2. EL CASTELLANO CONCISO
BIOGRAFÍA:
1. Miguel Delibes Setién (Valladolid, 17 de octubre de 1920 –
Valladolid, 12 de marzo de 2010) fue un novelista español y
miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su
muerte, ocupando el sillón "e". Licenciado en Comercio, comenzó
su carrera como columnista y posterior periodista de El Norte de
Castilla, periódico que llegó a dirigir, para pasar de forma gradual a
dedicarse enteramente a la novela.
2. Gran conocedor de la fauna y flora de su entorno geográfico,
apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus
obras todo lo relativo a Castilla y a la caza.
3. Se trata por tanto de una de las grandísimas figuras de la literatura
española posterior a la Guerra Civil, por lo cual fue reconocido con
multitud de galardones, pero su influencia va aún más allá, ya que
varias de sus obras han sido adaptadas al teatro o se han llevado al
cine, siendo premiadas en certámenes como el Festival de Cannes.
4. La muerte de su mujer en 1974 le marcó profundamente y en 1998
padeció un cáncer de colon, del que nunca llegó a recuperarse
completamente, lo que detuvo prácticamente por completo su
carrera literaria y le llevó a la apatía y prácticamente al
3. LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES
ALARGADA
Destino, 1948
Miguel Delibes inaugura su carrera literaria con dos de las que luego
serán sus constantes narrativas: la infancia y la muerte. Con su primera
novela, "La sombra del ciprés es alargada", consigue el Premio Nadal en
su cuarta edición –1947–.
Pedro, protagonista y narrador de esta historia, queda huérfano y es
confiado a un atrabiliario profesor y tutor, el señor Lesmes, cuya filosofía
de la vida se cifra en desconfiar y desligarse de los sentimientos y de los
afectos, para no verse expuesto a perder un día lo que se ama. Es lo que le
pasa al niño Pedro, a quien la muerte le arrebata primero a su íntimo
amigo, Alfredo, y luego a la mujer de la que se ha enamorado. La muerte,
personificada en la sombra del ciprés, "que corta como un cuchillo", se
enseñorea de toda la historia y del ánimo de los personajes.
El escritor dedica esta novela a sus padres, a su mujer y a su hijo Miguel,
nacido en 1947 y primero de sus siete hijos
4. LA TEMÁTICA DE SU OBRA
1. LA NATURALEZA
2. CASTILLA
3. EL CAMPO
4. EL LENGUAJE
5. LA CAZA
6. LA VEJEZ Y LA MUERTE
7. IDEOLOGÍA Y JUSTICIA
5. AÚN ES DE DÍA
En "Aún es de día", segunda novela
de Miguel Delibes, Sebastián,
hombre tarado y pobre, sufre las
burlas y el desprecio de sus vecinos,
e incluso el engaño de la chica de
quien se ha enamorado y con la que
sueña casarse. Él trata de superarlo
con una intensa vida interior pero la
sórdida realidad se impone y puede
más que su espiritualidad.
La novela retrata con meticulosidad
la vida de una ciudad de provincias
de los años cuarenta del pasado
siglo, en la inmediata posguerra
española.
6. LA NATURALEZA
Su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en 1975, fue
una oda a su principal pasión: la naturaleza. Este «ecologista
adelantado», tal y como lo definió la que fuera ministra de Cultura
Carmen Alborch, mostró siempre su preocupación ante el progreso, no
porque éste sea negativo en sí mismo, sino debido a que en la gran
mayoría de los casos se sustenta en la aniquilación de la naturaleza.
Y Delibes hablaba con conocimiento de causa: el de cazador y hombre
de campo. Ya en 'La sombra del ciprés es alargada', su primera novela,
defendía a ultranza el medio ambiente frente al desarrollo industrial.
También en ensayos como 'La naturaleza amenazada', 'El sentido del
progreso desde mi obra'. 'Un mundo que agoniza' o 'La tierra herida', este
último escrito junto a su hijo Miguel. Delibes renunciaba al modelo de
progreso si éste «ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la
incomunicación y la violencia, de la autocracia y la desconfianza, de la
injusticia y la prostitución del medio natural, de la explotación del
hombre por el hombre y de la exaltación del dinero como único valor».
Los protagonistas de todas sus obras viven en armonía con el medio rural
y se rebelan contra el desarrollismo, lo que propició que Delibes fuera
tachado en más de una ocasión de «reaccionario». Una mala
interpretación de sus tesis: Delibes en realidad fue un adelantado a su
tiempo, que ya desde los años 70 clamaba por un desarrollo sostenible,
en el que la máquina y la ciencia estuvieran al servicio del hombre y no a
la inversa. Sí supo interpretar sus tesis la Facultad de Biología de la
Universidad de Salamanca, que lo nombró doctor honoris causa «por su
defensa del medio ambiente frente al desarrollo industrial».
7. El CAMINO
Destino, 1950
En "El camino", tercera de sus novelas, Miguel
Delibes encuentra su voz y estilo narrativos según
confesión propia.
La infancia vuelve a ser protagonista en este relato
delibeano. El pueblo cántabro de Molledo Portolín,
lugar en el que pasó su propia infancia y origen de
su familia paterna, le sirve de inspiración.
Daniel, el Mochuelo, la noche anterior a su partida
a la ciudad para estudiar, evoca sus once años en el
pueblo que le vio nacer y en el que transcurrió su
infancia junto a sus inseparables amigos, Roque, el
Moñigo, y Germán, el Tiñoso. Las andanzas de
estos tres niños, cuya amistad es también truncada
por la muerte de uno de ellos como ocurría en "La
sombra del ciprés es alargada", llenan las páginas
de este bello relato, en el que se conjugan la
ternura, un sutil lirismo y un delicado humor con la
profunda comunión y sintonía de los personajes con
el entorno y la naturaleza.
El estilo narrativo de Delibes, fresco y directo,
cobra categoría magistral en esta obra.
8. CASTILLA
Prácticamente todas las obras de Delibes se
desarrollan en Castilla. Sus pueblos, sus
gentes y su lenguaje son los protagonistas
de su obra, gracias a la cual lectores
jóvenes o urbanitas han podido hacerse una
idea de esa España cada vez más
abandonada, y de la dureza de la vida del
campo.
«Castilla es difícil» afirmaba Delibes. Y esa
complejidad quedó plasmada no sólo en
obras como 'Castilla habla', 'Castilla, lo
castellano y los castellanos' o 'Viejas historias
de Castilla la Vieja', sino en toda su
producción. Llamó en más de una ocasión
la atención a las administraciones, por hacer
gala de una «dejadez» que había colocado
a su tierra en un «estado de marginación».
9. MI IDOLATRADO HIJO SISÍ
"Mi idolatrado hijo Sisí" es una de las
novelas más ambiciosas de Miguel Delibes,
tanto en el contenido como en la forma.
Además, presenta como novedad narrativa la
contextualización histórica que el novelista
hace a través de noticias tomadas de las
páginas de los periódicos.
La obra, dividida en tres libros que recrean
tres épocas sucesivas de la historia de
España del siglo XX ̶ 1917-1920; 1925-1929
y 1935-1938 ̶ , cuenta la vida y andanzas de
Cecilio Rubes, comerciante en una capital de
provincia, católico de apariencias y de
mentalidad típicamente burguesa, cuyo
egoísmo le lleva a conformarse con un único
hijo, a quien mima y tolera, y a quien la
Guerra Civil española le arrebatará
brutalmente.
La novela es una clara sátira moral en la que
Delibes, con delicada ironía y sin
puritanismos, censura el malthusianismo,
creando al mismo tiempo uno de los
personajes más inolvidables salidos de su
pluma.
10. Esta 'obsesión' está íntimamente relacionada
con las anteriores. Delibes retrató como
pocos la vida en el campo y el éxodo rural.
Le preocupaba la despoblación y la pérdida
de valores, que proponía combatir con
desarrollo sostenible: «El pueblo necesita
mayor confort: caminos, agua, buena tierra y
posibilidades deportivas». Y renegó siempre
de ese progreso que «calienta el estómago
pero enfría el corazón».
Tampoco pasó por alto el maltrato que
históricamente ha sufrido la gente del
campo. El ejemplo más ilustrativo es su
novela 'Los santos inocentes'. Delibes vivió lo
suficiente para constatar una mejora en el
trato humano, si bien se mostraba seguro de
que la explotación seguía existiendo,
aunque de una forma «menos visible».
EL CAMPO
11. DIARIO DE UN CAZADOR
Miguel Delibes obtiene el Premio
Nacional de Literatura por la novela
"Diario de un cazador", iniciada el 5 de
enero de 1954 –como queda recogido en
su manuscrito– y publicada en marzo de
1955.
El protagonista de esta novela, Lorenzo,
bedel de instituto y cazador, anota en su
diario, con un lenguaje expresionista y
lleno de matices y resonancias populares,
no sólo sus andanzas cinegéticas sino
también aquellos trances que configuran
su modesta existencia junto a su madre
viuda y a su novia, Anita, con la que
acabará casándose aunque no en esta
novela.
Miguel Delibes señaló que Lorenzo,
protagonista de "Diario de un cazador",
"Diario de un emigrante" y "Diario de un
jubilado", había sido el personaje más
optimista y desenfadado salido de su
pluma.
12. Su gran pasión. Y también su mayor contradicción: un
ecologista convencido que sin embargo adora la caza.
Muchos lo criticaron por ello. Él siempre explicaba que sólo
practicaba la caza menor, dado que la mayor le parecía
«más inhumana».
Se retrató en 'Diario de un cazador' (Premio Nadal en 1955),
a través del bedel Lorenzo, su álter ego. En él deja patente
la complicidad entre el hombre y sus animales, y entre
cazadores. Y es que, según cuenta Dolores Benavides en el
libro 'Mis perros', cuando Delibes trataba con sus canes
«parecía dialogar con personas». «Siempre que viene un
perro a casa, aunque sea de otra persona, él no tarda
nada en tenerle a los pies acariciándolo», contaba
Germán Delibes.
El vallisoletano escribió nueve libros cinegéticos, entre los
que destacan 'La caza de la perdiz', 'Mis amigas las truchas'
o 'Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo'.
Su conocimiento de los animales le permitió asimismo
escribir la obra infantil 'Tres pájaros de cuenta', con el cuco,
la grajilla y el cárabo como protagonistas.
LA CAZA
13. DIARIO DE UN EMIGRANTE
Miguel Delibes escribe esta novela, según propia confesión,
a raíz de su estancia en Santiago de Chile, en 1955, tras
haber ido leyendo en el viaje de ida su "Diario de un
cazador", recién salido de la imprenta.
Lorenzo el cazador, ya casado con la Anita, emigra a Chile
en busca de fortuna, dada la pobreza y las limitadas
oportunidades que le ofrece su Castilla natal. A lo largo de
un año escaso que dura la aventura, Lorenzo seguirá
apuntando en su diario las incidencias de su acomodo al
nuevo país y a las nuevas costumbres, los piques y enfados
de la pareja, el descubrimiento asombrado de un nuevo uso
del idioma castellano, los sueños, ilusiones y desarraigo de
quienes se ven obligados a dejar su tierra y el desengaño
final ante la imposibilidad de hacer fortuna.
Asombra en este relato la capacidad del novelista castellano
para hacer suyo el modo de hablar de Chile, cuyo
variopinto vocabulario incorpora progresivamente el
protagonista, Lorenzo, a su ya peculiar manera de
expresarse.
14. LA VEJEZ Y LA MUERTE
La muerte fue un tema recurrente en su obra. Más que la
muerte en sí, el temor de ver morir a las personas que amaba y
de quienes dependía. No en vano el fallecimiento de su esposa,
Ángeles, en 1974, le dejó sumido en una profunda tristeza de la
que nunca se recuperó. «Soy triste. Nací pesimista», afirmaba.
«No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha
que se deshacen como pompas de jabón».
Retrató la pérdida en la inmensa obra 'Cinco horas con Mario',
empleando la técnica del monólogo no sólo para dotar de
mayor fuerza a su obra, sino para sortear la censura. En el
cuento 'La mortaja' dibujó con una crudeza tan inusitada como
necesaria la muerte y el abandono que ésta provoca en los que
sobreviven.
La vejez fue otro de sus motivos, como puede verse en 'La hoja
roja', 'Diario de un jubilado' o 'Cartas de amor de un sexagenario
voluptuoso'. «Soporto los días, uno tras otro, son todos iguales»,
decía Delibes, y lamentaba: «La medicina ha prolongado
nuestra vida, pero no nos ha facilitado una buena razón para
seguir viviendo».
15. LA HOJA ROJA
El entrañable protagonista de esta novela, don Eloy,
repite una y otra vez que le ha salido la "hoja roja" en el
librillo de la vida, aludiendo a la hoja de ese color que
aparecía antaño -años cincuenta del siglo XX- en los
"librillos" de papel con que los fumadores liaban sus
pitillos, y que significaba que las hojas estaban a punto
de acabarse. Bien con esta expresiva metáfora, bien con
la cantinela de que "la jubilación es la antesala de la
muerte", don Eloy, jubilado, viejo y olvidado de su único
hijo, comparte su soledad con una criadita de pueblo, la
Desi, que acaba de perder asimismo a la única persona a
quien se sentía ligada en su vida y que, por tanto, se
encuentra tan sola y desamparada como el viejo.
Don Eloy y la Desi protagonizan un desolador relato en
torno a la vejez, la soledad y el desamparo, aunque
matizado, como siempre, con la ternura, el comedido
lirismo y el humor balsámico que Delibes imprime a sus
más patéticas historias.
16. LAS RATAS
Delibes, coartado en su libertad de expresión a
la hora de denunciar la postración del medio
rural castellano desde el periódico que dirige,
El Norte de Castilla, busca las vueltas a la
censura y escribe esta novela, "Las ratas", una
visión descarnada y trágica de la tierra y las
gentes de la Castilla de mediados del siglo
pasado.
El clima, el medio geográfico y la inmutable
estructura social determinan de modo decisivo -
como el inapelable destino en las tragedias
clásicas- el ser y el existir de los vecinos del
villorrio de la novela, cuya pobreza, en algunos
casos, les obliga a tener que alimentarse de
ratas de río para sobrevivir.
Entre todos los personajes del relato,
elementales y broncos, surge la milagrosa
figura del Nini, niño que sabe de la naturaleza y
su entorno más que nadie y cuya candidez se
eleva por encima de la sórdida realidad que le
rodea.
Como un auténtico símbolo del bien sobre el
mal, de la pureza contra la miseria y la astucia,
el Nini se erige en el único bastión contra la
tragedia que se cierne y acaba
desencadenándose sobre el pueblo y sus
habitantes. El Nini es, sin duda, una de las más
señeras creaciones salidas de la pluma de
Delibes.
17. Son constantes subliminales en su obra. Declarado
centroizquierdista y católico practicante, dimitió como
director de 'El Norte de Castilla' ante los intentos de control del
entonces ministro Manuel Fraga. «Los políticos no nacen para
servirnos, sino ordinariamente para servirse», sentenció. Y lo
plasmó en 'El disputado voto del señor Cayo', en el que
contraponía la visión de los jóvenes militantes de ciudad con
la sabiduría de un anciano que sobrevive en un pueblo
abandonado.
«Lo más positivo que se ha demostrado con los regímenes de
fuerza, ya sean de izquierdas o de derechas, es que no le
bastan al hombre para vivir. Los hombres necesitan una
atención más próxima y personal». Delibes fue testigo no sólo
del éxodo rural y su consiguiente pérdida de valores. También
vio cómo el individualismo iba ganando terreno en la
sociedad en general, en detrimento del factor humano.
No renunció, sin embargo, a denunciar las injusticias. Lo hizo
en la trilogía compuesta por 'El camino', 'Los santos inocentes'
y 'Las ratas'. A pesar de ello, se fue echando en falta «una
justicia más justa».
IDEOLOGÍA Y JUSTICIA
18. EL LENGUAJE
Sus más de 80 años de existencia
permitieron a Delibes constatar el
progresivo empobrecimiento del
lenguaje. Las prisas parecen habernos
llevado a economizar también a la
hora de expresarnos. «Tendemos a
reducir el lenguaje, a simplificarlo. Nos
cuesta armar una frase. De este
modo, los que hablan mucho,
tropiezan mucho, y los que miden sus
palabras se van apartando del
problema», afirmaba. Tal vez por eso,
su legado incluye el de haber
recogido y preservado para siempre
palabras como arrobado, ardivieja,
humeón o aguarradillas.
19. Habréis observado que los pájaros, bestezuelas por las que
siento una especial predilección, se erigen a menudo en
personajes de mis libros. Diario de un cazador está lleno de
perdices, codornices, patos, tórtolas y palomas. Viejas
historias de Castilla la Vieja, de avutardas, grajos y
abejarucos. El gran duque es pieza esencial de El camino
como la picaza lo es de La hoja roja. Las águilas, los
cernícalos y los camachuelos forman el entorno del
pequeño Nini en Las ratas... Finalmente, en mis dos últimas
novelas, El disputado voto del señor Cayo y Los santos
inocentes, intervienen también tres pájaros que juegan
papeles fundamentales: el cuco y las grajillas en la primera,
y éstas y el cárabo en la segunda. De los tres me he servido
para componer el libro que ahora tenéis entre manos, no un
libro de cuentos ni de historias inventadas, sino un libro de
historias auténticas, vividas por mí y de las cuales son
aquellos pájaros verdaderos protagonistas. Espero que su
lectura no os deje indiferentes, antes bien sirva para
acrecentar vuestro amor y vuestro interés por la Naturaleza.
20. El hereje
través de las peripecias vitales y espirituales de Cipriano
Salcedo, Delibes traza con mano maestra un vivísimo retrato
del Valladolid de la época de Carlos V, de sus gentes, sus
costumbres y sus paisajes. En 1517, Martín Lutero fijó sus
noventa y cinco tesis contra las indulgencias en la puerta de
la iglesia de Wittenberg, hecho que desencadenaría el cisma
de la Iglesia Romana de Occidente y la Reforma protestante.
Ese mismo año nació en la villa de Valladolid el hijo de don
Bernardo Salcedo y doña Catalina Bustamante, bautizado
como Cipriano. En tiempos de convulsiones políticas y
religiosas, esa coincidencia de fechas marcaría fatalmente su
destino. Huérfano desde su nacimiento y falto del amor del
padre, Cipriano contó, sin embargo, con el afecto de su
nodriza Minervina, una relación que le sería arrebatada y
que le perseguiría el resto de su vida. Convertido en
próspero comerciante, se puso en contacto con las corrientes
protestantes que, de manera clandestina, empezaban a
introducirse en la Península. Pero la difusión de ese
movimiento fue progresivamente censurada por el Santo
Oficio. El hereje es ante todo una indagación en las
relaciones humanas en toda su complejidad; un canto
apasionado a la tolerancia y la libertad de conciencia. Es
también la historia de unos hombres y mujeres de carne y
hueso en lucha consigo mismos y con el mundo que les tocó
vivir; una novela inolvidable sobre las pasiones humanas y
los resortes que las mueven.
Su
ultima
obra
21. Al fin y al cabo, fue siempre una persona de provincias. Le ofrecieron puestos en Madrid,
pero no quiso dejar su Valladolid natal. Y eso supuso vivir junto al campo. El acercamiento
le vino por una pasión, la caza, que le llevó a pasar miles de amaneceres en los sembrados,
a fraternizar con personas ligadas a la tierra y a escrutar, como ellos, el cielo. Esa afición
deja páginas inolvidables en títulos que van desde 'Diario de un cazador' (1955) a 'El último
coto' (1992).
La caza, tal como Delibes la entendió, era algo consustancial al 'ecosistema campesino'.
Después, él mismo lamentó que la modernidad la estuviera convirtiendo en algo industrial
y dirigido a ociosos urbanitas. Delibes avisó continuamente del deterioro que padecían, a la
vez, la caza y el campo. Y, así, fue un pionero al informar de que la desertización humana, el
abandono de las prácticas tradicionales, la intensificación productiva, la concentración
parcelaria, el monocultivo y el uso de químicos estaban dejando yerma Castilla. Eran los
años 70 y el ecologismo apenas se estaba empezando a inventar como movimiento social.
Hay que leer su discurso de entrada en la Academia, 'Un mundo que agoniza' (1979), para
darse cuenta de su radical compromiso con el medio ambiente. Y también para apreciar la
sabiduría de su análisis. Mientras el primer ecologismo se centraba, y no sin razón, en los
males industriales y la polución urbana, el escritor tenía una visión integradora y amplia.
Lamentaba la destrucción del territorio rural. Y recordaba que eran sus habitantes, los
ganaderos y agricultores, las víctimas de lo que ocurría. Y los únicos capaces de salvar el
campo, si es que ellos lograban salvarse antes. Sólo ahora ha empezado la Administración a
darse cuenta que Delibes tenía razón.
Nunca cejó en su empeño y, en 2005, firma con su hijo Miguel un testamento ecologista: 'La
tierra herida'. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? En ella, se pregunta por el cambio
climático, el colapso de las pesquerías mundiales o la pérdida de la biodiversidad en todo el
planeta. Y vuelve a preocuparse de nuevo por el campo, su campo castellano.
Miguel Delibes fue un señor de campo, un ecologista y un Dersu Uzala castellano.