El poema describe los últimos momentos de Ignacio Sánchez Mejías antes de morir a las cinco de la tarde después de ser cornado en la plaza de toros. Describe sus heridas que queman como soles y la gangrena que se acerca, mientras suena la música de huesos y flautas en su oído y el gentío rompe las ventanas. Resalta lo terribles que eran las cinco de la tarde, siendo la hora de su muerte en todos los relojes y en las sombras de la tarde.