“Cada (tic-tac) es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno resuelva como pueda”.
El objetivo de la investigación quizá no sea otro que el de mirar lo no mirado, de estudiar lo oculto, todavía, y descubrir respuestas (o mejor, plantear preguntas) que expliquen la relación del ser humano con el arte; y viceversa. Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954), hereda en su poesía la pasión por las artes plásticas de la generación de Contemporáneos (grupo poético de la primera mitad del siglo XX en México). De este modo traza en sus versos historias visuales de lo conocido y lo desconocido, de lo cercano y lo lejano, de lo visible y lo invisible; esbozando un lenguaje que atiende al mejor de los sentidos: la vista. Vicente Quirarte reflexiona sobre la vinculación de la poesía con la pintura (y viceversa) a raíz de su estudio Ojos para mirar lo no mirado (2011), donde antologa (tras una exhaustiva introducción) los poemas y ensayos de cinco pintores de la palabra, ante todo poética: Carlos Pellicer (1897-1977), Jorge Cuesta (1903-1942), Xavier Villaurrutia (1903-1950), Gilberto Owen (1904-1952) y José Gorostiza (1901-1973). De igual manera, los pintores mexicanos José María Velasco (1840-1912), Doctor Atl (1857-1964), David Alfaro Siqueiros (1896-1974), José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera (1886-1957), Frida Kahlo (1907-1954), y María Izquierdo (1902-1955), entre otros, comulgan con la plasticidad poética que caracteriza al arte mexicano. Técnicas como la écfrasis o ut pictura poiesis ilustran la poesía que Vicente Quirarte recoge en Como a veces la vida (2000), Nombre sin aire (2004) o Esa cosa tan de siempre (2013).
“Cada (tic-tac) es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno resuelva como pueda”.
El objetivo de la investigación quizá no sea otro que el de mirar lo no mirado, de estudiar lo oculto, todavía, y descubrir respuestas (o mejor, plantear preguntas) que expliquen la relación del ser humano con el arte; y viceversa. Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954), hereda en su poesía la pasión por las artes plásticas de la generación de Contemporáneos (grupo poético de la primera mitad del siglo XX en México). De este modo traza en sus versos historias visuales de lo conocido y lo desconocido, de lo cercano y lo lejano, de lo visible y lo invisible; esbozando un lenguaje que atiende al mejor de los sentidos: la vista. Vicente Quirarte reflexiona sobre la vinculación de la poesía con la pintura (y viceversa) a raíz de su estudio Ojos para mirar lo no mirado (2011), donde antologa (tras una exhaustiva introducción) los poemas y ensayos de cinco pintores de la palabra, ante todo poética: Carlos Pellicer (1897-1977), Jorge Cuesta (1903-1942), Xavier Villaurrutia (1903-1950), Gilberto Owen (1904-1952) y José Gorostiza (1901-1973). De igual manera, los pintores mexicanos José María Velasco (1840-1912), Doctor Atl (1857-1964), David Alfaro Siqueiros (1896-1974), José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera (1886-1957), Frida Kahlo (1907-1954), y María Izquierdo (1902-1955), entre otros, comulgan con la plasticidad poética que caracteriza al arte mexicano. Técnicas como la écfrasis o ut pictura poiesis ilustran la poesía que Vicente Quirarte recoge en Como a veces la vida (2000), Nombre sin aire (2004) o Esa cosa tan de siempre (2013).
1. Autorretrato VlLADIMIR KUSH, pintor ruso, nacido en Moscú en 1965, vive ahora en los Estados Unidos. Su obra fuertemente inspirada de Salvador Dalí es igualmente surrealista, hasta el punto que durante una cierta época estuvo atribuida erróneamente al mismo Dalí. Pueden juzgarlo.