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Revista de la Universidad de México




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                                                                                                                                                  CONTENIDO

    NUEVA ÉPOCA | NÚMERO 56 | OCTUBRE 2008 | I ISSN EN TRÁMITE con número de folio 493 | REVISTA MENSUAL



                                                                                                                        1968 ABRIÓ UN PORVENIR          [   PDF   ]
                                                                                                                                  Elena Poniatowska

                                                                                                     1968: LA HERENCIA EN BUSCA DE HEREDEROS            [   PDF   ]
                                                                                                                                    Carlos Monsiváis

                                                                                                             LA UNIVERSIDAD EN LOS PROCESOS DE          [   PDF   ]
                                                                                                                              DEMOCRATIZACIÓN
                                                                                                                              Daniel Cazés Menache
                                                                                                                                IMÁGENES DEL 68         [   PDF   ]
                                                                                                                              Carlos Martínez Assad

                                                                                                                  LA BURBUJA DE LA INDIFERENCIA         [   PDF   ]
                                                                                                                              Eduardo Antonio Parra

                                                                                                           OLIMPIA 68, LA VENGANZA DEL OPRIMIDO         [   PDF   ]
                                                                                                                                     Patricia Suárez

                                                                                                                            REPORTAJE GRÁFICO           [   PDF   ]
                                                                                                                                 José Castro Leñero

                                                                                                                 PATRIMONIO CULTURAL INDÍGENA           [   PDF   ]
                                                                                                                                    Víctor de la Cruz

                                                                                                                     LOS OTROS Y LA CONCIENCIA          [   PDF   ]
                                                                                                                               Ricardo Cayuela Gally

                                                                                                                           PARA VIVIR EL TEATRO         [   PDF   ]
                                                                                                                                     Vicente Leñero

                                                                                                                 EPÍLOGO A PARA VIVIR EL TEATRO         [   PDF   ]
                                                                                                                                     Esther Seligson

                                                                                                              LO QUE PASA CUANDO NO PASA NADA           [   PDF   ]
                                                                                                                                  Guadalupe Alonso
                                                                                                                   LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA
                                                                                                                                                        [   PDF   ]
                                                                                                                                        Julio Ortega

                                                                                                                                                        [   PDF   ]
                                                                                                                               RESEÑAS Y NOTAS

                                                                                                          CARTAS DE LORD CHESTERFIELD A SU HIJO         [   PDF   ]
                                                                                                                                    Adolfo Castañón




    http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/5608/5608/conten.html (1 of 2) [11/11/2008 04:46:37 p.m.]
Revista de la Universidad de México



                                                                                                               LA VOZ DE LOS DESAPARECIDOS                      [   PDF   ]
                                                                                                                                          David Huerta

                                                                                                                      DON ERASMO, EL LOCO                       [   PDF   ]
                                                                                                                                        Vicente Leñero

                                                                                                           TOSES EN EL CONCIERTO Y MÚSICA                       [   PDF   ]
                                                                                                                          CONTEMPORÁNEA
                                                                                                                                        Pablo Espinosa
                                                                                                                   TRASPASO DE LOS SUEÑOS                       [   PDF   ]
                                                                                                                                       José de la Colina

                                                                                                                              TURNER OTRA VEZ                   [   PDF   ]
                                                                                                                                           Hugo Hiriart

                                                                                                            HACIA UNA SACRALIDAD SIN DIOSES                     [   PDF   ]
                                                                                                                                        Mauricio Molina

                                                                                                                  LAS TRIBUS CASI OLVIDADAS                     [   PDF   ]
                                                                                                                                        Claudia Guillén

                                                                                                      TRAZOS ERÓTICOS DE AMOR DESESPERADO                       [   PDF   ]
                                                                                                                                          Leda Rendón

                                                                                                                          EL OJO DE LEONARDO                    [   PDF   ]
                                                                                                                                           José Gordon




                                                                                                                      [   Inicio   |   Números Anteriores   |   Créditos      ]




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1968 abrió
un porvenir                                                                                  Elena Poniatowska



1968 fue el año de Vietnam, de Biafra, del asesinato de          era cometer un crimen y los muchachos lo adve rtían con
Ma rtin Luther King, del de Ro b e rt Kennedy (después           una flor en la mano: “Peace and love”.
del de su hermano John F. Kennedy, presidente de los                 No sólo eran los estadounidenses los rebeldes, los jó-
Estados Unidos), de la reivindicación del pueblo negro,          venes del mundo entero alzaban la mano, algunos con el
de los Black Panthers, de la Pr i m a vera Negra, de la in-      puño cerrado. Tenían mucho que reclamarle a la sociedad.
vasión rusa a Checoslovaquia que escandalizó al mundo,           ¿Qué mundo les heredaban sus padres? ¿Qué harían al
del movimiento hippie de Peace and love que llegó hasta          graduarse? ¿Qué les ofrecía la sociedad de consumo? ¿De-
la humilde choza de la chamana María Sabina quien ofi-           seaban realmente ser parte de un engranaje de pro d u c-
ciaba la ceremonia de los hongos alucinantes (LSD) en            ción masiva? En Eu ropa, las perspectivas de la juventud
Huautla de Jiménez, Oaxaca y, sin embargo, para México,          no eran más alentadoras. No había trabajo para los egre-
el 68 tiene un solo nombre: Tlatelolco, 2 de octubre.            sados de las universidades. ¿En dónde se emplearían? En
                                                                 América, en África, en Asia, en Australia, la migración y el
   Ho Ho Ho Chi Minh                                             rechazo al orden establecido se habían generalizado. “Si
   Díaz Ordaz, chin, chin, chin.                                 mi país no puede alimentarme, tengo que buscar otro”.
                                                                     “La imaginación al poder”, “En t re más hago la re vo-
     Ho Chi Minh, el maravilloso jefe de la República De-        lución, más ganas me dan de hacer el amor, entre más
mocrática de Vietnam era una figura casi tan carismáti-          hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”,
ca para los estudiantes como el Che Gu e vara aunque             “Prohibido prohibir”, “No a la re volución con corbata”,
hoy esté un poco olvidado. La guerra de los Estados Un i-        “Tenemos una izquierda prehistórica”, “La policía está
dos en contra de Vietnam conoció el repudio absoluto de          en la calle”, “Re volución: te amo”, “Todo poder abusa.
los estudiantes de Berkeley y a partir de 1963, las mani-        El poder absoluto abusa absolutamente”, “Cada uno de
festaciones de protesta fueron continuas. Los jóvenes            nosotros es el Estado”, “Exagerar es comenzar a inve n-
norteamericanos no sólo lucharon por el “Free Speech”            tar”, “Debajo de los adoquines está la playa”.
(con el líder Mario Savio de origen italiano a la cabez a ) ,        En México, los estudiantes cantaban al son del corrido de
la libertad de cátedra, la libertad de credo, sino que se ne-    Rosita Alvírez: “Año del 68, muy presente tengo yo, en un
garon a acatar los designios gubernamentales y empresa-          cuarto de los Pinos, Díaz Ordaz se desbieló, Díaz Ordaz se
riales: entrar al proceso triturador del “Big Business” (sobre   desbieló”. “Prensa corrupta”, “Prensa vendida”, “Aq u í
todo a la industria de guerra) y rechazaron categórica-          nadie se rinde”, “Policía escucha, tu hijo está en la lucha”,
mente el futuro que les tenían prometido. Se opusiero n          el gobierno perdía el quicio: “Reconsideren, vuelvan a cla-
a la poderosa maquinaria estatal llevando una flor ama-          ses, agradézcanle al gobierno su paciencia, no se dejen
rilla en los cabellos (que por cierto crecían alargando su       engañar por los agitadores y los profetas de la destrucción”.
antagonismo). Frente a la universidad, los estudiantes de            Dentro de esas circunstancias de inquietud y descon-
Berkeley barbudos, greñudos y sin bañar detenían a los           tento —no hay que olvidar que Vietnam estaba en guerra,
soldados recién enrolados: “Don’t go. This is genocide”.         primero con Francia y después con los Estados Unidos
Les sonreían y hacían la V de la Victoria con dos dedos          desde 1946—, se dio en varios países del mundo el gran re-
l e vantados, esos dedos que tanto enfurecieron al esta-         chazo al orden establecido, a los partidos, a los gobiernos.
blishment y a la sociedad de la opulencia. Ir a Vietnam          En mayo de 1968 en París, el general Charles de Gaulle,


                                                                                                                REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 5
de granaderos, los absurdos delitos de “Disolución So-
                                                                                                   cial”, “Asociación delictuosa” y “Ataques a las vías públi-
                                                                                                   cas” (de los que ya se había acusado a estudiantes que
                                                                                                   habían caído presos en julio y agosto de 1968 como Sa l-
                                                                                                   vador Martínez della Roca “El Pino” y Luis Tomás Cer-
                                                                                                   vantes Cabeza de Vaca, espantosamente torturado) fueron
                                                                                                   el detonador del movimiento del 68 al que el escritor José
                                                                                                   Revueltas llamó “enloquecido movimiento de purez a”.
                                                                                                        ¿Qué querían los estudiantes? En Ankara, en Berke-
                                                                                                   ley, en Berlín, en Belgrado, en Madrid, en Praga, en Río
                                                                                                   de Janeiro, en Tokio, en Va r s ovia, en Nanterre, en París
                                                                                                   pedían que se les abriera otro futuro en una sociedad me-
                                                                                                   nos hipócrita y convencional. En México tampoco los
                                                                                                   jóvenes tenían su porvenir asegurado como tampoco lo
                                                                                                   tienen ahora. Ninguna lucha resultó tan bárbara como
                                                                                                   la mexicana que terminó en la masacre del 2 de octubre
                                                                                                   de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas.

                                                                                                      Vallejo-libertad, Va l l e j o - l i b e rtad,Vallejo-libertad.

                                                                                                         Demetrio Vallejo y Valentín Campa llevaban diez años
                                                                                                   en la cárcel. Eran dos líderes, dos conciencias libres, dos
                                                                                                   símbolos. Hacia ellos podían mirar los estudiantes. A lo
                                                                                                   mejor algunos ni conocían la gran huelga ferrocarrilera
                                                                                                   de 1958 pero sí sabían que eran dos hombres que se ne-
                                                                                                   gaban a transar y que la condición de los asalariados en
                                                                                                   México era pésima. Claro, muchos jóvenes ignoraban lo
                                                                                                   que habían sido los movimientos sociales pero la Un i-
                                                                                                   versidad y el Politécnico están allí para informar, “con-
                                                                                                   cientizar” (palabra eminentemente universitaria) poner en
                                                                                                   marcha, enseñar a pasar de la práctica a la acción. Los es-
                                                                                                   tudiantes querían ligar su movimiento a otros, al de los
La bandera a media asta en Ciudad Universitaria
                                                                                                   obreros y aunque jamás consiguieron su apoyo (una de las
                                                                                                   razones de su fracaso) hicieron varios intentos de acerc a-
                                                                                                   miento. “Obrero, toma tu volante, toma obrero” —decían
                                el gran héroe de la Segunda Guerra Mundial, fustigó a              las muchachas universitarias de minifalda y voz cantari-
                                los estudiantes que paralizaban la vida cotidiana de París         na. Las grandes manifestaciones, la de agosto 13, la de
                                y habían levantado barricadas con las piedras del pavi-            agosto 27, la del Silencio, la del rector Javier Barros Sierra
                                mento, pintaban los muros de La Sorbonne y se rehusa-              y su irreprochable conducta conmovieron a la juve n t u d
                                ban a entrar a clase. Cuando fue expulsado de Francia              mexicana fuera o no universitaria. Más de quinientos mil
                                el líder estudiantil Daniel Cohn-Bendit a quien, tanto el          e s t udiantes acompañados por padres y familiares descen-
                                Partido Comunista como la derecha criticaron duramen-              dían por el Paseo de la Reforma al Zócalo encendiendo el
                                te, no sin dejar de aludir a su origen alemán y judío, los         entusiasmo de espectadores hasta entonces indiferentes por
                                estudiantes tomaron las calles repitiendo una y otra vez:          no decir desarmados y a la expectativa. Muchos se emo-
                                                                                                   cionaron y se les unieron, México podía cambiar, incluir-
                                      “Nous sommes tous des juifs-allemands”.                      los y crear una sociedad en la que cupieran todos. Hasta
                                      Todos somos judíos alemanes, todos somos judíos              ese día, ninguna demostración antigubernamental en la
                                      alemanes.                                                    historia de México había levantado tanta ámpula.
                                                                                                         Y tanta esperanza.
                                      Las guerras quedaban olvidadas, los jóvenes eran uno               El pliego petitorio estudiantil fue acusado de limita-
                                solo, el repudio era de todos. Si en Francia, la falta de          do por algunos maestros. No había una sola petición aca-
                                o p o rtunidades, De Gaulle y su gobierno fueron el ob-            démica, nada para mejorar el plan de estudios, fomentar
                                j e t i voestudiantil, en México, el partido oficial, el PRI, la   la cultura y la ciencia, nada acerca del desarrollo univer-
                                corrupción, el Presidente y su gabinete, el cuerpo policiaco       sitario y politécnico. Sin embargo, políticamente resultó


6 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
SOBRE EL 68



muy concreto,(pedía la disolución del cuerpo de policías      gidos por Ave ryBrundage, el presidente del Comité Olím-
llamados “granaderos”) a diferencia de las interminables      pico Internacional como sede de la XIX olimpiada en
sesiones del Consejo Nacional de Huelga en las que se po-     1968 era el mayor premio que el PRI, el partido re vo l u-
día comer, dormir, complotar y hacer el amor que según el     cionario institucionalizado podía alcanzar. ¡Qué gloria
68 francés es una insuperable manera de ser revolucionario.   ser el anfitrión de esta fiesta de pro p o rciones gigantescas!
                                                              La verdad, México, cornucopia de la abundancia, mere-
   1. Libertad de todos los presos políticos.                 cía ese triunfo.
   2. De rogación del artículo 145 del Código Penal               Tras la construcción de los edificios que albergarían
      Federal.                                                a los deportistas, se escondía la miseria, la gente des-
   3. Desaparición del cuerpo de granadero s .                calza, los niños panzones, los campesinos sin comer, la
   4. Destitución de los jefes policiacos Cueto, Mendio-      jerarquización de una sociedad hostil a los olvidados
      lea y Frías.                                            de siempre, la crueldad de un gobierno dispuesto a
   5. Indemnización a los familiares de todos los muer-       a p a rentarlo todo. Eso sí, en las entrañas de la ciudad,
      tos y heridos desde el inicio del conflicto.            correría en el futuro un Me t ro más moderno que el de
   6. Deslindamiento de responsabilidades de los fun-         París, aunque en las entrañas de la mayoría de los m e x i c a-
      cionarios culpables de los hechos sangrientos.          nos no corrieran sino tortillas con sal. El PRI-gobierno
                                                              intentaba demostrarle al mundo que había que seguir
    La situación era crítica. Al gobierno del presidente      invirtiendo en México, que nuestro país era un mode-
Gu s t a vo Díaz Ordaz el país se le estaba yendo de las      lo a seguir, que el futuro de América Latina dependía
manos y eso en el año de las olimpiadas. Por primera          de nuestra guía, que éramos su hermano mayo r, el ve-
vez, los juegos olímpicos se llevarían a cabo en un país      cino confiable e interlocutor de los Estados Unidos —el
del tercer mundo (concepto acuñado por De G u l l e ) .
                                                  a           país más poderoso de la tierra. ¡Qué impresionada le
En la Ciudad de México, nuestra fachada se leva n t ó         íbamos a dar al mundo! Por más exorbitantes que fue-
en menos de un año, surgieron la Villa Olímpica, los          ran los gastos, millones de dólares entrarían en el futuro
conjuntos deport i vos, los estadios y hasta una innova-      porque los seducidos visitantes trasladarían sus c u e n t as
ción: la olimpiada cultural para exhibir las riquezas         bancarias a nuestro paraíso fiscal y recuperaríamos el
espirituales de México, su aportación intelectual al          oro que se lleva ron nuestros primeros conquistadore s .
m u n d o.Vendrían poetas del mundo entero, Eugenio
Yevtuchenko de Rusia, Pablo Ne ruda de Chile, O t a v i o
                                                  c              “No queremos olimpiadas, queremos revolución. No
Paz, nuestro embajador en la India, Nicolás Guillén              queremos olimpiadas, queremos revolución”.
de Cuba y muchos más. Después de la Segunda Gu e-
rra Mundial, México vivía un florecimiento; inve rt i r           ¡Ah que los muchachos antipatriotas y saboteadores!
en México era seguro y fluían los capitales extranjeros.      Los ciento cuarenta y seis días, duración del Movimiento
A partir del sexenio alemanista (1946-1950) México            Estudiantil, fueron de fervor. Quienes participaron jamás
se dispuso a ser catapultado en el siglo XXI. A difere n-     los olvidarán. La Universidad actuó como la gran pro-
cia del Tata Cárdenas, el gobierno abandonó el cultivo        tectora de sus estudiantes y muchos de ellos se guare c i e-
de la tierra para vo l ver empresarios a los campesinos y     ron en las aulas y hasta durmieron en los corredores con
entrar a la modernidad con todo y nuestros rezagos.           tal de no perder una sola de las asambleas. Toda la noche
Según los ilusos, con los tramposos programas guber-          ronroneaba la fotocopiadora, la UNAM proveía el papel. En
namentales los pobres de México pronto serían vigo-           las aulas, los días se iban en las ardientes tareas de impri-
rosos industriales.                                           mir volantes, reunir botes de Mobil-Oil y forrarlos con las
    En un 95 por ciento los turistas provenían de los Es-     letras CNH (Consejo Nacional de Huelga) y salir volando
tados Unidos y teníamos que cumplir sus expectativas.         a la calle a hacer colectas. La euforia de la planeación de
Ya de por sí se despedían encantados por lo barato de         los mítines y de las grandes marchas resultó desbord a n-
nuestras platerías, lo imponente de nuestros paisajes, lo     te. Hombres y mujeres vivían los mejores días de su vida
impronunciable de nuestros volcanes. Haber sido esco-         pasada y futura, nada mejor podía sucederles. La camara-




México podría cambiar. Hasta ese día, ninguna
demostración antigubernamental en la historia
de México había levantado tanta ámpula.
                                                                                                               REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 7
dería es un elixir, una pócima sagrada. Guillermo Ha ro ,        a rtículos de simpatizantes como Francisco Martínez de
                        d i rector del Instituto de Astrofísica sonreía al oír una voz   la Vega, José Alvarado, María Luisa Mendoza, G s t ó n   a
                        juvenil anunciar “UNAM, territorio libre de México” am-          Ga rcía Cantú, amigo personal de don Javier Barros Sie-
                        plificada por los magnavoces. La actriz Margarita Isabel         rra, Froylán López Na rv á ez, Hugo Hi r i a rt, José Muñoz
                        era una castañuela en sus mítines relámpago, materia me-         Cota, Luis Suárez, Carmona Ne n c l a res, Fernando Be n í-
                        morable porque fascinaba a todos, la Tita, Ro b e rta Ave n-     t ez y Carlos Monsiváis que seguían esta larga marcha (a
                        daño, una figura entrañable a la que había que cargar entre      veces jubilosa, otras aterradora porque había muertos y
                        cuatro para escapar de las macanas de los granaderos y           e n c a rc
                                                                                                  elados) terminó en la Plaza de las Tres Culturas, el
                        saltar la barda. Marcelino Perelló, el líder estudiantil más     2 de octubre de 1968, a las seis y diez de la tarde, bajo la
                        guapo y no se diga Gi l b e rto Gu e vara Niebla que recha-      lluvia, con la entrada del ejército que comandaba el ge-
                        zaba con la fuerza de su belleza (y de su palabra, claro está)   neral Hernández Toledo (herido en el pecho) y del Ba t a-
                        un sistema social jerárquico y autoritario.                      llón Olimpia situado en las azoteas de los edificios cir-
                             La toma de Ciudad Universitaria en el mes de sep-           cundantes compuesto por hombres vestidos de civil, que
                        tiembre y la detención de quinientos universitarios lleva-       llevaban un guante blanco o un pañuelo para identificarse,
                        dos en camiones abiertos del ejército, estudiantes, maestros     que en una confusión absoluta desataron la balacera.
                        e investigadores indignaron a todos. Los estudiantes rodea-           Los testimonios coinciden en que la repentina apari-
                        ron a su rector Javier Barros Sierra que los defendía confron-   ción de un helicóptero que aventó luces de bengala verde
                        tando personalmente al Presidente de la República. Gui-          en el cielo de la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad
                        llermo Massieu, director del Politécnico, nunca les dio          Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, desencadenó la ba-
                        semejante protección a sus estudiantes. Los ciento cua-          lacera que convirtió el mitin estudiantil del 2 de octubre
                        renta y seis días para los muchachos del Poli fueron de          en la tragedia de Tlatelolco.
                        persecución policiaca, temor, falta de oportunidades y                A las 5:30 del miércoles 2 de octubre de 1968, aproxi-
                        rechazo total en un rumbo de la ciudad —el nort e — ,            madamente diez mil personas se congregaron en la ex-
                        mucho más pobre que el universitario y por lo tanto mucho        planada de la Plaza de las Tres Culturas (así llamada porque
                        más expuesto a las detenciones y las razias policiacas. Las      pre s e rva el mundo pre c o rtesiano en las ruinas arq u e o l ó-
                        marchas, las colectas, los pleitos entre marxistas-leninistas    gicas, el de la Colonia, en el Convento Franciscano, y la
                        y maoistas, la quema de camiones, los desplegados en el          época moderna en el edificio de Relaciones Exteriores
                        periódico El Día que dio seguimiento a las actividades           (que ahora pertenece a la UNAM y exhibe en forma per-
                        del Consejo Nacional de Huelga, los comunicados, los             manente las imágenes y los testimonios de la masacre)




8 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
SOBRE EL 68



para escuchar a los oradores del Consejo Nacional de
Huelga quienes, desde el balcón del tercer piso del edifi-
cio Chihuahua, se dirigían a la multitud compuesta en su
gran mayoría por estudiantes, hombres y m u j e res, ve n-
dedores ambulantes, amas de casa con niños en brazo s
sentadas en el suelo, habitantes de la Unidad, transeún-
tes que se detuvieron a curiosear, los habituales mirones
y muchas personas que vinieron a asomarse. El ambien-
te era tranquilo a pesar del enorme despliegue de fuerz a
de la policía, el ejército y los granaderos. Los estudiantes
en la plaza repartían volantes, hacían colectas en botes
con las siglas CNH, vendían periódicos y carteles y, en el
tercer piso del edificio, además de los reporteros que cu-
bren las fuentes nacionales, corresponsales y fotógrafos
extranjeros invitados por los estudiantes miraban con
curiosidad el otro lado de la luna: el México que nada
tenía que ver con los juegos olímpicos que habrían de ini-
ciarse diez días más tarde.
     “El Movimiento va a seguir a pesar de todo”, “... se ha
d e s p e rtado la conciencia cívica y se ha politizado a la fa-
milia mexicana”, un orador propuso el boicot contra el
diario El Sol. Un grupo de trabajadores que portaba una
manta: “Los ferrocarrileros apoyamos el Movimiento y
desconocemos las pláticas Romero Flores-GDO”, fue reci-
bido con aplausos. El grupo ferro c a r r i l e roanunció paros
escalonados desde “mañana, 3 de octubre, en apoyo del
Movimiento Estudiantil”.
     Cuando los líderes vieron el gran despliegue de fuer-
za del ejército, la policía y los granaderos, decidiero n
disolver el mitin y pidieron a la multitud que re g resara a
su casa. Un estudiante anunció a las 6:10 que la marcha
al Casco de Santo Tomás del Politécnico estaba cancela-
da en vista del despliegue de fuerzas públicas, surgiero n
en el cielo las tres luces de bengala que hicieron que los
concurrentes dirigieran automáticamente su mirada hacia
arriba. Se oye ron los primeros disparos. La gente se alar-
mó. A pesar de que un líder del CNH, desde el tercer piso          de los sangrientos sucesos”. Pero la tragedia de Tlatelolco
del edificio Chihuahua, gritaba por el magnavoz: “¡No              dañó a México mucho más profundamente de lo que
corran compañeros, no corran, son salvas!... ¡No se vayan,         lamenta El Hera l d o, al señalar los graves perjuicios al
no se vayan, calma!”, todos huyeron despavoridos y mu-             país en su crónica (“Sangriento encuentro en Tlatelol-
chos caían en la plaza, en las ruinas prehispánicas fre n t e      co”, 3 de octubre de 1968): “Pocos minutos después de
a la iglesia de Santiago Tlatelolco. Se oía el fuego cerrado y     que se iniciaron los combates en la zona de Nonoalco,
el tableteo de las ametralladoras. A partir de ese momento,        los corresponsales extranjeros y los periodistas que vinie-
la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en un infierno.         ron aquí para cubrir los juegos olímpicos comenzaron a
     Nos lo dice el periodista José Luis Mejías (“Mitin trá-       enviar notas a todo el mundo para informar sobre los
gico” Diario de la Tarde, México, 5 de octubre de 1968):           sucesos. Sus informaciones —algunas de ellas abultadas—
“Los individuos enguantados sacaron sus pistolas y comen-          contuvieron comentarios que ponen en grave riesgo el
zaron a disparar a boca de jarro e indiscriminadamente             prestigio de México”.
sobre mujeres, niños, estudiantes y granaderos...”. A los              Según Claude Kiejman, la corresponsal del diario Le
primeros disparos cayó el general Hernández Toledo, co-            Mo n d e, algunos corrieron hacia la iglesia de Santiago
mandante de los paracaidistas, y de ahí en adelante, con           Tlatelolco y gritaron:
la embravecida tropa disparando sus armas largas y ca-                 —Ábrannos, ábrannos.
zando a los francotiradores en el interior de los edificios,           Los frailes franciscanos hermanos-lobo mantuviero n
ya a nadie le fue posible obtener una visión de conjunto           cerrada la puerta a sus hermanos-niños.


                                                                                                                 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 9
trincheras, agujeros, qué se yo, a donde correr a guarecer-
                                                                                         se. Aquí no hubo la más remota posibilidad de salvación.
                                                                                         Al contrario. Tiraron sobre una multitud inerme en una
                                                                                         plaza que es en sí una trampa. La multitud no tenía esca-
                                                                                         patoria. Yo estaba tirada boca abajo en el suelo, cuando
                                                                                         quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme de las
                                                                                         esquirlas un policía apuntó el cañón de su pistola a unos
                                                                                         centímetros de mi cabeza: ‘No se mueva’. Yo veía las
                                                                                         balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor.
                                                                                         También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a
                                                                                         estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi a muchos he-
                                                                                         ridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y per-
                                                                                         manecí en un charco de mi propia sangre cuarenta y cinco
                                                                                         minutos. Un estudiante junto a mí repetía: ‘Valor, Or i a-
                                                                                         na, valor’. La policía jamás atendió a mi petición re i t e r a-
                                                                                         da: ‘Avísenle a mi embajada. Soy una periodista italiana’.
                                                                                         Todos se negaron hasta que una mujer me dijo: ‘Yo voy
                                                                                         a hacerlo’”.
                                                                                             Rodolfo Rojas Zea fue el joven periodista que in-
                                                                                         vitó a Oriana Fallaci y la cubrió con su cuerpo a la hora
                                                                                         de los balazos y resultó herido en el glúteo y en el mus-
                                                                                         lo por una MI, afortunadamente de rebote porque si
                                                                                         no le destroza la pierna aunque las esquirlas todavía le
                                                                                         impiden caminar como antes. Oriana recibió un bala-
                                                                                         zo cerca de la cintura, pero sólo la rozó. Ambos viero n
                                                                                         muchos cuerpos tirados en la plaza. La información de
                                                                                         Rojas Zea, que escribió su re p o rtaje a pesar de sus
                                                                                         heridas, fue mutilada. Los periódicos no informaro n .
                                                                                         Salvo honrosas excepciones, la censura silenció las con-
                                                                                         ciencias.
                                                                                             El mismo 2 de octubre cuando la doctora en antro-
                                                                                         pología Margarita Nolasco logró salir de la Plaza de las
                                                                                         Tres Culturas de Santiago Tlatelolco abrió la ventanilla
                                                                                         del taxi que la llevaba a su casa y gritó a los peatones que
                                                                                         se encontraban a la altura de la Casa de los Azulejos.
                             A Claude Kiejman, a Jean François Held y a muchos               —¡Están masacrando a los estudiantes en Tlatelolco!
                        más los mantuvieron con los brazos en alto bajo la lluvia.       ¡El ejército está matando a los muchachos!
                             Dos mil personas fueron arrestadas. Los familiares que-         El taxista entonces la re p rendió:
                        d a ron sin noticias y anduvieron peregrinando de los                —Suba usted la ventanilla, señora, porque si sigue
                        hospitales a los anfiteatros buscando a sus hijos. De veinti-    haciendo esto, señora, tendré que bajarla del coche.
                        nueve, el número oficial de los muertos (dado por la pren-           Él mismo cerró la ventanilla.
                        sa de México) pasó a cuarenta y tres. Los periódicos re c i-         La vida seguía como si nada. Margarita Nolasco per-
                        bieron una orden tajante: “No más información”. En el            dió el control: “Todo era de una normalidad horrible,
                        diario Novedades uno tras otro fueron rechazados los             insultante, no era posible que todo siguiera en calma”.
                        a rtículos que escribí, inclusive una entrevista con O i a n a
                                                                               r         Nadie se daba por enterado. El flujo interminable de los
                        Fallaci, herida en el mitin de Tlatelolco al que había sido      automóviles subiendo por la avenida Juárez seguía su
                        invitada. La encontré indignada en su cama del Hospi-            cauce, río de acero inamovible. Nadie venía en su ayuda.
                        tal Francés. Hablaba por teléfono con algún jefe del Par-        La indiferencia era tan alta como la de los rascacielos.
                        lamento italiano para exigir a gritos que la delegación          Además llovía.
                        italiana cancelara su viaje a las olimpiadas. Por fin acce-          El periodista José Alvarado escribió: “Había belleza y
                        dió a decirme: “¡Que salvajada! Yo he estado en Vietnam          luz en las almas de los muchachos muertos. Q e r í a n
                                                                                                                                              u
                        y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y           hacer de México morada de justicia y verdad, la libert a d ,
                        los bombardeos (también en Vietnam señalan los sitios que        el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados. Un
                        se van a bombardear con luces de bengala) hay refugios,          país libre de la miseria y el engaño.


10 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
SOBRE EL 68



    “Y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pie-         conformes; un refresco y una torta bastaban para adhe-
les ultrajadas.                                                   rirse al PRI. El nuestro ¡qué país de acarreados! Además el
    “Algún día habrá una lámpara vo t i vaen memoria de           12 de octubre se inaugurarían los juegos olímpicos. Por
todos ellos”.                                                     primera vez un país de América Latina había sido esco-
    Después de todo, Tlatelolco era sólo un enclave den-          gido. México era la sede internacional. ¡Qué gran honor!
tro de la ciudad más grande del mundo, el Movimiento              Y con sus desmanes los locos esos irre verentes y penden-
Estudiantil sólo una revuelta de jóvenes imberbes que             cieros ponían en peligro el prestigio del país, el de su
creían que la ciudad era suya, que podían cantar de ale-          dirigencia. Muchos aficionados y turistas habían cance-
gría y dejar salir al poeta que traían adentro, a su ángel de     lado su habitación en los hoteles. ¡México bárbaro estaba
la guarda, al ego, al subconsciente, a la entrega, al amor        de nuevo en la pública palestra! Los estudiantes se habían
por el otro, a las fuerzas del bien y del mal, adolescentes       empeñado en hundir al país. ¿No decían que unas bom-
ingenuos que se imaginaron que las quinientos mil per-            bas de manufactura universitaria harían volar el tablero
sonas que marchaban junto a ellos en las grandes mani-            del estadio precisamente en CU?
festaciones eran sus camaradas y los iban a proteger siem-             En su versión del jueves 3 de octubre de 1968 nos dice
pre, que apoyados por la multitud serían invencibles,             Exc é l s i o r: “Nadie observó de dónde salieron los prim e-
jóvenes alucinados y espléndidos que creían poder gritar          ros disparos. Pero la gran mayoría de los manifestantes
impunemente frente al balcón presidencial al entonces             aseguraron que los soldados, sin advertencia ni previo aviso,
jefe de la nación (y sobre todo jefe del Ejército Mexicano)       comenzaron a disparar: ‘...los disparos surgían por todos
Gustavo Díaz Ordaz:                                               lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad
                                                                  Tlatelolco que de la calle donde las fuerzas militares en
   Sal al balcón, hocicón,                                        tanques ligeros y vehículos blindados lanzaban ráfagas
   sal al balcón, bocón.                                          de ametralladora casi ininterrumpidamente...’”. Noveda-
                                                                  des, El Un i ve r s a l, E Día, El Na c i o n a l, E Sol de México,
                                                                                            l                         l
    El Movimiento Estudiantil sacaba de quicio a muchos,          El Heraldo, La Prensa, La Afición, Ovaciones repiten que
a todos aquéllos que en la Cámara de Diputados aplau-             el ejército tuvo que repeler a tiros el fuego de francotira-
dieron de pie las medidas tomadas por el presidente Díaz          dores apostados en las azoteas de los edificios. Prueba de
Ordaz y ejecutadas por su segundo, Luis Ec h e verría, el 2       ello es que el general José Hernández Toledo, que dirigió
de octubre. El Movimiento Estudiantil los desafiaba y             la operación, recibió un balazo en el tórax y declaró a los
ponía en peligro no sólo las olimpiadas sino también la           periodistas al salir de la interve nción quirúrgica que se le
autoridad de empresarios y jefazos. Los embotellamien-            practicó: “Creo que si se quería derramamiento de san-
tos, el súbito incendio de un autobús a la mitad de Sa n          gre ya es más que suficiente con la que yo he derrama-
Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas), la tea          do,” como lo consignó El Día, 3 de octubre de 1968.
encendida de los transportes públicos, las vitrinas hechas             Según Excélsior se calcula que participaro unos cinco
                                                                                                                        n
pedazos, las interrupciones de tránsito, las colectas en la       mil soldados y muchos agentes policiacos, la mayoría
calle, las porras y los estribillos estudiantiles “Di por qué,    vestidos de civil. Tenían como contraseña un pañuelo
dime Gustavo, / di por qué, eres cobarde, / di por qué no         envuelto en la mano derecha. Así se identificaban unos a
tienes madre, dime Gustavo por qué”. Y “En la calle de            otros, ya que casi ninguno llevaba credencial por pro t e c-
Insurgentes / que chinguen a su madre los agentes”, los           ción frente a los estudiantes.
graffitis, los mítines relámpago, las arengas en el merc a-            “El fuego intenso duró 29 minutos. Luego los dispa-
do, la brusca irrupción de una nueva realidad molesta para        ros decrecieron pero no acabaro n”.
la rutina de los oficinistas y los hacía exclamar: “¿Por qué no        Los tiros salían de muchas direcciones y las ráfagas de
están estudiando? Su lugar es frente a sus libros. La socie-      las ametralladoras zumbaban en todas partes y, como
dad paga sus aulas y sus carreras, bola de irresponsables”.       afirman varios periodistas, “muchos soldados debiero n
La de los estudiantes era una protesta muy localizada, los        lesionarse entre sí, pues al cerrar el círculo los proyectiles
universitarios y los politécnicos eran los alboro t a d o res,    salieron por todas direcciones”, dijo el re p o rt e ro Félix
el descontento no se había generalizado, muchos estaban           Fuentes en su relato del 3 de octubre en La Prensa. El




La Universidad actuó como la gran protectora de
sus estudiantes y muchos de ellos se guarecieron
en las aulas y hasta durmieron en los corredores...
                                                                                                                     REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 11
ejército tomó la Plaza de las Tres Culturas con un movi-                versal escribe el 3 de octubre: “Vimos al ejército en plena
                                  miento de pinzas, es decir, llegó por los dos costados y                acción; utilizando toda clase de instrumentos, las ame-
                                  cinco mil soldados avanzaron disparando armas automá-                   tralladoras pesadas empotradas en una veintena de jeeps,
                                  ticas contra los edificios, añade Félix Fuentes. “En el cuarto          disparaban a todos los sectores controlados por los franco-
                                  piso de un edificio, desde donde tres oradores había are n-             tiradores”. Excélsior reitera: “Unos trescientos tanques,
                                  gado a la multitud contra el gobierno, se vieron fogonazos.             unidades de asalto, jeeps y transportes militares tenían
                                  Al pare c e r, allí abrieron fuego agentes de la Dirección              rodeada toda la zona, desde Insurgentes hasta Reforma,
                                  Federal de Seguridad y de la Policía Judicial del Distrito.             hasta Nonoalco y Manuel G n z á l ez. No permitían salir
                                                                                                                                         o
                                       “La gente trató de huir por el costado oriente de la               ni entrar a nadie, salvo rigurosa identificación”. Miguel
                                  Plaza de las Tres Culturas y mucha lo logró, pero cientos               Ángel Ma rt í n ezAgis de Excélsior reportó a las 18 horas
                                  de personas se encontraron a columnas de soldados que                   desde el Edificio Chihuahua: “Un capitán del ejército usa
                                  empuñaban sus armas a bayoneta calada y disparaban en                   el teléfono. Llama a la Se c retaría de la Defensa. Informa
                                  todos sentidos. Ante esta alternativa las asustadas perso-              de lo que está sucediendo: ‘Estamos contestando con
                                  nas empez a ron a refugiarse en los edificios, pero las más             todo lo que tenemos... Allí se veían ametralladoras, pis-
                                  c o r r i e ro por las callejuelas para salir a Paseo de la Re f o r-
                                               n                                                          tolas 45, calibre 38 y unas 9 milímetro s’”.
                                  ma cerca del Monumento a Cuitláhuac.                                        El General Marcelino García Barragán, Secretario de
                                       “ Quien esto escribe, fue arrollado por la multitud cer-           la Defensa Nacional, declaró al reportero de Excélsior
                                  ca del edificio de la Se c retaría de Relaciones Exteriores.            Jesús M. Lozano que: “Al aproximarse el ejército a la Plaza
                                  No muy lejos se desplomó una mujer, no se sabe si lesio-                de las Tres Culturas fue recibido por francotiradores. Se ge-
                                  nada por algún proyectil o a causa de un desmayo. Algu-                 neralizó un tiroteo que duró una hora aproximadamente...
                                  nos jóvenes trataron de auxiliarla pero los soldados lo                 Hay muertos y heridos tanto del ejército como de los
                                  impidieron”.                                                            estudiantes: No puedo precisar en estos momentos el
                                       “El General José Hernández Toledo declaró después                  número de ellos.
                                  que, para impedir mayor derramamiento de sangre, or-                        “—¿Quién cree usted que sea la cabeza de este mov i-
                                  denó al ejército no utilizar las armas de alto calibre que              miento?
                                  llevaba”, (El Día, 3 de octubre de 1968). (Hernández                        “—Ojalá y lo supiéramos.
                                  Toledo ya ha dirigido acciones contra la Universidad de                     (Indudablemente no tenía bases para inculpar a los
                                  Michoacán, la de Sonora y la Autónoma de México, y                      estudiantes).
                                  tiene a su mando a hombres del cuerpo de paracaidistas                      “—¿Hay estudiantes heridos en el Hospital Central
                                  calificados como las tropas de asalto mejor entrenadas                  Militar?
                                  del país). Sin embargo, Jorge Avilés, redactor de El Un i-                  “—Los hay en el Hospital Central Militar, en la Cru z




Asistentes al mitin del 7 de septiembre en la Plaza de las Tres Culturas



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SOBRE EL 68




Vista de la Plaza de las Tres Culturas, octubre de 1968




Verde, en la Cruz Roja. Todos ellos están en calidad de     Luis Cueto Ramírez dijo textualmente: “La policía in-
detenidos y serán puestos a disposición del Procurador      formó a la Defensa Nacional en cuanto tuvo conoci-
General de la República. También hay detenidos en el        miento de que se escuchaban disparos en los edificios
Campo Militar Número 1, los que mañana serán dis-           aledaños a la Se c retaría de Relaciones Ex t e r i o res y de
puestos a disposición del General Cueto, Jefe de la         la Vocacional 7, en donde tiene servicios permanen-
Policía del DF.                                             tes”. (…)“La mayoría de las armas confiscadas por la
   “—¿Quién es el comandante responsable de la ac-          policía, son de fabricación europea y corresponden a
tuación del ejército?                                       los modelos de los usados en el bloque socialista. Cueto
   “—El comandante responsable soy yo”.                     negó saber que políticos mexicanos promuevan en
   El jefe de la policía metropolitana negó que, como       forma alguna esta situación y afirmó no tener conoci-
informó el Secretario de la Defensa, hubiera pedido la      miento que ciudadanos estadounidenses hayan sido
intervención militar en Ciudad Tlatelolco. El G n e r a l
                                                 e          a p rehendidos. En cambio están prisioneros un guate-


                                                                                                           REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 13
malteco, un alemán y otro que por el momento no                  una visión de conjunto. Todos —testigos y participan-
                        re c u e rd o”. (El Universal, El Nacional, 3 de octubre         tes— tuvieron que resguardarse de los balazos, muchos
                        de 1968).                                                        cayeron heridos.
                             Los cuerpos de las víctimas en la Plaza de las Tres Cul-           Todavía fresca la herida, todavía bajo la impre s i ó n
                        turas no pudieron ser fotografiados porque el ejército lo        del mazazo en la cabeza, la sangre pisoteada de estudian-
                        impidió. (La Prensa, 3 de octubre de 1968). El 6 de              tes, hombres, mujeres, niños, soldados, diez días después
                        octubre en un manifiesto “Al Pueblo de México”, publi-           los mexicanos pasmados se sentaron frente a la televisión
                        cado en El Día, el CNH declaró: “El saldo de la masacre          a ver los juegos olímpicos. Rosario Castellanos preguntó
                        de Tlatelolco aún no acaba. Hasta el momento han muer-           en un poema escrito especialmente para La noche de Tla-
                        to cerca de cien personas de las cuales sólo se sabe de las      t e l o l c o:¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente nadie
                        recogidas en el momento: los heridos cuentan por mi-             / La plaza amaneció barrida; los periódicos / dieron como
                        les...”. El mismo 6 de octubre el CNH, al anunciar que no        noticia principal / el estado del tiempo. / Y en la tel e-
                        haría nuevas manifestaciones o mítines, afirmó que las           visión, en el radio, en el cine / no hubo ningún cambio de
                        f u e rzas represivas “c a u s a ron la muerte con su acción a   programa, / ningún anuncio intercalado ni un / minuto
                        ciento cincuenta civiles y cuarenta militare s”. En Po sd a-     de silencio en el banquete. / (Pues prosiguió el banquete)”.
                        ta, Octavio Paz cita el número que el diario inglés The                 El 3 de octubre de 1968 los periódicos dieron una no-
                        Guard i a n,tras una “investigación cuidadosa”, considera        ticia escueta, lacónica, tramposa que minimizaba la masa-
                        como la más probable: trescientos veinticinco muert o s .        cre y para colmo acusaba a los estudiantes. Novedades
                             En México no se ha logrado precisar hasta ahora el          habló de francotiradores y de veinticinco muertos, ochen-
                        n ú m e rode muertos. El 3 de octubre la cifra declarada en      ta y siete lesionados, entre ellos el General Hernández
                        los titulares y re p o rtajes de los periódicos oscila entre     Toledo y doce militares más heridos. El Universal dijo
                        veinte y veintiocho. El número de heridos es mucho               que eran veintinueve los muertos en el campo de batalla
                        mayor y el de detenidos es de dos mil. A las doce de la          contra terroristas ya que los soldados sostuvieron un rudo
                        noche aproximadamente dejaron de escucharse los dis-             combate y había mil detenidos. El Sol de México lamentó
                        paros en el área de Tlatelolco. De los edificios desalojados     que manos extrañas cuyo objetivo era frustrar los XIX
                        por la tropa fueron conducidos al Campo Militar Nú-              juegos olímpicos se empeñaran en desprestigiar a Mé-
                        m e ro 1 cerca de mil detenidos que más tarde serían lle-        xico. Francotiradores abrieron fuego contra la tropa en
                        vados a la cárcel de Santa Ma rta Acatitla. La zona de Tla-      Tlatelolco e hirieron a un general y a once militares; dos
                        telolco siguió rodeada por el ejército. Grupos de once           soldados y más de veinte civiles muertos en la peor
                        soldados entraron a los edificios a catear casa por casa.        refriega.
                        Muchas familias abandonaron sus departamentos con                       De los estudiantes sólo se pre o c u p a ro El Día y el
                                                                                                                                          n
                        sus pertenencias después del humillante registro.                Excélsior. Dos mil personas fueron arrestadas. Los fa-
                             El número de presos en la cárcel de Lecumberri por          miliares quedaron sin noticias y anduvieron peregrinando
                        el Movimiento de 1968 fue de ciento sesenta y cinco.             de los hospitales a los anfiteatros buscando a sus hijos. Los
                             Posiblemente no sepamos nunca cuál fue el mecanis-          padres de Raúl Álvarez Garín publicaron un desplegado
                        mo interno que desencadenó la masacre de Tlatelolco.             en El Día preguntando semana tras semana dónde es-
                        ¿El miedo? ¿La inseguridad? ¿La cólera? ¿El terror a per-        taba su hijo. En el Campo Militar Número 1, no cupo un
                        der la fachada? ¿El despecho ante el joven que se empeña         alfiler después de tanto muchacho rapado y vilipendiado
                        en no guardar las apariencias delante de las visitas? Posi-      en espera de conocer su suerte. De veintinueve, los muer-
                        blemente nos interroguemos siempre junto con el cuadro           tos pasaron a cuarenta y tres. Los periódicos recibieron
                        n e g rode Abel Qu ezada “¿Por qué?” en vez de su carica-        una orden tajante: “No más información”. En vista de la
                        tura de costumbre. La noche triste de Tlatelolco —a pesar        cercanía de los juegos olímpicos y de que los ojos del
                        de todas sus voces y testimonios— sigue siendo incom-            mundo estaban puestos en México los periódicos que
                        prensible. ¿Por qué? Tlatelolco es incoherente, contra-          contrariaran la orden perderían sus prebendas.
                        dictorio. Pero la muerte no lo es. Ninguna crónica nos da               A partir del 2 de octubre, muchos nos inclinamos




                                                       A cuarenta años, todavía resuena
                                                    el eco del grito de los que murieron
                                                          y el grito de los que quedaron.
14 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
SOBRE EL 68




sobre nosotros mismos y nos preguntamos quiénes éra-             El padre de Regina, de origen alemán, recogió el cadáve r
mos y qué queríamos. Nos dimos cuenta que habíamos               de su hija de veintiún años con seis tiros de bala a lo largo
vivido en una especie de miedo latente y cotidiano que           de la espalda.
intentábamos suprimir pero que había reventado. Sabía-                Casi todos los centenares de hospitalizados pre s e n t a-
mos de la miseria, de la corrupción, de la mentira, de           ban heridas en la espalda, en los glúteos, en los muslos, en
que el honor se compra pero no sabíamos de las piedras           las piernas. Mientras intentaban salir de la trampa, les ti-
manchadas de sangre de Tlatelolco, de los zapatos perdi-         raron por detrás.
dos de la gente que escapa, de las puertas de hierro de los           Esta tragedia escindió la vida de muchos mexicanos;
elevadores del conjunto habitacional de Santiago-Tlate-          antes y después del 2 de octubre. 1968 fue un año que
lolco perforadas por ráfagas de ametralladora. Los edifi-        nos marcó a sangre y fuego. 1968 es el año del reclamo de
cios de la avenida Juárez vo l v i e ro a caérsenos encima, la
                                      n                          los jóvenes en el mundo entero. Hubo otros movimientos
gente caminó de nuevo a toda prisa mirándose los pies y          estudiantiles en Francia, en Checoslovaquia, en Japón,
algo muy cercano al pánico pudo leerse en su rostro. “¡Qué       ninguno tan violento como el nuestro, el fuego intenso
horrible normalidad!” diría doña Margarita Nolasco.              duró veintinueve minutos, luego los disparos decrecieron
    A raíz del 2 de octubre consigné las voces de mucha-         pero no terminaron dijo el diario Excélsior.
chos, muchachas, madres y padres de familia. “Sí, pero                En su mayoría, recogí los testimonios del 68 en octu-
cámbieme de nombre”. “Yo le cuento pero no ponga                 bre y en noviembre de 1968. Los estudiantes presos en
quién soy”. Sa l vo los líderes presos en la cárcel preventi-    Lecumberri dieron los suyos en el curso del año siguiente
va de Lecumberri y algunas madres de familia guardé los          gracias a Raúl Álvarez Garín que los citaba el domingo en
nombres en el fondo del corazón bien guardados a riesgo          su celda. Los defensores de los presos políticos Carmen
de no saber hoy, a treinta años, quién es quién. Muchos se       Merino y Carlos Fernández del Real también me hicie-
negaron a hablar. La familia de la edecán Regina Teuscher        ron llegar algunos materiales que enviaron hombres ín-
K ruger cuya imagen indeleble en una revista impactó a           tegros como He b e rto Castillo, Manuel Marcué Pardiñas,
miles de mexicanos (entre otros a Antonio Velasco Piña           Armando Castillejos, José Revueltas, y las mujeres que
que la convirtió en sacerdotisa esotérica muerta y resuci-       visité en Santa Ma rta Acatitla, Ro b e rta Avendaño, Ana
tada para iniciar una nueva era e incendiar los dos volcanes,    Ignacia Ro d r í g u ezy Adelita Castillejos.
el Popo y el Ixta) se negó a hablar con periodista alguno.            Se han publicado ya muchos libros sobre el 68, los más


                                                                                                                 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 15
e x t r a o rdinarios, los más analíticos, los de Carlos Mo n s i-   a hablar. El dolor es un acto absolutamente solitario.
                        váis, pero quisiera mencionar antes que a nadie al re f u-           Hablar de él resulta casi intolerable; indagar, horadar, tie-
                        giado de la Guerra Civil de España, el escritor y periodis-          nen sabor de insolencia.
                        ta Ramón Ramírez y a su actitud ante la vida y su trabajo                Este relato recuerda a una madre que durante días
                        invaluable por su meticulosidad. Cuando “México en la                permaneció quieta, endurecida bajo el golpe y, de re p e n-
                        cultura”, el suplemento de Novedades que dirigía Fer-                te, como un animal herido —un animal a quien le extra-
                        nando Be n í t ez fue censurado, de todos los que salimos            en las entrañas— dejó salir del centro de su vida, de la vida
                        Ramón Ramírez fue el más afectado. No se quejó aunque                misma que ella había dado, un ronco, un desgarrado gri-
                        para él perder su trabajo era muy duro. Lo recuerdo en al-           to. Un grito que daba miedo, miedo por el mal absoluto
                        guna manifestación con su gabardina, alto, delgado,                  que se le puede hacer a un ser humano; ese grito que todo
                        fino —los rasgos de su ro s t ro denotaban su espirituali-           lo rompe, el ay de la herida definitiva, la que no podrá
                        dad—, tomando apuntes, alerta como un mirlo. Su tra-                 cicatrizar jamás, la de la muerte del hijo.
                        bajo es el mejor, el más exacto, el más completo y aún no                A cuarenta años, todavía resuena el eco del grito de
                        se le hace justicia.                                                 los que murieron y el grito de los que quedaron.
                              La noche de Tlatelolco pertenece a los estudiant e s .             El Movimiento Estudiantil de 1968 fue la punta de
                        Está hecha con sus palabras, sus luchas, sus errores, su             flecha de otros “enloquecidos movimientos de pureza”
                        dolor y su asombro. Ap a recen también sus “aceleradas”,             en nuestro país. Otros José Revueltas, otros Leobardo
                        sus errores, su ingenuidad, su confianza, su amor a la fies-         López Arretche, otros Óscar Menéndez, otros Heberto
                        ta de la libertad. So b re todo les agradezco a las madres, a        Castillo, otras María Fernanda Campa, otros G l b e r-i
                        los que perd i e ron al hijo, al hermano, el haber accedido          to Guevara Niebla, otros Raúl Álvarez Garín, otros


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Manuel Marcué Pardiñas, otros Armando Castillejos,              a cada quien desde su lugar. Es nuestro legado a los uni-
otras Roberta Avendaño “Tita”, otras Ana Ignacia Ro-            versitarios para que el crimen de Estado en el que par-
dríguez “Nacha”, otros Marcelino Perelló, otros Joel            ticiparon todas las instituciones no quede impune. Si
Ortega, otros Salvador Martínez della Roca “El Pino”,           no lo logramos seguirán los criminales corrompiendo a
otros Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, otros Fé-            nuestro país.
lix He r n á n d ezGamundi han aparecido en nuestro país.           Si no hay verdad y justicia, el 2 de octubre del 68
Allí está el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Na c i o-   puede asolarnos de nuevo. La Universidad es la gran edu-
nal) para comprobarlo. A cuarenta años, la consigna             cadora, el barómetro moral de nuestro país y la primera
“Dos de octubre no se olvida” se grita en la marcha             de sus enseñanzas es la ética. A partir de ella, puede cons-
anual en la que participan jóvenes que ni siquiera habían       truirse el México que todos buscamos. Quizá nunca se-
nacido. El Comité del 68 con Raúl Álvarez a la cabeza           pamos el número exacto de muertos en la noche de T l a-
logró llevar al ex presidente Luis Echeverría al banqui-        telolco. Sin embargo, resonará en nuestros oídos durante
llo de los acusados y hoy vive detenido en su casa. Pero        muchos años la pequeña frase explicativa de un soldado
necesitamos que los responsables sean enjuiciados, que          al periodista de El Día, José Antonio del Campo:“So n
la historia de los jóvenes asesinados sea rescatada, nece-      cuerpos, señor”.
sitamos rendirles homenaje porque a ellos los mataron
por creer que podían cambiar al mundo.
    En cualquier otro país, la masacre de Tlatelolco habría
causado una guerra civil. ¿Conjura comunista, conjura
de la CIA? ¿Conjura de políticos mexicanos enemigos del
gobierno? ¿Ambición de presidencialistas? ¿“En l o q u e c i-
do movimiento de purez a” como lo llamó José Re v u e l-
tas? Todavía no tenemos una explicación de lo sucedido.
Cuatro décadas después no hay respuesta.
    No cabe duda de que el Movimiento Estudiantil de
1968 fue punta de flecha de otras epopeyas que intentaron
romper la homogeneidad y la corrupción gubernamental.
El impulso de los estudiantes y su heroísmo jugó un papel
importante en el triunfo en las elecciones de Cuauhtémoc
Cárdenas, candidato de oposición y en el Ejército Za p a-
tista de Liberación Nacional en Chiapas y en los movi-
mientos de resistencia pacífica que desde el 2006 salen de
la plancha del Zócalo a todos los estados del país.
    La matanza del 2 de octubre es una de las masacres
más evidentes de los comienzos del terrorismo de Esta-
do en América Latina. En Argentina, los familiares de
los desaparecidos persiguen a los culpables, señalan su
casa con pintura roja de sangre. En México, no tenemos
aún el número exacto de muertos ni hemos enjuiciado a
los responsables.
    No pretendemos hacer justicia por mano propia pero
señalar a los culpables es la única manera de que la histo-
ria no la escriban sólo los poderosos. Es la única manera
de hacer más habitable un país, en el que mueren de
hambre cinco mil niños al año.
    Es de toda justicia que Tlatelolco, ese espacio en el
que cayeron universitarios y politécnicos pertenezca
hoy a la Universidad. Es de toda justicia recordar al rec-
tor Javier Barros Sierra. Es de toda justicia señalar a los
responsables. En esta explanada hubo una matanza,
esclarecer los hechos es el mejor homenaje que pode-
mos rendir a los muertos y desaparecidos. ¡Qué gran
vergüenza mirar la plaza día tras día sin saber cuántos
ni quiénes eran! La tarea le corresponde a todo México,


                                                                                                              REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 17
1968: la
herencia en
busca de
herederos
(Primera de dos partes)
                                                                                                                        Carlos Monsiváis


                                                                                                                             A Gilberto Guevara Niebla


                        ¿Qué le sucede a la sociedad que vive el 68 con la intensi-      nes en el Congreso de la Unión, en la prensa y los medios
                        dad y la sorpresa que en rigor nunca se apagan? ¿Cuáles          electrónicos. No extrañan la desesperanza o la desespe-
                        son algunas de las consecuencias más visibles del Mov i-         ración. Unos cuantos, los más afectados en sus ideales o
                        miento Estudiantil y cuáles algunas de las frustraciones         los más violentos, tres o cuatro años después eligen la vía
                        perdurables o, si se quiere, generacionales? En el tiempo        armada, entonces muy presente en América Latina con
                        inmediatamente posterior a la matanza del 2 de octubre,          su año del Guerrillero Heroico en Cuba, y sus guerrillas en
                        el miedo y la impotencia aplazan o cancelan las claves del       cada país. Animados por las resonancias del Che Gu e-
                        fervor militante y alientan la tristeza y la gana de olvido.     vara y, en México, por el asalto trágico de unos cuantos al
                        Sin embargo, y en contra de la costumbre, la memoria his-        c u a rtel de Ciudad Madera (23 de septiembre de 1965),
                        tórica, aún no con ese nombre, persiste por varios moti-         brota el sector muy minoritario de los convencidos de que
                        vos: las pruebas (los testimonios) de la represión bárbara       nada se gana “por las buenas”, integran la Liga 23 de sep-
                        o rdenada desde la Presidencia de la República; la locali-       tiembre, Los Lacandones, el Movimiento de Acción Re-
                        zación del Movimiento en la Ciudad de México; la emo-            volucionaria, etcétera.
                        ción de los participantes a lo largo de unas semanas que se          Con dolor y con ira, estos jóvenes asumen la teoría
                        reelabora por décadas como hazaña a plazos; la sensación         del “foquismo” revolucionario, que va de las intuiciones del
                        de debut en lo que se entiende por la historia; la pertenen-     Che Gu e vara a la teorización de Régis Debray, el foco
                        cia de un número considerable de las víctimas a las clases       que ilumina la voluntad radical, algo ya expresado en la
                        medias y a las instituciones de educación superior.              frase de Mao: “Una sola chispa puede incendiar una pra-
                            No se suprimen en los re c u e rdos de la primera etapa      dera”. Es dramática la suerte de estos radicales: muere n
                        los agravios de los participantes: sus muertes (no pocas),       en enfrentamientos donde siempre llevan las de perder,
                        sus presos (en la cárcel de Lecumberri casi setenta), las        matan policías y secuestrados (el empresario Arangure n
                        evidencias de la justicia triturada, los regaños de los rufia-   de Guadalajara), se enteran muy tarde de la infiltración


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SOBRE EL 68



policiaca en sus organizaciones, sufren torturas demole-          los alboroza el aplastamiento de los disidentes y, en la
doras, se les mata a golpes en los separos o se les tira al mar   inauguración de los juegos olímpicos el 12 de octubre ,
desde helicópteros, se dividen entre pleitos a veces lite-        jóvenes de la clase media alta y de la burguesía recorren
ralmente mortales, pasan años en la cárcel, enjuician sin         la ciudad en sus caravanas de automóviles, absortos en la
piedad a los “desertores” o “traidores” y, lo más lamenta-        algarabía de los claxons y en la consigna más utópica que
ble, se “militarizan” y abandonan su generosidad inicial,         chovinista: el grito de ¡MÉ-XI-CO! ¡MÉ-XI-CO! El Mov i-
p e ro esto viene más tarde, cuando han desaparecido los          miento Estudiantil no creyó en sus propias advertencias
líderes y los militantes de la primera generación de la           y no vio en Díaz Ordaz al enemigo al frente de un Poder
guerrilla urbana, ex seminaristas, profesionistas obsesio-        Judicial envilecido y un Congreso de la Unión que el 1 de
nados con el desquite, estudiantes de economía, ciencias          septiembre de 1969, de pie, aplaude largamente al Pre-
políticas, antropología, filosofía, medicina, profesores nor-     sidente cuando éste, muy ufano, se proclama “el único
malistas, muchos de ellos miembros del Partido Comu-              responsable de los sucesos del año pasado”.
nista o de la Juventud Comunista hartos de la fatiga de las
asambleas estudiantiles y las reuniones de célula o de gru-
púsculo hasta muy altas horas de la madru g a d a .               EL PODER REPRESOR VIVE Y LA VIDA COTIDIANA SIGUE
     ¡Ah, el marxismo! La frase de Ma rx se repite en los cu-
bículos de estudio, en los casi siempre aburridísimos se-         ¿Qué más? La vida sigue, hay que terminar las carreras,
minarios: “Nuestra doctrina no es un dogma sino una               conseguir empleo, hacer a un lado las “ilusiones de ju-
guía para la acción”. Los libros del canon del materialis-        ventud”, convertirse en lo que no se quería ser, aceptar que
mo histórico se revisan y, a veces, se leen: El manifiesto co-    no se da para más. ¿Dónde quedan los razonamientos
munista, El origen de la familia, la propiedad privada y el       morales y a quién le importan a la hora de la vida en so-
Estado de Engels, ¿Qué hacer? y El Estado y la revolución? de     ciedad? Si algo, el Movimiento del 68, como antes las mo-
Lenin; ya han hojeado a Gramsci y al peruano José Carlos          vilizaciones sindicales de 1958-1959, intenta, con acciones
Mariátegui, y lo ignoran todo del arsenal ideológico de los       y demandas y sin demasiados alegatos teóricos, es re i n-
bolcheviques “de hierro”: Así se templó el acero de Fadaiev,      troducir o desplegar los asuntos de la conciencia en la vida
Poema pedagógico y Banderas sobre las torres de Makarenko,        política y profesional, pero a esto se oponen los re q u i s i-
El Don apacible de Cholojov, Cómo ser un buen comunis-            tos de la sobrevivencia, las formaciones del cinismo, el
ta de Liu Sha Shi (que no debió serlo tanto porque Mao            control enorme de los espacios laborales. El mensaje se
lo eliminó), El izquierdismo, enfermedad infantil del co-         repite: “Olvídense de reparar la injusticia”. En una frase:
munismo de Lenin. Pero estos clásicos de la formación de          (“La Revolución es la Revolución”), Luis Cabrera halló
hombres de acero no son parte de la herencia del 68, un           la síntesis suprema de los poderes del movimiento arma-
movimiento de la izquierda no ligado al pensamiento               do, que por necesidad crea sus propias leyes; de manera
socialista o al espíritu comunista, entre otras cosas por-        similar, el capitalismo salvaje entrega sin necesidad de
que su liderazgo no dispone de las horas necesarias para          palabras su apotegma: “la impunidad es la impunidad”,
—llamémosle así— “el entrenamiento dialéctico”.                   apotegma que santifica la ilegalidad, el castigo de los ino-
     En el 68, y eso determina a una fracción de la mino-         centes, y la burla a los amagos de la opinión pública.
ría combativa de los años siguientes, la entrega a la
causa posee un fondo o un trasfondo romántico, de entre-                                       ***
ga apasionada sin medir las consecuencias, de pro m e s a s
sinceras de dar la vida por la re volución y por el pueblo.       Al llegar a la Presidencia el ex Se c retario de G bernación
                                                                                                                    o
Al cabo de estas llamaradas, otros grupos, púberes y              Luis Ec h e verría está al tanto: la fuerza del 68 radicó en su
adolescentes en 1968, adoptan la actitud “militarista”            poder de impregnación y en los actos de valor que inspira.
cifrada en el culto a la violencia, “p a rtera de la historia”.   En dos actos de su campaña, uno en Morelia y otro en
Ya se volverá a los ideales cuando se tome el poder.              Mexicali, los jóvenes le exigen un minuto de silencio por los
                                                                  caídos en Tlatelolco. Accede, así incluya en sus segundos de
                             ***                                  mudez a los soldados muertos y aunque esto enfurezca a
                                                                  Díaz Ordaz. Pero Echeverría no tiene otra, si los estudian-
Son terribles los días siguientes al 2 de octubre. La re-         tes no consiguen modificar la vida política, la matanza
presión no admite respuestas, la inclemencia del Estado           del 2 de octubre es el hecho que no se cierra. Y el 10 de
aplasta al Consejo Nacional de Huelga y sus aliados, los          junio de 1971 la agresión a una marcha del grupo de cho-
presos políticos apenas disponen de unos cuantos defen-           que organizado desde el Departamento Central, los
sores, los medios informativos no admiten protestas, los          Halcones, reconstruye de inmediato el 68. Y en los días si-
jueces y los agentes del Ministerio Público están a la dis-       guientes la cólera ciudadana ante los casi cuarenta muertos
posición del Poder Ejecutivo, a los diputados y senadores         y los muchos heridos, exhibe la fantasía de suponer extin-


                                                                                                                  REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 19
guida la disidencia. Ec h e verría monta una pésima “obra       empresarios y funcionarios. En un intento de secuestro
                        de teatro”, cesa al regente de la ciudad Alfonso Ma rt í n ez   asesinan en Monterrey a Eugenio Garza Sada, patrono del
                        Domínguez y comienza a ufanarse de su “a p e rtura demo-        Tecnológico y, de seguro, la gran figura del empresaria-
                        crática”. Los militantes rechazan la farsa, pero un buen nú-    do de la ciudad. En el entierro de Ga rza Sada, a nombre del
                        mero de intelectuales y el conjunto de las clases medias le     Grupo Monterrey, un empresario menor, Ricardo Ma r-
                        toman la palabra al represor “arrepentido” (No lo está).        gáin Zozaya, insulta al presidente Ec h e verría, allí presente,
                                                                                        y lo acusa de incitar el terrorismo con su prédica terc e r-
                                                   ***                                  mundista. Y en 1974, al pretender inaugurar los cursos en
                                                                                        Ciudad Universitaria, Ec h e verría sufre el rechazo de los
                        El gobierno de Luis Echeverría necesita hacer las paces         estudiantes que le re c u e rdan Tlatelolco y su trayectoria
                        con las clases medias ilustradas (así se les dice). Derrama     represiva. Patético, Echeverría los llama “jóvenes fascistas”,
                        dinero en las universidades de provincia, busca atraer a        pero la ausencia de autoridad moral pulveriza sus acusacio-
                        j ó venes cercanos a la generación del 68, empieza a hablar     nes y él sale corriendo del auditorio de Medicina. Pero
                        del Tercer Mundo. Los profesionistas, en especial               todavía el gobierno no se convence de lo obvio: es el gran
                        economistas y politólogos, aceptan su llamado al cambio         empleador pero ya nunca más el ideólogo de la nación.
                        (exclusivamente verbal), porque el Estado es todavía el
                        primer empleador y el PRI no maneja los espacios públi-                                       ***
                        cos disponibles. Mientras, a espaldas de la opinión pública,
                        el régimen instala la “guerra sucia” contra la guerrilla        Al mismo tiempo, desde un radicalismo pacífico, aparecen
                        campesina y la urbana, y diezma a los pueblos de la Sierra      los grupos pronto integrados al concepto y a las realidades
                        de Guerrero. Soldados y agentes judiciales prodigan tor-        de la sociedad civil: o r g a n i z a d o res de las colonias popu-
                        turas, mutilaciones, “desapariciones” (asesinatos), todo a      lares, ecologistas, feministas, comunidades eclesiales de
                        nombre de la grandeza del Estado. Si los guerrilleros no        base, teatristas, cantantes de protestas, grupos lésbico-
                        se eximen de actos atroces (secuestros, torturas, asesina-      gay. Del 68, extraen la oposición al autoritarismo, y ven,
                        tos), la responsabilidad mayor es del Estado, defensor ofi-     en el Movimiento, diciéndolo o no, la tradición de los
                        cial de los derechos humanos.                                   reprimidos por la gana de no dejarse. Quieren quebran-
                             La guerrilla urbana es audaz, asalta comercios y alma-     tar la tradición del individualismo a ultranza y ser parte
                        cenes, mata policías y secuestra personajes importantes: por    de la nueva conciencia colectiva, lo que se ve r ifica por
                        ejemplo, José Guadalupe Zuno, el suegro de Echeverría y         ejemplo en la organización de las colonias popul a res en


20 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
SOBRE EL 68



la década de 1970, con jóvenes alertados por un 68 que             de sus oponentes: el desgaste. A esa protesta se añaden,
no vivieron. En sentido literal y al principio sin demago-         las que se califican a sí mismas de “Generación del 68”, un
gia, quieren cambiar a México. En su comport a m i e n t o         término que se extiende al punto de que uno imagina
el espíritu del 68 “resiste a la injusticia”.                      marchas de un millón de personas. Se van esparciendo las
                                                                   protestas rituales contra la carestía de la vida, la corru p-
                                                                   ción escandalosa de funcionarios y empresarios, los ro b os
“Y SI SE LES REPRIME ES PARA QU E ENTIENDAN                        de tierras a los campesinos pobres, los asesinatos de los líde-
POR LAS BU E N A S”                                                res agrarios que rechazan los sobornos. El derrotismo
                                                                   cunde de antemano: “¿Quiénes somos para enfrentarnos
Todavía en 1968 lo usual en México es considerar “s u b-           al poder central y los caciques? ¿Qué no nos bastó con las
versiva” la protesta, de acuerdo al sedimento anticomu-            lecciones amargas del 68? ¿Qué se logra ante un Poder
nista de la población, y al deseo malamente definido pero          Judicial y un Poder Legislativo serviles y corruptos y con
muy determinante de estabilidad y paz social. Hasta en-            mayoría absoluta priista? ¿Cómo hacer que la sociedad
tonces, las manifestaciones de la izquierda política y el          o el pueblo o la gente se enteren de nuestras demandas si
sindicalismo independiente se han calificado de “sórdidas          los intermediarios, los medios informativos nos calum-
y marginales”, y casi nadie se indigna cuando se les agrede        nian y califican a nuestra protesta de subversiva?”. Aquí
“por el bien de las instituciones”. Uno tras otro, los movi-       están los hechos: la pobreza, la miseria, la rapacidad del
mientos populares, por más energía y apoyos que obten-             capitalismo salvaje, los asesinatos políticos, la prisión a
gan, padecen el desgaste, el acoso y la nulificación de sus        los oposicionistas, los despidos injustos, el aplastamien-
demandas. Resulta habitual la asimilación (cooptación,             to de las huelgas... Y sin embargo, no hay modo de ade-
se dice) de muchísimos de sus dirigentes, pronto incorpo-          lantar el combate a la desigualdad… Y un resultado del
rados al Sistema (siempre con mayúsculas) y, en las consi-         desánimo es la aceptación del estado de cosas.
deraciones del cinismo, “insubordinarse” es un gesto de la
edad juvenil, que si se prolonga culmina en frustraciones,
y que si se cancela produce un ascenso político y / o buro-        LAS ALTERNATIVAS CULTURALES Y SU CONQUISTA
crático condenado por la renuncia explícita a los ideales.         DEL ESPACIO PÚBLICO


                             ***                                   Una consecuencia muy positiva del 68 es el fin de los
                                                                   intentos oficiales de regir la vida cultural a través de la cen-
A la Generación del 68 la despolitización le llega pronto          sura, del hecho monopólico (el Estado era el primer y casi
vía la amenaza de la pérdida del empleo. El idealismo está         único patrocinador de la vida cultural), de la debilidad de
bien hasta cierta edad, y sin desprenderse del modo de             los esfuerzos independientes. Después de 1968 aunque el
vida convencional. En la misma lógica, la radicalización           Estado sigue siendo un gran impulsor de la vida cultural,
en la juventud sirve como entrenamiento en los distintos           ya no es el único y la censura pierde fuerza en el cine y el
niveles de poder, pero hasta allí. “Apasiónate cuando chavo        teatro, aunque la conserva en la televisión y en una part e
y luego deja fluir la sensatez, el aprendizaje de la filosofía     medular de la prensa. En la década de 1970 se impone el
de la vida: Pasados los treinta años, el sinónimo de madu-         rock (el festival de Av á n d a ro,los grupos independientes,
rez es un buen empleo. Es imposible enfrentar al régimen           el impulso de la música como motivadora de nuevas for-
porque lo único seguro es la derrota, al especializarse la         mas de vida), y se multiplican el teatro independiente, las
historia de México en visiones de los vencidos con todo y          comunas de hippies o jipitecas, la contracultura en suma.
moraleja: “Ni te muevas porque te tru e n a n”. Según con-         Y lo principal es la convicción dominante: al Estado no
senso, la resistencia es la vasta pira de nobles sentimientos      le toca regir los procesos culturales sino, por obligación,
que a los disidentes les re s e rva su porción de golpizas, cár-   sostener su desarro l l o. Ya a fines de la década de 1970, en
celes, muertes violentas, extinción de las alternativas sin-       lo básico, la censura que se ha conocido nada más conti-
dicales. Se alega: “La izquierda provocóal gobierno”, pero más     núa en la televisión y en una parte de la provincia.
bien a los que no se someten se les llama “provocadores”.

                             ***                                   1985: LO S ESTREMECIMIENTOS DEL CAMBIO

Por años, a la protesta popular la distinguen su carácter          El 19 y el 20 de septiembre de 1985 dos terremotos en
e f í m e ro, su desorganización (con muy severas querellas        la Ciudad de México arrojan un costo de cerca de veinte
internas), su fatalismo ante las circunstancias de opresión, su    mil muertos. El 20 de septiembre, día del segundo sis-
fracaso ante las tácticas del gobierno que nunca concede           mo, se vuelve súbitamente creíble (compartible) la idea
“bajo presión”, por estar convencido del único destino             de sociedad civil. A lo largo de unos días, ante la ineficacia


                                                                                                                    REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 21
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200810 rev unam 56

  • 1. Revista de la Universidad de México [ Inicio | Números Anteriores | Créditos ] CONTENIDO NUEVA ÉPOCA | NÚMERO 56 | OCTUBRE 2008 | I ISSN EN TRÁMITE con número de folio 493 | REVISTA MENSUAL 1968 ABRIÓ UN PORVENIR [ PDF ] Elena Poniatowska 1968: LA HERENCIA EN BUSCA DE HEREDEROS [ PDF ] Carlos Monsiváis LA UNIVERSIDAD EN LOS PROCESOS DE [ PDF ] DEMOCRATIZACIÓN Daniel Cazés Menache IMÁGENES DEL 68 [ PDF ] Carlos Martínez Assad LA BURBUJA DE LA INDIFERENCIA [ PDF ] Eduardo Antonio Parra OLIMPIA 68, LA VENGANZA DEL OPRIMIDO [ PDF ] Patricia Suárez REPORTAJE GRÁFICO [ PDF ] José Castro Leñero PATRIMONIO CULTURAL INDÍGENA [ PDF ] Víctor de la Cruz LOS OTROS Y LA CONCIENCIA [ PDF ] Ricardo Cayuela Gally PARA VIVIR EL TEATRO [ PDF ] Vicente Leñero EPÍLOGO A PARA VIVIR EL TEATRO [ PDF ] Esther Seligson LO QUE PASA CUANDO NO PASA NADA [ PDF ] Guadalupe Alonso LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA [ PDF ] Julio Ortega [ PDF ] RESEÑAS Y NOTAS CARTAS DE LORD CHESTERFIELD A SU HIJO [ PDF ] Adolfo Castañón http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/5608/5608/conten.html (1 of 2) [11/11/2008 04:46:37 p.m.]
  • 2. Revista de la Universidad de México LA VOZ DE LOS DESAPARECIDOS [ PDF ] David Huerta DON ERASMO, EL LOCO [ PDF ] Vicente Leñero TOSES EN EL CONCIERTO Y MÚSICA [ PDF ] CONTEMPORÁNEA Pablo Espinosa TRASPASO DE LOS SUEÑOS [ PDF ] José de la Colina TURNER OTRA VEZ [ PDF ] Hugo Hiriart HACIA UNA SACRALIDAD SIN DIOSES [ PDF ] Mauricio Molina LAS TRIBUS CASI OLVIDADAS [ PDF ] Claudia Guillén TRAZOS ERÓTICOS DE AMOR DESESPERADO [ PDF ] Leda Rendón EL OJO DE LEONARDO [ PDF ] José Gordon [ Inicio | Números Anteriores | Créditos ] http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/5608/5608/conten.html (2 of 2) [11/11/2008 04:46:37 p.m.]
  • 3. 1968 abrió un porvenir Elena Poniatowska 1968 fue el año de Vietnam, de Biafra, del asesinato de era cometer un crimen y los muchachos lo adve rtían con Ma rtin Luther King, del de Ro b e rt Kennedy (después una flor en la mano: “Peace and love”. del de su hermano John F. Kennedy, presidente de los No sólo eran los estadounidenses los rebeldes, los jó- Estados Unidos), de la reivindicación del pueblo negro, venes del mundo entero alzaban la mano, algunos con el de los Black Panthers, de la Pr i m a vera Negra, de la in- puño cerrado. Tenían mucho que reclamarle a la sociedad. vasión rusa a Checoslovaquia que escandalizó al mundo, ¿Qué mundo les heredaban sus padres? ¿Qué harían al del movimiento hippie de Peace and love que llegó hasta graduarse? ¿Qué les ofrecía la sociedad de consumo? ¿De- la humilde choza de la chamana María Sabina quien ofi- seaban realmente ser parte de un engranaje de pro d u c- ciaba la ceremonia de los hongos alucinantes (LSD) en ción masiva? En Eu ropa, las perspectivas de la juventud Huautla de Jiménez, Oaxaca y, sin embargo, para México, no eran más alentadoras. No había trabajo para los egre- el 68 tiene un solo nombre: Tlatelolco, 2 de octubre. sados de las universidades. ¿En dónde se emplearían? En América, en África, en Asia, en Australia, la migración y el Ho Ho Ho Chi Minh rechazo al orden establecido se habían generalizado. “Si Díaz Ordaz, chin, chin, chin. mi país no puede alimentarme, tengo que buscar otro”. “La imaginación al poder”, “En t re más hago la re vo- Ho Chi Minh, el maravilloso jefe de la República De- lución, más ganas me dan de hacer el amor, entre más mocrática de Vietnam era una figura casi tan carismáti- hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”, ca para los estudiantes como el Che Gu e vara aunque “Prohibido prohibir”, “No a la re volución con corbata”, hoy esté un poco olvidado. La guerra de los Estados Un i- “Tenemos una izquierda prehistórica”, “La policía está dos en contra de Vietnam conoció el repudio absoluto de en la calle”, “Re volución: te amo”, “Todo poder abusa. los estudiantes de Berkeley y a partir de 1963, las mani- El poder absoluto abusa absolutamente”, “Cada uno de festaciones de protesta fueron continuas. Los jóvenes nosotros es el Estado”, “Exagerar es comenzar a inve n- norteamericanos no sólo lucharon por el “Free Speech” tar”, “Debajo de los adoquines está la playa”. (con el líder Mario Savio de origen italiano a la cabez a ) , En México, los estudiantes cantaban al son del corrido de la libertad de cátedra, la libertad de credo, sino que se ne- Rosita Alvírez: “Año del 68, muy presente tengo yo, en un garon a acatar los designios gubernamentales y empresa- cuarto de los Pinos, Díaz Ordaz se desbieló, Díaz Ordaz se riales: entrar al proceso triturador del “Big Business” (sobre desbieló”. “Prensa corrupta”, “Prensa vendida”, “Aq u í todo a la industria de guerra) y rechazaron categórica- nadie se rinde”, “Policía escucha, tu hijo está en la lucha”, mente el futuro que les tenían prometido. Se opusiero n el gobierno perdía el quicio: “Reconsideren, vuelvan a cla- a la poderosa maquinaria estatal llevando una flor ama- ses, agradézcanle al gobierno su paciencia, no se dejen rilla en los cabellos (que por cierto crecían alargando su engañar por los agitadores y los profetas de la destrucción”. antagonismo). Frente a la universidad, los estudiantes de Dentro de esas circunstancias de inquietud y descon- Berkeley barbudos, greñudos y sin bañar detenían a los tento —no hay que olvidar que Vietnam estaba en guerra, soldados recién enrolados: “Don’t go. This is genocide”. primero con Francia y después con los Estados Unidos Les sonreían y hacían la V de la Victoria con dos dedos desde 1946—, se dio en varios países del mundo el gran re- l e vantados, esos dedos que tanto enfurecieron al esta- chazo al orden establecido, a los partidos, a los gobiernos. blishment y a la sociedad de la opulencia. Ir a Vietnam En mayo de 1968 en París, el general Charles de Gaulle, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 5
  • 4. de granaderos, los absurdos delitos de “Disolución So- cial”, “Asociación delictuosa” y “Ataques a las vías públi- cas” (de los que ya se había acusado a estudiantes que habían caído presos en julio y agosto de 1968 como Sa l- vador Martínez della Roca “El Pino” y Luis Tomás Cer- vantes Cabeza de Vaca, espantosamente torturado) fueron el detonador del movimiento del 68 al que el escritor José Revueltas llamó “enloquecido movimiento de purez a”. ¿Qué querían los estudiantes? En Ankara, en Berke- ley, en Berlín, en Belgrado, en Madrid, en Praga, en Río de Janeiro, en Tokio, en Va r s ovia, en Nanterre, en París pedían que se les abriera otro futuro en una sociedad me- nos hipócrita y convencional. En México tampoco los jóvenes tenían su porvenir asegurado como tampoco lo tienen ahora. Ninguna lucha resultó tan bárbara como la mexicana que terminó en la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. Vallejo-libertad, Va l l e j o - l i b e rtad,Vallejo-libertad. Demetrio Vallejo y Valentín Campa llevaban diez años en la cárcel. Eran dos líderes, dos conciencias libres, dos símbolos. Hacia ellos podían mirar los estudiantes. A lo mejor algunos ni conocían la gran huelga ferrocarrilera de 1958 pero sí sabían que eran dos hombres que se ne- gaban a transar y que la condición de los asalariados en México era pésima. Claro, muchos jóvenes ignoraban lo que habían sido los movimientos sociales pero la Un i- versidad y el Politécnico están allí para informar, “con- cientizar” (palabra eminentemente universitaria) poner en marcha, enseñar a pasar de la práctica a la acción. Los es- tudiantes querían ligar su movimiento a otros, al de los La bandera a media asta en Ciudad Universitaria obreros y aunque jamás consiguieron su apoyo (una de las razones de su fracaso) hicieron varios intentos de acerc a- miento. “Obrero, toma tu volante, toma obrero” —decían el gran héroe de la Segunda Guerra Mundial, fustigó a las muchachas universitarias de minifalda y voz cantari- los estudiantes que paralizaban la vida cotidiana de París na. Las grandes manifestaciones, la de agosto 13, la de y habían levantado barricadas con las piedras del pavi- agosto 27, la del Silencio, la del rector Javier Barros Sierra mento, pintaban los muros de La Sorbonne y se rehusa- y su irreprochable conducta conmovieron a la juve n t u d ban a entrar a clase. Cuando fue expulsado de Francia mexicana fuera o no universitaria. Más de quinientos mil el líder estudiantil Daniel Cohn-Bendit a quien, tanto el e s t udiantes acompañados por padres y familiares descen- Partido Comunista como la derecha criticaron duramen- dían por el Paseo de la Reforma al Zócalo encendiendo el te, no sin dejar de aludir a su origen alemán y judío, los entusiasmo de espectadores hasta entonces indiferentes por estudiantes tomaron las calles repitiendo una y otra vez: no decir desarmados y a la expectativa. Muchos se emo- cionaron y se les unieron, México podía cambiar, incluir- “Nous sommes tous des juifs-allemands”. los y crear una sociedad en la que cupieran todos. Hasta Todos somos judíos alemanes, todos somos judíos ese día, ninguna demostración antigubernamental en la alemanes. historia de México había levantado tanta ámpula. Y tanta esperanza. Las guerras quedaban olvidadas, los jóvenes eran uno El pliego petitorio estudiantil fue acusado de limita- solo, el repudio era de todos. Si en Francia, la falta de do por algunos maestros. No había una sola petición aca- o p o rtunidades, De Gaulle y su gobierno fueron el ob- démica, nada para mejorar el plan de estudios, fomentar j e t i voestudiantil, en México, el partido oficial, el PRI, la la cultura y la ciencia, nada acerca del desarrollo univer- corrupción, el Presidente y su gabinete, el cuerpo policiaco sitario y politécnico. Sin embargo, políticamente resultó 6 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 5. SOBRE EL 68 muy concreto,(pedía la disolución del cuerpo de policías gidos por Ave ryBrundage, el presidente del Comité Olím- llamados “granaderos”) a diferencia de las interminables pico Internacional como sede de la XIX olimpiada en sesiones del Consejo Nacional de Huelga en las que se po- 1968 era el mayor premio que el PRI, el partido re vo l u- día comer, dormir, complotar y hacer el amor que según el cionario institucionalizado podía alcanzar. ¡Qué gloria 68 francés es una insuperable manera de ser revolucionario. ser el anfitrión de esta fiesta de pro p o rciones gigantescas! La verdad, México, cornucopia de la abundancia, mere- 1. Libertad de todos los presos políticos. cía ese triunfo. 2. De rogación del artículo 145 del Código Penal Tras la construcción de los edificios que albergarían Federal. a los deportistas, se escondía la miseria, la gente des- 3. Desaparición del cuerpo de granadero s . calza, los niños panzones, los campesinos sin comer, la 4. Destitución de los jefes policiacos Cueto, Mendio- jerarquización de una sociedad hostil a los olvidados lea y Frías. de siempre, la crueldad de un gobierno dispuesto a 5. Indemnización a los familiares de todos los muer- a p a rentarlo todo. Eso sí, en las entrañas de la ciudad, tos y heridos desde el inicio del conflicto. correría en el futuro un Me t ro más moderno que el de 6. Deslindamiento de responsabilidades de los fun- París, aunque en las entrañas de la mayoría de los m e x i c a- cionarios culpables de los hechos sangrientos. nos no corrieran sino tortillas con sal. El PRI-gobierno intentaba demostrarle al mundo que había que seguir La situación era crítica. Al gobierno del presidente invirtiendo en México, que nuestro país era un mode- Gu s t a vo Díaz Ordaz el país se le estaba yendo de las lo a seguir, que el futuro de América Latina dependía manos y eso en el año de las olimpiadas. Por primera de nuestra guía, que éramos su hermano mayo r, el ve- vez, los juegos olímpicos se llevarían a cabo en un país cino confiable e interlocutor de los Estados Unidos —el del tercer mundo (concepto acuñado por De G u l l e ) . a país más poderoso de la tierra. ¡Qué impresionada le En la Ciudad de México, nuestra fachada se leva n t ó íbamos a dar al mundo! Por más exorbitantes que fue- en menos de un año, surgieron la Villa Olímpica, los ran los gastos, millones de dólares entrarían en el futuro conjuntos deport i vos, los estadios y hasta una innova- porque los seducidos visitantes trasladarían sus c u e n t as ción: la olimpiada cultural para exhibir las riquezas bancarias a nuestro paraíso fiscal y recuperaríamos el espirituales de México, su aportación intelectual al oro que se lleva ron nuestros primeros conquistadore s . m u n d o.Vendrían poetas del mundo entero, Eugenio Yevtuchenko de Rusia, Pablo Ne ruda de Chile, O t a v i o c “No queremos olimpiadas, queremos revolución. No Paz, nuestro embajador en la India, Nicolás Guillén queremos olimpiadas, queremos revolución”. de Cuba y muchos más. Después de la Segunda Gu e- rra Mundial, México vivía un florecimiento; inve rt i r ¡Ah que los muchachos antipatriotas y saboteadores! en México era seguro y fluían los capitales extranjeros. Los ciento cuarenta y seis días, duración del Movimiento A partir del sexenio alemanista (1946-1950) México Estudiantil, fueron de fervor. Quienes participaron jamás se dispuso a ser catapultado en el siglo XXI. A difere n- los olvidarán. La Universidad actuó como la gran pro- cia del Tata Cárdenas, el gobierno abandonó el cultivo tectora de sus estudiantes y muchos de ellos se guare c i e- de la tierra para vo l ver empresarios a los campesinos y ron en las aulas y hasta durmieron en los corredores con entrar a la modernidad con todo y nuestros rezagos. tal de no perder una sola de las asambleas. Toda la noche Según los ilusos, con los tramposos programas guber- ronroneaba la fotocopiadora, la UNAM proveía el papel. En namentales los pobres de México pronto serían vigo- las aulas, los días se iban en las ardientes tareas de impri- rosos industriales. mir volantes, reunir botes de Mobil-Oil y forrarlos con las En un 95 por ciento los turistas provenían de los Es- letras CNH (Consejo Nacional de Huelga) y salir volando tados Unidos y teníamos que cumplir sus expectativas. a la calle a hacer colectas. La euforia de la planeación de Ya de por sí se despedían encantados por lo barato de los mítines y de las grandes marchas resultó desbord a n- nuestras platerías, lo imponente de nuestros paisajes, lo te. Hombres y mujeres vivían los mejores días de su vida impronunciable de nuestros volcanes. Haber sido esco- pasada y futura, nada mejor podía sucederles. La camara- México podría cambiar. Hasta ese día, ninguna demostración antigubernamental en la historia de México había levantado tanta ámpula. REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 7
  • 6. dería es un elixir, una pócima sagrada. Guillermo Ha ro , a rtículos de simpatizantes como Francisco Martínez de d i rector del Instituto de Astrofísica sonreía al oír una voz la Vega, José Alvarado, María Luisa Mendoza, G s t ó n a juvenil anunciar “UNAM, territorio libre de México” am- Ga rcía Cantú, amigo personal de don Javier Barros Sie- plificada por los magnavoces. La actriz Margarita Isabel rra, Froylán López Na rv á ez, Hugo Hi r i a rt, José Muñoz era una castañuela en sus mítines relámpago, materia me- Cota, Luis Suárez, Carmona Ne n c l a res, Fernando Be n í- morable porque fascinaba a todos, la Tita, Ro b e rta Ave n- t ez y Carlos Monsiváis que seguían esta larga marcha (a daño, una figura entrañable a la que había que cargar entre veces jubilosa, otras aterradora porque había muertos y cuatro para escapar de las macanas de los granaderos y e n c a rc elados) terminó en la Plaza de las Tres Culturas, el saltar la barda. Marcelino Perelló, el líder estudiantil más 2 de octubre de 1968, a las seis y diez de la tarde, bajo la guapo y no se diga Gi l b e rto Gu e vara Niebla que recha- lluvia, con la entrada del ejército que comandaba el ge- zaba con la fuerza de su belleza (y de su palabra, claro está) neral Hernández Toledo (herido en el pecho) y del Ba t a- un sistema social jerárquico y autoritario. llón Olimpia situado en las azoteas de los edificios cir- La toma de Ciudad Universitaria en el mes de sep- cundantes compuesto por hombres vestidos de civil, que tiembre y la detención de quinientos universitarios lleva- llevaban un guante blanco o un pañuelo para identificarse, dos en camiones abiertos del ejército, estudiantes, maestros que en una confusión absoluta desataron la balacera. e investigadores indignaron a todos. Los estudiantes rodea- Los testimonios coinciden en que la repentina apari- ron a su rector Javier Barros Sierra que los defendía confron- ción de un helicóptero que aventó luces de bengala verde tando personalmente al Presidente de la República. Gui- en el cielo de la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad llermo Massieu, director del Politécnico, nunca les dio Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, desencadenó la ba- semejante protección a sus estudiantes. Los ciento cua- lacera que convirtió el mitin estudiantil del 2 de octubre renta y seis días para los muchachos del Poli fueron de en la tragedia de Tlatelolco. persecución policiaca, temor, falta de oportunidades y A las 5:30 del miércoles 2 de octubre de 1968, aproxi- rechazo total en un rumbo de la ciudad —el nort e — , madamente diez mil personas se congregaron en la ex- mucho más pobre que el universitario y por lo tanto mucho planada de la Plaza de las Tres Culturas (así llamada porque más expuesto a las detenciones y las razias policiacas. Las pre s e rva el mundo pre c o rtesiano en las ruinas arq u e o l ó- marchas, las colectas, los pleitos entre marxistas-leninistas gicas, el de la Colonia, en el Convento Franciscano, y la y maoistas, la quema de camiones, los desplegados en el época moderna en el edificio de Relaciones Exteriores periódico El Día que dio seguimiento a las actividades (que ahora pertenece a la UNAM y exhibe en forma per- del Consejo Nacional de Huelga, los comunicados, los manente las imágenes y los testimonios de la masacre) 8 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 7. SOBRE EL 68 para escuchar a los oradores del Consejo Nacional de Huelga quienes, desde el balcón del tercer piso del edifi- cio Chihuahua, se dirigían a la multitud compuesta en su gran mayoría por estudiantes, hombres y m u j e res, ve n- dedores ambulantes, amas de casa con niños en brazo s sentadas en el suelo, habitantes de la Unidad, transeún- tes que se detuvieron a curiosear, los habituales mirones y muchas personas que vinieron a asomarse. El ambien- te era tranquilo a pesar del enorme despliegue de fuerz a de la policía, el ejército y los granaderos. Los estudiantes en la plaza repartían volantes, hacían colectas en botes con las siglas CNH, vendían periódicos y carteles y, en el tercer piso del edificio, además de los reporteros que cu- bren las fuentes nacionales, corresponsales y fotógrafos extranjeros invitados por los estudiantes miraban con curiosidad el otro lado de la luna: el México que nada tenía que ver con los juegos olímpicos que habrían de ini- ciarse diez días más tarde. “El Movimiento va a seguir a pesar de todo”, “... se ha d e s p e rtado la conciencia cívica y se ha politizado a la fa- milia mexicana”, un orador propuso el boicot contra el diario El Sol. Un grupo de trabajadores que portaba una manta: “Los ferrocarrileros apoyamos el Movimiento y desconocemos las pláticas Romero Flores-GDO”, fue reci- bido con aplausos. El grupo ferro c a r r i l e roanunció paros escalonados desde “mañana, 3 de octubre, en apoyo del Movimiento Estudiantil”. Cuando los líderes vieron el gran despliegue de fuer- za del ejército, la policía y los granaderos, decidiero n disolver el mitin y pidieron a la multitud que re g resara a su casa. Un estudiante anunció a las 6:10 que la marcha al Casco de Santo Tomás del Politécnico estaba cancela- da en vista del despliegue de fuerzas públicas, surgiero n en el cielo las tres luces de bengala que hicieron que los concurrentes dirigieran automáticamente su mirada hacia arriba. Se oye ron los primeros disparos. La gente se alar- mó. A pesar de que un líder del CNH, desde el tercer piso de los sangrientos sucesos”. Pero la tragedia de Tlatelolco del edificio Chihuahua, gritaba por el magnavoz: “¡No dañó a México mucho más profundamente de lo que corran compañeros, no corran, son salvas!... ¡No se vayan, lamenta El Hera l d o, al señalar los graves perjuicios al no se vayan, calma!”, todos huyeron despavoridos y mu- país en su crónica (“Sangriento encuentro en Tlatelol- chos caían en la plaza, en las ruinas prehispánicas fre n t e co”, 3 de octubre de 1968): “Pocos minutos después de a la iglesia de Santiago Tlatelolco. Se oía el fuego cerrado y que se iniciaron los combates en la zona de Nonoalco, el tableteo de las ametralladoras. A partir de ese momento, los corresponsales extranjeros y los periodistas que vinie- la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en un infierno. ron aquí para cubrir los juegos olímpicos comenzaron a Nos lo dice el periodista José Luis Mejías (“Mitin trá- enviar notas a todo el mundo para informar sobre los gico” Diario de la Tarde, México, 5 de octubre de 1968): sucesos. Sus informaciones —algunas de ellas abultadas— “Los individuos enguantados sacaron sus pistolas y comen- contuvieron comentarios que ponen en grave riesgo el zaron a disparar a boca de jarro e indiscriminadamente prestigio de México”. sobre mujeres, niños, estudiantes y granaderos...”. A los Según Claude Kiejman, la corresponsal del diario Le primeros disparos cayó el general Hernández Toledo, co- Mo n d e, algunos corrieron hacia la iglesia de Santiago mandante de los paracaidistas, y de ahí en adelante, con Tlatelolco y gritaron: la embravecida tropa disparando sus armas largas y ca- —Ábrannos, ábrannos. zando a los francotiradores en el interior de los edificios, Los frailes franciscanos hermanos-lobo mantuviero n ya a nadie le fue posible obtener una visión de conjunto cerrada la puerta a sus hermanos-niños. REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 9
  • 8. trincheras, agujeros, qué se yo, a donde correr a guarecer- se. Aquí no hubo la más remota posibilidad de salvación. Al contrario. Tiraron sobre una multitud inerme en una plaza que es en sí una trampa. La multitud no tenía esca- patoria. Yo estaba tirada boca abajo en el suelo, cuando quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme de las esquirlas un policía apuntó el cañón de su pistola a unos centímetros de mi cabeza: ‘No se mueva’. Yo veía las balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor. También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi a muchos he- ridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y per- manecí en un charco de mi propia sangre cuarenta y cinco minutos. Un estudiante junto a mí repetía: ‘Valor, Or i a- na, valor’. La policía jamás atendió a mi petición re i t e r a- da: ‘Avísenle a mi embajada. Soy una periodista italiana’. Todos se negaron hasta que una mujer me dijo: ‘Yo voy a hacerlo’”. Rodolfo Rojas Zea fue el joven periodista que in- vitó a Oriana Fallaci y la cubrió con su cuerpo a la hora de los balazos y resultó herido en el glúteo y en el mus- lo por una MI, afortunadamente de rebote porque si no le destroza la pierna aunque las esquirlas todavía le impiden caminar como antes. Oriana recibió un bala- zo cerca de la cintura, pero sólo la rozó. Ambos viero n muchos cuerpos tirados en la plaza. La información de Rojas Zea, que escribió su re p o rtaje a pesar de sus heridas, fue mutilada. Los periódicos no informaro n . Salvo honrosas excepciones, la censura silenció las con- ciencias. El mismo 2 de octubre cuando la doctora en antro- pología Margarita Nolasco logró salir de la Plaza de las Tres Culturas de Santiago Tlatelolco abrió la ventanilla del taxi que la llevaba a su casa y gritó a los peatones que se encontraban a la altura de la Casa de los Azulejos. A Claude Kiejman, a Jean François Held y a muchos —¡Están masacrando a los estudiantes en Tlatelolco! más los mantuvieron con los brazos en alto bajo la lluvia. ¡El ejército está matando a los muchachos! Dos mil personas fueron arrestadas. Los familiares que- El taxista entonces la re p rendió: d a ron sin noticias y anduvieron peregrinando de los —Suba usted la ventanilla, señora, porque si sigue hospitales a los anfiteatros buscando a sus hijos. De veinti- haciendo esto, señora, tendré que bajarla del coche. nueve, el número oficial de los muertos (dado por la pren- Él mismo cerró la ventanilla. sa de México) pasó a cuarenta y tres. Los periódicos re c i- La vida seguía como si nada. Margarita Nolasco per- bieron una orden tajante: “No más información”. En el dió el control: “Todo era de una normalidad horrible, diario Novedades uno tras otro fueron rechazados los insultante, no era posible que todo siguiera en calma”. a rtículos que escribí, inclusive una entrevista con O i a n a r Nadie se daba por enterado. El flujo interminable de los Fallaci, herida en el mitin de Tlatelolco al que había sido automóviles subiendo por la avenida Juárez seguía su invitada. La encontré indignada en su cama del Hospi- cauce, río de acero inamovible. Nadie venía en su ayuda. tal Francés. Hablaba por teléfono con algún jefe del Par- La indiferencia era tan alta como la de los rascacielos. lamento italiano para exigir a gritos que la delegación Además llovía. italiana cancelara su viaje a las olimpiadas. Por fin acce- El periodista José Alvarado escribió: “Había belleza y dió a decirme: “¡Que salvajada! Yo he estado en Vietnam luz en las almas de los muchachos muertos. Q e r í a n u y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y hacer de México morada de justicia y verdad, la libert a d , los bombardeos (también en Vietnam señalan los sitios que el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados. Un se van a bombardear con luces de bengala) hay refugios, país libre de la miseria y el engaño. 10 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 9. SOBRE EL 68 “Y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pie- conformes; un refresco y una torta bastaban para adhe- les ultrajadas. rirse al PRI. El nuestro ¡qué país de acarreados! Además el “Algún día habrá una lámpara vo t i vaen memoria de 12 de octubre se inaugurarían los juegos olímpicos. Por todos ellos”. primera vez un país de América Latina había sido esco- Después de todo, Tlatelolco era sólo un enclave den- gido. México era la sede internacional. ¡Qué gran honor! tro de la ciudad más grande del mundo, el Movimiento Y con sus desmanes los locos esos irre verentes y penden- Estudiantil sólo una revuelta de jóvenes imberbes que cieros ponían en peligro el prestigio del país, el de su creían que la ciudad era suya, que podían cantar de ale- dirigencia. Muchos aficionados y turistas habían cance- gría y dejar salir al poeta que traían adentro, a su ángel de lado su habitación en los hoteles. ¡México bárbaro estaba la guarda, al ego, al subconsciente, a la entrega, al amor de nuevo en la pública palestra! Los estudiantes se habían por el otro, a las fuerzas del bien y del mal, adolescentes empeñado en hundir al país. ¿No decían que unas bom- ingenuos que se imaginaron que las quinientos mil per- bas de manufactura universitaria harían volar el tablero sonas que marchaban junto a ellos en las grandes mani- del estadio precisamente en CU? festaciones eran sus camaradas y los iban a proteger siem- En su versión del jueves 3 de octubre de 1968 nos dice pre, que apoyados por la multitud serían invencibles, Exc é l s i o r: “Nadie observó de dónde salieron los prim e- jóvenes alucinados y espléndidos que creían poder gritar ros disparos. Pero la gran mayoría de los manifestantes impunemente frente al balcón presidencial al entonces aseguraron que los soldados, sin advertencia ni previo aviso, jefe de la nación (y sobre todo jefe del Ejército Mexicano) comenzaron a disparar: ‘...los disparos surgían por todos Gustavo Díaz Ordaz: lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que de la calle donde las fuerzas militares en Sal al balcón, hocicón, tanques ligeros y vehículos blindados lanzaban ráfagas sal al balcón, bocón. de ametralladora casi ininterrumpidamente...’”. Noveda- des, El Un i ve r s a l, E Día, El Na c i o n a l, E Sol de México, l l El Movimiento Estudiantil sacaba de quicio a muchos, El Heraldo, La Prensa, La Afición, Ovaciones repiten que a todos aquéllos que en la Cámara de Diputados aplau- el ejército tuvo que repeler a tiros el fuego de francotira- dieron de pie las medidas tomadas por el presidente Díaz dores apostados en las azoteas de los edificios. Prueba de Ordaz y ejecutadas por su segundo, Luis Ec h e verría, el 2 ello es que el general José Hernández Toledo, que dirigió de octubre. El Movimiento Estudiantil los desafiaba y la operación, recibió un balazo en el tórax y declaró a los ponía en peligro no sólo las olimpiadas sino también la periodistas al salir de la interve nción quirúrgica que se le autoridad de empresarios y jefazos. Los embotellamien- practicó: “Creo que si se quería derramamiento de san- tos, el súbito incendio de un autobús a la mitad de Sa n gre ya es más que suficiente con la que yo he derrama- Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas), la tea do,” como lo consignó El Día, 3 de octubre de 1968. encendida de los transportes públicos, las vitrinas hechas Según Excélsior se calcula que participaro unos cinco n pedazos, las interrupciones de tránsito, las colectas en la mil soldados y muchos agentes policiacos, la mayoría calle, las porras y los estribillos estudiantiles “Di por qué, vestidos de civil. Tenían como contraseña un pañuelo dime Gustavo, / di por qué, eres cobarde, / di por qué no envuelto en la mano derecha. Así se identificaban unos a tienes madre, dime Gustavo por qué”. Y “En la calle de otros, ya que casi ninguno llevaba credencial por pro t e c- Insurgentes / que chinguen a su madre los agentes”, los ción frente a los estudiantes. graffitis, los mítines relámpago, las arengas en el merc a- “El fuego intenso duró 29 minutos. Luego los dispa- do, la brusca irrupción de una nueva realidad molesta para ros decrecieron pero no acabaro n”. la rutina de los oficinistas y los hacía exclamar: “¿Por qué no Los tiros salían de muchas direcciones y las ráfagas de están estudiando? Su lugar es frente a sus libros. La socie- las ametralladoras zumbaban en todas partes y, como dad paga sus aulas y sus carreras, bola de irresponsables”. afirman varios periodistas, “muchos soldados debiero n La de los estudiantes era una protesta muy localizada, los lesionarse entre sí, pues al cerrar el círculo los proyectiles universitarios y los politécnicos eran los alboro t a d o res, salieron por todas direcciones”, dijo el re p o rt e ro Félix el descontento no se había generalizado, muchos estaban Fuentes en su relato del 3 de octubre en La Prensa. El La Universidad actuó como la gran protectora de sus estudiantes y muchos de ellos se guarecieron en las aulas y hasta durmieron en los corredores... REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 11
  • 10. ejército tomó la Plaza de las Tres Culturas con un movi- versal escribe el 3 de octubre: “Vimos al ejército en plena miento de pinzas, es decir, llegó por los dos costados y acción; utilizando toda clase de instrumentos, las ame- cinco mil soldados avanzaron disparando armas automá- tralladoras pesadas empotradas en una veintena de jeeps, ticas contra los edificios, añade Félix Fuentes. “En el cuarto disparaban a todos los sectores controlados por los franco- piso de un edificio, desde donde tres oradores había are n- tiradores”. Excélsior reitera: “Unos trescientos tanques, gado a la multitud contra el gobierno, se vieron fogonazos. unidades de asalto, jeeps y transportes militares tenían Al pare c e r, allí abrieron fuego agentes de la Dirección rodeada toda la zona, desde Insurgentes hasta Reforma, Federal de Seguridad y de la Policía Judicial del Distrito. hasta Nonoalco y Manuel G n z á l ez. No permitían salir o “La gente trató de huir por el costado oriente de la ni entrar a nadie, salvo rigurosa identificación”. Miguel Plaza de las Tres Culturas y mucha lo logró, pero cientos Ángel Ma rt í n ezAgis de Excélsior reportó a las 18 horas de personas se encontraron a columnas de soldados que desde el Edificio Chihuahua: “Un capitán del ejército usa empuñaban sus armas a bayoneta calada y disparaban en el teléfono. Llama a la Se c retaría de la Defensa. Informa todos sentidos. Ante esta alternativa las asustadas perso- de lo que está sucediendo: ‘Estamos contestando con nas empez a ron a refugiarse en los edificios, pero las más todo lo que tenemos... Allí se veían ametralladoras, pis- c o r r i e ro por las callejuelas para salir a Paseo de la Re f o r- n tolas 45, calibre 38 y unas 9 milímetro s’”. ma cerca del Monumento a Cuitláhuac. El General Marcelino García Barragán, Secretario de “ Quien esto escribe, fue arrollado por la multitud cer- la Defensa Nacional, declaró al reportero de Excélsior ca del edificio de la Se c retaría de Relaciones Exteriores. Jesús M. Lozano que: “Al aproximarse el ejército a la Plaza No muy lejos se desplomó una mujer, no se sabe si lesio- de las Tres Culturas fue recibido por francotiradores. Se ge- nada por algún proyectil o a causa de un desmayo. Algu- neralizó un tiroteo que duró una hora aproximadamente... nos jóvenes trataron de auxiliarla pero los soldados lo Hay muertos y heridos tanto del ejército como de los impidieron”. estudiantes: No puedo precisar en estos momentos el “El General José Hernández Toledo declaró después número de ellos. que, para impedir mayor derramamiento de sangre, or- “—¿Quién cree usted que sea la cabeza de este mov i- denó al ejército no utilizar las armas de alto calibre que miento? llevaba”, (El Día, 3 de octubre de 1968). (Hernández “—Ojalá y lo supiéramos. Toledo ya ha dirigido acciones contra la Universidad de (Indudablemente no tenía bases para inculpar a los Michoacán, la de Sonora y la Autónoma de México, y estudiantes). tiene a su mando a hombres del cuerpo de paracaidistas “—¿Hay estudiantes heridos en el Hospital Central calificados como las tropas de asalto mejor entrenadas Militar? del país). Sin embargo, Jorge Avilés, redactor de El Un i- “—Los hay en el Hospital Central Militar, en la Cru z Asistentes al mitin del 7 de septiembre en la Plaza de las Tres Culturas 12 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 11. SOBRE EL 68 Vista de la Plaza de las Tres Culturas, octubre de 1968 Verde, en la Cruz Roja. Todos ellos están en calidad de Luis Cueto Ramírez dijo textualmente: “La policía in- detenidos y serán puestos a disposición del Procurador formó a la Defensa Nacional en cuanto tuvo conoci- General de la República. También hay detenidos en el miento de que se escuchaban disparos en los edificios Campo Militar Número 1, los que mañana serán dis- aledaños a la Se c retaría de Relaciones Ex t e r i o res y de puestos a disposición del General Cueto, Jefe de la la Vocacional 7, en donde tiene servicios permanen- Policía del DF. tes”. (…)“La mayoría de las armas confiscadas por la “—¿Quién es el comandante responsable de la ac- policía, son de fabricación europea y corresponden a tuación del ejército? los modelos de los usados en el bloque socialista. Cueto “—El comandante responsable soy yo”. negó saber que políticos mexicanos promuevan en El jefe de la policía metropolitana negó que, como forma alguna esta situación y afirmó no tener conoci- informó el Secretario de la Defensa, hubiera pedido la miento que ciudadanos estadounidenses hayan sido intervención militar en Ciudad Tlatelolco. El G n e r a l e a p rehendidos. En cambio están prisioneros un guate- REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 13
  • 12. malteco, un alemán y otro que por el momento no una visión de conjunto. Todos —testigos y participan- re c u e rd o”. (El Universal, El Nacional, 3 de octubre tes— tuvieron que resguardarse de los balazos, muchos de 1968). cayeron heridos. Los cuerpos de las víctimas en la Plaza de las Tres Cul- Todavía fresca la herida, todavía bajo la impre s i ó n turas no pudieron ser fotografiados porque el ejército lo del mazazo en la cabeza, la sangre pisoteada de estudian- impidió. (La Prensa, 3 de octubre de 1968). El 6 de tes, hombres, mujeres, niños, soldados, diez días después octubre en un manifiesto “Al Pueblo de México”, publi- los mexicanos pasmados se sentaron frente a la televisión cado en El Día, el CNH declaró: “El saldo de la masacre a ver los juegos olímpicos. Rosario Castellanos preguntó de Tlatelolco aún no acaba. Hasta el momento han muer- en un poema escrito especialmente para La noche de Tla- to cerca de cien personas de las cuales sólo se sabe de las t e l o l c o:¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente nadie recogidas en el momento: los heridos cuentan por mi- / La plaza amaneció barrida; los periódicos / dieron como les...”. El mismo 6 de octubre el CNH, al anunciar que no noticia principal / el estado del tiempo. / Y en la tel e- haría nuevas manifestaciones o mítines, afirmó que las visión, en el radio, en el cine / no hubo ningún cambio de f u e rzas represivas “c a u s a ron la muerte con su acción a programa, / ningún anuncio intercalado ni un / minuto ciento cincuenta civiles y cuarenta militare s”. En Po sd a- de silencio en el banquete. / (Pues prosiguió el banquete)”. ta, Octavio Paz cita el número que el diario inglés The El 3 de octubre de 1968 los periódicos dieron una no- Guard i a n,tras una “investigación cuidadosa”, considera ticia escueta, lacónica, tramposa que minimizaba la masa- como la más probable: trescientos veinticinco muert o s . cre y para colmo acusaba a los estudiantes. Novedades En México no se ha logrado precisar hasta ahora el habló de francotiradores y de veinticinco muertos, ochen- n ú m e rode muertos. El 3 de octubre la cifra declarada en ta y siete lesionados, entre ellos el General Hernández los titulares y re p o rtajes de los periódicos oscila entre Toledo y doce militares más heridos. El Universal dijo veinte y veintiocho. El número de heridos es mucho que eran veintinueve los muertos en el campo de batalla mayor y el de detenidos es de dos mil. A las doce de la contra terroristas ya que los soldados sostuvieron un rudo noche aproximadamente dejaron de escucharse los dis- combate y había mil detenidos. El Sol de México lamentó paros en el área de Tlatelolco. De los edificios desalojados que manos extrañas cuyo objetivo era frustrar los XIX por la tropa fueron conducidos al Campo Militar Nú- juegos olímpicos se empeñaran en desprestigiar a Mé- m e ro 1 cerca de mil detenidos que más tarde serían lle- xico. Francotiradores abrieron fuego contra la tropa en vados a la cárcel de Santa Ma rta Acatitla. La zona de Tla- Tlatelolco e hirieron a un general y a once militares; dos telolco siguió rodeada por el ejército. Grupos de once soldados y más de veinte civiles muertos en la peor soldados entraron a los edificios a catear casa por casa. refriega. Muchas familias abandonaron sus departamentos con De los estudiantes sólo se pre o c u p a ro El Día y el n sus pertenencias después del humillante registro. Excélsior. Dos mil personas fueron arrestadas. Los fa- El número de presos en la cárcel de Lecumberri por miliares quedaron sin noticias y anduvieron peregrinando el Movimiento de 1968 fue de ciento sesenta y cinco. de los hospitales a los anfiteatros buscando a sus hijos. Los Posiblemente no sepamos nunca cuál fue el mecanis- padres de Raúl Álvarez Garín publicaron un desplegado mo interno que desencadenó la masacre de Tlatelolco. en El Día preguntando semana tras semana dónde es- ¿El miedo? ¿La inseguridad? ¿La cólera? ¿El terror a per- taba su hijo. En el Campo Militar Número 1, no cupo un der la fachada? ¿El despecho ante el joven que se empeña alfiler después de tanto muchacho rapado y vilipendiado en no guardar las apariencias delante de las visitas? Posi- en espera de conocer su suerte. De veintinueve, los muer- blemente nos interroguemos siempre junto con el cuadro tos pasaron a cuarenta y tres. Los periódicos recibieron n e g rode Abel Qu ezada “¿Por qué?” en vez de su carica- una orden tajante: “No más información”. En vista de la tura de costumbre. La noche triste de Tlatelolco —a pesar cercanía de los juegos olímpicos y de que los ojos del de todas sus voces y testimonios— sigue siendo incom- mundo estaban puestos en México los periódicos que prensible. ¿Por qué? Tlatelolco es incoherente, contra- contrariaran la orden perderían sus prebendas. dictorio. Pero la muerte no lo es. Ninguna crónica nos da A partir del 2 de octubre, muchos nos inclinamos A cuarenta años, todavía resuena el eco del grito de los que murieron y el grito de los que quedaron. 14 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 13. SOBRE EL 68 sobre nosotros mismos y nos preguntamos quiénes éra- El padre de Regina, de origen alemán, recogió el cadáve r mos y qué queríamos. Nos dimos cuenta que habíamos de su hija de veintiún años con seis tiros de bala a lo largo vivido en una especie de miedo latente y cotidiano que de la espalda. intentábamos suprimir pero que había reventado. Sabía- Casi todos los centenares de hospitalizados pre s e n t a- mos de la miseria, de la corrupción, de la mentira, de ban heridas en la espalda, en los glúteos, en los muslos, en que el honor se compra pero no sabíamos de las piedras las piernas. Mientras intentaban salir de la trampa, les ti- manchadas de sangre de Tlatelolco, de los zapatos perdi- raron por detrás. dos de la gente que escapa, de las puertas de hierro de los Esta tragedia escindió la vida de muchos mexicanos; elevadores del conjunto habitacional de Santiago-Tlate- antes y después del 2 de octubre. 1968 fue un año que lolco perforadas por ráfagas de ametralladora. Los edifi- nos marcó a sangre y fuego. 1968 es el año del reclamo de cios de la avenida Juárez vo l v i e ro a caérsenos encima, la n los jóvenes en el mundo entero. Hubo otros movimientos gente caminó de nuevo a toda prisa mirándose los pies y estudiantiles en Francia, en Checoslovaquia, en Japón, algo muy cercano al pánico pudo leerse en su rostro. “¡Qué ninguno tan violento como el nuestro, el fuego intenso horrible normalidad!” diría doña Margarita Nolasco. duró veintinueve minutos, luego los disparos decrecieron A raíz del 2 de octubre consigné las voces de mucha- pero no terminaron dijo el diario Excélsior. chos, muchachas, madres y padres de familia. “Sí, pero En su mayoría, recogí los testimonios del 68 en octu- cámbieme de nombre”. “Yo le cuento pero no ponga bre y en noviembre de 1968. Los estudiantes presos en quién soy”. Sa l vo los líderes presos en la cárcel preventi- Lecumberri dieron los suyos en el curso del año siguiente va de Lecumberri y algunas madres de familia guardé los gracias a Raúl Álvarez Garín que los citaba el domingo en nombres en el fondo del corazón bien guardados a riesgo su celda. Los defensores de los presos políticos Carmen de no saber hoy, a treinta años, quién es quién. Muchos se Merino y Carlos Fernández del Real también me hicie- negaron a hablar. La familia de la edecán Regina Teuscher ron llegar algunos materiales que enviaron hombres ín- K ruger cuya imagen indeleble en una revista impactó a tegros como He b e rto Castillo, Manuel Marcué Pardiñas, miles de mexicanos (entre otros a Antonio Velasco Piña Armando Castillejos, José Revueltas, y las mujeres que que la convirtió en sacerdotisa esotérica muerta y resuci- visité en Santa Ma rta Acatitla, Ro b e rta Avendaño, Ana tada para iniciar una nueva era e incendiar los dos volcanes, Ignacia Ro d r í g u ezy Adelita Castillejos. el Popo y el Ixta) se negó a hablar con periodista alguno. Se han publicado ya muchos libros sobre el 68, los más REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 15
  • 14. e x t r a o rdinarios, los más analíticos, los de Carlos Mo n s i- a hablar. El dolor es un acto absolutamente solitario. váis, pero quisiera mencionar antes que a nadie al re f u- Hablar de él resulta casi intolerable; indagar, horadar, tie- giado de la Guerra Civil de España, el escritor y periodis- nen sabor de insolencia. ta Ramón Ramírez y a su actitud ante la vida y su trabajo Este relato recuerda a una madre que durante días invaluable por su meticulosidad. Cuando “México en la permaneció quieta, endurecida bajo el golpe y, de re p e n- cultura”, el suplemento de Novedades que dirigía Fer- te, como un animal herido —un animal a quien le extra- nando Be n í t ez fue censurado, de todos los que salimos en las entrañas— dejó salir del centro de su vida, de la vida Ramón Ramírez fue el más afectado. No se quejó aunque misma que ella había dado, un ronco, un desgarrado gri- para él perder su trabajo era muy duro. Lo recuerdo en al- to. Un grito que daba miedo, miedo por el mal absoluto guna manifestación con su gabardina, alto, delgado, que se le puede hacer a un ser humano; ese grito que todo fino —los rasgos de su ro s t ro denotaban su espirituali- lo rompe, el ay de la herida definitiva, la que no podrá dad—, tomando apuntes, alerta como un mirlo. Su tra- cicatrizar jamás, la de la muerte del hijo. bajo es el mejor, el más exacto, el más completo y aún no A cuarenta años, todavía resuena el eco del grito de se le hace justicia. los que murieron y el grito de los que quedaron. La noche de Tlatelolco pertenece a los estudiant e s . El Movimiento Estudiantil de 1968 fue la punta de Está hecha con sus palabras, sus luchas, sus errores, su flecha de otros “enloquecidos movimientos de pureza” dolor y su asombro. Ap a recen también sus “aceleradas”, en nuestro país. Otros José Revueltas, otros Leobardo sus errores, su ingenuidad, su confianza, su amor a la fies- López Arretche, otros Óscar Menéndez, otros Heberto ta de la libertad. So b re todo les agradezco a las madres, a Castillo, otras María Fernanda Campa, otros G l b e r-i los que perd i e ron al hijo, al hermano, el haber accedido to Guevara Niebla, otros Raúl Álvarez Garín, otros 16 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 15. SOBRE EL 68 Manuel Marcué Pardiñas, otros Armando Castillejos, a cada quien desde su lugar. Es nuestro legado a los uni- otras Roberta Avendaño “Tita”, otras Ana Ignacia Ro- versitarios para que el crimen de Estado en el que par- dríguez “Nacha”, otros Marcelino Perelló, otros Joel ticiparon todas las instituciones no quede impune. Si Ortega, otros Salvador Martínez della Roca “El Pino”, no lo logramos seguirán los criminales corrompiendo a otros Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, otros Fé- nuestro país. lix He r n á n d ezGamundi han aparecido en nuestro país. Si no hay verdad y justicia, el 2 de octubre del 68 Allí está el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Na c i o- puede asolarnos de nuevo. La Universidad es la gran edu- nal) para comprobarlo. A cuarenta años, la consigna cadora, el barómetro moral de nuestro país y la primera “Dos de octubre no se olvida” se grita en la marcha de sus enseñanzas es la ética. A partir de ella, puede cons- anual en la que participan jóvenes que ni siquiera habían truirse el México que todos buscamos. Quizá nunca se- nacido. El Comité del 68 con Raúl Álvarez a la cabeza pamos el número exacto de muertos en la noche de T l a- logró llevar al ex presidente Luis Echeverría al banqui- telolco. Sin embargo, resonará en nuestros oídos durante llo de los acusados y hoy vive detenido en su casa. Pero muchos años la pequeña frase explicativa de un soldado necesitamos que los responsables sean enjuiciados, que al periodista de El Día, José Antonio del Campo:“So n la historia de los jóvenes asesinados sea rescatada, nece- cuerpos, señor”. sitamos rendirles homenaje porque a ellos los mataron por creer que podían cambiar al mundo. En cualquier otro país, la masacre de Tlatelolco habría causado una guerra civil. ¿Conjura comunista, conjura de la CIA? ¿Conjura de políticos mexicanos enemigos del gobierno? ¿Ambición de presidencialistas? ¿“En l o q u e c i- do movimiento de purez a” como lo llamó José Re v u e l- tas? Todavía no tenemos una explicación de lo sucedido. Cuatro décadas después no hay respuesta. No cabe duda de que el Movimiento Estudiantil de 1968 fue punta de flecha de otras epopeyas que intentaron romper la homogeneidad y la corrupción gubernamental. El impulso de los estudiantes y su heroísmo jugó un papel importante en el triunfo en las elecciones de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de oposición y en el Ejército Za p a- tista de Liberación Nacional en Chiapas y en los movi- mientos de resistencia pacífica que desde el 2006 salen de la plancha del Zócalo a todos los estados del país. La matanza del 2 de octubre es una de las masacres más evidentes de los comienzos del terrorismo de Esta- do en América Latina. En Argentina, los familiares de los desaparecidos persiguen a los culpables, señalan su casa con pintura roja de sangre. En México, no tenemos aún el número exacto de muertos ni hemos enjuiciado a los responsables. No pretendemos hacer justicia por mano propia pero señalar a los culpables es la única manera de que la histo- ria no la escriban sólo los poderosos. Es la única manera de hacer más habitable un país, en el que mueren de hambre cinco mil niños al año. Es de toda justicia que Tlatelolco, ese espacio en el que cayeron universitarios y politécnicos pertenezca hoy a la Universidad. Es de toda justicia recordar al rec- tor Javier Barros Sierra. Es de toda justicia señalar a los responsables. En esta explanada hubo una matanza, esclarecer los hechos es el mejor homenaje que pode- mos rendir a los muertos y desaparecidos. ¡Qué gran vergüenza mirar la plaza día tras día sin saber cuántos ni quiénes eran! La tarea le corresponde a todo México, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 17
  • 16. 1968: la herencia en busca de herederos (Primera de dos partes) Carlos Monsiváis A Gilberto Guevara Niebla ¿Qué le sucede a la sociedad que vive el 68 con la intensi- nes en el Congreso de la Unión, en la prensa y los medios dad y la sorpresa que en rigor nunca se apagan? ¿Cuáles electrónicos. No extrañan la desesperanza o la desespe- son algunas de las consecuencias más visibles del Mov i- ración. Unos cuantos, los más afectados en sus ideales o miento Estudiantil y cuáles algunas de las frustraciones los más violentos, tres o cuatro años después eligen la vía perdurables o, si se quiere, generacionales? En el tiempo armada, entonces muy presente en América Latina con inmediatamente posterior a la matanza del 2 de octubre, su año del Guerrillero Heroico en Cuba, y sus guerrillas en el miedo y la impotencia aplazan o cancelan las claves del cada país. Animados por las resonancias del Che Gu e- fervor militante y alientan la tristeza y la gana de olvido. vara y, en México, por el asalto trágico de unos cuantos al Sin embargo, y en contra de la costumbre, la memoria his- c u a rtel de Ciudad Madera (23 de septiembre de 1965), tórica, aún no con ese nombre, persiste por varios moti- brota el sector muy minoritario de los convencidos de que vos: las pruebas (los testimonios) de la represión bárbara nada se gana “por las buenas”, integran la Liga 23 de sep- o rdenada desde la Presidencia de la República; la locali- tiembre, Los Lacandones, el Movimiento de Acción Re- zación del Movimiento en la Ciudad de México; la emo- volucionaria, etcétera. ción de los participantes a lo largo de unas semanas que se Con dolor y con ira, estos jóvenes asumen la teoría reelabora por décadas como hazaña a plazos; la sensación del “foquismo” revolucionario, que va de las intuiciones del de debut en lo que se entiende por la historia; la pertenen- Che Gu e vara a la teorización de Régis Debray, el foco cia de un número considerable de las víctimas a las clases que ilumina la voluntad radical, algo ya expresado en la medias y a las instituciones de educación superior. frase de Mao: “Una sola chispa puede incendiar una pra- No se suprimen en los re c u e rdos de la primera etapa dera”. Es dramática la suerte de estos radicales: muere n los agravios de los participantes: sus muertes (no pocas), en enfrentamientos donde siempre llevan las de perder, sus presos (en la cárcel de Lecumberri casi setenta), las matan policías y secuestrados (el empresario Arangure n evidencias de la justicia triturada, los regaños de los rufia- de Guadalajara), se enteran muy tarde de la infiltración 18 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 17. SOBRE EL 68 policiaca en sus organizaciones, sufren torturas demole- los alboroza el aplastamiento de los disidentes y, en la doras, se les mata a golpes en los separos o se les tira al mar inauguración de los juegos olímpicos el 12 de octubre , desde helicópteros, se dividen entre pleitos a veces lite- jóvenes de la clase media alta y de la burguesía recorren ralmente mortales, pasan años en la cárcel, enjuician sin la ciudad en sus caravanas de automóviles, absortos en la piedad a los “desertores” o “traidores” y, lo más lamenta- algarabía de los claxons y en la consigna más utópica que ble, se “militarizan” y abandonan su generosidad inicial, chovinista: el grito de ¡MÉ-XI-CO! ¡MÉ-XI-CO! El Mov i- p e ro esto viene más tarde, cuando han desaparecido los miento Estudiantil no creyó en sus propias advertencias líderes y los militantes de la primera generación de la y no vio en Díaz Ordaz al enemigo al frente de un Poder guerrilla urbana, ex seminaristas, profesionistas obsesio- Judicial envilecido y un Congreso de la Unión que el 1 de nados con el desquite, estudiantes de economía, ciencias septiembre de 1969, de pie, aplaude largamente al Pre- políticas, antropología, filosofía, medicina, profesores nor- sidente cuando éste, muy ufano, se proclama “el único malistas, muchos de ellos miembros del Partido Comu- responsable de los sucesos del año pasado”. nista o de la Juventud Comunista hartos de la fatiga de las asambleas estudiantiles y las reuniones de célula o de gru- púsculo hasta muy altas horas de la madru g a d a . EL PODER REPRESOR VIVE Y LA VIDA COTIDIANA SIGUE ¡Ah, el marxismo! La frase de Ma rx se repite en los cu- bículos de estudio, en los casi siempre aburridísimos se- ¿Qué más? La vida sigue, hay que terminar las carreras, minarios: “Nuestra doctrina no es un dogma sino una conseguir empleo, hacer a un lado las “ilusiones de ju- guía para la acción”. Los libros del canon del materialis- ventud”, convertirse en lo que no se quería ser, aceptar que mo histórico se revisan y, a veces, se leen: El manifiesto co- no se da para más. ¿Dónde quedan los razonamientos munista, El origen de la familia, la propiedad privada y el morales y a quién le importan a la hora de la vida en so- Estado de Engels, ¿Qué hacer? y El Estado y la revolución? de ciedad? Si algo, el Movimiento del 68, como antes las mo- Lenin; ya han hojeado a Gramsci y al peruano José Carlos vilizaciones sindicales de 1958-1959, intenta, con acciones Mariátegui, y lo ignoran todo del arsenal ideológico de los y demandas y sin demasiados alegatos teóricos, es re i n- bolcheviques “de hierro”: Así se templó el acero de Fadaiev, troducir o desplegar los asuntos de la conciencia en la vida Poema pedagógico y Banderas sobre las torres de Makarenko, política y profesional, pero a esto se oponen los re q u i s i- El Don apacible de Cholojov, Cómo ser un buen comunis- tos de la sobrevivencia, las formaciones del cinismo, el ta de Liu Sha Shi (que no debió serlo tanto porque Mao control enorme de los espacios laborales. El mensaje se lo eliminó), El izquierdismo, enfermedad infantil del co- repite: “Olvídense de reparar la injusticia”. En una frase: munismo de Lenin. Pero estos clásicos de la formación de (“La Revolución es la Revolución”), Luis Cabrera halló hombres de acero no son parte de la herencia del 68, un la síntesis suprema de los poderes del movimiento arma- movimiento de la izquierda no ligado al pensamiento do, que por necesidad crea sus propias leyes; de manera socialista o al espíritu comunista, entre otras cosas por- similar, el capitalismo salvaje entrega sin necesidad de que su liderazgo no dispone de las horas necesarias para palabras su apotegma: “la impunidad es la impunidad”, —llamémosle así— “el entrenamiento dialéctico”. apotegma que santifica la ilegalidad, el castigo de los ino- En el 68, y eso determina a una fracción de la mino- centes, y la burla a los amagos de la opinión pública. ría combativa de los años siguientes, la entrega a la causa posee un fondo o un trasfondo romántico, de entre- *** ga apasionada sin medir las consecuencias, de pro m e s a s sinceras de dar la vida por la re volución y por el pueblo. Al llegar a la Presidencia el ex Se c retario de G bernación o Al cabo de estas llamaradas, otros grupos, púberes y Luis Ec h e verría está al tanto: la fuerza del 68 radicó en su adolescentes en 1968, adoptan la actitud “militarista” poder de impregnación y en los actos de valor que inspira. cifrada en el culto a la violencia, “p a rtera de la historia”. En dos actos de su campaña, uno en Morelia y otro en Ya se volverá a los ideales cuando se tome el poder. Mexicali, los jóvenes le exigen un minuto de silencio por los caídos en Tlatelolco. Accede, así incluya en sus segundos de *** mudez a los soldados muertos y aunque esto enfurezca a Díaz Ordaz. Pero Echeverría no tiene otra, si los estudian- Son terribles los días siguientes al 2 de octubre. La re- tes no consiguen modificar la vida política, la matanza presión no admite respuestas, la inclemencia del Estado del 2 de octubre es el hecho que no se cierra. Y el 10 de aplasta al Consejo Nacional de Huelga y sus aliados, los junio de 1971 la agresión a una marcha del grupo de cho- presos políticos apenas disponen de unos cuantos defen- que organizado desde el Departamento Central, los sores, los medios informativos no admiten protestas, los Halcones, reconstruye de inmediato el 68. Y en los días si- jueces y los agentes del Ministerio Público están a la dis- guientes la cólera ciudadana ante los casi cuarenta muertos posición del Poder Ejecutivo, a los diputados y senadores y los muchos heridos, exhibe la fantasía de suponer extin- REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 19
  • 18. guida la disidencia. Ec h e verría monta una pésima “obra empresarios y funcionarios. En un intento de secuestro de teatro”, cesa al regente de la ciudad Alfonso Ma rt í n ez asesinan en Monterrey a Eugenio Garza Sada, patrono del Domínguez y comienza a ufanarse de su “a p e rtura demo- Tecnológico y, de seguro, la gran figura del empresaria- crática”. Los militantes rechazan la farsa, pero un buen nú- do de la ciudad. En el entierro de Ga rza Sada, a nombre del mero de intelectuales y el conjunto de las clases medias le Grupo Monterrey, un empresario menor, Ricardo Ma r- toman la palabra al represor “arrepentido” (No lo está). gáin Zozaya, insulta al presidente Ec h e verría, allí presente, y lo acusa de incitar el terrorismo con su prédica terc e r- *** mundista. Y en 1974, al pretender inaugurar los cursos en Ciudad Universitaria, Ec h e verría sufre el rechazo de los El gobierno de Luis Echeverría necesita hacer las paces estudiantes que le re c u e rdan Tlatelolco y su trayectoria con las clases medias ilustradas (así se les dice). Derrama represiva. Patético, Echeverría los llama “jóvenes fascistas”, dinero en las universidades de provincia, busca atraer a pero la ausencia de autoridad moral pulveriza sus acusacio- j ó venes cercanos a la generación del 68, empieza a hablar nes y él sale corriendo del auditorio de Medicina. Pero del Tercer Mundo. Los profesionistas, en especial todavía el gobierno no se convence de lo obvio: es el gran economistas y politólogos, aceptan su llamado al cambio empleador pero ya nunca más el ideólogo de la nación. (exclusivamente verbal), porque el Estado es todavía el primer empleador y el PRI no maneja los espacios públi- *** cos disponibles. Mientras, a espaldas de la opinión pública, el régimen instala la “guerra sucia” contra la guerrilla Al mismo tiempo, desde un radicalismo pacífico, aparecen campesina y la urbana, y diezma a los pueblos de la Sierra los grupos pronto integrados al concepto y a las realidades de Guerrero. Soldados y agentes judiciales prodigan tor- de la sociedad civil: o r g a n i z a d o res de las colonias popu- turas, mutilaciones, “desapariciones” (asesinatos), todo a lares, ecologistas, feministas, comunidades eclesiales de nombre de la grandeza del Estado. Si los guerrilleros no base, teatristas, cantantes de protestas, grupos lésbico- se eximen de actos atroces (secuestros, torturas, asesina- gay. Del 68, extraen la oposición al autoritarismo, y ven, tos), la responsabilidad mayor es del Estado, defensor ofi- en el Movimiento, diciéndolo o no, la tradición de los cial de los derechos humanos. reprimidos por la gana de no dejarse. Quieren quebran- La guerrilla urbana es audaz, asalta comercios y alma- tar la tradición del individualismo a ultranza y ser parte cenes, mata policías y secuestra personajes importantes: por de la nueva conciencia colectiva, lo que se ve r ifica por ejemplo, José Guadalupe Zuno, el suegro de Echeverría y ejemplo en la organización de las colonias popul a res en 20 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 19. SOBRE EL 68 la década de 1970, con jóvenes alertados por un 68 que de sus oponentes: el desgaste. A esa protesta se añaden, no vivieron. En sentido literal y al principio sin demago- las que se califican a sí mismas de “Generación del 68”, un gia, quieren cambiar a México. En su comport a m i e n t o término que se extiende al punto de que uno imagina el espíritu del 68 “resiste a la injusticia”. marchas de un millón de personas. Se van esparciendo las protestas rituales contra la carestía de la vida, la corru p- ción escandalosa de funcionarios y empresarios, los ro b os “Y SI SE LES REPRIME ES PARA QU E ENTIENDAN de tierras a los campesinos pobres, los asesinatos de los líde- POR LAS BU E N A S” res agrarios que rechazan los sobornos. El derrotismo cunde de antemano: “¿Quiénes somos para enfrentarnos Todavía en 1968 lo usual en México es considerar “s u b- al poder central y los caciques? ¿Qué no nos bastó con las versiva” la protesta, de acuerdo al sedimento anticomu- lecciones amargas del 68? ¿Qué se logra ante un Poder nista de la población, y al deseo malamente definido pero Judicial y un Poder Legislativo serviles y corruptos y con muy determinante de estabilidad y paz social. Hasta en- mayoría absoluta priista? ¿Cómo hacer que la sociedad tonces, las manifestaciones de la izquierda política y el o el pueblo o la gente se enteren de nuestras demandas si sindicalismo independiente se han calificado de “sórdidas los intermediarios, los medios informativos nos calum- y marginales”, y casi nadie se indigna cuando se les agrede nian y califican a nuestra protesta de subversiva?”. Aquí “por el bien de las instituciones”. Uno tras otro, los movi- están los hechos: la pobreza, la miseria, la rapacidad del mientos populares, por más energía y apoyos que obten- capitalismo salvaje, los asesinatos políticos, la prisión a gan, padecen el desgaste, el acoso y la nulificación de sus los oposicionistas, los despidos injustos, el aplastamien- demandas. Resulta habitual la asimilación (cooptación, to de las huelgas... Y sin embargo, no hay modo de ade- se dice) de muchísimos de sus dirigentes, pronto incorpo- lantar el combate a la desigualdad… Y un resultado del rados al Sistema (siempre con mayúsculas) y, en las consi- desánimo es la aceptación del estado de cosas. deraciones del cinismo, “insubordinarse” es un gesto de la edad juvenil, que si se prolonga culmina en frustraciones, y que si se cancela produce un ascenso político y / o buro- LAS ALTERNATIVAS CULTURALES Y SU CONQUISTA crático condenado por la renuncia explícita a los ideales. DEL ESPACIO PÚBLICO *** Una consecuencia muy positiva del 68 es el fin de los intentos oficiales de regir la vida cultural a través de la cen- A la Generación del 68 la despolitización le llega pronto sura, del hecho monopólico (el Estado era el primer y casi vía la amenaza de la pérdida del empleo. El idealismo está único patrocinador de la vida cultural), de la debilidad de bien hasta cierta edad, y sin desprenderse del modo de los esfuerzos independientes. Después de 1968 aunque el vida convencional. En la misma lógica, la radicalización Estado sigue siendo un gran impulsor de la vida cultural, en la juventud sirve como entrenamiento en los distintos ya no es el único y la censura pierde fuerza en el cine y el niveles de poder, pero hasta allí. “Apasiónate cuando chavo teatro, aunque la conserva en la televisión y en una part e y luego deja fluir la sensatez, el aprendizaje de la filosofía medular de la prensa. En la década de 1970 se impone el de la vida: Pasados los treinta años, el sinónimo de madu- rock (el festival de Av á n d a ro,los grupos independientes, rez es un buen empleo. Es imposible enfrentar al régimen el impulso de la música como motivadora de nuevas for- porque lo único seguro es la derrota, al especializarse la mas de vida), y se multiplican el teatro independiente, las historia de México en visiones de los vencidos con todo y comunas de hippies o jipitecas, la contracultura en suma. moraleja: “Ni te muevas porque te tru e n a n”. Según con- Y lo principal es la convicción dominante: al Estado no senso, la resistencia es la vasta pira de nobles sentimientos le toca regir los procesos culturales sino, por obligación, que a los disidentes les re s e rva su porción de golpizas, cár- sostener su desarro l l o. Ya a fines de la década de 1970, en celes, muertes violentas, extinción de las alternativas sin- lo básico, la censura que se ha conocido nada más conti- dicales. Se alega: “La izquierda provocóal gobierno”, pero más núa en la televisión y en una parte de la provincia. bien a los que no se someten se les llama “provocadores”. *** 1985: LO S ESTREMECIMIENTOS DEL CAMBIO Por años, a la protesta popular la distinguen su carácter El 19 y el 20 de septiembre de 1985 dos terremotos en e f í m e ro, su desorganización (con muy severas querellas la Ciudad de México arrojan un costo de cerca de veinte internas), su fatalismo ante las circunstancias de opresión, su mil muertos. El 20 de septiembre, día del segundo sis- fracaso ante las tácticas del gobierno que nunca concede mo, se vuelve súbitamente creíble (compartible) la idea “bajo presión”, por estar convencido del único destino de sociedad civil. A lo largo de unos días, ante la ineficacia REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 21