LOS RÍOS TAMBIEN LLORAN

El río Chillón chilla, pero de vergüenza.

Betito y Cesitar juegan a los barquitos con un par de botellas de plástico en el cauce del
río (si es que se le puede llamar así en esta temporada del año) que está frente a sus
hogares. Le llaman Chillón y en realidad parece un chorro interminable de agua sucia
que cae de un trapeador escurrido, con un olor nauseabundo que en algunos lugares
produce arcada, irradian de sus pútridas aguas cuyo color no se define entre verde y
negro.

De inicio a fin, desde su naciente en la cordillera de la viuda (Canta) hasta su
desembocadura, el río Chillón es literalmente una alcantarilla en donde las minas y la
ciudad arrojan sus desechos como si se tratara de un gigantesco desagüe.

El daño se produce de forma agresiva a la altura del distrito de Comas y Puente Piedra,
pues vierten las aguas servidas de las industrias dedicadas a la fabricación de pinturas,
metalurgia, reciclaje de residuos sólidos, etc. Además de la extracción minera de
Carabayllo. Aproximadamente a medio kilómetro aguas arriba del puente de la
Panamericana Norte, podemos observar el cambio de coloración y, aguas abajo, los
residuos sólidos. El alto nivel de contaminación se debe a las aguas cloacales y los
desperdicios generados por la población cercana, al no contar con los servicios básicos.
A la altura del kilómetro 22 de la Av. Túpac Amaru, se está ocasionando un incremento
de arrojo de basura al río. Si bien es cierto, en estos momentos no es representativo, la
no atención de los servicios básicos, como el alcantarillado provocará en el corto plazo
un incremento del cause del río por arrojo de las aguas servidas.

Las poblaciones que habitan las urbanizaciones San Diego, Pro, AA.HH “los Portales
de Chillón” entre otros, desconocen el daño al que se ven expuestos. El Chillón
verdaderamente chilla, pero de asco. Por ello es quizás la cuenca mas contaminada de
la costa peruana.

Betito y Cesitar juegan ahora con una botella de plástico en el río, y como casi todas las
criaturas que viven en las riberas del Chillón, están aventurados a todo tipo de
enfermedades infecto-contagiosas. No hay necesidad de ser médico para verles el rostro
y deducir que muchos de estos niños padecen de “caracha”, solo por citar un ejemplo.

Lima es la capital de Latinoamérica donde menos cuidado se tiene por sus ríos.
Tenemos el río Mapocho en Santiago de Chile, que comparado con el Chillón es un
manantial de agua cristalina. ¿Cuánto tiempo más seguiremos perpetuando contra la
naturaleza? ¿Cuándo será que Betito y Cesitar puedan conocer el significado real de la
palabra río y no ese sumidero inmundo que tienen frente a sus viviendas?
Redacción: Pablo Villón de la Barra
Asesoría: Diego de la Barra Ochoa
Fotografías: Cathia Chávez

Chillon

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    LOS RÍOS TAMBIENLLORAN El río Chillón chilla, pero de vergüenza. Betito y Cesitar juegan a los barquitos con un par de botellas de plástico en el cauce del río (si es que se le puede llamar así en esta temporada del año) que está frente a sus hogares. Le llaman Chillón y en realidad parece un chorro interminable de agua sucia que cae de un trapeador escurrido, con un olor nauseabundo que en algunos lugares produce arcada, irradian de sus pútridas aguas cuyo color no se define entre verde y negro. De inicio a fin, desde su naciente en la cordillera de la viuda (Canta) hasta su desembocadura, el río Chillón es literalmente una alcantarilla en donde las minas y la ciudad arrojan sus desechos como si se tratara de un gigantesco desagüe. El daño se produce de forma agresiva a la altura del distrito de Comas y Puente Piedra, pues vierten las aguas servidas de las industrias dedicadas a la fabricación de pinturas, metalurgia, reciclaje de residuos sólidos, etc. Además de la extracción minera de Carabayllo. Aproximadamente a medio kilómetro aguas arriba del puente de la Panamericana Norte, podemos observar el cambio de coloración y, aguas abajo, los residuos sólidos. El alto nivel de contaminación se debe a las aguas cloacales y los desperdicios generados por la población cercana, al no contar con los servicios básicos. A la altura del kilómetro 22 de la Av. Túpac Amaru, se está ocasionando un incremento de arrojo de basura al río. Si bien es cierto, en estos momentos no es representativo, la no atención de los servicios básicos, como el alcantarillado provocará en el corto plazo un incremento del cause del río por arrojo de las aguas servidas. Las poblaciones que habitan las urbanizaciones San Diego, Pro, AA.HH “los Portales de Chillón” entre otros, desconocen el daño al que se ven expuestos. El Chillón verdaderamente chilla, pero de asco. Por ello es quizás la cuenca mas contaminada de la costa peruana. Betito y Cesitar juegan ahora con una botella de plástico en el río, y como casi todas las criaturas que viven en las riberas del Chillón, están aventurados a todo tipo de enfermedades infecto-contagiosas. No hay necesidad de ser médico para verles el rostro y deducir que muchos de estos niños padecen de “caracha”, solo por citar un ejemplo. Lima es la capital de Latinoamérica donde menos cuidado se tiene por sus ríos. Tenemos el río Mapocho en Santiago de Chile, que comparado con el Chillón es un manantial de agua cristalina. ¿Cuánto tiempo más seguiremos perpetuando contra la naturaleza? ¿Cuándo será que Betito y Cesitar puedan conocer el significado real de la palabra río y no ese sumidero inmundo que tienen frente a sus viviendas? Redacción: Pablo Villón de la Barra Asesoría: Diego de la Barra Ochoa Fotografías: Cathia Chávez