El grupo de cinco servidores de luz subió al Cerro El Roble para recibir la primavera. Prepararon sus carpas y una fogata para la noche, suponiendo que haría frío. Sin embargo, durmieron profundamente sin sentir frío y se despertaron cuando el sol ya estaba alto. Cada uno tuvo un momento personal de conexión, como cuando la autora se conectó con el Aconcagua por primera vez, sintiendo su fuerza y misterio. Regresaron contentos al día siguiente.