La hadita perdió su varita mágica y la buscó por todas partes con la ayuda de un duende. A pesar de no encontrarla en el bosque, la varita apareció flotando en la sopa que la hadita estaba preparando para recompensar al duende, habiendo caído allí por error. Finalmente, tanto el hada como el duende pudieron reírse del suceso.