El documento define la vanidad como un tipo de arrogancia basada en cosas sin valor como las riquezas, la fama y el poder mundano. La vanidad hace que las personas sientan que no necesitan a Dios y que se centren en su apariencia física para ganar la aprobación de los demás. La teología cristiana considera que la vanidad es uno de los pecados capitales porque lleva a otras faltas y aleja a las personas de lo que realmente importa.