1. EL MENSAJE ANGELICAL A JOSÉ
Mateo 1:18-25
Por Julian Lloret
Usado con permiso
Soy un ángel; uno entre multitudes. No me conocen porque su Biblia no me identifica por nombre. Sin
embargo, es tiempo navideño para ustedes los terrestres; y en nombre de mi soberano Dios tengo el placer de
traer a su memoria el mensaje que entregué a José, hombre justo con quien estaba desposada la virgen María.
Deben recordar que José y María, a los ojos de las leyes de Israel, estaban casados. El contrato legal ya estaba
sellado; pero la costumbre en aquel tiempo fue de esperar unos meses o hasta un año antes de consumar el
matrimonio. La cancelación de un contrato así habría necesitado un decreto legal de divorcio.
Cuando María volvió a Nazaret después de su visita de tres meses en Judea con Elizabet, contó a José del hijo
que crecía en ella. José no comprendía la obra sobrenatural que ocurría en María, y su conclusión lógica era
dolorosa en extremo. Era hombre justo pero amaba a su esposa y no quiso acusarla públicamente. No veía otro
camino más que dejarla con el decreto de divorcio, pero en forma secreta. Recuerden que el violar las normas
del contrato entre ellos era cosa seria y peor si llegare a divorcio. Podría acarrear terrible humillación pública
para ambos, y hasta castigo fuerte para María, si es que se comprobare infidelidad.
Sólo Dios sabía del dolor y la confusión que José, como también María, sentían en aquellos días. Los sueños
para el futuro: un hogar con amor, compañerismo, hijos, nietos, y el gozo de servir a Dios en todo ese momento
parecía hecho ceniza. De día José se ocupaba sin parar en su trabajo de carpintero; pero las noches eran otra
cosa, las pasaba dando vueltas en la cama o con pesadillas que vislumbraban un futuro desastroso.
Fue cuando el soberano Dios me envió a visitarle a José por medio de un sueño que resultara mucho más
agradable y alentador. A su mente atormentada y confusa mi mensaje le trajo claridad y consuelo al instante:
“No temas José, hijo de David: uno que esperaba al Mesías de ese mismo linaje. No temas de recibir a María
tu mujer: nada de divorcio o humillación El que es engendrado en ella es del Espíritu Santo: obra milagrosa
en María, sierva de Dios. Ella dará a luz un hijo, y tú, José, le llamarás JESÚS: Jehová es Salvación y crecerá
en tu hogar con su madre, María” José, hombre que se había acostado desesperado y temeroso, se levantó con
una paz que sólo Dios puede dar. Sentía que los sueños de él y María ahora se habían resucitado de entre las
cenizas de ayer.
Y luego indiqué a José: ¡Hay más!
Jesús, nacido de María, salvará a su pueblo de sus pecados. Lágrimas de gozo fluía de sus ojos en lugar de las de
tristeza. Es mas, esta demostración del poder de Dios cumple ahora una profecía de Isaías:
“He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con
nosotros”. (Is 7:14).
José se acordaba de esa historia cuando el rey Acaz, incrédulo y rebelde, no quiso creer a Isaías. En aquellos
días los ejércitos de Asiria amenazaban con invadir a Judéa. Acaz tenía miedo, pero el profeta le trajo buenas
nuevas, y con ellas una señal visible que cualquiera podría entender: Fue así: En menos tiempo que pasa cuando
una virgen se casa, concibe, da a luz un hijo, y el hijo cumple 3-4 años, Asiria, que ahora amenaza a Judea,
quedará vencida. Acaz no lo creyó, pero la profecía se cumplió tal como Isaías había dicho.
José comenzaba a entender poco a poco que como aquel muchacho llamado Emanuel siglos atrás testificaba que
Dios estaba con su pueblo; ahora Dios estaría presente con su pueblo en la persona del Hijo de Dios, también
llamado Emanuel, que de María había de nacer en pocos meses. José, hombre justo y de fe, quedó maravillado y
convencido.
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2. Imagínense con que gozo se levantó José ese día, pues todo se había cambiado. María sería su esposa. Este
interludio sobrenatural, ahora aclarado por el mensaje de este servidor, sería la encarnación del Salvador, nacido
para dar su vida en rescate de toda la humanidad, y luego resucitado de entre los muertos como primicias de la
resurrección a vida eterna para todo creyente. Jesús: Salvador; Cristo: Ungido-Mesías prometido; Emanuel: Dios
con nosotros; Señor: Dios el soberano Creador; y Dios-Hombre: nuestro mediador.
La carga de duda y miedo que pesaba en José desapareció. Ya sabía qué camino tomar, y actuó luego. Ustedes,
los terrestres, tienen las palabras inspiradas en Mateo 1:24-25: . . . . Despertando José del sueño, hizo como el
ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer, (quiere decir que la llevó a sus casa con la ceremonia
pública acostumbrada, y así se hizo responsable de todas su necesidades, pero con una sola excepción). . . . no
la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
¡Pueblo de Dios!: La navidad es para celebrar el cumpleaños del eterno Dios hecho hombre-Emanuel- Dios
presente y conocido, salvador del mundo. Tanto María como José son ejemplos de una fe y compromiso con
Dios aún cuando las circunstancias confunden y en verdad cunden el pánico. Aquellos recibieron mensaje de
ángel. Ustedes los terrestres tienen mensaje aún más completo y por escrito: la Biblia la palabra de Dios.
No dejen que las costumbres navideñas de un mundo incrédulo echen a un lado el Cristo de la nochebuena.
Canten como los ángeles la Palabra de Dios en los bellos himnos de Navidad. Entreguen los regalos en nombre
del Dios que nos dio su regalo inefable. Aprecien las costumbres y adornos navideños de origen cristiano
aunque el mundo no los entiende. Den gracias a Dios por tantas bendiciones: libertad, comida, familia, amigos,
salvación y esperanza en un mundo desesperado. Testifiquen de las buenas nuevas dadas por los ángeles en
aquella primera nochebuena.
Que el ejemplo de José les anime: José oyó, creyó por fe el mensaje, y obedeció.
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