El rio solía ser manso y lento, pero Dios decidió ayudarlo a encontrar su verdadera naturaleza. Secó la tierra del rio y lo obligó a moverse más rápido, saltando y abriéndose paso entre árboles, peñascos y arenas. Esto trajo de vuelta la vida al rio, atrayendo peces nuevos y beneficiando a los seres humanos y animales que construyeron puentes sobre el y celebraron su cambio.