El poema compara al hablante con una pequeña piedra que rueda por calzadas, veredas y carreteras, siendo arrastrada por el agua y las olas. La piedra se hunde en el barro cuando llueve pero brilla bajo cascos y ruedas. A pesar de no haber servido para construir edificios importantes como lonjas, audiencias, palacios o iglesias, la piedra se siente aventurera y solo hecha para ser arrojada con una honda.