1. Me parece que fue ayer, esto que miran aquí, eran unos potreros en una tierra que apenas
empezaba a ser conocida, dicen que muchos venían de la meseta, otros del norte y del sur.
Ya casi tengo cincuenta años, y me encanta recordar. Ah disculpen creo que olvide
presentarme “soy el AGRO”. En mi memoria guardo muchos nombres, fechas y momentos
especiales, dijeron cuando cumplí veinticinco años que “las grandes obras fueron concebidas
por grandes hombres, aunque en un principio fueran tenidas..... Sus ideas por quijotescas y
utópicas”.
Hace poco me dijeron “Solo déjenme soñar”..... Y hay sueños tan grandes, que nunca los
pierdes de vista.
Pero bueno, me dicen que ustedes quieren que les cuente un poco mi historia, la historia del
AGRO, porque el AGRO soy yo.
Amanecía en las llanuras de Santa Clara, el sol se reflejaba en las gotas del sereno, las lluvias
de la noche anterior han dejado mojada esta tierra. Y yo el Colegio Agropecuario de San Carlos
fui concebido, mencionan como una de esas grandes obras que hoy, hablo con hechos más
que con palabras.
Mi padre, mi padre no es otro, que el reverendo Pbro. Eladio Sancho Cambronero.
Me acuerdo que poco después de llegar a esta rica zona de San Carlos ya se encontraba
trabajando con toda su juventud en el desarrollo cultural, económico y religioso de la
parroquia, a su digno cargo encomendada. Entre sus inquietudes y anhelos era el de ver
florecer un Centro de Enseñanza Agropecuaria, asentado en esta zona eminentemente
agrícola. Me imagino cuantas noches pensaba en mí. Porque yo soy el AGRO.
Y de inmediato se puso a trabajar, contando con la aprobación y bendición del entonces
dignísimo Obispo de Alajuela, Monseñor Juan Vicente Solís Fernández, comenzó a dar los
primeros pasos para ver hecha una realidad lo que soy hoy, el Colegio Agropecuario de San
Carlos.
En mi nacimiento se dieron una serie de hecho muy relevantes, y el aporte de muchas
personas, la gran amistad entre el padre Sancho y Juan Mercedes Matamoros González le valió
la generosa donación de las primeras manzanas de terreno.
Yo ya estaba creciendo, pero no había nacido, esas ricas y fértiles tierras estaban ubicadas en
Santa Clara de San Carlos.
Ya con terreno empezó mi gestación, pero me faltaba algo y empezaron a construirme los
primeros pabellones para alojamiento de futuros peritos agrícolas. Ah esos pabellones que
guardaban lo más hermoso de mis recuerdos. Ya les conté que tuve muchos padrinos y con la
ayuda de la Asamblea Legislativa y sobre todo con el apoyo decidido del entonces señor
Presidente Lic. Daniel Oduber Quirós, se aprobó una ley con la cual se otorgaba una
subvención de 100.000 colones para el año 1959 y lo mejor fue que la subvención siguió
dándose en los años siguientes.
No lo van a creer pero las primeras comprendían un pabellón para aulas y otro para cocina,
comedor y secretaria; además el primer dormitorio para alojamiento de alumnos.
Después venia conseguir personal competente porque mi nacimiento estaba en función de
educar a un gran número de muchachos en las ciencias agrícolas.
2. De esta manera crecí hasta convertirme en dos fincas: una donde se encuentra ubicado el
Colegio y la finca grande, muy cerca de ésta. A cambio de la donación recibida de la Junta que
había hecho una realidad el Colegio, losPadres Benedictinos se comprometieron a hacer
funcionar la Institución con fines de servicio para la Educación Agropecuaria de los jóvenes, y
sin lucro alguno.
Y entonces llego mi nacimiento... y El Colegio Agropecuario abrió sus puertas a los estudiantes
en marzo de 1962, bajo la completa administración y dirección de los Padres Benedictinos, que
contaron en un principio, con tres monjes y un hermano lego dirigido por el Reverendo Padre
Esteban.
Los Padres Benedictinos continuaron con mi desarrollo y siguieron construyendo las
edificaciones, compraron equipos y muchas cosas que ya no recuerdo.
Sostuvieron el Colegio hasta su primera graduación en 1966. Debido a la escasez de personal
voluntario de su Monasterio, al quebrantamiento de la salud de varios de los que habían
venido y a la imposibilidad económica de seguir soportando los gastos que demandaba el
sostenimiento del Colegio, decidieron retirarse.
Sin embargo, era su deseo de que la obra empezada no se perdiera, y para ese fin se hicieron
los arreglos necesarios con el Gobierno, quienes, de acuerdo con los Reverendos Padres
Benedictinos, encomendaron a la Fundación Educacional Católica la administración y
funcionamiento y un año despuésa la Conferencia Episcopal de Costa Rica.
Así como tengo un padre, también tengo una madre. La Conferencia Episcopal de Costa Rica, a
petición del Gobierno y con su respaldo económico ,se hizo los arreglos legales para el
traspaso total de la obra.
Mi otro padrino Monseñor Román Arrieta Villalobos en representación de la Conferencia
Episcopal de Costa Rica, asumió las responsabilidades del Colegio cuya personería jurídica,
conforme la tenían inscrita los Padres Benedictinos, era la del Instituto Agropecuario
Costarricense S. A una razón muy especial por la cual hoy este auditorio lleva su nombre.
Y así yo el Colegio, estaba creciendo hasta ocupar, hoy día, un lugar de altura y mucho
prestigio dentro de los Colegios Agropecuarios del país. Luego todo fue muy rápido, mucho
trabajo todos los días.... Había que chapiar potreros, hacer cercas, el tractor no paraba de arar
el terreno, los muchachos hacían lomillos y eras y sembraban toda clase de cultivos, en las
aulas se impartían clases académicas y técnicas.
Y por las noches aquellos dormitorios llenos de muchachos en sus camarotes, la vos del
decano llamando al orden. El olor a sudor, ropa mojada, botas de hule. Pero sobre todo el
cansancio, las ampollas en las manos, los rostros quemados por el sol y los brazos partidos de
tanto trabajo y además había que estudiar, no falto a quien no le hiciera mucha falta su familia
o su novia. Aunque quienes pasaron por aquí lo que si les sobró fue fuerza y valor.
Pero bueno... en ese entonces yo iba saliendo de los sesentas y entrando en los setentas, con
escasos diez años y en una Costa Rica que se le acercaban fuertes cambios y serios problemas
en la economía. Por lo que de nuevo el Padre Sancho logra una negociación cerca de 1974 para
que, a cambio de unas tierras para el Instituto Tecnológico de Costa Rica se nos otorgara
financiamiento por parte del Estado por ser la educación técnica agropecuaria de interés
nacional.
3. Ya había cumplido 20 años para entonces cuando llegan los padres Jesús Reta Lerga,
benedictino e ingeniero agrónomo y el padre Jesús Donzel Muro como director.
Para esta época ellos buscaron un gran desarrollo del conocimiento técnico, la autosuficiencia
en la producción agrícola y pecuaria. Y la aplicación de tecnología de punta en las ciencias
agrícolas, como siempre se contrataron los mejores ingenieros y veterinarios del país.
Administradores, directores, docentes, asistentes, coordinadores técnicos y académicos, todos
somos parte de esta historia.
A finales de los noventas, ya casi estaba por cumplir 40 años con una historia y años de
camino, como un ser humano, y como una institución que no existe por sí misma, si no por los
hombres y las mujeres que por ella han pasado, marcan lo que significa en nuestros corazones
estar aquí hoy.
Hoy soy una institución que ha aprendido de los fracasos y de los aciertos de su mismo
caminar. En el campo de la educación el método propio de "aprender haciendo" nos permite
alcanzar una mayor realización de nuestro estudiantes y docentes.
Parece que fue ayer que ingresó el primer grupo de mujeres estudiantes. Los nuevos tiempos,
en lo humano, presentan nuevas oportunidades. La mujer cada día más se abre espacio en el
mundo. La mujer en los últimos años ha dejado la casa, para enfrentar, a la par del hombre los
retos del progreso y el desarrollo; en el mundo del AGRO, la mujer es parte importante de su
historia. Hoy contamos con el rostro femenino en las aulas y en las fincas, en las parcelas, los
laboratorios, el gimnasio y el comedor de la institución, dando un sentido más humano a la
producción agropecuaria. La mujer expresa el valor de la sensibilidad en el trato, en el cuidado
de las plantas y los animales.
Con un poco más de cuarenta años, llega a mi vida, las rizas juveniles de un tercer ciclo lleno
de ilusiones y sueños, de energía y fuerza, pero sobre todo con una vocación por el campo, un
deseo ardiente de proteger el ambiente y con una capacidad de asombro e innovación que
cualquier científico moderno se desea. Usan computadores, laboratorios de química y biología,
aprenden turismo, reciben informática, hablan inglés, tocan guitarra, escriben poesía o
interpretan teatro, practican deporte y oran a Dios.
Estoy muy cerca de cumplir 50 años y solo quiero que me dejen soñar, la historia es solo una
parte de nuestras vidas, el futuro del AGRO será el futuro de muchos jóvenes hombres y
mujeres. Hoy quiero oírlos decir en una sola voz cuando invoque a nuestro santo patrono YO
SOY EL AGRO.
AL FINAL DE LA RESEÑA HISTÓRICA AL OÍR
SAN BENITO ABAD
CONTESTE “YO SOY EL AGRO”