El documento discute cómo los criterios económicos han dominado las decisiones sobre la educación en América Latina, impulsados por organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial. Estas propuestas no toman en cuenta la diversidad cultural y las diferencias económicas entre países. En contraste, la autora propone una visión más integral de la educación que promueva la interculturalidad, el respeto a la diversidad y la no opresión entre grupos.