La traducción jurada ha existido en España desde el siglo XVI debido a la disparidad de lenguas entre los indígenas americanos y los españoles. Aunque al principio los traductores jurados ayudaban a mantener la imparcialidad en los tribunales, la figura evolucionó con el tiempo para adaptarse a la independencia de las colonias y la necesidad continua de traducciones legales precisase en Cuba, Filipinas y otros lugares. Hoy en día, solo los profesionales acreditados por el Ministerio de Estado pueden ejercer como traductores jurados