La autora reconoce que no es la chica más bonita físicamente, pero cree que Dios la dotó de un buen corazón. Promete hacer feliz a la otra persona arrancándole sonrisas y carcajadas, abrazarlo cuando lo necesite y apoyarlo cuando la necesite a ella. Admite que puede ser histérica, exagerada y berrinchuda, pero que se calma al ver la cara de la otra persona y, aunque no es fácil, vale la pena estar con ella porque la ama.