Mercedes tenía una visión mientras oraba en la que se le presentó un gran rosal y una voz que le dijo que hablara. Mientras paseaba a caballo, su montura tropezó y cayó, lo que la dejó en cama durante días. Durante este tiempo, tuvo un encuentro personal con Cristo que la marcó y le hizo darse cuenta de su verdadera vocación de servicio, renunciando a las elegancias materiales y dedicándose a la oración, la adoración a la Virgen y el amor a Dios.