1. LA GUERRRA EN
COLOMBIA
ANTECEDENTES
Desde la independencia de Colombia, el país no ha estado ajeno a la violencia partidista, lo cual se
evidencia en varias guerras civiles que se desarrollaron durante el siglo XIX y culminando en la Guerra de
los Mil Días (1899–1902).
Entre 1902 y 1948, Colombia gozó de una relativa paz, primero bajo los gobiernos de la hegemonía
conservadora (1886–1930) y luego con los presidentes reformistas liberales (1930–1946). Sin embargo
durante esta época ciertos incidentes de violencia política fueron constantes en diversas regiones. El
conflicto interpartidista que se da principalmente a partir de 1946 cuando el presidente López Pumarejo
renuncia a terminar su segundo periodo se conoce como la época de La Violencia.[cita requerida]
A nivel global se empezaba a fraguar la Guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La guerra
proxy que mantuvieron los que apoyaban el comunismo versus el capitalismo en Latinoamérica influyó
en Colombia, con el gobierno norteamericano apoyando a distintos gobiernos colombianos y los
soviéticos y chinos apoyando las tendencias políticas afines a ellos, en especial los movimientos
insurgentes.
El 9 de abril de 1948, durante el gobierno del conservador Mariano Ospina Pérez, fue asesinado en
Bogotá el jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán. Aún cuando el magnicidio no tuvo aparentemente un móvil
político partidista[cita requerida], este creó levantamiento popular violento, conocido como el Bogotazo,
siendo Bogotá dónde se vieron las reacciones más grandes, pero diferentes grados de violencia se
extendieron por gran parte del país.
2. SURGUIMIENTO DE LAS
FARC, ELN Y EPL
Durante el gobierno de Guillermo León Valencia (1962–1966), segundo
mandatario del Frente Nacional, y ante la creciente preocupación
generada por la existencia de las llamadas "repúblicas independientes" al
interior del país, el presidente ordenó al Ejército someter tales enclaves
controlados por campesinos comunistas y restablecer allí la autoridad
gubernamental. Para ese momento las guerrillas liberales sobrevivientes
se habían desmovilizado en el Gobierno de Lleras Camargo (1958-1962) o
habían degenerado en grupos de Bandolerismo rural que fueron
erradicados entre 1962-1965. Pero a la vez que los principales bastiones de
“autodefensa campesina” iban cayendo y que los principales cabecillas
bandoleros eran abatidos (Efraín González Téllez, Jacinto Cruz Usma
“Sangrenegra”, “Desquite” etc.), se abría paso a un nuevo periodo de
violencia en la nación andina, con el surgimiento de las guerrillas móviles
(FARC, ELN y EPL).
3. NARCOTRÁFICO
La economía subterránea del tráfico ilícito de drogas venía operando en
Colombia, desde finales de los años sesenta cuando en la costa Caribe
especialmente, floreció el cultivo de la marihuana y se dio una primera bonanza, la
llamada “Marimbera”. El insaciable mercado norteamericano receptor principal de
los estupefacientes, empezaría luego a derivar hacia la cocaína, producto originado
en la mata de coca y cultivada originalmente en los países andinos (Bolivia, Perú y
Ecuador). En este marco jugaría Colombia el papel de placa giratoria: los
cargamentos del alcaloide llegaban desde el sur y eran redistribuidos por las mafias
locales hacia EE.UU. A los primeros grupos de narcotraficantes de la primera parte
de la década de 1970 presentes sobre todo en Medellín y el centro del país (en
parte antiguos contrabandistas) y pronto liquidados en guerras intestinas, le
sucedería una nueva generación más violenta pero más activa y emprendedora, de
la que serían exponentes Pablo Emilio Escobar Gaviria, su primo Gustavo de Jesús
Gaviria, los hermanos Juan David, Jorge Luis y Fabio Ochoa Vásquez, Griselda Blanco
(sobreviviente de la primera etapa) y Pablo Correa Arroyave en Antioquia; Carlos
Ledher Rivas en Armenia; José Gonzalo Rodríguez Gacha y Verónica Rivera en el
centro del país; Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José santacruz
Londoño, Helmer “Pacho” Herrera y los hermanos Henao en el Valle del Cauca; y
José Rafael Abelló Silva en la costa Atlántica.
4. RESULTADOS FATALES
Una de las más graves manifestaciones de la crisis humanitaria por la que atraviesa Colombia es el
desplazamiento forzado de la población. Son millones los colombianos que en los últimos años se han
visto obligados a abandonar sus tierras y a emprender un incierto camino de huida que los lleva, en una
gran proporción, a las grandes ciudades, en las que tienen que ingeniárselas para desarrollar estrategias
de supervivencia en medio de la insolidaridad social y la incapacidad del Estado para afrontar el
fenómeno. La situación ha llamado la atención de la comunidad internacional y, en particular de la
ONU, que desde de los años noventa estableció una oficina permanente del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), así como de numerosas organizaciones no
gubernamentales nacionales y extranjeras que desarrollan programas de prevención del desplazamiento
y atención de los desplazados.
En la larga tradición de violencia que ha vivido el país, los muertos registrados hasta el momento ya son
más de 220 mil, según revela el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica que se dio a conocer
este miércoles.
“Uno de los objetivos principales de los actores armados es el de invisibilizar. Que no se vea, que no se
noten los muertos. Por eso jamás sabremos cuántos muertos ha dejado la guerra”, dijo la coordinadora
del informe Matha Nubia Bello.
El estudio analizó 21 casos emblemáticos del conflicto armado colombiano “donde se abordaron las
masacres de Trujillo, Valle; El Salado, Bolívar; Bahía Portete, Guajira; Bojayá, Chocó, y el Tigre y el
Placer, Putumayo, entre tantas otras que se entienden como hitos representativos de las 1982 masacres
cometidas por los grupos paramilitares, guerrillas y miembros de la fuerza pública desde 1980 hasta el
2012”.
5. DIÁLOGOS DE PAZ
Los diálogos o negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y
las FARC, también conocidos como proceso de paz en Colombia, hacen referencia a las
discusiones que están llevando a cabo el Gobierno de Colombia (en representación del
Estado) y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Estos diálogos han
tenido lugar en La Habana y Oslo y su objetivo es «buscar la paz con justicia social por medio
del diálogo», según las palabras de Iván Márquez,2 uno de los miembros del equipo
negociador de las FARC.3
El 4 de septiembre de 2012, tras afirmaciones del expresidente Álvaro Uribe sobre las
negociaciones del Gobierno con la guerrilla de las FARC en Cuba4 5 (y una posterior negación
de los hechos, por parte de la canciller María Ángela Holguín)6 , el Presidente Juan Manuel
Santos confirmó la noticia mediante una alocución, destacó que "no se repetirán los errores
del pasado" que se procedería con prudencia, y que la Fuerza Pública no detendrá su
accionar;7 lo propio hizo alias "Timoléon Jiménez" con un vídeo en diferido, destacando que
las FARC llegaban a la mesa "sin rencores ni arrogancia".8 9 Horas antes, alias "Gabino", el
máximo jefe del Ejército de Liberación Nacional (la otra guerrilla activa del país) manifestó la
intención de esa organización de participar en la, hasta entonces, rumoreada mesa de
concertación.10 La noticia de la confirmación de los diálogos generó diferentes reacciones y
escepticismo,2 algunas a favor y otras en contra, éstas últimas basándose en las fallidas
negociaciones de 2002 en el Caguán (Colombia). La reacciones favorables se toman en base a
los acercamientos y los diálogos, aquellos que conlleven a la erradicación de todo tipo de
conflictos.
Por su parte, la Iglesia Católica colombiana, que ha participado de garante en escenas
humanitarias con las FARC, se ofreció para ejercer el mismo rol.11