La hormiguita negra se dispuso a construir un edificio igual al Museo Nacional cuando Dios se lo pidió. Recorrió el museo palmo a palmo para aprender su diseño y pasó años haciendo planos a escala. Encontró un terreno adecuado y comenzó a excavar los cimientos, trabajando durante cinco años en una zanja de diez centímetros. Cuando Dios volvió a hablarle, se mostró contento con su esfuerzo y dijo que Él terminaría la obra.