2. Anoche, al recordarla, mis ojos se inundaron de lágrimas… Y en ese momento le pregunté a mi corazón: ¿Por qué eres tan necio? ¿Por qué sigues amándola si ella no es digna de tu sentimiento? ¿Por qué te entregaste por completo a quien no supo corresponderte? ¿Por qué diste lo mejor de ti para recibir desamor a cambio? ¿Por qué si- gues añorándola? Pobre mi corazón necio…
3. Fue entonces que me contestó: “Nada ni nadie puede obligarme a amar… Todo lo hago espontáneamente, sin tener en cuenta si seré gratificado por brindar mi amor… Y sé que puedo llegar a partirme en mil pedazos por su- frir... Pero también tengo la fuerza suficiente para recom- ponerme y con tu ayuda, lograremos olvidar a quien no supo apreciar este afecto y junto a nuestro gran aliado el tiempo, iremos curando las heridas…” Pobre mi corazón necio…
4. “ Tienes que saber, además, que esa persona que no co- rrespondió a este amor, tarde o temprano se dará cuenta de lo que ha perdido, pues los dos sabemos bien cómo y cuánto la amamos…” Ay, mi corazón necio… No puedes disimular el gran do- lor que te embarga y a pesar de eso, te muestras fuerte… Ojalá que el tiempo se apresure en su paso para mitigar tu pena y mi frustración y así poder algún día, entregarnos de nuevo a quien merezca nuestro amor…