Las mujeres celtas gozaban de gran libertad y autonomía. Eran enseñadas a ser autosuficientes y a elegir libremente sus parejas sin ser forzadas a relaciones no deseadas. Se les inculcaba amar y seguir a sus compañeros sólo si representaban valores como el amor, compañerismo y amistad, pero nunca permitir que ningún hombre las esclavizara o hiciera sufrir en nombre del amor.