Un padre judío envió a su hijo Samuel a una escuela judía pero sus notas eran muy malas. El padre amenazó con enviarlo a una escuela católica si no mejoraban. Las notas empeoraron y cumplió su amenaza. En la escuela católica, las notas de Samuel fueron excelentes. Cuando el padre preguntó por qué, Samuel respondió que cuando vio un hombre crucificado en la iglesia y le dijeron que era judío, se dio cuenta de que en esa escuela no se andaban con bromas y había que estudiar mucho.