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ANTOLOGÍA POÉTICA

     DE LA

GENERACIÓN DEL 27




             Profesora: Celia Caballero Díaz
                   IES El Vinalopó, Novelda
GARCÍA LORCA
                                               Tu sangre rezuma y huele
     ROMANCE SONÁMBULO                              alrededor de tu faja.
 Romancero Gitano (García Lorca)                   Pero yo ya no soy yo,
A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos         ni mi casa es ya mi casa.
                                                - Dejadme subir al menos
     Verde que te quiero verde.                  hasta las altas barandas,
    Verde viento. Verdes ramas.                  dejadme subir, dejadme,
         El barco sobre la mar                 hasta las verdes barandas.
     y el caballo en la montaña.                   Barandales de la luna
     Con la sombra en la cintura               por donde retumba el agua.
      ella sueña en su baranda,                                 *
       verde carne, pelo verde,              Ya suben los dos compadres
         con ojos de fría plata.                 hacia las altas barandas.
     Verde que te quiero verde.              Dejando un rastro de sangre.
           Bajo la luna gitana,             Dejando un rastro de lágrimas.
     las cosas le están mirando                Temblaban en los tejados
       y ella no puede mirarlas.                    farolillos de hojalata.
                     *                            Mil panderos de cristal,
     Verde que te quiero verde.                    herían la madrugada.
   Grandes estrellas de escarcha,                               *
    vienen con el pez de sombra                Verde que te quiero verde,
    que abre el camino del alba.              verde viento, verdes ramas.
      La higuera frota su viento             Los dos compadres subieron.
       con la lija de sus ramas,                   El largo viento, dejaba
      y el monte, gato garduño,                  en la boca un raro gusto
         eriza sus pitas agrias.           de hiel, de menta y de albahaca.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?      - ¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
      Ella sigue en su baranda,              ¿Dónde está mi niña amarga?
       verde carne, pelo verde,               - ¡Cuántas veces te esperó!
     soñando en la mar amarga.                ¡Cuántas veces te esperara,
                     *                            cara fresca, negro pelo,
    - Compadre, quiero cambiar                    en esta verde baranda!
        mi caballo por su casa,                                 *
      mi montura por su espejo,                  Sobre el rostro del aljibe
      mi cuchillo por su manta.                      se mecía la gitana.
   Compadre, vengo sangrando,                    Verde carne, pelo verde,
    desde los montes de Cabra.                     con ojos de fría plata.
        - Si yo pudiera, mocito,                  Un carámbano de luna
          ese trato se cerraba.                 la sostiene sobre el agua.
         Pero yo ya no soy yo,                   La noche su puso íntima
      ni mi casa es ya mi casa.                como una pequeña plaza.
      - Compadre, quiero morir                 Guardias civiles borrachos,
     decentemente en mi cama.                     en la puerta golpeaban.
       De acero, si puede ser,                 Verde que te quiero verde.
    con las sábanas de holanda.               Verde viento. Verdes ramas.
    ¿No ves la herida que tengo                    El barco sobre la mar.
   desde el pecho a la garganta?               Y el caballo en la montaña.
    - Trescientas rosas morenas
       lleva tu pechera blanca.
El argumento de este poema es el siguiente:
Es la historia de la huida y del amor de un contrabandista malherido que, perseguido
por la guardia civil, busca refugio en casa de su amada y enamorada, una joven gitana a
la que encuentra muerta antes de que él mismo, presumiblemente, muera.

1.- Pero, ¿qué elementos del poema nos permiten averiguarlo?
    a) En primer lugar, podemos relacionar las dos palabras que componen el título con
       dos características generales de la Generación del 27. Averigua cuales.
    b) El tipo de estrofa utilizada, el romance, suele utilizarse en la lírica popular para
       contar historias. Así pues, podemos distinguir las tres partes prototípicas de una
       narración: planteamiento, nudo y desenlace. ¿Qué fragmentos piensas que
       corresponden a cada parte?
    c) ¿En qué periodo del día se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen
       en el texto.
    d) ¿En qué lugar se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen en el texto.
    e) ¿Cuántos personajes aparecen? ¿Son todos protagonistas de la historia o hay
       algún personaje secundario? Justifica tu respuesta.
    f) El color verde dentro de la poesía de Lorca es muy simbólico tanto para indicar el
       color de piel de los gitanos, (aceitunado) como símbolo de la muerte (el color que
       adquiere la piel de un muerto es verduzco). Pero, además de esta referencia, el
       autor nos anticipa que la novia del contrabandista ya está muerta desde el
       principio del poema. Encuentra la referencia en el primer párrafo.
    g) En el poema hay fragmentos dialogados en el que el padre de la novia habla con
       el bandolero. Éste, le dice que quiere cambiar de vida ¿qué referencias vemos en
       el texto para afirmar dicha tesis? Pero ¿puede el padre de la chica ayudarle?
    h) En el último fragmento nos dice cómo murió la gitana. Encuentra en el texto las
       palabras exactas con las que lo expresa el poeta.
    i) ¿Quién persigue al bandolero?

2.- Escribe una noticia explicando la historia del poema. Para ello, sigue el
esquema:
LA CASADA INFIEL
                         A Lydia Cabrera y a su negrita
                        Romancero gitano, García Lorca

                            Y que yo me la llevé al río
                           creyendo que era mozuela,
                                   pero tenía marido.
                            Fue la noche de Santiago
                               y casi por compromiso.
                              Se apagaron los faroles
                          y se encendieron los grillos.
                              En las últimas esquinas
                          toqué sus pechos dormidos,
                           y se me abrieron de pronto
                             como ramos de jacintos.
                             El almidón de su enagua
                               me sonaba en el oído,
                             como una pieza de seda
                           rasgada por diez cuchillos.
                         Sin luz de plata en sus copas
                              los árboles han crecido,
                             y un horizonte de perros
                               ladra muy lejos del río.
                                             *
                            Pasadas las zarzamoras,
                             los juncos y los espinos,
                                bajo su mata de pelo
                           hice un hoyo sobre el limo.
                               Yo me quité la corbata.
                               Ella se quitó el vestido.
                           Yo el cinturón con revólver.
                             Ella sus cuatro corpiños.
                               Ni nardos ni caracolas
                               tienen el cutis tan fino,
                               ni los cristales con luna
                             relumbran con ese brillo.
                         Sus muslos se me escapaban
                           como peces sorprendidos,
                            la mitad llenos de lumbre,
                               la mitad llenos de frío.
                                 Aquella noche corrí
                             el mejor de los caminos,
                           montado en potra de nácar
                             sin bridas y sin estribos.
                         No quiero decir, por hombre,
                           las cosas que ella me dijo.
                             La luz del entendimiento
                          me hace ser muy comedido.

Inventad un romance en grupos de tres.

                                 ALBERTI
Vamos a leer estos sonetos de Góngora ¿recuerdas qué es un hipérbaton?
Ordena las oraciones que pienses que están desordenadas y contesta a las
preguntas:

  ¡Oh claro honor del líquido elemento,            Mientras por competir con tu cabello
   dulce arroyuelo de corriente plata,             oro bruñido al Sol relumbra en vano;
   cuya agua entre la hierba se dilata          mientras con menosprecio en medio el llano
   con regalado son, con paso lento!,                 mira tu blanca frente el lilio bello

pues la por quien helar y arder me siento,           Mientras a cada labio, por cogello,
   mientras en ti se mira, Amor retrata           siguen más ojos que al clavel temprano;
   de su rostro la nieve y la escarlata             y mientras triunfa con desdén lozano
  en tu tranquilo y blando movimiento,                del luciente cristal tu gentil cuello;

     vete como te vas, no dejes floja               Goza cuello, cabello, labio y frente,
   la undosa rienda al cristalino freno           antes que lo que fue en tu edad dorada
  con que gobiernas tu veloz corriente,               oro, lilio, clavel, cristal luciente,

que no es bien que confusamente acoja                    No ya en plata o víola trocada
  tanta belleza en su profundo seno                   se vuelva, mas tú y ello juntamente,
   el gran señor del húmido tridente.         en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

¿Cuántas sílabas tienen cada verso? ¿Cuántos versos tienen cada poema?
¿Cuántas estrofas tienen cada poema? ¿Y cuántos versos tienen cada estrofa?

Ahora, lee estos sonetos de Rafael Alberti en Cal y canto y complétalos con las
palabras que te damos a continuación, teniendo en cuenta la rima y el número de
sílabas. Luego busca ejemplos de anáfora, encabalgamiento, enumeración,
personificación, hipérbaton y metáfora.

            LO QUE DEJÉ POR TI                       A FEDERICO GARCÍA LORCA
      Dejé por ti mis bosques, mi _______         Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
       arboleda, mis perros desvelados,            en largo ciervo de agua convertido,
        mis capitales años _________              hacia el mar de las albas ________,
        hasta casi el invierno de la vida.       del martín-pescador mecido ________;

     Dejé un temblor, dejé una _______,          que yo saldré a esperarte, amortecido,
    un resplandor de fuegos no ________,           hecho junco, a las altas soledades,
     dejé mi sombra en los desesperados               herido por el aire y ________
       ojos sangrantes de la despedida.          por tu voz, sola entre las ___________.

    Dejé palomas tristes junto a un ______,      Deja que escriba, débil junco ______,
      caballos sobre el sol de las arenas,       mi nombre en esas aguas corredoras,
       dejé de oler la mar, dejé de verte.          que el viento llama, solitario, río.

       Dejé por ti todo lo que era mío.         Disuelto ya en tu nieve el nombre _____,
   Dame tú, Roma, a cambio de mis _____,          vuélvete a tus montañas ________,
      tanto como dejé para _________.              ciervo de espuma, rey del monterío.

1º soneto: desterrados, río, perdida, sacudida, penas, apagados, tenerte.
2º soneto: nido, claridades, requerido, frío, tempestades, mío, trepadoras
MIGUEL HERNÁNDEZ
Completa el poema de “Vientos del pueblo” con las palabras que te damos a
continuación y comprueba tus elecciones tras la audición de la versión de Joan
Manuel Serrat. Después, escucharemos las “Nanas de la cebolla”


     Vientos del pueblo me llevan,                 aragoneses de casta,
vientos del pueblo me _______1_____,               murcianos de dinamita
        me esparcen el corazón                    frutalmente propagada,
       y me aventan la garganta.             leoneses, navarros, ____15___
                                             del hambre, el sudor y el hacha,
    Los bueyes ____2____ la frente,                 reyes de la minería,
         impotentemente mansa,                    señores de la labranza,
          delante de los castigos:             hombres que entre las raíces,
          los leones la ____3___                   como raíces gallardas,
       y al mismo tiempo castigan               vais de la vida a la muerte,
      con su clamorosa ___4____.                 vais de la nada a la nada:
                                                  yugos os quieren poner
    No soy un de pueblo de bueyes,             ____16___ de la hierba mala
 que soy de un pueblo que ____5_____          yugos que habéis de ___17__-
         yacimientos de leones,                  rotos sobre sus espaldas.
         desfiladeros de águilas
          y cordilleras de toros                Crepúsculo de los bueyes
      con el orgullo en ____6____.            está despuntando el ___18__.
     Nunca ____7____ los bueyes
       en los páramos de España.               Los bueyes mueren vestidos
                                             de humildad y olor de ___19___;
   ¿Quién habló de ___8___ un yugo                 las águilas, los leones
     sobre el cuello de esta raza?               y los toros de ___20___,
     ¿Quién ha puesto al huracán                 y detrás de ellos, el cielo
      ___9___ ni yugos ni trabas,               ni se enturbia ni se acaba.
        ni quién al rayo detuvo                La ____21___ de los bueyes
       prisionero en una jaula?                   tiene pequeña la cara,
                                                     la del animal varón
          Asturianos de braveza,                toda la creación ___22__.
       vascos de piedra blindada,
          valencianos de alegría              Si me muero, que me muera
          y castellanos de alma,                  con la cabeza muy alta.
         ___11___ como la tierra              Muerto y veinte veces muerto,
       y ___12___ como las alas;               la __23___ contra la grama,
       andaluces de relámpagos,               tendré apretados los dientes
          nacidos entre guitarras                   y decidida la barba.
        y forjados en los yunques
         torrenciales ____13___;              Cantando espero a la muerte,
         extremeños de centeno,               que hay ___24___ que cantan
     gallegos de lluvia y ____14___,              encima de los fusiles
           catalanes de firmeza,               y en medio de las batallas.



1.- arrojan – arrastran – impulsan       2.- doblan – curvan – tuercen
3.- levantan – elevan – enderezan                     14.- calma – reposo- quietud
4.- zarpa – garra – pata                              15.- dueños – jefes – patronos
5.- embargan – dominan – poseen                       16.- tipos – gentes – individuos
6.- el asta – el cuerno – los pitones                 17.- dejar – tirar – poner
7.- medraron – prosperar – progresar                  18.- alba – el día – la jornada
8.- echar – lanzar – poner                            19.- cuadra – pocilga – redil
9. jamás – nunca – alguna vez                         20.- de arrogancia – soberbia – desdén
10.- prisionero – encerrado – cautivo                 21.- muerte – agonía – defunción
11.- arados- cultivados – labrados                    22.- agranda – ensancha – dilata
12.- airosos – gallardos – galanes                    23.- la boca – los labios – las mejillas
13.- de sollozos – de lágrimas – de lloros            24.- ruiseñores – pájaros – unas aves

(actividad de E. Martín Peris en
http://www.upf.edu/pdi/dtf/ernesto.martin/archivos/ELE/Vientos_del_pueblo_1.pdf)



   Nanas de la cebolla                 Tu risa me hace libre,              Ser de vuelo tan alto,
  La cebolla es escarcha                   me pone alas.                      tan extendido,
     cerrada y pobre:                  Soledades me quita,                  que tu carne parece
   escarcha de tus días                 cárcel me arranca.                     cielo cernido.
     y de mis noches.                    Boca que vuela,                      ¡Si yo pudiera
    Hambre y cebolla:                corazón que en tus labios             remontarme al origen
  hielo negro y escarcha                   relampaguea.                        de tu carrera!
    grande y redonda.
                                       Es tu risa la espada                 Al octavo mes ríes
  En la cuna del hambre                   más victoriosa.                  con cinco azahares.
      mi niño estaba.                 Vencedor de las flores               Con cinco diminutas
  Con sangre de cebolla                   y las alondras.                       ferocidades.
     se amamantaba.                        Rival del sol.                   Con cinco dientes
      Pero tu sangre,                 Porvenir de mis huesos               como cinco jazmines
  escarchada de azúcar,                   y de mi amor.                        adolescentes.
    cebolla y hambre.
                                                                           Frontera de los besos
    Una mujer morena,                   La carne aleteante,                   serán mañana,
      resuelta en luna,                  súbito el párpado,               cuando en la dentadura
   se derrama hilo a hilo               el vivir como nunca                  sientas un arma.
       sobre la cuna.                        coloreado.                      Sientas un fuego
        Ríete, niño,                      ¡Cuánto jilguero                  correr dientes abajo
    que te tragas la luna               se remonta, aletea,                 buscando el centro.
     cuando es preciso.                   desde tu cuerpo!
                                                                          Vuela niño en la doble
   Alondra de mi casa,                 Desperté de ser niño.                 luna del pecho.
       ríete mucho.                     Nunca despiertes.                  Él, triste de cebolla.
   Es tu risa en los ojos               Triste llevo la boca.                 Tú, satisfecho.
    la luz del mundo.                      Ríete siempre.                   No te derrumbes.
        Ríete tanto                    Siempre en la cuna,                No sepas lo que pasa
  que en el alma al oírte,              defendiendo la risa                  ni lo que ocurre
     bata el espacio.                    pluma por pluma.

                       .



                                   LUIS CERNUDA
Después de la Guerra Civil, fue exiliado. Vivió en Inglaterra, Estados Unidos y México, donde murió. Nunca regresó
 a España.
 Los historiadores estiman que México acogió a cerca de 25.000 refugiados españoles entre 1939 y 1942. El exilio
 republicano "permanente" quedó constituido por unas 220.000 personas



          Impresión de destierro
                                                                                    .
         Fue la pasada primavera,
          hace ahora casi un año,                                      Andando me seguía
En un salón del viejo Temple, en Londres,                   Como si fuera solo bajo un peso invisible,
Con viejos muebles. Las ventanas daban,                         Arrastrando la losa de su tumba;
      Tras edificios viejos, a lo lejos,                               Mas luego se detuvo.
 Entre la hierba el gris relámpago del río.                      «¿España?», dijo. «Un nombre.
     Todo era gris y estaba fatigado                                España ha muerto.» Había
  Igual que el iris de una perla enferma.                       Una súbita esquina en la calleja.
                                                             Le vi borrarse entre la sombra húmeda.
   Eran señores viejos, viejas damas,
 En los sombreros plumas polvorientas;                                       Tierra nativa
Un susurro de voces allá por los rincones,
 Junto a mesas con tulipanes amarillos,                       Es la luz misma, la que abrió mis ojos
  Retratos de familia y teteras vacías.                        Toda ligera y tibia como un sueño,
          La sombra que caía                                    Sosegada en colores delicados,
           Con un olor a gato,                                Sobre las formas puras de las cosas.
     Despertaba ruidos en cocinas.
                                                                El encanto de aquella tierra llana,
      Un hombre silencioso estaba                              Extendida como una mano abierta,
            Cerca de mí. Veía                                Adonde el limonero encima de la fuente
La sombra de su largo perfil algunas veces                     Suspendía su fruto entre el ramaje.
 Asomarse abstraído al borde de la taza,
           Con la misma fatiga                                  El muro viejo en cuya barda abría
         Del muerto que volviera                              A la tarde su flor azul la enredadera,
  Desde la tumba a una fiesta mundana.                         Y al cual la golondrina en el verano
                                                             Tornaba siempre hacia su antiguo nido.
         En los labios de alguno,
          Allá por los rincones                                  El susurro del agua alimentando,
   Donde los viejos juntos susurraban,                       Con su música insomne en el silencio,
   Densa como una lágrima cayendo,                          Los sueños que la vida aún no corrompe,
  Brotó de pronto una palabra: España.                      El futuro que espera como página blanca.
        Un cansancio sin nombre
         Rodaba en mi cabeza.                                  Todo vuelve otra vez vivo a la mente,
 Encendieron las luces. Nos marchamos.                        Irreparable ya con el andar del tiempo,
                                                                 Y su recuerdo ahora me traspasa
   Tras largas escaleras casi a oscuras                           El pecho tal puñal fino y seguro.
         Me hallé luego en la calle,
          Y mi lado, al volverme,                          Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
  Vi otra vez a aquel hombre silencioso,                     Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
         Que habló indistinto algo                          Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
          Con acento extranjero,                           Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?
  Un acento de niño en voz envejecida




                                    PEDRO SALINAS
Fragmentos de La voz a ti debida

                Versos 1290 a 1316               Versos 102 a 126
            Ayer te besé en los labios.         ¡Si me llamaras, sí;
         Te besé en los labios. Densos,            si me llamaras!
          rojos. Fue un beso tan corto,            Lo dejaría todo,
               que duró más que un                  todo lo tiraría:
                    relámpago,              los precios, los catálogos,
         que un milagro, más. El tiempo el azul del océano en los mapas,
                 después de dártelo
            no lo quise para nada ya,         los días y sus noches,
                     para nada                 los telegramas viejos
              lo había querido antes.                 y un amor.
           Se empezó, se acabó en él.        Tú, que no eres mi amor,
          Hoy estoy besando un beso;              ¡si me llamaras!
            estoy solo con mis labios.         Y aún espero tu voz:
                     Los pongo                   telescopios abajo,
            no en tu boca, no, ya no…             desde la estrella,
        -¿Adónde se me ha escapado?-.        por espejos, por túneles,
                     Los pongo                 por los años bisiestos
                en el beso que te di     puede venir. No sé por dónde.
             ayer, en las bocas juntas     Desde el prodigio, siempre.
            del beso que se besaron.          Porque si tú me llamas
               Y dura este beso más         «¡si me llamaras, sí, si me
            que el silencio, que la luz.              llamaras!»
           Porque ya no es una carne          será desde un milagro,
             ni una boca lo que beso,           incógnito, sin verlo.
          que se escapa, que me huye.    Nunca desde los labios que te
                        No.                               beso,
          Te estoy besando más lejos.                    nunca
                                          desde la voz que dice: «No te
                                                         vayas».


Estos son algunos datos sobre la relación de Pedro Salinas con su amante.
A partir de éstos, escribe cómo piensas que fue su historia

Catherine       Pedro            Universidad     Primavera        Madrid
                                 de Kansas       de 1951
                                 y Berkeley
Llamadas        Suicidarse       Romper la       Exilio           Correspondencia
nocturnas                        relación
Muerte          Margarita        Verano de       Conocer a
                                 1932            otra
                                                 persona


Carta de Pedro Salinas a Katherine Whitmore Madrid, 1 de agosto de 1932.
Desgarramiento. Una mujer, una Katherine, se queda allí, metida en aquel cajón de madera, entre seres
desconocidos, frente a una noche triste e incógnita. Allí hay que dejarla. Fatalmente. Y la otra mujer, la
otra Katherine, permanece invisible y presente a mi lado, se viene conmigo, alegremente colgada de mi
brazo, mirándome en la mirada noble, pura y honda de siempre. No, en la estación, en la despedida no
hay una separación simple de ser con ser, no, cada uno de nosotros nos separamos no de la otra criatura
querida sino también de aquella parte nuestra que ella quiere y que se va con ella. ¿Verdad que anoche
tú no te has separado de mí, ni yo de ti? Más bien yo me he separado de mí mismo, eso siento, y tú de ti
misma. Y tengo, anoche, hoy, la sensación de andar entre fantasmas y sombras, con alguien al lado, a
quien no puedo estrechar, pero que vive en torno mío, y se me escapa cada vez que quiero cogerlo.
Sensación angustiosa y dulce a la vez, caricia desgarradora. Además, qué pena anoche, aquellos
momentos últimos, atropellados por la estupidez y el desorden. ¡Qué ira sentí contra toda aquella
gentuza innoble, qué ganas de látigo, de echarlos a todos, de hacerte sitio, un gran sitio, un tren sólo para
ti! Al salir todos mis sentidos se complacían, ¿sabes en qué? En sentir en el bolsillo, junto al pecho, el
bulto de tu carta. ¡Qué mentira eso de que el papel no pesa! Anoche el papel de tu carta me pesaba como
la más hermosa y grave de las realidades. Lo sentía allí, en el bolsillo, como una prueba material de que
eras, de que habías existido. Porque, ¿sabes?, empecé a dudar. A dudar de todo, de tu realidad, de la mía,
del mundo, de los días recientes... Sólo el peso de tu carta en el bolsillo me servía de prenda, de prueba.
Vivía yo en ese rectángulo de papel. Era el lugar más cierto del mundo. Y antes de poder abrirla, así,
cerrada y en el bolsillo, tu carta era el puente con la vida, el sí que me daba la vida a la pregunta
atormentada: «¿Soy? ¿Es? ¿Somos?». Sí, sí, sí. Todo, sí. Todo, sí, oye, todo sí. Y luego en mi cuarto la
leí. La he leído. La leeré. ¡Cuántas delicias! Primero la delicia de ir aprendiendo tu escritura, tu letra, de
tropezar en una palabra y descifrarla, por fin. ¡Tu escritura, un modo más de ti, una manera más de vivir
tú! Primera carta tuya, en inglés. Júbilo, júbilo, alegría. ¡Sensación festival, inaugural, de promesa, de
fiesta! No importa que toda tu carta esté teñida de una sombra de melancolía, tierna y suave. Así debía
ser, así. Pero por encima de esa melancolía, hay algo que me da un gozo sin límite. Esto. «You have
taken away the cynicism which was growing upon me.» ¿Es posible? ¿Tendré yo la suerte de ser elegido
para en un momento difícil de tu vida salvarte de algo? ¡Qué gran justificación, ya, de mi papel a tu
lado, de mi compañía! Ya no es por egoísmo, por lo que debo seguirte a lo lejos en la vida, es por bien
tuyo. Soy capaz de serte espiritualmente útil. Y me preparo, ¿sabes?, ante esta espléndida tarea: ayudarte
a vivir, arrancarte de las fuerzas negras, de los poderes sombríos que te amenazaban. Y eso por ti, no por
mí, ¿sabes? ¡Oh, si tú me hicieras ese favor, dejarme que te sirva! Qué cosa más justa, que tú, que no
imaginas tal entusiasmo por la vida, recojas, devuelto a través de mí, ese entusiasmo que es tuyo. No,
no, tú no has nacido ni para el escepticismo cínico, ni para la frivolidad desengañada, no. No te rindas
nunca a eso. No te puedo imaginar paseando tu spleen, por terrazas de grandes hoteles, con cualquier ser
insignificante. Nunca. Cree en ti, cree en tu valor único, en tu distinción suprema, en la nobleza de tu
alma. Y vive de ella. Yo de lejos, de cerca, te ayudaré. Hasta que no me necesites más. Y mira, no
tengas temor, oye, de quitar a nadie nada, queriéndome, no. ¡Me lo dices tan delicadamente en tu carta!
No, yo no soy ni seré peor para nadie por ti, no. Lo que tú me pides, lo que yo te doy en nada atenta a lo
que debo a los demás. Tú en mí no serás nunca nada malo, nada que robe algo a alguien, no. No tengas
miedo. Seré cada día mejor. Tú me has alumbrado una nueva riqueza y por eso lo que a ti te doy a nadie
se lo quito. ¿Comprendes? Nunca sufras por eso. Eres pura, leal, clara. De ti sólo puede venir luz alta,
luz de paraíso.
(Sin firma)
*En los márgenes:
Adiós. Perdona esta carta tan larga y esta letra tan mala. ¿Sabrás leerla? Pero aún me parece que te he
escrito muy poco. Quiero más, más, más. Gracias, gracias, siempre. Viviré dándote gracias. Hasta
mañana, ¿sabes?, hasta ahora, te escribiré.




                                                  Anexo
Katherine Whitmore: el amor oculto de Pedro Salinas

        Katherine Withmore, americana de nacimiento, se especializó en lengua y literatura
española en la Universidad de Kansas y Berkeley. En el verano de 1932 marchó a Madrid y,
por los consejos de una amiga, decidió matricularse en el curso de “Generación del 98” que
Pedro (Salinas) impartía. Llegó tarde a la primera sesión y la única silla vacía estaba al final,
donde sólo alcanzaba al profesor si alargaba el cuello y esforzaba la vista.
        Poco después, recibió una invitación para cenar junto al poeta y una amiga. Aprovechó
la ocasión para disculparse, en su horrible español que le avergonzaba. Pero Pedro estuvo de
lo más cortés, e incluso le animaba a hablar porque le aseguraba que su español era
excelente. La conversación se trasladó a su clase sobre Miguel de Unamuno y ella le expresó
su arrepentimiento por no haber podido asistir. Pedro muy amable una vez más, le ofreció sus
apuntes en una nueva clase que postergaron al día siguiente. Allí se presentaron puntuales en
aquel encuentro memorable, en el que pronto olvidaron al pobre Unamuno. Sólo surgían
preguntas de una y otra persona. Porque ya cayó el relámpago, el rayo que no cesa, el amor
que no acaba.
        Así empezó todo hasta que, poco después, tuvo que regresar a Estados Unidos.
Entonces, se inició una correspondencia que alcanzó, en algunos espacios temporales
significativos, la epístola diaria. Ella se sumergió de lleno, en la confección de su tesis
doctoral. Apenas coincidían por diversos motivos de trabajo y la evidente distancia que les
separaba. Katherine le reprochaba a Pedro Salinas una costumbre que le preocupaba. Y es
que el poeta gustaba de telefonearle por la noche desde su casa. Margarita, su mujer, intentó
suicidarse al descubrir la relación. Afortunadamente, sobrevivió. Katherine fue consciente, en
aquellos fatídicos hechos, del daño que estaba causando a segundas personas. Pedro, ciego
de amor, no veía ningún motivo para separarse a pesar de lo ocurrido.
        Por esta razón, Katherine quiso romper con aquella pasión que podía ocasionar males
mayores. Sin embargo, el poeta siguió con aquella fuerza e infinita creencia en sus cartas.
Mientras tanto, Katherine conoció un profesor de Derecho con el que se enamoró y casó. Su
marido, era un hombre sabio, generoso y con experiencia en el terreno de la literatura y en
cuanto Katherine le explicó lo de Pedro, lo comprendió con total caballerosidad, atendiendo a
su compasión. Pero el destino volvió a ponerse en su contra y, transcurrido un año escaso, su
marido murió en un accidente de tráfico.
        Pasaron meses y años sin tener noticias del poeta. Al estallar la II Guerra Mundial,
Katherine conocía el paradero del exilio del poeta, en Puerto Rico. Y había descubierto que la
censura disfrutaba leyendo el correo particular y que publicaban jugosos fragmentos para el
cotilleo. Así que el poeta no se atrevió a escribir. Y cuando todo apuntaba a que jamás se
reconciliarían, ocurrió lo inesperado.
        La última vez fue en la primavera de 1951. Había llegado el poeta a Northampton para
dar una conferencia. Katherine le aguardaba impaciente, albergando la esperanza de poder
darle explicaciones. Su voz brotaba con dificultad y creía que sus palabras quedarían
ahogadas en su garganta. Finalmente, lo consiguió y le preguntó: “¿No entiendes por qué
tuvo que ser así?”. Pedro Salinas le miró con tristeza y contestó tajantemente: “No, la verdad
es que no. Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado muy afortunada”. Poco tiempo
después, Pedro Salinas, murió.
        A pesar de todo, todavía coexisten en esta historia algunas preguntas de compleja
respuesta: ¿Es ética la publicación, el comentario de los documentos privados de un escritor?
Yo parto de que todos aquellos papeles que no hayan sido quemados, tiene alguna razón
para su lectura, análisis, estudio o investigación, delegando a un segundo plano el chismorreo
y el cotilleo. Aún así, este otro asunto pertenece a otro artículo, a otro tema que abordar e
incluso a una exposición detallada en la que tengan cabida sus conclusiones.
http://azorinperiodista.blogspot.com/2006/06/katherine-whitmore-el-amor-oculto-de.html

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Antologia generacion 27

  • 1. ANTOLOGÍA POÉTICA DE LA GENERACIÓN DEL 27 Profesora: Celia Caballero Díaz IES El Vinalopó, Novelda
  • 2. GARCÍA LORCA Tu sangre rezuma y huele ROMANCE SONÁMBULO alrededor de tu faja. Romancero Gitano (García Lorca) Pero yo ya no soy yo, A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos ni mi casa es ya mi casa. - Dejadme subir al menos Verde que te quiero verde. hasta las altas barandas, Verde viento. Verdes ramas. dejadme subir, dejadme, El barco sobre la mar hasta las verdes barandas. y el caballo en la montaña. Barandales de la luna Con la sombra en la cintura por donde retumba el agua. ella sueña en su baranda, * verde carne, pelo verde, Ya suben los dos compadres con ojos de fría plata. hacia las altas barandas. Verde que te quiero verde. Dejando un rastro de sangre. Bajo la luna gitana, Dejando un rastro de lágrimas. las cosas le están mirando Temblaban en los tejados y ella no puede mirarlas. farolillos de hojalata. * Mil panderos de cristal, Verde que te quiero verde. herían la madrugada. Grandes estrellas de escarcha, * vienen con el pez de sombra Verde que te quiero verde, que abre el camino del alba. verde viento, verdes ramas. La higuera frota su viento Los dos compadres subieron. con la lija de sus ramas, El largo viento, dejaba y el monte, gato garduño, en la boca un raro gusto eriza sus pitas agrias. de hiel, de menta y de albahaca. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? - ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? Ella sigue en su baranda, ¿Dónde está mi niña amarga? verde carne, pelo verde, - ¡Cuántas veces te esperó! soñando en la mar amarga. ¡Cuántas veces te esperara, * cara fresca, negro pelo, - Compadre, quiero cambiar en esta verde baranda! mi caballo por su casa, * mi montura por su espejo, Sobre el rostro del aljibe mi cuchillo por su manta. se mecía la gitana. Compadre, vengo sangrando, Verde carne, pelo verde, desde los montes de Cabra. con ojos de fría plata. - Si yo pudiera, mocito, Un carámbano de luna ese trato se cerraba. la sostiene sobre el agua. Pero yo ya no soy yo, La noche su puso íntima ni mi casa es ya mi casa. como una pequeña plaza. - Compadre, quiero morir Guardias civiles borrachos, decentemente en mi cama. en la puerta golpeaban. De acero, si puede ser, Verde que te quiero verde. con las sábanas de holanda. Verde viento. Verdes ramas. ¿No ves la herida que tengo El barco sobre la mar. desde el pecho a la garganta? Y el caballo en la montaña. - Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca.
  • 3. El argumento de este poema es el siguiente: Es la historia de la huida y del amor de un contrabandista malherido que, perseguido por la guardia civil, busca refugio en casa de su amada y enamorada, una joven gitana a la que encuentra muerta antes de que él mismo, presumiblemente, muera. 1.- Pero, ¿qué elementos del poema nos permiten averiguarlo? a) En primer lugar, podemos relacionar las dos palabras que componen el título con dos características generales de la Generación del 27. Averigua cuales. b) El tipo de estrofa utilizada, el romance, suele utilizarse en la lírica popular para contar historias. Así pues, podemos distinguir las tres partes prototípicas de una narración: planteamiento, nudo y desenlace. ¿Qué fragmentos piensas que corresponden a cada parte? c) ¿En qué periodo del día se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen en el texto. d) ¿En qué lugar se sitúa la acción? Indica las referencias que aparecen en el texto. e) ¿Cuántos personajes aparecen? ¿Son todos protagonistas de la historia o hay algún personaje secundario? Justifica tu respuesta. f) El color verde dentro de la poesía de Lorca es muy simbólico tanto para indicar el color de piel de los gitanos, (aceitunado) como símbolo de la muerte (el color que adquiere la piel de un muerto es verduzco). Pero, además de esta referencia, el autor nos anticipa que la novia del contrabandista ya está muerta desde el principio del poema. Encuentra la referencia en el primer párrafo. g) En el poema hay fragmentos dialogados en el que el padre de la novia habla con el bandolero. Éste, le dice que quiere cambiar de vida ¿qué referencias vemos en el texto para afirmar dicha tesis? Pero ¿puede el padre de la chica ayudarle? h) En el último fragmento nos dice cómo murió la gitana. Encuentra en el texto las palabras exactas con las que lo expresa el poeta. i) ¿Quién persigue al bandolero? 2.- Escribe una noticia explicando la historia del poema. Para ello, sigue el esquema:
  • 4. LA CASADA INFIEL A Lydia Cabrera y a su negrita Romancero gitano, García Lorca Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. * Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Inventad un romance en grupos de tres. ALBERTI
  • 5. Vamos a leer estos sonetos de Góngora ¿recuerdas qué es un hipérbaton? Ordena las oraciones que pienses que están desordenadas y contesta a las preguntas: ¡Oh claro honor del líquido elemento, Mientras por competir con tu cabello dulce arroyuelo de corriente plata, oro bruñido al Sol relumbra en vano; cuya agua entre la hierba se dilata mientras con menosprecio en medio el llano con regalado son, con paso lento!, mira tu blanca frente el lilio bello pues la por quien helar y arder me siento, Mientras a cada labio, por cogello, mientras en ti se mira, Amor retrata siguen más ojos que al clavel temprano; de su rostro la nieve y la escarlata y mientras triunfa con desdén lozano en tu tranquilo y blando movimiento, del luciente cristal tu gentil cuello; vete como te vas, no dejes floja Goza cuello, cabello, labio y frente, la undosa rienda al cristalino freno antes que lo que fue en tu edad dorada con que gobiernas tu veloz corriente, oro, lilio, clavel, cristal luciente, que no es bien que confusamente acoja No ya en plata o víola trocada tanta belleza en su profundo seno se vuelva, mas tú y ello juntamente, el gran señor del húmido tridente. en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. ¿Cuántas sílabas tienen cada verso? ¿Cuántos versos tienen cada poema? ¿Cuántas estrofas tienen cada poema? ¿Y cuántos versos tienen cada estrofa? Ahora, lee estos sonetos de Rafael Alberti en Cal y canto y complétalos con las palabras que te damos a continuación, teniendo en cuenta la rima y el número de sílabas. Luego busca ejemplos de anáfora, encabalgamiento, enumeración, personificación, hipérbaton y metáfora. LO QUE DEJÉ POR TI A FEDERICO GARCÍA LORCA Dejé por ti mis bosques, mi _______ Sal tú, bebiendo campos y ciudades, arboleda, mis perros desvelados, en largo ciervo de agua convertido, mis capitales años _________ hacia el mar de las albas ________, hasta casi el invierno de la vida. del martín-pescador mecido ________; Dejé un temblor, dejé una _______, que yo saldré a esperarte, amortecido, un resplandor de fuegos no ________, hecho junco, a las altas soledades, dejé mi sombra en los desesperados herido por el aire y ________ ojos sangrantes de la despedida. por tu voz, sola entre las ___________. Dejé palomas tristes junto a un ______, Deja que escriba, débil junco ______, caballos sobre el sol de las arenas, mi nombre en esas aguas corredoras, dejé de oler la mar, dejé de verte. que el viento llama, solitario, río. Dejé por ti todo lo que era mío. Disuelto ya en tu nieve el nombre _____, Dame tú, Roma, a cambio de mis _____, vuélvete a tus montañas ________, tanto como dejé para _________. ciervo de espuma, rey del monterío. 1º soneto: desterrados, río, perdida, sacudida, penas, apagados, tenerte. 2º soneto: nido, claridades, requerido, frío, tempestades, mío, trepadoras
  • 6. MIGUEL HERNÁNDEZ Completa el poema de “Vientos del pueblo” con las palabras que te damos a continuación y comprueba tus elecciones tras la audición de la versión de Joan Manuel Serrat. Después, escucharemos las “Nanas de la cebolla” Vientos del pueblo me llevan, aragoneses de casta, vientos del pueblo me _______1_____, murcianos de dinamita me esparcen el corazón frutalmente propagada, y me aventan la garganta. leoneses, navarros, ____15___ del hambre, el sudor y el hacha, Los bueyes ____2____ la frente, reyes de la minería, impotentemente mansa, señores de la labranza, delante de los castigos: hombres que entre las raíces, los leones la ____3___ como raíces gallardas, y al mismo tiempo castigan vais de la vida a la muerte, con su clamorosa ___4____. vais de la nada a la nada: yugos os quieren poner No soy un de pueblo de bueyes, ____16___ de la hierba mala que soy de un pueblo que ____5_____ yugos que habéis de ___17__- yacimientos de leones, rotos sobre sus espaldas. desfiladeros de águilas y cordilleras de toros Crepúsculo de los bueyes con el orgullo en ____6____. está despuntando el ___18__. Nunca ____7____ los bueyes en los páramos de España. Los bueyes mueren vestidos de humildad y olor de ___19___; ¿Quién habló de ___8___ un yugo las águilas, los leones sobre el cuello de esta raza? y los toros de ___20___, ¿Quién ha puesto al huracán y detrás de ellos, el cielo ___9___ ni yugos ni trabas, ni se enturbia ni se acaba. ni quién al rayo detuvo La ____21___ de los bueyes prisionero en una jaula? tiene pequeña la cara, la del animal varón Asturianos de braveza, toda la creación ___22__. vascos de piedra blindada, valencianos de alegría Si me muero, que me muera y castellanos de alma, con la cabeza muy alta. ___11___ como la tierra Muerto y veinte veces muerto, y ___12___ como las alas; la __23___ contra la grama, andaluces de relámpagos, tendré apretados los dientes nacidos entre guitarras y decidida la barba. y forjados en los yunques torrenciales ____13___; Cantando espero a la muerte, extremeños de centeno, que hay ___24___ que cantan gallegos de lluvia y ____14___, encima de los fusiles catalanes de firmeza, y en medio de las batallas. 1.- arrojan – arrastran – impulsan 2.- doblan – curvan – tuercen
  • 7. 3.- levantan – elevan – enderezan 14.- calma – reposo- quietud 4.- zarpa – garra – pata 15.- dueños – jefes – patronos 5.- embargan – dominan – poseen 16.- tipos – gentes – individuos 6.- el asta – el cuerno – los pitones 17.- dejar – tirar – poner 7.- medraron – prosperar – progresar 18.- alba – el día – la jornada 8.- echar – lanzar – poner 19.- cuadra – pocilga – redil 9. jamás – nunca – alguna vez 20.- de arrogancia – soberbia – desdén 10.- prisionero – encerrado – cautivo 21.- muerte – agonía – defunción 11.- arados- cultivados – labrados 22.- agranda – ensancha – dilata 12.- airosos – gallardos – galanes 23.- la boca – los labios – las mejillas 13.- de sollozos – de lágrimas – de lloros 24.- ruiseñores – pájaros – unas aves (actividad de E. Martín Peris en http://www.upf.edu/pdi/dtf/ernesto.martin/archivos/ELE/Vientos_del_pueblo_1.pdf) Nanas de la cebolla Tu risa me hace libre, Ser de vuelo tan alto, La cebolla es escarcha me pone alas. tan extendido, cerrada y pobre: Soledades me quita, que tu carne parece escarcha de tus días cárcel me arranca. cielo cernido. y de mis noches. Boca que vuela, ¡Si yo pudiera Hambre y cebolla: corazón que en tus labios remontarme al origen hielo negro y escarcha relampaguea. de tu carrera! grande y redonda. Es tu risa la espada Al octavo mes ríes En la cuna del hambre más victoriosa. con cinco azahares. mi niño estaba. Vencedor de las flores Con cinco diminutas Con sangre de cebolla y las alondras. ferocidades. se amamantaba. Rival del sol. Con cinco dientes Pero tu sangre, Porvenir de mis huesos como cinco jazmines escarchada de azúcar, y de mi amor. adolescentes. cebolla y hambre. Frontera de los besos Una mujer morena, La carne aleteante, serán mañana, resuelta en luna, súbito el párpado, cuando en la dentadura se derrama hilo a hilo el vivir como nunca sientas un arma. sobre la cuna. coloreado. Sientas un fuego Ríete, niño, ¡Cuánto jilguero correr dientes abajo que te tragas la luna se remonta, aletea, buscando el centro. cuando es preciso. desde tu cuerpo! Vuela niño en la doble Alondra de mi casa, Desperté de ser niño. luna del pecho. ríete mucho. Nunca despiertes. Él, triste de cebolla. Es tu risa en los ojos Triste llevo la boca. Tú, satisfecho. la luz del mundo. Ríete siempre. No te derrumbes. Ríete tanto Siempre en la cuna, No sepas lo que pasa que en el alma al oírte, defendiendo la risa ni lo que ocurre bata el espacio. pluma por pluma. . LUIS CERNUDA
  • 8. Después de la Guerra Civil, fue exiliado. Vivió en Inglaterra, Estados Unidos y México, donde murió. Nunca regresó a España. Los historiadores estiman que México acogió a cerca de 25.000 refugiados españoles entre 1939 y 1942. El exilio republicano "permanente" quedó constituido por unas 220.000 personas Impresión de destierro . Fue la pasada primavera, hace ahora casi un año, Andando me seguía En un salón del viejo Temple, en Londres, Como si fuera solo bajo un peso invisible, Con viejos muebles. Las ventanas daban, Arrastrando la losa de su tumba; Tras edificios viejos, a lo lejos, Mas luego se detuvo. Entre la hierba el gris relámpago del río. «¿España?», dijo. «Un nombre. Todo era gris y estaba fatigado España ha muerto.» Había Igual que el iris de una perla enferma. Una súbita esquina en la calleja. Le vi borrarse entre la sombra húmeda. Eran señores viejos, viejas damas, En los sombreros plumas polvorientas; Tierra nativa Un susurro de voces allá por los rincones, Junto a mesas con tulipanes amarillos, Es la luz misma, la que abrió mis ojos Retratos de familia y teteras vacías. Toda ligera y tibia como un sueño, La sombra que caía Sosegada en colores delicados, Con un olor a gato, Sobre las formas puras de las cosas. Despertaba ruidos en cocinas. El encanto de aquella tierra llana, Un hombre silencioso estaba Extendida como una mano abierta, Cerca de mí. Veía Adonde el limonero encima de la fuente La sombra de su largo perfil algunas veces Suspendía su fruto entre el ramaje. Asomarse abstraído al borde de la taza, Con la misma fatiga El muro viejo en cuya barda abría Del muerto que volviera A la tarde su flor azul la enredadera, Desde la tumba a una fiesta mundana. Y al cual la golondrina en el verano Tornaba siempre hacia su antiguo nido. En los labios de alguno, Allá por los rincones El susurro del agua alimentando, Donde los viejos juntos susurraban, Con su música insomne en el silencio, Densa como una lágrima cayendo, Los sueños que la vida aún no corrompe, Brotó de pronto una palabra: España. El futuro que espera como página blanca. Un cansancio sin nombre Rodaba en mi cabeza. Todo vuelve otra vez vivo a la mente, Encendieron las luces. Nos marchamos. Irreparable ya con el andar del tiempo, Y su recuerdo ahora me traspasa Tras largas escaleras casi a oscuras El pecho tal puñal fino y seguro. Me hallé luego en la calle, Y mi lado, al volverme, Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca? Vi otra vez a aquel hombre silencioso, Aquel amor primero, ¿quién lo vence? Que habló indistinto algo Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida, Con acento extranjero, Tierra nativa, más mía cuanto más lejana? Un acento de niño en voz envejecida PEDRO SALINAS
  • 9. Fragmentos de La voz a ti debida Versos 1290 a 1316 Versos 102 a 126 Ayer te besé en los labios. ¡Si me llamaras, sí; Te besé en los labios. Densos, si me llamaras! rojos. Fue un beso tan corto, Lo dejaría todo, que duró más que un todo lo tiraría: relámpago, los precios, los catálogos, que un milagro, más. El tiempo el azul del océano en los mapas, después de dártelo no lo quise para nada ya, los días y sus noches, para nada los telegramas viejos lo había querido antes. y un amor. Se empezó, se acabó en él. Tú, que no eres mi amor, Hoy estoy besando un beso; ¡si me llamaras! estoy solo con mis labios. Y aún espero tu voz: Los pongo telescopios abajo, no en tu boca, no, ya no… desde la estrella, -¿Adónde se me ha escapado?-. por espejos, por túneles, Los pongo por los años bisiestos en el beso que te di puede venir. No sé por dónde. ayer, en las bocas juntas Desde el prodigio, siempre. del beso que se besaron. Porque si tú me llamas Y dura este beso más «¡si me llamaras, sí, si me que el silencio, que la luz. llamaras!» Porque ya no es una carne será desde un milagro, ni una boca lo que beso, incógnito, sin verlo. que se escapa, que me huye. Nunca desde los labios que te No. beso, Te estoy besando más lejos. nunca desde la voz que dice: «No te vayas». Estos son algunos datos sobre la relación de Pedro Salinas con su amante. A partir de éstos, escribe cómo piensas que fue su historia Catherine Pedro Universidad Primavera Madrid de Kansas de 1951 y Berkeley Llamadas Suicidarse Romper la Exilio Correspondencia nocturnas relación Muerte Margarita Verano de Conocer a 1932 otra persona Carta de Pedro Salinas a Katherine Whitmore Madrid, 1 de agosto de 1932.
  • 10. Desgarramiento. Una mujer, una Katherine, se queda allí, metida en aquel cajón de madera, entre seres desconocidos, frente a una noche triste e incógnita. Allí hay que dejarla. Fatalmente. Y la otra mujer, la otra Katherine, permanece invisible y presente a mi lado, se viene conmigo, alegremente colgada de mi brazo, mirándome en la mirada noble, pura y honda de siempre. No, en la estación, en la despedida no hay una separación simple de ser con ser, no, cada uno de nosotros nos separamos no de la otra criatura querida sino también de aquella parte nuestra que ella quiere y que se va con ella. ¿Verdad que anoche tú no te has separado de mí, ni yo de ti? Más bien yo me he separado de mí mismo, eso siento, y tú de ti misma. Y tengo, anoche, hoy, la sensación de andar entre fantasmas y sombras, con alguien al lado, a quien no puedo estrechar, pero que vive en torno mío, y se me escapa cada vez que quiero cogerlo. Sensación angustiosa y dulce a la vez, caricia desgarradora. Además, qué pena anoche, aquellos momentos últimos, atropellados por la estupidez y el desorden. ¡Qué ira sentí contra toda aquella gentuza innoble, qué ganas de látigo, de echarlos a todos, de hacerte sitio, un gran sitio, un tren sólo para ti! Al salir todos mis sentidos se complacían, ¿sabes en qué? En sentir en el bolsillo, junto al pecho, el bulto de tu carta. ¡Qué mentira eso de que el papel no pesa! Anoche el papel de tu carta me pesaba como la más hermosa y grave de las realidades. Lo sentía allí, en el bolsillo, como una prueba material de que eras, de que habías existido. Porque, ¿sabes?, empecé a dudar. A dudar de todo, de tu realidad, de la mía, del mundo, de los días recientes... Sólo el peso de tu carta en el bolsillo me servía de prenda, de prueba. Vivía yo en ese rectángulo de papel. Era el lugar más cierto del mundo. Y antes de poder abrirla, así, cerrada y en el bolsillo, tu carta era el puente con la vida, el sí que me daba la vida a la pregunta atormentada: «¿Soy? ¿Es? ¿Somos?». Sí, sí, sí. Todo, sí. Todo, sí, oye, todo sí. Y luego en mi cuarto la leí. La he leído. La leeré. ¡Cuántas delicias! Primero la delicia de ir aprendiendo tu escritura, tu letra, de tropezar en una palabra y descifrarla, por fin. ¡Tu escritura, un modo más de ti, una manera más de vivir tú! Primera carta tuya, en inglés. Júbilo, júbilo, alegría. ¡Sensación festival, inaugural, de promesa, de fiesta! No importa que toda tu carta esté teñida de una sombra de melancolía, tierna y suave. Así debía ser, así. Pero por encima de esa melancolía, hay algo que me da un gozo sin límite. Esto. «You have taken away the cynicism which was growing upon me.» ¿Es posible? ¿Tendré yo la suerte de ser elegido para en un momento difícil de tu vida salvarte de algo? ¡Qué gran justificación, ya, de mi papel a tu lado, de mi compañía! Ya no es por egoísmo, por lo que debo seguirte a lo lejos en la vida, es por bien tuyo. Soy capaz de serte espiritualmente útil. Y me preparo, ¿sabes?, ante esta espléndida tarea: ayudarte a vivir, arrancarte de las fuerzas negras, de los poderes sombríos que te amenazaban. Y eso por ti, no por mí, ¿sabes? ¡Oh, si tú me hicieras ese favor, dejarme que te sirva! Qué cosa más justa, que tú, que no imaginas tal entusiasmo por la vida, recojas, devuelto a través de mí, ese entusiasmo que es tuyo. No, no, tú no has nacido ni para el escepticismo cínico, ni para la frivolidad desengañada, no. No te rindas nunca a eso. No te puedo imaginar paseando tu spleen, por terrazas de grandes hoteles, con cualquier ser insignificante. Nunca. Cree en ti, cree en tu valor único, en tu distinción suprema, en la nobleza de tu alma. Y vive de ella. Yo de lejos, de cerca, te ayudaré. Hasta que no me necesites más. Y mira, no tengas temor, oye, de quitar a nadie nada, queriéndome, no. ¡Me lo dices tan delicadamente en tu carta! No, yo no soy ni seré peor para nadie por ti, no. Lo que tú me pides, lo que yo te doy en nada atenta a lo que debo a los demás. Tú en mí no serás nunca nada malo, nada que robe algo a alguien, no. No tengas miedo. Seré cada día mejor. Tú me has alumbrado una nueva riqueza y por eso lo que a ti te doy a nadie se lo quito. ¿Comprendes? Nunca sufras por eso. Eres pura, leal, clara. De ti sólo puede venir luz alta, luz de paraíso. (Sin firma) *En los márgenes: Adiós. Perdona esta carta tan larga y esta letra tan mala. ¿Sabrás leerla? Pero aún me parece que te he escrito muy poco. Quiero más, más, más. Gracias, gracias, siempre. Viviré dándote gracias. Hasta mañana, ¿sabes?, hasta ahora, te escribiré. Anexo
  • 11. Katherine Whitmore: el amor oculto de Pedro Salinas Katherine Withmore, americana de nacimiento, se especializó en lengua y literatura española en la Universidad de Kansas y Berkeley. En el verano de 1932 marchó a Madrid y, por los consejos de una amiga, decidió matricularse en el curso de “Generación del 98” que Pedro (Salinas) impartía. Llegó tarde a la primera sesión y la única silla vacía estaba al final, donde sólo alcanzaba al profesor si alargaba el cuello y esforzaba la vista. Poco después, recibió una invitación para cenar junto al poeta y una amiga. Aprovechó la ocasión para disculparse, en su horrible español que le avergonzaba. Pero Pedro estuvo de lo más cortés, e incluso le animaba a hablar porque le aseguraba que su español era excelente. La conversación se trasladó a su clase sobre Miguel de Unamuno y ella le expresó su arrepentimiento por no haber podido asistir. Pedro muy amable una vez más, le ofreció sus apuntes en una nueva clase que postergaron al día siguiente. Allí se presentaron puntuales en aquel encuentro memorable, en el que pronto olvidaron al pobre Unamuno. Sólo surgían preguntas de una y otra persona. Porque ya cayó el relámpago, el rayo que no cesa, el amor que no acaba. Así empezó todo hasta que, poco después, tuvo que regresar a Estados Unidos. Entonces, se inició una correspondencia que alcanzó, en algunos espacios temporales significativos, la epístola diaria. Ella se sumergió de lleno, en la confección de su tesis doctoral. Apenas coincidían por diversos motivos de trabajo y la evidente distancia que les separaba. Katherine le reprochaba a Pedro Salinas una costumbre que le preocupaba. Y es que el poeta gustaba de telefonearle por la noche desde su casa. Margarita, su mujer, intentó suicidarse al descubrir la relación. Afortunadamente, sobrevivió. Katherine fue consciente, en aquellos fatídicos hechos, del daño que estaba causando a segundas personas. Pedro, ciego de amor, no veía ningún motivo para separarse a pesar de lo ocurrido. Por esta razón, Katherine quiso romper con aquella pasión que podía ocasionar males mayores. Sin embargo, el poeta siguió con aquella fuerza e infinita creencia en sus cartas. Mientras tanto, Katherine conoció un profesor de Derecho con el que se enamoró y casó. Su marido, era un hombre sabio, generoso y con experiencia en el terreno de la literatura y en cuanto Katherine le explicó lo de Pedro, lo comprendió con total caballerosidad, atendiendo a su compasión. Pero el destino volvió a ponerse en su contra y, transcurrido un año escaso, su marido murió en un accidente de tráfico. Pasaron meses y años sin tener noticias del poeta. Al estallar la II Guerra Mundial, Katherine conocía el paradero del exilio del poeta, en Puerto Rico. Y había descubierto que la censura disfrutaba leyendo el correo particular y que publicaban jugosos fragmentos para el cotilleo. Así que el poeta no se atrevió a escribir. Y cuando todo apuntaba a que jamás se reconciliarían, ocurrió lo inesperado. La última vez fue en la primavera de 1951. Había llegado el poeta a Northampton para dar una conferencia. Katherine le aguardaba impaciente, albergando la esperanza de poder darle explicaciones. Su voz brotaba con dificultad y creía que sus palabras quedarían ahogadas en su garganta. Finalmente, lo consiguió y le preguntó: “¿No entiendes por qué tuvo que ser así?”. Pedro Salinas le miró con tristeza y contestó tajantemente: “No, la verdad es que no. Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado muy afortunada”. Poco tiempo después, Pedro Salinas, murió. A pesar de todo, todavía coexisten en esta historia algunas preguntas de compleja respuesta: ¿Es ética la publicación, el comentario de los documentos privados de un escritor? Yo parto de que todos aquellos papeles que no hayan sido quemados, tiene alguna razón para su lectura, análisis, estudio o investigación, delegando a un segundo plano el chismorreo y el cotilleo. Aún así, este otro asunto pertenece a otro artículo, a otro tema que abordar e incluso a una exposición detallada en la que tengan cabida sus conclusiones. http://azorinperiodista.blogspot.com/2006/06/katherine-whitmore-el-amor-oculto-de.html