Debemos honrar (respetar y considerar) a nuestro hermano por tres razones principales: 1. Por el lugar que Jesucristo nos ha dado como reino de sacerdotes que sirven a Dios. 2. Por obediencia a los mandamientos de amar al prójimo como a uno mismo. 3. Porque el respeto mutuo nos provocará a la caridad y buenas obras, y nos permitirá aceptar las diferencias entre las personas.