Durante el cuarto milenio a.C., cuatro regiones del viejo mundo desarrollaron civilizaciones agrícolas debido a condiciones favorables: Mesopotamia entre los ríos Tigris y Éufrates, Egipto, el subcontinente indio y China, donde cultivaban granos y criaban ganado para alimentar sus crecientes ciudades como Ur y Babilonia, conquistadas por los sumerios.