El documento argumenta que la publicidad crea una fantasía de la belleza que no es real y lleva a las personas a pensar que es un regalo divino. Sin embargo, muestra que incluso las personas que se ven muy arregladas en la publicidad se ven diferentes al observarlas de cerca, y que tanto mujeres como hombres pueden sufrir trastornos alimenticios debido a la presión por alcanzar ideales de belleza irreales proyectados por los medios.