La persona siempre ha sentido fascinación por el fuego desde pequeña, coleccionando encendedores y fuegos artificiales. Construyó una gran escultura de plastilina y decidió quemarla y hacer explotar sus fuegos artificiales, sin darse cuenta de que la plastilina era altamente inflamable, incendiando su casa entera. Fue llevada a un psiquiátrico a la edad de 12 años hasta que su madre se dio cuenta de que su obsesión por el fuego se debía a haber sido concebida durante las hogueras de Alicante.