Pronunciamiento de Mujeres en defensa de la Ley 348
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1. El santo de la escoba
Fray Martín de
Porras
(1579-1639)
2. Fray Martín de la caridad
San Martín de Porras vivió 60 años, de 1579 a 1639.
Su padre fue Juan de Porras, español, nativo de
Burgos y su madre Ana Velásquez, "negra-libre“,
nacida en Panamá, entonces provincia del norte del
Perú. Según los prejuicios racistas vigentes
entonces por el color de su piel, Martín fue objeto
de mal trato por la pretextada inferioridad racial.
En aquel entonces capturaban africanos en las
costas de Guinea como si fueran animales, los
hacinaban en los barcos y los negociaban en las
Indias, vendiéndolos en pública subasta. Los
jóvenes eran comprados a buen precio, y, recibían
cierto mejor trato, siendo registrados con el
apellido de sus amos.
3. Casa natal de San Martín de Porras en el jirón Callao
4. Era inhumano el trato a los esclavizados, los
apiñaban en inmundas bodegas y los marcaban
quemándoles sus carnes con tocino derretido, con
cera ardiendo, con brea o con hierro candente, Por
otra parte, no faltaban amos sin entrañas, que los
reprimían con crueldad; encadenándolos,
condenándolos al cepo y negándoles el alimento
necesario y los medicamentos, sobre todo, cuando
enfermaban o llegaban a viejos.
Frente a esta tragedia tremenda Martín de Porras
eligió dar ejemplo de caridad, para él la miseria
humana sólo merecía compasión y consuelo,
afecto y comprensión, dotando así de esperanza a
oprimidos y opresores, todos hijos de Dios,
aunque esclavos de sus flaquezas.
5. Primer claustro del convento de Santo Domingo, donde
fuera fraile “donado”, San ´Martín de Porras
6. Testimonios de su tiempo pintan a Martín de
cuerpo entero. Ingresó al Convento de Santo
Domingo de Lima, como “donado”, lego
indigente, el 2 de junio de 1603, cuando contaba
24 años de edad. Hasta aquel día, el que en
adelante fuera Fray Martín, había frecuentado el
consultorio del Dr. Marcelo de Rivero y la
farmacia de Don Mateo Pastor, con el afán de
aprender el arte de curar y preparar
medicamentos, para socorrer a los enfermos y
pobres. En el campo de la medicina, Fray Martín
no fue un empírico, antes de curar supo
diagnosticar y señalar el remedio mejor para cada
mal. Él se tornó en "médico del cuerpo y el alma".
8. Sabía curar todo mal: fracturas, hemorragias,
fiebres malignas, infecciones. Después de la
jornada de cada día, Fray Martín salía del
consultorio del Dr. Marcelo, y luego visitaba las
rancherías y galpones para extender su obra de
caridad con los esclavos, los indios, los pobres y
enfermos. Se podría decir con el Evangelio: "que
estaba ocupado en las cosas de su Padre",
sembrando la semilla de la la salud y de la vida, y
al propio tiempo, sembrando la semilla de la fe y
de la esperanza, en el Señor de la Vida.
9. Cruz de la penitencia de San Martín de Porras en el muro de
la escalera del segundo claustro de Santo Domingo
10. Por aquellos años, ya había en Lima nueve
hospitales, para cada casta social. Entre estos
estaba el hospital de Santa Ana para los indios y el
hospital de San Bartolomé para los negros. Mas,
indios y negros se resistían a entrar a estos
nosocomios; porque, casi todo el que entraba en
ellos con sus propios pies, salía cadáver. Por eso,
preferían curarse o morir en sus ranchos o en los
matorrales del río Rímac, antes que ir a un
hospital. Fray Martín conocía perfectamente esta
situación, y salía por las haciendas de Lurigancho,
Amancaes, Limatambo, Surco y otros lugares
aledaños, en busca de los enfermos, impedidos y
pobres, y a todos los acogía bajo el manto de su
caridad.
12. Juan Velásquez de la Parra, asistente de fray
Martín, a quien enseñó el oficio de barbero, dejó
hermosos testimonios de su caridad. Él dio informó
al tribunal del Santo Oficio, bajo juramento, cómo
fray Martín, todos los sábados, entregaba a 160
pobres, 400 pesos que recibía a la vez de almas
caritativas.. Cómo conseguía frazadas, camisas y
ropa para los pobres: indios, esclavos y españoles
pobres; cómo preparaba los medicamentos y la
forma cómo los aplicaba; cómo ayudaba con "la
dote" a las jóvenes pobres casaderas; cómo
promovió la fundación de la Escuela de Santa Cruz,
para las niñas abandonadas; cómo sembró
manzanillas en los puquiales de los Amancaes y
plantó 700 olivares e higueras, en Surco, diciendo:
13. Celdilla de penitencia de San Martín de Porras bajo las escaleras
del segundo claustro de Santo Domingo
14. “De aquí a dos o tres años, los pobres que por
aquí anduvieren, tendrán este refugio y comerán
de sus frutos". También informó de sus
penitencias y clamores por los pobres y enfermos;
de su compasión por los delincuentes, y de su
presteza para trasladarse de un lugar a otro:
'Parecíame que no andaba’, declaró.
Otros declarantes informaron, asimismo, del don
de la bilocación que recibió del Señor, para volar,
en alas de la caridad, a socorrer a los enfermos
que lo llamaban desde Angola, Méjico, Francia y
otros lugares, sin salir de su convento de Santo
Domingo de Lima. Fray Martín de Porras fue en
vida un auténtico samaritano.
16. Fray Martín no quería la muerte de nadie, ni por
el hambre, ni por la enfermedad, ni por la
violencia. Amaba la vida. Quería la vida. Defendía
la vida. Dios tiene muchas maneras de obrar. Una
de ellas es haciéndose presente y visible a través
de sus elegidos, como los fue Fray Martín: saciaba
el hambre, curaba enfermedades, denunciaba las
injusticias, clamaba por los desvalidos,
comprometía a otros en su misión, reanimaba la
esperanza, en fin, ofrendando su vida en nombre
del Señor que dijo: "Yo soy la Vida“, de quien era
Fray Martín el más humilde y fiel seguidor.
18. "Fue su tránsito a la vida eterna fue entre las ocho
y nueve de la noche, del día 3 de noviembre del
año 1639; teniendo la edad de 60 años y de
religioso 30, gastados en el servicio de Dios,
utilidad y servicio del prójimo", concluye
Meléndez.
Atendiendo a la vida, virtudes y milagros que Dios
obró en vida y después de muerto por intercesión
de Fray Martín de Porras, el Arzobispo de la
Arquidiócesis de Lima, don Pedro de Villagómez, a
solicitud del pueblo, abrió el proceso de
beatificación el día 15 de mayo de 1660. En dicha
ocasión, setenta y seis testigos, bajo juramento,
declararon haber conocido a Fray Martín de Porras
y haber recibido algún favor de sus manos, en vida
20. El bienaventurado Fray Martín, que fuera
despreciado por muchos negros y blancos,
ayudó a los más miserables, llegó a tener
control sobre los elementos, juntó perro,
pericote y gato, curó enfermos, levitaba,
desaparecía y tenía el don de poder estar en
más de un sitio a la vez. A pesar de su
evidente santidad tuvieron que pasar más de
300 años para que este humilde y virtuoso
limeño fuera elevado a los altares de la
Iglesia.
21. San Martín de Porras intercede por los médicos
cirujanos en su abnegada labor
22. El 8 de agosto de 1837 se publicó en Roma la Bula
de Beatificación y se designó el 29 de octubre del
mismo año para su solemne triunfo en la Basílica
Vaticana. Aquel día lució la figura plácida y
amable del Beato Fray Martín, del enamorado de
los pobres de Cristo, del moreno de alma pura
que supo atraer sobre sí las miradas del
Omnipotente, del esclavo de sus hermanos
exaltado por su humildad al solio de los
Bienaventurados. En mayo de 1838 la espléndida
Iglesia de Santa María supra Minerva, centro de
las actividades de la Orden de Santo Domingo,
vistió sus mejores galas para solemnizar la
Beatificación de Fray Martín
24. Tras largo proceso en la Sagrada Congregación,
pudo iniciarse el de la Canonización recién a
mediados del siglo XX. Terminados en 1961, los
exámenes de los expertos que comprobaran la
veracidad de los milagros efectuados por su
intercesión. La comisión dio su fallo favorable. El
13 de febrero del 1962, la Junta de Teólogos
revisó el proceso y la conclusión también cedió en
favor de la causa. Por fin, en la Congregación
General, presidida por su Santidad el Papa Juan
XXIII se aprobó el decreto llamado de Tuto, o sea
que se consideró que no había óbice alguno. La
canonización tuvo lugar el 20 de marzo de 1962
llenando de alborozo a los devotos del Santo en el
Perú y en el mundo.
26. San Martín de Porras se unió así al conjunto de
santos del Perú que forman Toribio de Mogrovejo,
Rosa de Lima, Francisco Solano y Juan Masías.
Tornando a Lima, la Ciudad de los Reyes, en la
Ciudad de los Santos. En los claustros de Santo
Domingo, que San Martín aseaba con la escoba, en la
enfermería, hoy convertida en capilla, donde
prodigara su caridad por los hermanos enfermos y en
la sala capitular, donde todavía pende el Santo
Cristo, que abrazara más de una vez, en lo alto,
venerando la llaga del costado del Crucificado,
permanece su bondadoso recuerdo, que los
peruanos, latinoamericanos y fieles de todo el
mundo tienen presente ayer como hoy, dando
gracias por su vida ejemplo de bondad.
27. Iglesia de San Martín de Porras
Sunland Park, Nuevo Méjico