1. Juan Bautista Peset Aleixandre nació en 1886, hombre inteligente donde los haya, a los 22
años tenía 5 carreras universitarias: Medicina, Ciencias, Derecho, Química y Mecánica.
Ejerció la medicina en Sevilla de 1910 a 1916, regresando a Valencia como catedrático de
Medicina legal, ejerciendo hasta 1939. En 1931 fue vicerrector de la Universidad de Valencia
y rector desde 1932. Por sus convicciones sociales y políticas, dimite del cargo ante la
llegada al poder del gobierno derechista, siendo sustituido por Fernando Rodríguez-Fornos
(catedrático de Patología médica y presidente del Instituto Médico Valenciano). Peset fue
presidente de Izquierda Republicana de Valencia y en 1936 fue diputado del Frente Popular
con 84.106 votos, el mas votado de toda la provincia. El 1 de febrero de 1939 participó en la última sesión
de las cortes republicanas en España, celebradas en Figueras, y volvió a Valencia para mediar en el golpe
de Casado-Besteiro en busca de una paz digna. Quedó entonces bloqueado en el puerto de Alicante y
capturado por los franquistas.
En 1936, Miguel de Unamuno, mientras escribía El resentimiento trágico de la vida, ante el rumor de
asesinato de Rodríguez -Fornos ya vaticinaba: «¿A quién de izquierdas fusilarán al entrar en Valencia los
falangistas?... A Peset». En 1939, Juan Peset fue denunciado por tres médicos falangistas, entre ellos el
doctor Francisco Marco Merenciano (1903-1954), director del Psiquiátrico de Valencia, presidente del
Tribunal Depurador de la Diputación de Valencia y miembro del Tribunal Depurador de Magisterio. En la
guerra, Peset trabajó en un hospital militar mientras que Marco en el Socorro Blanco.
Inmediatamente, Peset fue separado de su cátedra de Medicina legal, que ostentaba desde 1916, y fue
dada como auxiliar a Marco Merenciano, quien lo denunció ese mismo día. Entre las declaraciones
acusatorias de Marco Merenciano destacamos: «Fue el encauzador o dirigente de la política de izquierdas
de esta capital; siendo una figura de relieve y significación por su influencia moral y dada también su
categoría social por tratarse de un catedrático de la Facultad de Medicina». Esos mismos motivos fueron
por los que había sido condenado Julián Besteiro. Marco Merenciano era inseparable de los jóvenes
psiquiatras Juan José López Ibor (1908-1991) y Pedro Laín Entralgo (1908-2001), quienes residían en el
colegio mayor Beato Juan de Ribera, de Burjassot y juntos editarían la revista Norma (1935). El psiquiatra
Carlos Castilla del Pino, alumno de López Ibor en 1943-1946, en sus memorias Pretérito Imperfecto decía:
«Marco era una gallina de escasos vuelos al lado de Ibor y Laín». Peset pidió ayuda a Laín e Ibor, quienes
fueron miembros del Consejo Nacional de Falange desde el 9 de septiembre de 1939. López Ibor no hizo
nada por Peset a pesar de que éste lo consideraba como su «discípulo predilecto». La diferente actitud de
Laín recogía el testimonio: «Me cabe la amarga satisfacción de haber acompañado de despacho en
despacho, implorando clemencia, a la que pronto iba a ser su viuda». Castilla del Pino continuaba
recordando: «Marco era un católico sectario hasta extremos que debieron hacerlo terrible en los años de
posguerra». Efectivamente, en 1942, ante un auditorio falangista aseveraba: «El marxismo, queridos
colegas, es una enfermedad y en nuestras manos está en gran parte su tratamiento». Según el psiquiatra
Enrique González Duro, en su obra Los psiquiatras de Franco: Marco Merenciano era un exponente del
«franquismo psiquiátrico», cuyos máximos exponentes serían López Ibor y Antonio Vallejo Nájera (1889-
1960), que dieron cobertura ideológica a la represión franquista y para ellos el marxismo era una patología
psiquiátrica.
El doctor Peset Aleixandre fue condenado a muerte el 4 de marzo de 1940, pero con petición de indulto.
La delegación provincial de sanidad de Falange, en la que estaba Marco Merenciano, recurrió la sentencia
y fue vuelto a condenar a muerte el 25 de marzo sin posibilidad de indulto. Fue fusilado en Paterna el 24
de mayo de 1941. La actuación del doctor Peset durante la Guerra Civil diríamos que fue la de un santo
laico, salvando vidas de combatientes republicanos en los hospitales militares de Valencia y Castellón,
haciendo lo mismo en la retaguardia con las vidas de derechistas y religiosos perseguidos por elementos
extremistas. Resaltamos como última evocación de su categoría humana la carta de despedida a su esposa
e hijos que dice: «El destino me ha elegido como instrumento de su injusto dolor. Confío, seguro en Dios,
en que algún día mi patria os devolverá mi nombre como el de un ciudadano que jamás hizo mas que
servirla cumpliendo sus deberes legales».
Colectivo Julián Besteiro [Firman: Pedro Vicente, Paco Gil, Paco Frontera y Manuel Civera]