Dios creó al amigo para completar la felicidad del hombre. Juntó cualidades de la madre como la paciencia y el amor, del padre como la fuerza y la decisión, y de los niños como la alegría y la sinceridad. Añadió también la paciencia de los abuelos para dar el toque final. De esta mezcla surgió la figura especial y fundamental del amigo en la vida de todos.