Laura le da un billete de 500 euros a su amigo Pablo para mostrarle que aunque las cosas se arruinen o ensucien, su valor intrínseco no cambia. Ella lo arruga, lo tira al suelo y lo pisa, pero sigue teniendo el mismo valor. Del mismo modo, aunque la vida lo golpee, Pablo conserva su propio valor. Laura le dice que guarde el billete para recordar esto cuando se sienta mal, pero que se lo devuelva para ayudar a otro amigo.