Manuel se rompió un diente en la escuela mientras se reía con sus amigos de un cuento sobre un diente roto que su maestra les había contado. Aunque sus compañeros se burlaron de él, Manuel no lloró y en su lugar buscó a un dentista para arreglar su diente. El dentista reparó el diente roto, y Manuel regresó a la escuela con su diente como nuevo, convirtiendo el incidente en una anécdota divertida para todos.