos y a las
invasiones intermitentes.
6. Por fin, en el siglo V d.C., la autoridad central de
Roma sucumbió ante las invasiones orientales. El
imperio se fragmentó y comenzó la edad media.
Entonces los señores
de las villas ya eran
totalmente
autosuficientes:
tenían en sus casas
todas las
diversiones, como los
mosaicos
descubiertos en
Cabezón.